Mine

By hopelanzani

150K 8.9K 2.3K

Un trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso. More

Sinopsis "Always Mine"
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Sinopsis "Never Mine"
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26

Capítulo 15

2.2K 130 35
By hopelanzani

¡Hola! Lo siento muchísimo, y desaparecí de la nada, lo sé, lo siento, de verdad... ¡Gracias un montón! Y les prometo que nunca más tanto tiempo sin capítulo, no les voy a fallar.

Respiro profundamente el aire fresco mientras me acomodo en la hamaca que hay en el jardín. Es un día extremadamente caluroso hoy. Así que disfruto lo máximo que puedo del sol antes de que desaparezca. Llevo toda la mañana leyendo un libro que ya he leído varias veces antes, y me encanta. No podría estar mejor.

La risa de Will me saca de mi trance, y levanto la cabeza para verlo a él pasear con Lucy en brazos. Los observo detenidamente, y mi mente crea la representación de Peter jugando así con nuestro hijo. Una sonrisa se forma en mi boca ante esa imagen.

Will levanta la cabeza cuando me escucha, y se acerca a mí con pasos cuidadosos.

—¡Buen día! —canturrea él. Y es la primera vez en semanas que lo veo tan contento.

—Buen día —saludo emocionada, porque se ha quedado aquí de momento. Y no juzgaría que decidiera marcharse cuanto antes, pero sé que lo hace por Stella. Ella no se quiere ir de aquí, y menos aún sin saber donde está Nathan.

Peter y yo volvimos ayer después de haber estado todo el día tonteando en la cama en Kent, pero sin poder hacer nada por el reposo absoluto en el que tengo que mantenerme. Miramos varias películas mientras nos mimábamos mutuamente, y después de eso, volvimos a esta gran casa rural a las afueras de Londres.

Cuando me desperté Peter ya no estaba, y aunque sé que hoy estoy en estrictas instrucciones de quedarme en la cama, un vistazo por la ventana, y sabía que no me podía perder este magnífico sol, así que salí muy cuidadosamente hasta el jardín, y llevo aquí toda la mañana, extremadamente relajada.

—Dile buen día a Lali —le instruye Will a Lucy, y ella baja sus ojitos para mirarme y se ríe. Me río con ella sin poder evitarlo. Will mira a Lucy con ternura, antes de darle un beso en la mejilla a su hija, y vuelve a posar sus ojos en mí—. ¿Cómo estás? —me pregunta él—. Estuve intentando averiguar todo el día de ayer que había sucedido, pero nadie me dijo nada.

Sonrío ante su pregunta. —Mejor que nunca —digo con sinceridad, porque es la verdad. Aunque mi hijo nonato esté peleando por su vida, los Gallico quieran matarlo, y matarme a mí, Peter haciendo Dios sabe qué, Will enterándose que no es el padre biológico de Lucy, Lucy ni siquiera siendo hija de Stella, Stella buscando a su hermana, yo enterándome de que Peter tiene una hermana melliza (super maja por cierto), Nathan y Britney desaparecidos... la lista podría continuar y continuar, y todos esos pensamientos me rondan la cabeza, y caigo en la realización de que solo he estado pensando en mí misma. Nadie de aquí está bien. Están todos sufriendo por culpa de las garras de los Gallico, yo incluida, pero, de una manera muy retorcida, todo se reduce a mí. Pero no retiro lo dicho, sutilmente me recompongo de la mejor manera que puedo, y le hago la misma pregunta. —¿Y tú que tal?

—Estoy hecho una mierda, Lali —me confiesa sincero, directo al punto. Pero éste es Will, no se anda con rodeos, y es un chico genial—. Éste pequeño ser que amo más que nada en mi vida, no es realmente mía. Y yo sé, que, para mí, ella siempre va a ser mi hija, y yo me voy a sentir su padre, pero la realidad es que eso no es así. Ella tiene el derecho de estar con sus verdaderos padres. No es justo para ella —asiento, porque entiendo a lo que se refiere, y lo que quiere expresar, pero también confío en que Stella lo hizo por una razón que va mucho más allá de lo que ella quiere personalmente. Tiene que ser muy duro separar a unos padres de su hija, para ambos lados—. Y quiero marcharme de aquí. Lo sabes. Sabes que quiero irme, y no volver nunca más. Y también sabes que quiero que vengas conmigo —vuelvo a asentir, mientras Will suspira abatido—. Pero Nathan ha desaparecido. Nadie tiene idea de donde está. La última persona que lo vio, fuiste tú, y tú no tienes ni idea. Y Stella está completamente destrozada. Y muy en el fondo, por más que no quisiera admitirlo, sabía que había algún rollo entre ellos dos, pero no pensaba que fuera de esa magnitud. Y ella está ida. Está prácticamente inmóvil. No hace, y tampoco quiere hacer, nada. Y sólo han pasado dos días. Es que está todo jodido.

—Ni que lo digas —suelto sinceramente.

—Pero, ¿realmente no recuerdas nada, Lali? ¿Algo que nos pueda ayudar? ¿Cualquier cosa? —hace una pausa para dejarme hablar, pero yo no me muevo—. Necesito que pienses. Que intentes recordar. Se lo debo a él. Es gracias a él que hoy puedo sostener a mi hija —los dos miramos directamente a Lucy ante su mención, que está durmiendo plácidamente en sus brazos.

Es una foto ideal para capturar, así que, sin pensarlo, saco el móvil y hago una foto. —Sois muy monos —le digo, ignorando por completo sus palabras de antes. Si pudiera ayudar de algún modo lo haría, pero la verdad del asunto es que sé menos que él incluso.

Will vacila un par de segundos, inseguro de si empujar un poquito más para sacarme información, pero decide ir por el otro camino. Estalla en una risa.

Salto en mi sitio, alarmada, cuando siento a alguien detrás de mí. Pero en menos de un segundo, me relajo entre sus brazos. Sé sin girarme que es Peter.

Él me aparta el pelo del cuello, posicionándolo al otro lado, y me deja besos por toda la nuca. —Querrás decir que yo soy super mono —dice, fingiendo dolor ante mi comentario anterior.

Tiemblo mientras me recorre un escalofrío por todo mi ser, y muy levemente, me giro para mirarlo. Va vestido todo de negro, y su cara está algo sucia. —¿Dónde te fuiste? —soy incapaz de aguantar mi pregunta, porque se que ha vuelto de una misión. Y peligrosa, de lo contrario me hubiera despertado esta mañana para despedirse.

Con mis dedos trazo las líneas en su cara, intentando sacar las manchas en ella. —Por ahí —dice, como si no fuera la gran cosa, pero en un santiamén, frunce el ceño—. ¿Qué haces tú aquí? —me mira de mala manera.

Ruedo los ojos. —Leyendo —le digo declarando lo obvio, aunque sepa que no está refiriéndose a eso, y levanto el libro para mostrárselo como prueba.

—Aquí en el jardín, Lali —dice, y está indignado.

—Hacia un sol estupendo —le digo la verdad—. No podía desaprovecharlo cuando el noventa por ciento del tiempo está lloviendo —contesto.

Peter pone los ojos en blanco, y después me mira acusatoriamente. —Lali, ¿es que no te importa tu salud?

Sonrío ante su preocupación, no porque me causa gracia, sino porque, sí, es muy mono cuando se pone así protector. —Estamos bien, no te preocupes —contesto, sin pensar.

Pero a Peter no le pasan por alto mis palabras. —¿Estamos? —pregunta extrañado. El color de mi cara se va al darme cuenta de lo que acabo de decir. Mierda. Mierda. Mierda.

—Estoy —intento corregirme, sin revelar nada más. Por favor, no se puede enterar así. Ahora no. Así no.

Pero Peter no lo deja pasar. —Lali, estamos, ¿quiénes?

—Nosotros —interrumpe Will, salvándome de mi cagada. Me mira, inspeccionándome de arriba abajo, y frunce el ceño, su cabeza a mil por hora, pero lo único que puedo hacer yo es suspirar de alivio ante su ayuda—. Lucy y yo quiere decir. Que estamos juntos nuevamente.

—Lo sé —responde Peter seco, como si no fuera la gran cosa, aún cabreado por mi comentario anterior, y sé que después me va a hacer pagar por ello, pero sin testigos. Sin gente para visualizarlo.

La tensión es palpable en el ambiente, y Will se aclara la garganta. —Acabo de volver de estar con Stella —dice algo nervioso—. ¿Sabes algo de Nathan? —pregunta, y Peter lo fulmina con la mirada. Pero le responde negando la cabeza, apenado—. ¿Y sobre Britney?

—¡Aquí estoy! —un pitido resuena en mi oído ante su voz molesta. Y aunque quería que volviera por miedo a lo que los Gallico pudieran hacerle, y lo que le podría haber pasado, ahora la quiero fuera, y bien lejos de mí. Y de Peter.

Se reclina contra Peter, apoyándose en su brazo, y me percato que tiene una muleta en una de sus manos.

—¿Qué te pasó? —le preguntó directa, siendo borde, y quizás un pelín maleducada, pero no puedo evitarlo.

Britney posa sus ojos en mí. Me mira, enfocando bien la vista. —Es bueno saber que estás bien. Considerando que me dejaste para defenderme sola, y te fuiste con Nate en nuestra furgoneta —resopla indignada—. Sabes, creo que el que te secuestraran al final era el karma por habernos dejado a todos nosotros tirados ahí en...

—Suficiente —le corta Peter.

—¿Qué? —Britney pasa de mirarme a mí, para centrar toda su atención en Peter—. Ahora está todo bien, pero cuando se fueron casi nos matan, Pitt —su mano reposa en el hombro de Peter, y lo mira directamente a los ojos—. Y me acuerdo perfectamente del beso apasionado que nos dimos pensado que era nuestro último segundo de vida —dice como si nada.

Estoy que echo humo. Mi mirada se dirige a Peter, cabreada, pero no por lo que acaba de decir Britney, sino por haberla traído, porque ahora ya sé como es ella, y que todo lo que sale de su boca son mentiras.

Peter rueda los ojos ante su comentario, inafectado por la situación. —Lali, nena... —intenta decir, pero lo interrumpo.

—Ya sé que no pasó nada —digo, segura, porque confío en él.

—No sabes mucho entonces —dice ella.

—Britney, suficiente —vuelve a repetir Peter.

Respiro hondo un par de segundos, intentando tranquilizarme y no saltarle encima y arrancarle los pelos uno por uno. Jadeo ante el pensamiento que me invade. Yo nunca he sido una persona violenta. Y aquí estoy, dos puñetazos a Megan, y queriendo torturar a Britney muy lentamente. —No lo hice a propósito —confieso, refiriéndome a dejarla sola—. Pero sabíamos donde estaba Lucy, y no tuvimos ni tiempo a pensar en las consecuencias. Realmente quería que estuvieras viva.

—Viva y bien, ¿no? —no se le pasa por alto mi elección de palabras, y las dos nos reímos por lo bajo ante nuestra relación. Pero hay algo con ella que no me cuadra. Que me atormenta desde que hicimos la misión hace tres días. Algo que ella sabía, que ni tan solo yo misma sabía en esos momentos. Mi embarazo. Y necesito hablar con ella sin nadie presente cuanto antes.

—¿Podemos hablar? —le pregunto sin andarme con rodeos. Necesito hablar con ella, y ahora. A los tres ahí presente, les viene como sorpresa mi pregunta, y no lo intentan disimular en absoluto, pero no retrocedo.

—¿Lali? —me pregunta Will, algo preocupado. Pero me encojo de hombros, no sabiendo que contestarle, o asegurarle que está bien, y menos aún queriendo hablar con él justamente, no cuando sé que sospecha algo sobre mi estado.

Peter me mira igual de extrañado. —Vamos al cuarto, nena —me dice.

Pero le quito importancia con mi mano, y enfoco toda mi atención en Britney. —Britney, ¿podemos hablar? —vuelvo a preguntarle, esta vez algo más dura. Pero ella sigue igual de sorprendida.

—No sé de qué podríamos hablar tú y yo —dice irónicamente—. A no ser que quieras hablar acerca de lo bueno que es Peter en la cama... —me sonríe malévola, y la fulmino con la mirada. No la soporto. Y no me gusta como persona. Pero igualmente necesito hablar con ella.

—Te hablo en serio.

—Yo también.

Se tensa el ambiente de sobremanera, y Peter se posiciona en mi campo de visión, bloqueándome de apuñalar a Britney con los ojos—. Vamos nena, debes estar cansada.

—¿Cansada? —mi mirada enfoca a Peter, sin saber de que está hablando, y sin pensar, casi me pongo de pie, pero sus brazos que me rodean, y me levantan sin esfuerzo alguno, me detienen. —¿Es que no escuchas lo que te dijeron, Lali? Reposo absoluto. Nada de caminar. Estoy intentando no perderlo solo con el hecho de saber que has caminado hasta aquí fuera sola. No me discutas esto también —y casi sin voz, añade en un susurro—: Por favor.

Lo miro con ternura, y sé que tiene razón, así que asiento con una sonrisa débil en mi cara mientras rodeo su cuello con mis brazos, y me acomodo en su pecho, apoyándome contra él. Inspiro profundamente su aroma. Tan masculino, y varonil, que me lo quiero comer entero.

Le doy un beso en su pecho por encima de la camiseta sin poder contenerme. Veo como sonríe coqueto, y le doy otro.

Una vez dentro de la casa, vamos al final del pasillo, entrando a su habitación. Y vuelve a dejarme en la cama como lo hizo esta mañana.

Estoy sentada encima de la cama mientras él me saca el vestido lentamente, tocando muy sutilmente pero más tiempo de lo necesario mi cuerpo desnudo. Después agarra una de sus camisetas, y me la pone por la cabeza. —Ya está, toda lista —me sonríe, y me arropa debajo de las mantas, mi cabeza apoyada contra el cabecero—. Tienes que descansar, nena —me pide, y se quita los zapatos sin desvestirse para tumbarse a mi lado. Su espalda también apoyándose contra el borde.

Me acurruco a su lado, y él me da la bienvenida con sus brazos bien abiertos, y me deja un beso en la cima de mi cabeza. —¿Se sabe algo de lo que contiene el USB? —pregunto.

Pero Peter niega con la cabeza. —No —añade después—. Pero quería hablarte sobre ello —dice algo nervioso, y me acaricia la piel suavemente—. Cuando estabais en su edificio, Britney nos dijo algo inusual que había en los laboratorios. Porque, de ahí es de donde sacaste el USB, ¿verdad? —asiento sin saber a dónde quiere dirigirse con ello—. ¿Qué viste tú?

—No entiendo.

—Sea lo que sea puedes decírmelo. No tienes por qué protegerlos.

Me separo de él de un salto. —Yo no estoy protegiendo a nadie.

—¿Entonces por que no me dices la verdad?

—¿Me estás acusando de algo? —le pregunto.

—Britney dijo...

Lo último que me faltaba. —¿Britney dijo? —sacudo la cabeza incrédula—. Esto es increíble.  Vete, no quiero verte.

—Lali...

—No, Lali no. A que lo que Britney dice Britney es, pues vete con ella —sé que estoy siendo un poco irracional, pero me saca completamente que crea más en su palabra que en la mía. Y no sé como lo hace, pero Britney siempre acaba en medio de todo.

—¿Por qué te enfadas? —tiene el nervio a preguntarme, y miro por la ventana, hacia fuera, ignorándolo lo mejor que puedo. Siento como suspira—. Como quieras —murmura—. Pero, ¿qué quieres que piense? —suelta él, después de unos minutos de silencio—. Me ocultas cosas. Me mientes. Los defiendes.

—¡No los defiendo! —alzo mi voz más de lo que pretendía, pero estoy desconcertada.

—¿Entonces por qué me mientes? ¿Tan difícil te es ser sincera conmigo?

Resoplo, y suelto una carcajada sin gracia. —Ahora sabes cómo me llevo sintiendo yo desde que te conozco.

—Eso no es justo —se defiende.

—¿No? —espeto—. Me llevas mintiendo desde que te conozco. Nunca me cuentas nada. Lo único que sé de ti es porque lo he averiguado yo. Todo lo demás te lo tienes callado. Como esta mañana que te fuiste para ir a buscar a Britney. ¡A Britney! Y la trajiste aquí porque sí. Cuando sabes de sobra que no la soporta.

—Ella forma parte de nosotros —la sigue defendiendo.

—¿De nosotros quienes? De nuestra relación querrás decir, porque ya lo creo que sí. ¿Sabes que me dijo que estaba embarazada de ti?

—¿Qué más da lo que diga?

—¿Sabes que Liam también lo dijo?

—Lo mato —maldice Peter entre dientes.

Y cayó justo donde quería. —Mi punto exacto. ¿Por qué con ella no pasa nada, pero con Liam está todo mal?

—Porque no puede ir diciéndote esas cosas así por la cara. Lo único que quiere es separarte de mí.

—Bueno, para eso él no tiene que hacer mucho ahí, tú solito lo haces todo —lo ataco.

—¿Por qué lo llevas a Liam en todo esto? —gruñe al hablar—. Maldita sea. Él. Te. Besó —escupe las palabras con amargura.

Ahí llega mi límite. —¿Y tú qué? Britney, Megan, Isabella... La única diferencia es que tu las besaste a ellas, y yo a él no.

—Eso no es justo. Tú y yo no estábamos juntos. Tú lo besaste a él estando conmigo.

—Yo no lo besé —vuelvo a decir.

—Si te besó fue porque había posibilidades.

Suspiro exageradamente, cansada de todo esto. —¿Sabes cual es la diferencia, Peter? Que Liam es un buen hombre —resopla de mala manera, pero me apresuro a seguir hablando, antes de que tenga tiempo a interrumpirme—. Tú lo sabes tan bien como yo. Y él se enamoró de mí.

Peter cierra los ojos unos breves instantes, como si le doliera escuchar eso. —No digas cosas así —me pide, casi en una súplica.

Pero no doy el brazo a torcer. —Es la verdad. Se enamoró de mí, pero sigue siendo un buen hombre, en cambio Britney es una mujer horrible, que encima para colmo está obsesionada contigo.

—Britney no es horrible —vuelve a defenderla.

—¿Por qué estás tan obsesionado tú con ella?

Se muerde el labio inferior, inseguro de si contestar o no, pero decide ir para adelante. —Yo la dejé, Lali.

—¿Y qué? —pregunto indignada—. No estás obligado a nada. Si está aquí es porque quieres. Tú no le debes nada. Sólo porque teníais que supuestamente estar juntos, no significa que...

—Ya lo sé —me interrumpe.

—¿Entonces?

—No puedo evitarlo, Lali. Tenía una vida planeada a la perfección, y vine yo, y lo arruiné todo.

—¿Por eso sientes que estás en deuda con ella? —Peter se encoge de hombros, algo inseguro de qué contestar—. Peter, yo.... No sé como continuar —le digo sincera, el dolor en mi voz notable—. A mi me da igual que esté aquí, realmente —y lo digo de verdad—. Y que me ponga imágenes en la cabeza todo el tiempo de vosotros dos juntos, porque yo sé que estás conmigo —él asiente rápidamente—. Pero... —susurro, y respiro hondo, armándome de valor—. No puedo pasar por alto lo que tú sientes por ella.

Peter suelta una carcajada seca. —¿Qué estás diciendo? No siento nada —dice con convicción, sin pensárselo dos veces—. Absolutamente nada —se apresura a añadir.

—A veces yo creo que si —digo insegura, golpeando mis dedos contra mi pierna en un movimiento rítmico.

Peter gatea por la cama, agachado de rodillas, hasta detenerse frente a mí. Me abre las piernas para que sus rodillas estén lo más cerca de mi cuerpo posible sin tocarme. —No sabes el polvo que te haría en estos momentos —su mano acaricia mi muslo hacia arriba y abajo muy lentamente, pero lo noto por todo mi ser—. Uno para qué recordaras lo que siento por ti. Para que me sintieras solamente a mí —intento cerrar las piernas ante lo encendida que me dejan sus palabras, pero me resulta imposible hacerlo, así que me quedo boquiabierta en el mismo lugar.

—Peter...

—Nena, no siento nada por ella —susurra cerca de mí—. Ni por Megan, ni por Isabella, ni por ninguna mujer. Mi corazón solo late por ti, lo sabes —acerca su boca a mi cara, y muy suavemente me deposita un beso en mi mejilla.

Sonrío con timidez. Lo tengo delante de mí, confesándome todo su amor, y necesito serle cien por cien sincera yo también. Es tiempo que sepa todo sobre el embarazo. —Peter, tengo que decirte algo...

—Yo también —vacila al hablar, pero lo suelta sin titubear. Espero a que continúe, y él, captando mi indirecta, lo hace—. Encontramos a Britney hoy, como bien sabes, pero Nathan sigue desaparecido —asiento, escuchando y asimilando todo lo que me dice—. Vamos a ir a buscarlo —se muerde le labio inferior nervioso, pero lo suelta todo de una.

—¿A buscarlo dónde?

Peter se pasa una mano por la cabeza rápidamente, y la vuelve a dejar caer a su lado. A mi lado. —Se lo han llevado fuera del país.

Frunzo el ceño, no sabiendo que quiere decir con eso. —¿Qué? ¿Por qué? No entiendo.

—Para que no pudiéramos rescatarlo —me explica—. Pero tenemos que ir.

Mi cabeza empieza a atar los cabos sueltos, y es cuando me doy cuenta de que se refiere a que se va a ir a otro país en busca de Nathan. —Me suena peligroso —digo no muy convencida, sin saber que decir para que se quede aquí.

—Vamos a estar bien —me asegura.

Le resto importancia, aunque por dentro esté gritando sin parar. —Está bien —consigo decir al fin, y pongo una sonrisa falsa en mi cara, pero después se me viene otro pensamiento, y la sonrisa se vuelve genuina—. ¿Cuándo vamos? —pregunto inocentemente. Mis manos acariciando su pelo, alborotándolo.

Peter niega con la cabeza y suelta una risilla por lo bajo. —Me voy —dice énfasis en él solo—. Esta tarde —me mira expectante.

—¿Qué? —suelto una carcajada nerviosa.

—Cuanto antes mejor —se encoge de hombros.

—¿Cuándo vas a volver?

—Lo antes posible.

—¿Y yo? —le pregunto, mi lado egoísta saliendo, pero necesito que esté aquí conmigo.

Una mueca aparece en la cara de Peter, pero se recompone en seguida. —Tú te vas a quedar aquí, y vas a hacer reposo absoluto. Y tengo a la persona perfecta que va a quedarse contigo y va a cuidar de ti sin quitarte los ojos de encima.

—Yo te quiero a ti —le digo haciendo puchero, pero sinceramente. Y es que lo necesito. Pero también lo entiendo. Nathan es importante. Y tengo el objetivo de decirle lo del embarazo cuando regrese. Sin duda. Se lo merece. Pero ahora no lo puedo atormentar con eso. Que le entre miedo por mi situación actual. Si se lo confieso ahora se va a ver la obligación de quedarse. —No quiero que te vayas —digo, tristemente.

Me da un beso en la punta de la nariz, y se sienta a mi lado nuevamente. Con mucho cuidado, me mueve para que sea yo la que quede entre sus piernas abiertas, y le rodeo la cintura con ellas. Él esconde su cara en mi pelo, oliéndome—. Te voy a extrañar —confieso, respirándolo yo también a él—. No vas a estar mucho, ¿no? —le pregunto con temor.

—No creo —se rasca la nunca indeciso.

—¿Dónde está?

—Creemos que en Italia.

Ante sus palabras, levanto la cabeza para observarlo correctamente. —¿Cómo que creéis? —pregunto mientras frunzo el ceño—. ¿No lo sabéis exactamente?

—Y no —Peter se encoge de hombros como si no fuera la gran cosa, cuando a mí por dentro se me han saltado todas las alarmas—. Es una pista que tenemos, pero no lo sabemos con exactitud. A veces se tienen que tomar riesgos.

—Entonces vas ahí ciego —escupo—. Peter, por el amor de Dios, puede ser una trampa y... —empiezo con mi paranoia, pero tengo motivos más que suficientes para imaginarme lo peor.

—Sh, nena —me acaricia el pelo suavemente—. Tú no te preocupes.

Pero me aparto de su tacto. —¿Cómo quieres que no me preocupe? —exclamo—. Si vas a ahí, así, sin saber nada, tirándote al vacío.

Peter me observa durante unos segundos, para después acomodarse delante de mí otra vez. Abro mis piernas para dejarle paso, y acerca su cara frente a la mía.

—No me va a pasar nada —susurra, su boca contra mi boca.

—¿Me vas a llamar? —trago duro ante la intensidad de mis sentimientos por él.

—A la mínima que pueda —es su respuesta.

—¿Me lo prometes?

Peter me mira profundamente, el verde en sus ojos resplandeciendo ante la intensidad de sus palabras. Inspiro hondo, sin saber que haría sin este hombre en mí vida. Es mi todo, y no podría soportar una vida sin él. Sin poder contenerme, corto la distancia tan pequeña entre nuestras bocas, y lo beso como si no hubiera un mañana. El beso es sensual y cálido al principio, pero progresa lentamente hasta convertirse en uno caliente y apasionado. Nuestras lenguas bailan en perfecta armonía, y cuando finalmente nos separamos, ambos estamos jadeado por aire. Sonrío contra su boca, y Peter me da un beso corto antes de separarse nuevamente.

—Esta es mi promesa —respira hondo antes de sacar algo en su mano. Una cajita rosa oscuro me llama la atención, y la abre con lentitud, revelando ahí un anillo plateado. Las pequeñas piedras de esmeraldas, están por todos los lados alrededor para darle paso a un diamante justo en medio, reflejando toda su brillantez con la luz del sol.

Jadeo, en sorpresa, y siento que me falta el aire. No me esperaba esto en absoluto. ¿Qué significa siquiera?

Oh, Dios. Creo que estoy hiperventilando.

Lo miro con los ojos lagrimosos. Mis hormonas revolucionadas por mil, y mis emociones saliendo a la luz, exageradamente.

—Cásate conmigo, Lali —dice con su voz rasposa—. Cuando vuelva, cásate conmigo.

Lo miro a los ojos intensamente, incapaz de poder aguantar las lágrimas que caen por mis ojos sin parar. Asiento impacientemente sin poder salir de mi zona. —Si —susurro, asintiendo con la cabeza, pudiendo articular palabra al fin.

Peter cambia la cara completamente. La sonrisa plena le llega a los ojos, y sin perder tiempo, agarra mi mano, y pone el anillo en el dedo anular. Mis ojos se dirigen a el instintivamente, y lo contemplo en mi mano sin poder evitar sonreír. Pero, no tengo mucho tiempo, ya que pocos segundos después Peter se echa a mis brazos con mucho cuidado de no aplastarme. Y me besa.

Siento sus labios húmedos y calientes contra los míos.

Se separa lentamente, e instantáneamente miro hacia el anillo, el color verde en el resultándome muy familiar. —Sabes, el verde se parece mucho al color de tus ojos... —le digo en fantasía.

—Lo elegí especialmente para ti —me confiesa, y se entretiene lamiendo el lóbulo de mi oreja. Dejo escapar un gemido involuntario sin poder contenerlo—. Para que cada vez que lo mires, me recuerdes.

Me aparto para mirarlo directamente a los ojos. Me deja hecha un charco derretido de emociones. —Siempre estoy pensando en ti —le admito sincera.

—Bien.

Con una de sus manos empuja mi pelo suelto hacia un lado, para empezar a dejarme un rastro de besos por todo mi cuello, mientras yo acaricio su pelo. Rodeo su cintura con mis piernas, ahora soy yo la que beso su cuello, poniendo especial atención a un punto en concreto, y mis manos se encargan de acariciar su torso, acariciándolo por debajo de la camiseta, sintiendo todos sus músculos debajo de ella.

Peter sube su boca a la mía nuevamente, y agarra mis manos entrelazándolas con las suyas, y vuelve a atacar mi boca. Profundiza el beso, y desliza su lengua por toda mi boca. —Lali... —suspira mi nombre abatido, respirando con dificultad, cuando se separa unos breves segundos, para después volver a besarme. Tira suavemente de mi labio inferior con sus dientes, y abro la boca para profundizar el beso.

Cuando nos separamos, estamos los dos jadeando por aire ante la intensidad del beso. Puedo sentir lo húmeda que estoy, lo duro que están mis pezones, y una breve mirada a Peter, y sé qué también está encendido. Y aunque sé que no puedo hacer nada para aliviar mi tensión, eso no significa que no puedo hacer nada para satisfacerlo a él.

Juntando todas mis energías, salgo de debajo de su cuerpo pesado, y me pongo a ahorcajas encima de él. Peter se deja hacer, y me mira expectante, sus dos cejas hacia arriba, y yo le sonrío mientras empiezo a acariciarlo.

Quiero su camiseta fuera. Ahora. Y mis manos temblorosas obedecen. Peter me ayuda a sacársela por la cabeza rápidamente, y le doy un beso en los labios como agradecimiento.

Con mis dedos trazo cada uno de sus abdominales, maravillándome con ellos. Bajo la cabeza, con mi boca recorriendo el mismo camino que hice previamente con mis dedos, dejando un rastro de besos por todo su abdomen.

Voy bajando, y bajando, hasta llegar a sus pantalones, y lo palpo por encima de ellos. —Lali, no creo que... ¡Ah, mierda, joder! —respira con dificultad cuando saco su miembro erecto de debajo su ropa y empiezo a acariciarlo hacia arriba y abajo con mis dos pequeñas manos, el anillo resplandeciendo en el proceso.

Su ropa me molesta, así que rápidamente le quito los pantalones y los calzoncillos, dejándolo completamente desnudo. Muy lentamente vuelvo a subir, y tomo nuevamente su miembro en mis manos, acariciándolo. Se mueve, listo por atención, y veo como caen pequeñas gotas de líquido preseminal por la cabeza. Con el dedo acaricio su zona más sensible, y siento como sisea y respira hondo por aire. Agrandándome su reacción, vuelvo a repetir la misma acción, y él vuelve a hacer el mismo ruido.

—No me atormentes, nena —susurra Peter.

Levanto la mirada para mirarlo a los ojos, y me meto su miembro duro en mi boca. Por impulso sus caderas salen a recibir mi boca, y lo chupo, demasiado excitada para pararlo. —Tienes que... —acaricio toda su longitud con mi lengua, ayudándome de mis manos en un movimiento rítmico—. Tomártelo con calma, nena. Reposo absoluto —lo trago más hondo, y Peter rueda los ojos ante el placer—. Joder, nena, me estás matando.

Me separo por un segundo para poder sonreírle, pero antes de que tenga tiempo a poder volver a mi trabajo, soy levantada de mi posición, y estoy tirada en la cama con la espalda apoyada contra el colchón. Peter está entre mis piernas en un abrir y cerrar de ojos.

Me levanta su camiseta, sacándome por la cabeza, y me quita la ropa interior con rapidez. Su lengua encuentra mi pezón erecto, mientras masajea el otro. Gimo sin poder contenerme. Peter va bajando, dejando un rastro de besos por todo mi cuerpo, como hice yo previamente con él, y se detiene cuando tiene la cabeza entre mis piernas.

La humedad en mi intimidad es palpable, demandando atención, y agarro el pelo de Peter, atrayéndolo ahí donde mi cuerpo más lo necesita. No se hace esperar en absoluto, y pasa toda su lengua por mi sexo. Levanta su cabeza y miro hacia abajo para verlo. Sonríe con su boca, y pasa una lengua por sus labios, y sé que es porque está probando mis fluidos. —Mmmm, estás chorreando, nena —dice lleno de lujuria, y no puedo evitar echarme de nuevo contra el colchón, y sonrojarme ante la verdad de sus palabras.

Un segundo después, su boca vuelve a estar contra mi sexo, y lame, y chupa, y succiona sin compasión, tomando lo que yo quiero tan desesperadamente darle.

—¡Peter! —lloriqueo, agarrando su pelo fuertemente. La sensibilidad en mi cuerpo multiplicándose por mil—. Estoy... Ah, por favor, Peter —le suplico. Estoy a punto, sólo un poco más y...

Y nada.

Se aparta de golpe. Dejándome a punto de llegar al borde, pero sin llegar a el.

Respirando pesadamente, frunzo el ceño, y abro los ojos para cantarle las cuarenta, pero su cara está frente a la mía, y me ataca la boca con pasión. Agarra su miembro duro, y lo arrastra por mi intimidad, sin penetrarme, pero deslizándose por entre mis labios. Acariciando mi clítoris cada vez que se mueve.

—Oh, joder —jadeo. La sensación demasiado para contener. Y puedo sentir como mi orgasmo vuelve en un santiamén.

Peter respirada pesadamente contra mi boca, sin parar de deslizarse contra mí. Estoy cerca, puedo sentirlo. —Peter —gimo, y me retuerzo, agarrando las sabanas con fuerza.

Y después, estallo en mil pedazos. Siento como si un gran volcán en mi interior se vaciara en una gran explosión. Peter segundos más tarde, se corre en mi panza, y jadeo en busca de aire, buscándolo a él.

Nos quedamos así unos minutos, los dos respirando pesadamente por falta de aire. Intentando encontrar el aliento para poder respirar con normalidad nuevamente.

Peter se aparta, y agarrando unos calzoncillos nuevos, y poniéndose unos pantalones cortos deportivos, entra el baño, y sale con una toalla. Se arrodilla frente a mí, y empieza a lavarme con cuidado, la toalla es húmeda pero caliente, y lo dejo hacer. Pensando en lo mucho que significa este hombre que tengo frente a mí.

Vuelve a desaparecer, pero esta vez sale por la puerta de la habitación, cerrándola detrás de él, y me la quedo observando sin saber que acaba de pasar. Mis sentimientos a flor de piel. Me acomodo en la cama, tapándome con la manta ante la falta de su cuerpo, sintiendo frío de repente. El sol se está poniendo, dejando paso a la noche.

Momentos más tardes, vuelve a aparecer Peter, con una bandeja llena de comida.

Me siento en la cama, tapándome con la sabana hasta el cuello. Peter muerde su labio inferior, nervioso, y prácticamente puedo sentir sus pensamientos acelerados.

—¿Peter? —pregunto, insegura del cambio en él.

—Come —es lo único que me dice, y antes de que tenga tiempo a siquiera ver que comida trajo, Peter agarra un bollo de la bandeja y me lo da. Lo mastico y me lo trago con sutileza. Cuando termino, Peter vuelve a agarrar otro, y vuelve a dármelo. Éste me lo como rápidamente. —¿Qué pasa? —pregunto, antes de que tenga tiempo a volver alimentarme.

Peter me mira apenado. —Yo... Joder, Lali —empieza a decir—. Lo siento —se disculpa, y abro los ojos ante la sorpresa. ¿De qué está hablando? —Me dejé llevar... —empieza a decir—. Y no te cuidé como necesitas, como debería haber hecho.

—Peter, si empecé yo... —intento explicarle, pero me corta con una mano al aire.

—Pero si yo no te cuido, ¿quién te va a cuidar? —dice, su cara alarmada son sufrimiento.

—No me hiciste daño —susurro, para aliviarlo.

—Reposo absoluto, Lali —repite las palabras de tanto el doctor Kozlov como su hermana—. Nada de relaciones. ¡Joder! —maldice.

Intento agarrar su mano, y aunque me esquive un par de veces, finalmente consigo entrelazarla con la mía, el anillo saliendo de donde están nuestras manos unidas. Y sé que él puede verlo también.

—Peter, no me va a pasar nada —con mi pulgar acaricio su mano, muy suavemente, intentando calmarlo—. Dijeron nada de interacción, eso no significa que...

—¡Si! Si, joder, si lo significa —brama—. No te puedes alterar, y ahí estaba yo, y... ¡Mierda!

—Peter... —empiezo a decir.

Me suelta la mano y se agarra el pelo con fuerza. —Lo único que quiero hacer es cuidarte, y siempre la termina cagando —me suelto de nuestro agarre, para pasar mis manos por su pelo, acariciándolo con ternura, intentando tranquilizarlo.

—Tú me cuidas —digo, sin parar de masajear su cabeza—. Eres el único que me cuida. El único que jamás me cuidó. Sólo tú —le doy un beso rápidamente, y apoyo mi frente contra la suya—. Te quiero —respiro contra su boca—. Y te quiero así, tal y como eres.

Peter baja la cabeza, apenado, apartando la mirada. —Lo siento —vuelve a disculparse.

—Pues yo no —le digo con una sonrisa en la voz—. Te quiero —vuelvo a repetirte, y le doy otro beso—. Ahora, ven aquí, que los dos tenemos que recuperar energías.

Peter me mira, pero no me discute, y se mete debajo las sábanas conmigo.

Y estoy hambrienta de la nada. Empezamos a comer en silencio, disfrutando de la comida.

Estoy a medio madalena, que miro a Peter de reojo y lo veo concentrado mirando hacia abajo. Sigo su mirada, y me sonrojo al instante al ver donde tiene su mirada fija.

Sin darme cuenta, en algún momento, la sábana ha caído hasta mi cintura, dejando expuestos mis generosos pechos.

Intento agarrar la sábana para taparme nuevamente, pero Peter la tiene agarrada firmemente y no la suelta. Él los sigue observando un buen rato, antes de bajar la cabeza y dejar un beso a cada uno de ellos. —Parece aún más grandes de lo que ya eran —susurra, su voz ronca llena de lujuria—. ¿Los vas a cuidar? —pregunta, y levanta la cabeza para mirarme. Asiento con una sonrisa tonta—. ¿Y mi coño? —hace otra pregunta, y mi cara se vuelve todas las tonalidades de rojo posibles.

—¡Peter! —lo riño, hecha un tomate, sonrojándome a más no poder.

Pero a Peter no parece afectarle sus palabras, y vuelve a preguntarlo—: ¿Vas a cuidar de mi coño?

Suelto una carcajada, riéndome por su posesividad, pero asiento, respectando sus deseos.

No llevamos mucho más tiempo comiendo, cuando Peter vuelve a hablar. —¿Y tú?

—¿Yo qué? —pregunto, dándole un mordisco a una de las galletas.

—Prométeme que te vas a cuidar.

Asiento, mientras trago el resto de la comida. —Me voy a cuidar, te lo prometo —le juro, porque sé que lo va a tranquilizar, y porque es la verdad. Su hijo va a nacer. Y tengo que cuidarlo y protegerlo como Peter hace conmigo.

El sentimiento de culpa me invade todo el cuerpo. Y tengo que confesarle lo del embarazo. Aunque no sepa como vaya a reaccionar. Tiene que saberlo. —Peter... —empiezo a decir. Necesito contarle la verdad.

—¿Hmm? —me mira inocentemente.

Respiro hondo, armándome de valor. Encontrando ese coraje que necesito más que nunca en estos momentos. —Peter, yo...

Pero el destino no quiere que sea ahora. La suerte no está de mi lado. Cuando por fin me animo a contarle toda la verdad, un golpe en la puerta, me hace retroceder.

—¡Peter! Guy está abajo esperando con los planes. Tienes que bajar cuanto antes para poder proseguir —no sé quién está del otro lado de la puerta, pero tengo ganas de salir y arrancarle la cabeza.

Peter gruñe, obviamente visionando lo mismo que yo, pero sabiendo que es su deber. Suspira abatido, mientras me mira con ternura. —Lo siento, nena.

—Nos vamos a casar —suena más como una pregunta que una afirmación, pero sigo sin poder creérmelo. Y esta vez es de verdad.

Peter me sonríe plenamente y asiente feliz. —Nos vemos pronto —me besa con intensidad, antes de salir de la cama, y marcharse, por tercera vez hoy, por la puerta.

Continue Reading

You'll Also Like

43.5K 1.7K 36
Esto es para los que no tienen Twitter y quieren arruinar su estabilidad emocional :v
980K 86.3K 43
Emma Brown es una chica que desde niña supo que todos los hombres eran iguales. Cuando creció se permitió salir con ellos pero dejando los sentimient...
33.7K 5.6K 24
Que pasaría si tienes 17 años y de quién pensabas estar enamorada no lo estás y sin embargo te sientes atraída por una mujer 8 años mayor que ella...
77.6K 7.7K 22
Esto es despues de los sucesos de la pelicula (Extremadamente Goofy 2) despues de que Max junto a su padre lograron ganar la competencia de Los juego...