Capítulo 30

2.1K 165 53
                                    

La miro dubitativa, y ella empieza a reírse nuevamente, pero su risa dura poco ya que grita sin parar cuando es arrancada del asiento pasajero. Nathan ocupa su lugar en un santiamén, y los asientos traseros también son ocupados rápidamente por Liam, Gas, y, me vuelve el alma al cuerpo cuando veo a Peter también uniéndose.

—¡Conduce! —exclama Nathan, mirando hacia atrás. Los disparos empiezan a golpear el coche, así que todos nos agachamos para que no nos toquen—. Conduce, ¡maldita sea! —me grita enfadado.

Con las manos temblorosas, enciendo el coche y arranco. Quien sea que nos esté disparando no se ha dado por vencido. Consiguen estallar una de las ventanas. Se rompe con potencia, y todos los vidrios salen disparados hacia todos lados. —Mierda, me ha dado —dice Nathan entre dientes, mientras se agarra el brazo con fuerza—. ¡Conduce! Me cago en la puta.

Alguien nos persigue, así que sabiendo que depende de mí, acelero por la carretera.

—¿Qué fue eso? —pregunto, me tiembla la voz, y las manos. El coche se va de un lado para otro, pero no puedo controlarlo.

Miro a Peter, pero el me esquiva, y evade mi pregunta. —¿Dónde está Adam?

—Lo dejé en el hospital —jadeo.

—Mierda, Espósito, ¿podrías no conducir así? —murmura Nathan.

—Lo... Lo siento —tartamudeo, sollozando.

—¿Quieres que conduzca yo? —dice Liam, desde atrás, y paro el coche en seco. Los neumáticos chirriando por mi brusquedad.

Intercambios lugares rápidamente, y me encuentro sentada al lado de Peter. Él mira hacia adelante, con la mirada perdida. Me acurruco a su lado, y él pasa su brazo alrededor de mis hombros.

Me deja un beso en la cabeza, y yo me abrazo más a él. —¿Estás bien? —susurra en mi oído. Asiento, aún temblando por toda la situación—. Estaba cagado de miedo —confiesa—. No sabía que hacer para que estuvieras bien, a salvo.

Trazo mis dedos por su abdomen. —Peter, ¿por qué dijo lo que dijo? —pregunto en un susurro.

—¡Mierda! —el grito de Liam, nos hace salir de nuestra burbuja, y lo que veo delante me deja sin aire. Ahí están, en frente del capó, David Espósito, junto a tres de sus matones. Todos llevan un arma en la mano, y apuntan al coche sin rodeos. Sabiendo lo que tengo que hacer, abro despacio la puerta, no queriendo alarmar a nadie, pero Peter se da cuenta de mis intenciones y se tira encima de mí para cerrarla de inmediato.

—¿Se puede saber que coño estás haciendo? —grita enojada, sus ojos clavados en mí.

—No quiero que nadie salga herido —le digo, segura de mí misma, y de mis razones.

—Nadie menos tú querrás decir —bufa exasperado—. Yo puedo controlarlo, Lali, pero necesito que no hagas ninguna estupidez.

—Yo no hago estupideces —replico, cruzándome de brazos.

—Ah, ¿no? —sonríe con superioridad.

—Querer que no te pase nada no es una estupidez —me defiendo.

—Chicos —dice Nathan—. Los dos estáis diciendo estupideces, tenemos un problema, realmente grande. Tenemos que salir —Peter lo fulmina con la mirada, pero porque sabe que tiene razón.

—No —niega Peter—. A la de tres saldrás echando humo —se dirige a Liam—. Probablemente vayan a disparar, así que preparaos para agacharos.

—Has perdido la cabeza, hombre —dice Nathan.

—¿Qué quieres? —hace una pausa breve. —¿Que la entregue? —le grita Peter enfadado.

MineKde žijí příběhy. Začni objevovat