Capítulo 5

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Siento un ruido molesto de fondo, pero decido no hacerle caso ya que estoy muy a gusto donde estoy. El pitido suena sin parar, pero me acomodo más en mi lugar, no queriendo moverme de aquí. Mi almohada se mueve ligeramente, y froto mi cara contra la dureza de ella. ¿Dureza? Abro los ojos al darme cuenta de donde estoy. Me había olvidado completamente de mi posición. Estoy tendida, prácticamente, encima de Peter. Nuestras piernas están entrelazadas unas con las otras, y media parte de mi cuerpo está extendido sobre su pecho, mientras el brazo de Peter me envuelve.

Intento apartarme, pero Peter me retiene, no dejándome opción a moverme. Levanto lo mejor que puedo la cabeza para mirarlo, y él tiene los ojos cerrados, pero no estoy segura de sí está realmente dormido o no. El ruidito no para de molestar, y miro a mi alrededor, intentando averiguar de dónde proviene.

La pantalla de su móvil se ilumina, y es porque alguien lo está llamando. Intento moverme, pero el brazo de Peter me sujeta aún más firme en mi posición. ¿Cómo terminamos así?

Dejan de llamarlo, y me permito observarlo. Verlo dormir me transmite mucha calma, parece incluso sereno, en paz consigo mismo, aunque detrás de sus ojos se esconda el diablo en persona. No quiero que se despierte y me vea aquí, con él, y menos aun prácticamente encima de su firme cuerpo. ¿Pero en que estaba pensando cuando le pedí que se quedara? Porque esta vez fui yo. Yo se lo pedí.

Su móvil vuelve a sonar, y gruño entre dientes a quien sea que lo esté llamando. Hago otro intento de moverme, pero, esta vez, en lugar de no dejarme ir, tira de mí para que esté montándolo. Ahogo un grito ante el movimiento, y Peter abre los ojos con enfado. —Joder, Lali —gruñe, volviendo a cerrar los ojos fuertemente, para intentar despejar sus pensamientos.

Estoy completamente pasmada cuando me doy cuenta de cómo estoy. Mis pechos, debajo la camiseta, prácticamente acarician su torso desnudo. Intento tirarme hacia atrás, pero Peter nuevamente me agarra las caderas para que no pueda irme a ningún lado. Estoy a horcajadas sobre él, y él parece de lo más tranquilo. ¿Es que no se da cuenta de la situación en la que estamos ahora mismo?

Su móvil vuelve a sonar y maldice entre dientes mientras estira la mano para agarrarlo y apagarlo. Intento moverme ya que ahora solo me sujeta con una mano, pero soy incapaz de salirme de su agarre, y acabo frotándome sobre su miembro. La dureza ya presente ahí. —Joder, nena —susurra con su voz ronca.

—Yo... —digo, mi voz igual de ronca que la suya. El deseo visible en mis ojos—. Lo siento —termino por decir, mientras hago ademan de moverme, lo que resulta en notarlo todo contra mí.

—Joder, que bien se siente —gruñe él, moviendo un poco sus caderas para sentirme más.

—Peter —jadeo, sin aire. El pelo se me cae por la cara, y aunque lo intento, soy incapaz de controlar mis movimientos, que van en busca de él—. No deberíamos... —susurro en un hilo de voz. Sé que lo más sensato sería pararlo, pero no puedo resistirme a él. Y él lo sabe. Ese es el problema, susurra mi vocecita interior.

Peter asiente, mientras hace rodar sus caderas. La camiseta se me sube, dejando ver mis bragas blancas de encaje. Peter sitúa sus manos en mi cintura, mientras me mueve encima de él. Sus manos bajan hasta mis muslos, donde se encuentran cerca de mi intimidad. Y vuelve a mover su dureza contra mí.

Ese movimiento me hace sentir toda su dureza frotar contra mi húmeda necesidad, y soy incapaz de aguantar el gemido que se me escapa. Peter me mira con puro deseo, mientras aparta el pelo de mi cara y envuelve mi melena en una coleta en su puño. Baja mi cabeza hacia la suya. Me muerdo el labio inferior, ansiosa por sentir su boca sobre la mía.

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