Capítulo 21

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¡Hola! Antes que nada quiero pedirles mil disculpas, no hay excusa para desaparecer un mes, así que, lo siento... Pero como forma de compensación, voy a intentar hacer maratón, bueno, una de mis maratones, la semana que viene un capítulo cada día (intentaremos). Millones de gracias a todos, ¡disfruten! Y el siguiente capítulo es... Uffff. No se lo pueden perder, así que no olviden comentar y votar, ¡gracias nuevamente y perdón!


Peter observa nuestras manos entrelazadas, pero no hace comentario sobre ello. Simplemente me agarra con más fuerza, y los sigo.

Sus pasos son grandes y rápidos, y me cuesta un poco mantener su ritmo, y no tambalearme y caerme por la agilidad en que se mueve, pero consigo tranquilizarme y seguirle sin hacer nada riscoso. Con naturalidad.

Salimos de la casa, y alrededor hay unos nueve o diez coches aparcados, uno al lado de otro.

Peter inspecciona cada uno de ellos, observando la gente en su interior. Hace un gesto con la cabeza a todos ellos, poniéndose en modo jefe, listo para llevar a cabo el rescate.

Nos detenemos en frente de uno de los todoterrenos, el que está aparcado más cerca de la puerta principal, suponiendo que es con el que vino Nathan, y entramos los dos en los asientos de atrás.

Peter se acomoda en sitio, muy calmadamente, y me rodea con uno de sus brazos, acercándome hacia él, y atrayéndome a su lado.

Con mi brazo le rodeo la cintura, y apoyo mi cabeza en su pecho.

Estamos unos minutos en silencio, esperando algo, pero no cuestiono nada. Sé que está preocupado por todos, especialmente por su hermana, y yo estoy igual. Pero no hace falta ser un genio para darse cuenta de que es lo que los Gallico quieren. Es algo obvio. A mí. Pero no se como voy a poder salir de esta sin entregarme. Y sé que la única solución para que estén todos a salvo es que vaya sin andarme con rodeos con David Espósito.

Pero no comparto mis intenciones, ni digo nada al respecto. Cuando llegue el momento de actuar, voy a hacerlo.

La puerta del copiloto se abre, y entra Guy con unos auriculares negros y grandes. Una vez sentado, no tiene ni tiempo a abrocharse el cinturón (no que esa estuviera en su lista de prioridades ni fuera su intención ahora mismo) ya que Nathan sale arrancando a toda pastilla.

Estamos todos sin abrir la boca, y me sorprende que el primero en hablar sea Peter. —Te dije que no quería que nadie supiera de este lugar —le reprocha Peter a Nathan, pero Nathan no siente ni una pizca de culpa, y se encoge de hombros ante la acusación.

—¿Qué hubieras preferido que hiciera? —contrataca—. ¿Qué los dejara ahí para que los mataran? ¿Qué no hubiera venido a buscarte y dejar que hicieran lo que quisieran con Cleo? —sacude la cabeza con incredulidad—. No lo creo, hombre.

—Deja a mi hermana fuera de esto —le escupe Peter entre dientes con veneno. Y con esa afirmación solo hace que aumente la confirmación sobre mis sospechas de que pasó algo entre Nathan y Cleo.

—Encantado —responde Nathan con los dientes apretados, obviamente no queriendo hablar del tema.

No pasa mucho más tiempo, hasta que doblamos en una esquina, y el camino viejo que recorremos empiece a hacerse familiar.

Nathan detiene el coche a unos metros de la casa, escondidos ante los ojos de los que estén ahí, y los tres hombres bajan a toda maquina del vehículo, abriendo el maletero, y empezando a armarse de arriba abajo.

Salgo tambaleante del coche yo también, pero me quedo parada detrás de ellos, sin saber muy bien que hacer.

—Los tienen todos en el cortijo —informa Guy—. Los Gallico están recorriendo la casa en busca de algo.

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