Te Encontré [ 2°T de TLA]

By MiteScart

2.2M 187K 65.7K

Todo ocultamos un secreto. Que nos define. Que nos atrapa. Que nos encuentra. Dicen que el primer amor siemp... More

Prólogo
Capítulo 1 - ¿Verdad o Mentira?
Capítulo 2 - La verdades duelen más que la mentira.
Capítulo 3 - El Demonio regresa y para siempre.
Capítulo 4 - ¿Obsesión? Eso es algo que no tengo claro.
Capítulo 5 - Nunca mentí al decirte que te necesitaba.
Capítulo 6 - Evitame de nuevo, pero no grites cuando veas las represalias.
Capítulo 7 - Verdades que saldrán a la luz.
Capítulo 8 - Nueva Amenaza.
Capítulo 9 - Apariciones sorpresivas en la oscuridad.
Capítulo 10 - Tú eliges, Laila, y elige bien porque no habrá vuelta atrás.
Capítulo 11 - La seducción es como una trampa...Te induce al mal camino.
Capítulo 12 - Esta noche es buena para nuevas revelaciones.
Capítulo 13 - El demonio seguirá siéndolo sin importar que traten de cambiarlo.
Capítulo 14 - Toda cicatriz tiene un pasado oscuro.
Capítulo 15 - El deseo es como la sangre...fluye por nuestros cuerpos.
Capítulo 16 - Los dos lados de la historia.
Capítulo 17 - La locura me condena y tú no podrás detenerlo.
Capítulo 18 - Esconde, Esconde antes de que lo atrape.
Capítulo 19 - A veces el amor no es suficiente cuando escuchas las verdades.
Capítulo 20 - Ya no somos Dos sino Tres.
Capítulo 21 - No olvides de que lado estás, amor. En las Sombras o en la Luz.
Capítulo 22 - Toda historia tiene un principio y un final...¿Te atreves a oirla?
Capítulo 23 - Todos encuentran sus castigos.
Capítulo 24 - SEGUNDA PARTE
Capítulo 25 - Duelen las palabras, ¿no?
Capítulo 26 - Y entonces como el ave Fénix...la esperanza renace de las cenizas
Capítulo 27 - Hasta el más Oscuro puede redimirse...¿Pero cuál es el costo?
Capítulo 28 - Y al final vuelvo a fallar.
Capítulo 29 - Y entonces la bestia se desató.
Capítulo 30 - Los Fantasmas de las Muertes Pasadas
Capítulo 31 - Al momento en que retomas tu vida...
Capítulo 32 - Buscando maneras, pero nunca encontrando solución
Capítulo 33 - En oscuridad anduve y en oscuridad me convertí.
Capítulo 34 - ¿Qué tanto harías por él, Laila Jenner?
Capítulo 35 - Descubierta y castigada por el Demonio
Capítulo 36 - La Única Solución es la Muerte.
Capítulo 37 - Hasta que la muerte o algo más los separe.
Capítulo 38 - Seamos honestos...Ellos no están destinados a estar juntos.
Capítulo 39 -Criminal Silencioso.
CAPÍTULO 40 - ¿Regresamos A La Acción?
CAPÍTULO 41 - SANGRE POR SANGRE
CAPÍTULO 42 - ¿Y Esperas Que Acabe Bien?
Capítulo 43 - Por Obtener Una Vida Deberás Pagar Con Otra
Capítulo 44 - Cada ANGEL Necesita A Su DEMONIO
Capítulo 46 - Golpes De Muerte
Capítulo 47 - La Cena De Los Demonios
Capítulo 48 - Un Paso Para Un Final
Capítulo 49 - Somos Monstruos.
Capítulo 50 - Una locura final.
Capítulo 51 - ¿Preparados?
FINAL
Agradecimientos
ANUNCIO PEQUEÑO
EXTRA

Capítulo 45 - Debiste Decir Las Palabras Correctas En El Momento Correcto

17.1K 1.4K 1.2K
By MiteScart

LAILA

Él estaba aquí.

Yo estaba junto a él.

Poco a poco su mano tomó la mía y apretó con delicadeza. Levanté la mirada y cuando mis ojos se encontraron con los suyos, olvidé cómo respirar. Todo se dijo. Todo se señaló. Me sentí como Ícaro, fascinado con la idea de volar y aunque conoces el peligro de elevarse demasiado alto, igual manera lo desafías e incluso lo llegas amar. ¿Es así con Jace? Definitivamente. Permanecimos así, mirándonos fijamente, con nuestras respiración de pronto agitadas. Cada segundo pareció una eternidad y aunque ambos deseamos con locura lanzarnos encima del otro para cortar la poca lejanía, ninguno de los dos realizó un movimiento para remediarlo.

Nos aproximamos rápidamente a entrar al túnel que hay en la carretera.

—Ven. —la voz ronca de Jace provocó que temblara de pies a cabeza. De pronto, un calor inundó la zona baja de mi cuerpo sorprendiendome de la intensidad que manifiesta su voz en mí. Me acerqué a él tanto como me permitió el pequeño espacio en la parte de trasera del vehículo, bajo la mirada fugaz del conductor—. Súbete a mis piernas, Laila.

Tragué saliva. No puedo evitar el estremecimiento cuando sus manos tomaron sin contemplación mi cintura y me alzaron para sentarme en su regazo, donde la evidente excitación fue palpable. Mis piernas rodean su cintura y mi rostro sonrojado se oculta en la curva de su cuello. Mi nombre es susurrado. Alcé la vista muy despacio para verlo a los ojos. Jace me miraba fijamente, y sus ojos parecían muy oscuros y la tentación se veía demasiado anhelante. Las manos cobraron vida propia a medida que estas se desplazan por su pecho cubierto por un suéter blanco pasando de su cuello hasta llegar a su mandíbula bien marcada. Su expresión quitó el aliento.

—Jace. —murmuré por él. Lo necesitaba. Había pasado tanto tiempo desde que estuvimos tan íntimos, desde ese cuarto de motel en donde le entregué mi virginidad.

Entonces, la oscuridad, al adentrarnos por el largo túnel, nos envolvió a los dos.

—Mi bella noche. —contestó él y se apoderó de mi boca ferozmente.

Dejé que su lengua jugará con la mía, mientras le devolvía el beso con fiero estusiasmo, sin medir consecuencias, sin importar las miradas curiosa del hombre de adelante, sin vergüenza. El sentido común se fue a la basura en el preciso instante que sus labios tocaron los míos y en como una de sus manos se alejó de mi cintura para posicionarse en medio de nuestros cuerpos. Temblé al sentir el contacto de su fría mano en mi piel desnuda cuando alzó un poco mi ropa. Jace apartó sus labios y se inclinó a besarme justo por debajo de mi oreja. Su lengua acarició mi piel sensible, y de repente me embargó una emoción intensa que recorrió por todo mi cuerpo, en especial la parte entre mis muslos. Apreté mis muslos alrededor de su cintura, restregándome a mi misma con su dureza. Jace gimió y yo atrapé ese dulce sonido con mi boca.

Y mientras tocaba el cielo y el infierno en ese momento, sus dedos trabajaron con los botones y cierre de mi pantalón donde luego estos se hicieron camino dentro de la delgada tela de mis bragas buscando finalmente el punto de mi calor. Un jadeo brotó de mis labios cuando sus dedos estimularon y se introdujeron dentro de mí. Un gruñido fue emitido por Jace al momento en que me removí en sus piernas y mi trasero tocó su erección. Me sobresalté cuando Jace quitó abruptamente su mano en mi entrepierna y rugió enojado justo en mi oreja.

—¿Qué miras? ¡Sigue manejando! —sentí dolor ante su fuerte agarre en mi cintura cuando le gritó al hombre.

El deseo no desapareció de mi sistema, pero la consciencia que olvidé momentos atrás hizo reaparición y un calor se apoderó de mis mejillas al darme cuenta del tremendo espectáculo que le hemos dado al conductor. ¡Y yo no bajé la voz! ¡Madre mía!

—Él nos ha visto. —dije en voz baja, ocultando mi vergüenza en su hombro.

El pecho de Jace vibró bajo mi mano. Estaba riendo.

—¿Crees que lo dejaré suelto luego que ha visto tu rostro extasiado? Ese privilegio me lo reservo para mí, mío para disfrutarlo, mío para provocarlo.

Eso activó una alarma en mí, además de otras cosas.

—No, no quiero que lo mates —susurro tomando su rostro con mis manos—. Ya no quiero que lo nuestro sea así, Jace. Hemos perdido mucho tiempo a causa de muertes, sangre y peligros constantes que nos obliga a separarnos.

Jace sonrió y besó mis labios: —Lo sé, cariño. Tampoco pensaba hacerlo, sólo quería darle un pequeño susto para que cerrara esa boca y no dijese nada a nadie. Laila, mírame. Ya nada no separará, ni muertes, ni sangre, absolutamente nada, pero quiero que entiendas que antes de ser tuyo a voluntad debo acabar con la última persona.

—¿Última persona? ¿A quién?

No quiero sangre en sus manos.

—Si te lo digo tendré que contarte todo mi historia y aún no estoy preparado. Sólo confía en mí, ¿podrás aceptarlo, Laila? —la expresión que mostró me debilitó.

—Lo acepto. —contesté juntando nuestras frentes y mirándonos a los ojos.
Jace tomó una de mis manos y se la llevó a su boca donde posteriormente besó con delicadeza.

Sonrió y dijo: —Te amo.

Esas palabras golpearon e irrumpieron en mi mente como un rayo.

—¿Qué has dicho? —anonadada pregunté. De pronto, la expresión de Jace se vio perturbada por unos segundos cuando se dio cuenta de lo que ha dicho. Intentó alejarse, pero lo tomé de su mentón y lo obligué a mirarme—. Repítelo. Jace, no me dejes así, dímelo de nuevo.

—No, no, no quiero decirlo. —sacudió frenéticamente la cabeza de izquierda a derecha. Cerró los ojos y boca, y se negó a repetir esas dos palabras. Tuve que sostener su cabeza para que dejase de moverla de forma tan brusca por temor a que se lastimara.

—¿Por qué? —no comprendí su acto semejante a la de un niño—. ¿Temes a qué no te corresponda? Sí eso se debe tu temor, ya no lo sientas porque yo también te amo. Es difícil de explicar con palabras este sentimiento que albergo dentro de mí. Duele a veces, en el pecho, y hay momentos en que el corazón se exalta cada vez que te veo o proyecto una imagen tuya en mi cabeza. No negaré que tiempos anteriores quise eliminar estos sentimientos debido a nuestro pasado...

—Detente. —pidió. Encajaba sus dientes fuertemente en su labio.

—Confía en mí como yo confío en ti. Te amo, Jace White, más que nada y quiero amarte hasta el final de los tiempos. —y posteriormente procedí a besarle. Saboree el sabor de su sangre.

—No puedo.

—Dime la razón.

—La última persona que le dije esas palabras me obligó a tener una vida de mierda. Ser una mierda. Y me dejó.

Mi mano quedó suspendida en el aire sin apenas tocar ni una hebra de su cabello. Un nudo se formó en mi garganta y una presión tomó de golpe mi pecho. Pude sentir como sus palabras cortaron mi piel de tal forma como si un cuchillo se tratase. ¿Qué es el pasado que ocultas, Jace White? ¿Quién te obligó a ser así? Buscar culpables en la vida de Jace es como encontrar una aguja en un pajar. Muchos son los involucrados en su pasado y cada uno marcó algo en él, y encontrar la principal persona que hizo de su vida un caos es tentar a la muerte. 

Jace bajó su cabeza y apoyó esta en mi pecho. 

—Extrañaba el latido de tu corazón. —dijo cambiando el tema. Su aliento caliente erizó mi piel. Yo lo extrañaba a él. Todo de Jace echaba de menos—. En que momento me quitaste todo, Laila Jenner. ¿Ha sido cuándo te miré por primera vez, quizá fue cuando te besé o por tus lágrimas que derramaste en mi tumba? Dime, Laila.

¿Es una confesión?

Dime que sí.

Jace, dime que me amas.

Pero en cambio dije...

—El único que sabe esa respuesta eres tú. —respondí, ocultando rastro de agitación en mi voz.

—Los Ángeles jamás deben mezclarse con Demonios es mal visto ante los ojos de Dios, pero tú lo hiciste y estás acabando con todo lo que alguna vez consideré vida.

—¿Y eso es malo?

Jace separó su cabeza de mi pecho y me miró.

Dijo: —Ni yo lo sé. Lo único que en verdad sé es que mi vida gira en torno a ti. Me tienes, Laila, en cuerpo y alma. Estoy para que me deshagas y me destroses a tu manera.

—El cielo me va a odiar. —digo y busqué en sus ojos verdes cualquier signo de que él no hubiera perdido el juicio, en su lugar vislumbre las dos palabras que necesitaba escuchar de él. Una emoción de felicidad me arrolló, tal como el impacto sorpresivo en la parte trasera del vehículo que nos tomó con la guardia baja.

—Diablos. —Jace maldijo entredientes. La paz que vi por segundos en él se esfumó siendo remplazado por una fiera y avivida ira—¿Qué mierda pasa? —exigió saber una vez que logramos estabilidad.

—Alguien nos sigue. —contestó el hombre tras el volante y realizó una maniobra para evitar que el otro vehículo nos atacara de nuevo.

Tanto Jace y yo miramos por la ventana en busca de el que se atrevió a interrumpir nuestro momento, pero fuimos estúpidos, la poca claridad que nos brindaba el túnel nos impedía ver el sujeto del vehículo X. Descarté la posibilidad de que fuese Joseph, él estaba de acuerdo con mi relación y además, su automóvil no era ese, por lo que me alivió saberlo y a la vez no, ya que eso dejaba abierto la posibilidad de muchas personas que venía a por Jace.

—No es Joseph. —le digo.

—Cabe la posibilidad que sea alguien del puto grupo de Darren. —pude oír los dientes de Jace rechinar dentro de su boca. La frialdad es abrumante, cuando minutos atrás lo vi tan calmado—Pierdelo. —ordenó Jace.

—Eso intento. —contestó el hombre yendo a una velocidad que asustaría a cualquiera.

—Hazlo maldito porque si no salimos de este maldito túnel te juro que cortaré tus manos. —amenazó Jace.

El vehículo X se dio cuenta de lo que intentabamos hacer ya que observé como aumentó la velocidad y se acercaba a nosotros peligrosamente, se posicionó a nuestro lado y nos dejó helados cuando arremetió contra nosotros, provocando nuestra inestabilidad. El final del túnel ni siquiera se asomaba. Recordando lo sucedido tiempo atrás mi respiración se aceleró. Estamos básicamente la misma situación, con el mismo problema y los mismos protagonistas, temiendo un final.

—Ja-Jace... —mi voz salió temblorosa. Mis dedos se aferraron a su suéter. Él miró y comprendió mi temor.

—Tranquila, cariño. Todo irá bien. Estás conmigo y sabes perfectamente que estando a mi lado nadie te lastimará —él sostuvo la parte trasera de mi cuello mientras hablaba, atrapado mi cabeza para que así no sucumbiera al pánico—. Escúchame, Laila, no existe persona en este mundo que logre separarnos, te lo juro por mi vida —Jace agarró mi cuerpo y me protegió ante los brutos golpes que vinieron a continuación al lado derecho del vehículo. Se apartó un poco y le gritó al conductor—.¡Maldición! ¡Ve más rápido!

Y aunque su intención era alejarnos del peligro, de todas formas chófer acabó perdiendo el control del automóvil dentro del túnel y dio un brusco giro antes de zigzaguear y sacudirse sin control. Cerré los ojos y me abracé a Jace cuando supe que ibamos a chocar. Sucedió rápido, lo único que sentí fue la fuerte arremeter contra el hastial del túnel y la zacudida que nos envió tanto como Jace y a mí hacía adelante chocando contra los asientos de alfrente.

Al notar el silencio sepulcral, abrí los ojos y revisé a mi alrededor. La posición en que estábamos era dolorosa y me percaté también de que Jace jamás me soltó, ni antes, durante y después del choque. Sus brazos estaban adheridos a mi cuerpo protegiéndome.

—Jace. —lo llamé observando cualquier indicio de daño en su cuerpo y agradecí que no hubiese nada. Jace murmuró algo y no pude evitar reí—. ¿De verdad estás pensando en eso ahora mismo?

—¿Por qué no? Es un buen momento para pensar seriamente en como quiero morir. Y yo quiero que sea en un cama con nosotros desnudos, tú gritando mi nombre mientras estoy dentro de ti haciéndote el amor.

El momento no era el más idóneo pero igual los colores se me subieron a la cara al imaginarnos los dos en una cama.

—Jace, no creo que sea un buen momento para decidir. —le dije mientras me renuevo de sus brazos y miró por la ventana. El vehículo X está a un metros.

—Lo haremos luego. —concordó Jace mientras se mueve para ir a comprobar que el hombre esté vivo. Escucho a Jace hablarle y la respuesta del hombre aturdido.

Sigo mirando hacia afuera y noto como la puerta del vehículo X es abierta y un hombre grande emerge.

—No puede ser... —digo al reconocer al tipo que nos hizo chocar. Debí imaginarlo. O tal vez lo hice, pero no quise admitirlo.

—¿Qué ocurre, Laila? —pregunta Jace.

—Es Evans.

—Debí acabar con él cuando tuve la oportunidad. Es un jodido dolor de culo. Pero ahora me conocerá, no debió entrometerse en mi camino.

El cuerpo se tensó.

El chófer, ya recuperados, habló: —No. Ustedes se quedan aquí. Hamilton nos ordenó que ambos deben ser protegidos por cualquier amenaza que ocurriera durante el trayecto a su destino.

Jace rió: —Dulce de su parte, pero no lo aceptaré. Odio que protejan como si fuese una maldita princesa de películas.

—Lo lamento, niño, es una orden. Quédense aquí. —ordenó el hombre antes de abrir la puerta y salir.

Ni llegó a dar un paso cuando una bala se alojó en su frente derrotándolo al instante. Chillé y Jace exclamó una maldición mientras vemos al hombre en el piso sin vida. Tapé mi boca con las manos sintiendo de pronto las náuseas venir.

Estamos perdido.

No piensen en ello, Laila.

Jace apartó mi mirada del hombre caído y la concentró en él.

—Cariño, mírame, tenemos poco tiempo. Joder. Sé que lo voy a pedir será mucho para ti, pero quiero que rebusques en su ropa algún arma, si tenemos suerte un teléfono para contactarnos con Hamilton.

—¿Lucharás? —pregunté.

—Si. Acabaré con esto de una buena vez. No voy a ponerte en peligro otra vez. Ahora busca un arma y mantenla contigo, ¿De acuerdo? Dispara si es necesario, no midas consecuencias. Te quiero viva, Laila Jenner.

—Yo también te quiero vivo, Jace White. —dije y él asintió e inclinándose presionó sus labios con los míos, mordió mi labio inferior cuando se retiró.

—Haz lo que te pedí. —ordenó y salió a enfrentarse al detective Evans.

Toqué delicadamente mis labios donde la punzada debido a sus dientes dejaron marca y comprendí que este insignificante dolor no sería nada en comparación al dolor que en verdad sentiría si a Jace le pasase algo.
Desde mi posición observé nerviosa a Jace avanzar sin la mayor de la preocupaciones hacia nuestro enemigo, de sus botas sacó dos dagas y las agitó con maestría.

—Jace White.

Evans se presentó como un vengador. La máscara de falsa sensatez había caído, siendo reemplazada por su verdadera careta.

Si bien Jace me daba la espalda supe cuando sonrió.

—Vaya, vaya, veo que dejó las esposas en su casa, y en cambio, trajo una pistola —dijo Jace con tono burlón—. Pero no veo al detective Murray, ¿acaso también lo dejó a él en casa? Muy malo. Tomar el crédito de atrapar a un peligroso asesino sin su compañero de aventuras.

—Matar, Jace White —enfatizó—. Mi propósito no es atraparte sino matarte.

—¿Lo sabe el detective Murray?

—Él no vale la pena. Se ha dejado llevar por los sentimientos por una mujer que no trae más que problemas y él no comprende que los problemas deben ser detenidos de raíz.

—Eso suena a que su bala no tiene mi nombre solamente. —la voz gélida de Jace me provocó escalofríos.

—Tu nombre y el de ella. Laila Jenner debe morir.

—Eso jodidamente lo veremos, detective. Yo defiendo lo que es mío y Laila es mía, sólo mía y no dejaré que ni la puta muerte me la quite.

Jace giró la cabeza y miró a mi dirección con una aterradora sonrisa de diversión macabra. Y eso me hizo temblar de pies a cabeza. Comprendí que la situación estaba a punto de convertirse en algo que no quería presenciar. No tuve tiempo para tapar mis ojos cuando Jace lanzó veloz su primer ataque y Evans tuvo suerte al retroceder antes de que el filo de la daga dañara gravemente su cara. Posteriormente los dos hombres se lanzaron uno al otro, ensañádose a puños y choques brutales de cuerpo a cuerpo, donde la piedad está fuera de los limites. Las gotas rojas son el indicio de una venganza cumplida y la muerte de uno es la victoria del otro.

No iba a involucrarme, no lo iba hacer. Una mujer embarazada no se igualaba con la fuerza de un hombre furioso y con maestría. Pero tuve que considerarlo cuando el pánico me inundó. Jace estaba tan ocupado intentando herir a Evans que ni siquiera se ha dado cuenta de que el hombre tenía un arma preparada, cargada y lista para ser usada en contra de él.

Con el propósito de salvar Jace, me arrastré fuera del automóvil  y corrí hacia ellos. 

—¡Sueltalo de una vez! —grité lanzándome a la espalda de Evans.

Quiero alcanzar el arma o dañar su cara con las uñas al menos, pero Evans es fuerte y le es fácil deshacerse de mí en una sola sacudida. Caigo de espalda, mi cabeza choca en el cemento y cuando trató de levantarme para atacar de nuevo, él levanta la mano y su palma cae violentamente en mi mejilla. El ardor me noqueó. Jace intenta ir a mi rescate pero el agarre sagaz de Evans lo tomó nuevamente prisionero. La ira de este último consiguió tirar de Jace, logrando por fin que él se arrodillarse ante su presencia. Entonces, el puño izquierdo de Evans estrelló con fuerza contra el mentón de Jace. Una y otra vez.

—¡Nooo! —grité al ver su sangre siendo derramada y los golpes marcando su piel.

—¿Por qué te detienes? ¡Sigue! —grita Jace con un hilo de humor provocador.

Evans mostró sus dientes como un perro siendo amenazador: —Ni creas que temo lastimar tu cara bonita o poner una bala entre tus ojos. Si por mi fuera, lo hubiera hecho en el mismo instante que te atrapamos.

Jace echó la cabeza hacia atrás y estalló en carcajadas mientras se movía la mandíbula y escupía sangre.

—Muchos lo desean, poco lo intentaron y esos pocos murieron antes de colocar una bala sobre mí. ¿Quieres hacerlo? Inténtalo. ¿Ganarás? Eso nunca.

La sonrisa que proyectó Evans contradijo.

—Cierto. Quizá no pueda contigo, White, pero de lo que estoy seguro es que tú tampoco podrás contigo mismo...no luego de tener que cargar con su muerte —me señaló—. ¿La amas, Jace? Muchos mueren a causa de un amor perdido, prefieren eso a no vivir con la persona que ama. ¿Eres uno de ellos, White?

Quedó inamovible al escuchar las palabras de Evans. Sus ojos verdes me tomaron prisionera y no soltaron su agarre por más que la muerte fuese nuestro destino. Ambos con la respiración agitada, sangre manchando nuestros labios, asustados del destino trágico que cernía sobre nosotros.

—¿Qué dices, Jace White?¿Probemos la teoría? —preguntó Evans soltando a Jace para luego detenerse junto a mí. No lo vi venir. Eso fue peor. Su zapato presionó dolorosamente mi tobillo. Grité—. Tal vez debería matarte, Laila, así todo este problema acabará contigo y con ese hijo que tienes en tu vientre. Una escoria menos. —Evans aplastó con más fuerza y no pude evitar lanzar otro grito de dolor.

—¡Hijo de puta! —rugió Jace saliendo de su estupor.

—¡Cállate! —alzó la voz Evans y sin dudar disparó contra Jace.

Ahogué un grito de impotencia al verlo decaer, rogué por él cuando veo el hilo de sangre brotar en su hombro. Evans liberó mi pierna y procedió a dar un paso hacia Jace, todavía con el arma de fuego en alto. Agarro su tobillo con ambas manos impidiendo su avanzar.

—No lo lastimes por favor. Te lo suplico.

—Tu estupidez te lleva a suplicar por su vida. ¿Por qué debería detenerme? No, no me lo digas. Lo amas. Estúpido. Amar a un ser abominable, un hombre que no durará en acabar contigo para satisfacer sus ansias de sangre. ¿Piensas que te librarás de sus garras? ¿Te juró amor eterno? ¿Acaso te dijo que tú eres la única mujer que lo ha hecho cambiado? Ellos no cambian, Laila, jamás lo hacen. Mienten. Y lo hacen en tu puta cara mientras te entierran un cuchillo en el pecho.

Sé lo que he hecho. Enamorarme de él fue caer en desgracia, perdí demasiado al fijar mis ojos en él. Y aún así ruego por su vida porque lo amo y haría lo que fuera por él.

—Te lo suplico. —mi uñas se entierran en su tobillos cuando intenta deshacerse de mi agarre—. Déjanos ir...

—La súplicas no servirán, Laila. No sea estúpida y acepta de una vez tu destino. Pídele a Dios que acepte tu alma...y la de él.

No.

Estoy lejos. No llegaré a él.

Evans apuntó.

—¡Vamos, dispara de una vez! —gritó Jace al mismo tiempo que gritaba un ¡No!

Evans disparó.

Extendí la mano creyendo que eso sería suficiente para salvarle. Estúpida. Odié tener los ojos abiertos, odié no poder cerrar los malditos ojos y tener que presenciar como la hermosa expresión de furia sería desvanecía, odié no poder ocupar su lugar para salvarle....y odié enormemente el no poder prevenir lo que sucedería a continuación. La bala abandonó del arma de fuego de Evans, sin embargo, esta jamás llegó a matar a Jace, ya que segundos antes un cuerpo sorpresivo apareció en escena tomando para así mismo la bala que iba dirigida a Jace.

Quedé boquiabierta.

—¡¿Qué has hecho maldita sea?! —Evans tiró la pistola como si esta le quemase la piel.

El alma se cayó de mis manos cuando contemplé a la persona que impidió la muerte de Jace.

Joseph.

La sangre comenzó a salir de su pecho y boca.

—Laila. —habló Joseph con los dientes manchados de sangre. Avanza hacia mí.

—No, no, no, no. ¡Joseph! —ignorando la punzada en mi tobillo, corro a por él y lo sostengo como puedo, pero el peso de su cuerpo se fue desmoronando en mis inútiles brazos. Ambos caímos al suelo. Sostengo a Joseph mientras mis manos intentan detener el sangrado. Rápidamente, los dedos y ropa se tiñen dolorosamente de carmesí igual que cemento bajo nosotros. La sangre no deja de salir y no puedo hacer nada—. Joseph, por favor mantente conmigo, no cierre los ojos, mantente conmigo. ¡Llamen a un ambulancia! ¡Rápido! ¡Por favor! —miro con desesperación a Jace—. Jace, haz algo. —él se mantiene en su lugar con los ojos abiertos, sumidos en sus desconocidos pensamientos—. Jace, ayúdame...

Evans hizo un movimiento: —Lo lamento, Laila, yo no quería. Jamás quise que esto pasara. Él...

—¡Apártate! ¡Aléjate de nosotros! —grité furiosa y él retrocedió—. ¡Toda es tu maldita culpa! No pudiste dejarnos en paz, tuviste que seguir buscando una manera de atraparnos con tal de llenar ese egocentrismo que tienes por placa, ahora mira lo que has conseguido. ¡¿Quieres hacer algo bien por él?! ¡Pues ve por ayuda!

—He intentado hacer lo correcto.

—¿Lo correcto? ¡Ve lo que lo hiciste por hacer lo correcto! Que Dios me perdone, pero te juro que si él muere haré lo que esté en mi mano para matarte.

Él permaneció observando atónito por minutos y luego se marchó en busca de ayuda.

—Laila... —una mano se posa en mi pecho. Bajé la mirada. Su voz ya no es vibrante como quiero que sea, ahora es apagada y decaída.

—Tranquilo, vendrá la ayuda, sólo mantente despierto, ¿podrás hacerlo? —sonreír para calmarlo.

—Creo que no podré hacerlo....Laila...nunca quise que pasará esto, pero habrá que aceptarlo. Tú deberás aceptarlo.

—No, no, no me digas eso por favor. Prometiste estar conmigo, así que no te atrevas a romper esa promesa porque jamás te lo perdonaré.

Como pudo, él sonrió.

—Lo sé, cariño... —habló con dificultad. Intenta levantar su brazo con la intención de tocar mi cara, pero falla en su cometido, su brazo termina cayendo de nuevo—...pero....pero...creo que...no estaremos juntos como hubiésemos...que...rido.

—No lo acepto. Joseph, te lo ruego, no me dejes sola. —Me tembló la barbilla y negué con la cabeza—. No soportaría otro dolor en mi corazón. Perdí a mamá y papá, y no quiero perderte a ti.

¡La maldita sangre no dejaba de salir!

—...Eres hermosa, hija. —sus ojos se cerraban—...eres lo mejor...que...me ha pasado en la vida...sé feliz.

Sacudía la cabeza mientras acariciaba su rostro pálido. Joseph no debía estar aquí. Él debía vivir. No quiero ver esto. No quiero ver como su sangre es la paga de mi error. ¡No quiero ver la vida de alguien a quién amo irse!

—Tengo que...irme...suelta...

Negué con vehemencia: —No. Si lo hago, no te veré más y yo quiero seguir viéndote.

—Estaré...contigo...

—Pero no es suficiente.

Él dio un profundo respiro y dijo: —...te quiero, hija.

Y sus ojos se cerraron.

—¡No, no! No me hagas esto. Papá... —lo llamé limpiando la sangre que caía por su nariz. Él no respondió. Los ojos se me llenaron de lágrimas y estas resbalaron por mi barbilla hasta dar con el rostro quieto del hombre que dio su vida. Lo abracé con firmeza y hundí mi cara en su garganta —. ¿Papá? ¿Me escuchas? Dime que me oyes por favor, dime que te veré de nuevo, dime que soy tu hija por última vez...papá...

A Joseph lo dominó el horrible silencio.  

—¡Ahhhhhh! —le grité al cielo.

¿Por qué? ¿Por qué me haces esto, Dios? ¡¿Qué te hice para que me castigues de esta manera tan despiadada? Me arrebataste a mi madre, padre y ahora él. ¡Te odio! Me has arrebatado la vida, mi universo, sólo por amar a alguien que jamás será digno de ti.

Me duele. Me consume la desesperación, el dolor, la furia, el pensamiento de la inevitable soledad. Llamo a Joseph de nuevo, sacudo su cuerpo esperando que despierte, pero el daño está hecho. Su mano a soltado la mía de una manera cruel e inhumana. Contemplé su cara por última vez. El dolor perciste y la ira la que emerge tomándome totalmente. Dejé su cuerpo muy despacio su cuerpo en el sucio pavimento y levanté completamente. Jace está ausente. Ni se percata cuando me apodero del arma que yace a metros.

Con el corazón roto, dirigí mis pasos hacia donde está el causante de mi angustia. Evans se encuentra pidiendo por radio una ambulancia y me da la espalda. Bien. Alzó el arma y punto.

Hazlo, me dice mi mente.

Pero mi mano tiembla.

Sangre por sangre, ¿No?

Mi dedo tocó el gatillo. Todo acabará. Simplemente debo apretar con fuerza y todo será saldado. Tan difícil no puede ser. Al fin y al cabo, soy también una asesina, ¿cierto? Jace aniquila mediante filos y torturas mientras que yo...yo uso los sentimientos que tienen hacia mí para hacer que se sacrifiquen por mí.

—No te atrevas apretar ese gatillo, Laila. —Jace apareció de pronto a mi lado—. Tú no eres una asesina.

Mis actos dicen lo contrario.

Solté una carcajada: —En eso te equivocas, Jace White. Lo soy. Siempre lo fui. Mi mente lo niega pero mi alma grita lo que en realidad se ve en mí...después de todo me escogiste por eso, ya que soy igual a ti.

—Tú no eres igual a mí, Laila, eres mejor que yo.

—Desearía creerte.

—Créeme. Laila, tú no tienes la culpa.

—Siempre tuve la culpa y me duele tanto. Mi cabeza no puede soportar tanto pensamientos. Quiero callarlo pero no lo logro.

—Sé lo que sientes, mi bella noche, pasé por lo mismo. Puedo ayudarte.

—¿Ayudarme?

—Con tu dolor. —dice él—. Pero necesito que antes me des el arma.

Ayuda...

Jace pasó por lo mismo.

Ayuda...

Volteé a ver Jace y lo miré sin poder creer a lo que enfrenté. Compasión. La vi tan clara en sus ojos que estuvo a apunto de dejarme fuera de combate.

Por fin demostraste una emoción, Jace White.

Lo observo por largos minutos y luego al arma.

—En esta historia, la única forma de librarme de este dolor es mediante la muerte.

Y puse el arma en mi cabeza.

















///////////\\\\\\\\\

¿Qué tal hermosas o hermosos de mi corazón? Les hablo yo. Su servidora. La persona que odian por no actualizar. La persona que olvidó dejar un respaldo de la novela en su computador porque confiaba en los borradores de su block de notas del móvil. La persona que hizo algo mal.... ¡Y LE ENTRÓ UN MALDITO VIRUS QUE ELIMINÓ TODO! ¡INCLUSO LA IMAGEN DE CHAYANNE QUE TENÍA POR FONDO DE PANTALLA!

Como leen, ángeles de mi vida, los dueños de mis pensamientos....Okay, no... Bueno si... No sé. Me gustaría contarles con detalles de la graciosa (dolorosa) anécdota con mi hermoso y fallecido móvil, pero tendríamos para rato y tengo sueño (siempre tengo sueño) (son las 03:32 a.m) algún día. Lo juro.

Espero que el capitulo haya sido de su agrado. Tarde mucho en volver a escribir todo lo que perdí y otros capítulos que también tenía casi terminados....me duele más que la muerte de Joseph. No me odien por eso. Recuerden que MiteScart los ama.

Ahora me voy a explorar mi nuevo teléfono.

Tengo que ir a descargar música porque eso también se eliminó. Si alguien tiene alguna canción buena, díganmelo.

Bye, Asesinos de las Rosas.



Continue Reading

You'll Also Like

2.1M 98.7K 66
La asesinaron un 23 de octubre, y desde entonces todos se preguntan: ¿Qué le pasó a Elizabeth Parker? Venus, la protagonista, tras el reciente asesi...
La Osa Mayor [BD] By Ada

Mystery / Thriller

33K 6.1K 179
• Título original: Beidou (北斗). • Título en inglés: The Plough. • Autora: Meng Xi Shi (梦溪石). • Traducción chino-inglés: Qianya, en https://bookswithq...
1.4M 113K 87
Kalena es vendida al oscuro líder del ejército, en medio de una guerra que podría acabar con todo. *** Kalena es una fórea, es decir, su vida fue ent...
1.8K 201 33
Aviso: Está historia está en edición, por lo tanto está sujeta a modificaciones. Las huellas de un pasado doloroso persiguen al rey Leonard de Forest...