“En mi complicado estado mental, he estado mirando hacia atrás para encontrar en dónde me equivoque. Demasiado amor te matara si no puedes tomar una decisión, dividido entre la amante y el amor que dejaste atrás.” —Queen
En todo el tiempo en que su adorada Rogerina estuvo durmiendo en sus piernas, se preguntó que de mal le había hecho su regreso a la vida de su hija, para que ahora él estuviera pagando el peor de los castigos. Era padre, un padre afortunado de tres hermosos niños y una señorita, y ver a la mayor de sus hijos sufriendo por amor, posiblemente enferma y con el alma destrozada, le causaba dolor e impotencia. En algún momento de la situación, se detuvo a pensar qué hubiera pasado si Brianna y él hubieran dejado que su hija fuera feliz con Roger, al ahora causante de tanta desgracia. Se preguntaba si realmente su hija hubiera podido ser feliz, y aunque sabía claramente la respuesta, se negaba a procesarla; era un hombre mayor.
—Lo único que queríamos tu mamá y yo era verte feliz, nada más —Brian se inclinó para besarle la frente—. Créeme mi amor, si ahora yo pudiera remediar el dolor y los hechos, dejaría que fueras feliz con Roger, sin importarme la opinión de tu madre y el resto
Ahora Rogerina, que parecía estar escuchando, se movía como si estuviera teniendo una pesadilla, pero no era otra cosa más que los efectos de las pastillas para dormir que le había suministrado en su vaso de jugo de naranja. La pobre joven deliraba y Brian podía apenas entender algunas palabras que ella mencionaba. Odiaba aceptar su culpa, pero Rogerina estaba así por él y por Brianna, ellos dos eran los culpables de la desdicha de su hija.
No quiso voltear, ni dar la cara o asegurarse de que fuera él. Roger abrió la puerta de su departamento, y todavía sin haber entrado, se dio cuenta de la presencia de Brian dentro, analizo todo el lugar y desconcertado se pregunto qué hacía un vestido de novia en el suelo, ni siquiera la presencia de Brian le sorprendió tanto como aquel detalle. No lo dudo dos veces y se adentró cerrando la puerta, al ver a Rogerina con su bata de baño puesta y durmiendo en las piernas de Brian, ambos en el sofá, no le quedo de otra más que ver a los ojos de Brian, porque él ya lo estaba mirando.
—¿Qué tiene mi hija, Roger? —Brian se escuchaba sereno, no quería gritar para evitar molestar a su hija
—¿Qué estás haciendo aquí? —Roger preguntó molesto, el rubio ni siquiera se movió de su lugar
—Cuando llegue encontré a mi hija probándose un vestido de novia, diciendo que se iba a casar contigo ¿Qué le dijiste? —Brian en verdad quería soltar en lagrimas
—Rogerina necesita ayuda Brian y si tú y Brianna no se la van a dar, yo sí
Ninguno de los dos hacía algún movimiento, Roger seguía parado sin moverse o dar un paso, Brian solamente tenía a Rogerina, por eso no podía moverse, aunque quisiera, así que siguieron hablando en voz baja.
—Me volviste a traicionar ¿Por qué Rogerina volvió a ti?
—Porque me ama, y yo también la amo. ¿Sabes una cosa, Brian? Ya no seré más el estúpido a quien tú y tu esposa le arruinaron la vida. No voy a cometer el mismo error de hace años, no dejare que ni tú, ni Brianna ni nadie vuelva impedirme hacer feliz a Rogerina
—¿Qué te falta comprender? No hice nada de esto sólo para ver sufrir a mi hija ¿Tú crees que yo quería llegar a estos extremos? ¡Mi hija no esta bien psicológicamente! Acaba de decirme que vas a dejar a Mary y que le prometiste dejarla para vivir felices los dos juntos ¿Por qué le dices algo así si tú sabes bien que no es verdad? ¿Por qué le sigues haciendo daño?
Roger rugió molesto, arrojando sus llaves hasta la mesa con fuerza, estas cayeron al suelo al resbalar por el cristal, camino de prisa frente a Brian y cara a cara fue capaz de enfrentarlo.
—¡Yo nunca le he hecho daño! —sus ojos parecían salirse de sus orbitas y sus labios estaban apretados al igual que sus dientes
—John me dijo todo, me dijo en donde encontrar a mi hija
—John y Freddie están de lado de Mary porque la aprecian y sé que lo que hice estuvo mal, porque yo permití que esto volviera a pasar, permití que Rogerina volviera entrar a mi vida cuando estaba seguro de que mis sentimientos por ella ya estaban muertos ¿Y sabes qué? No me arrepiento. Me acabo de dar cuenta de muchas cosas, intente recuperar a Mary, pero ella jamás me volverá a perdonar
—¿Y entonces qué? Mi hija no es tu maldito consuelo, no sólo porque Mary te mando al demonio vas a quedarte con Rogerina como si fuera tu segunda opción
—Sí Brian, perdí a Mary y pienso que esto tenía que ser así, pero jamás le voy a dejar de estar agradecido por toda la felicidad que me ha dado, y mucho menos me voy a olvidar de mis hijos, a mis hijos siempre los voy a tener —Roger le sonrió a Brian, no de una manera cínica, tampoco retándole o burlándose, era una sonrisa llena de alegría—. Y de una vez te digo que ayudaré a Rogerina, ella tendrá mi apoyo para salir adelante y recuperarse en alguna clínica, y cuando esté bien, me casaré con ella, como lo debí de haber hecho hace años ¡Y ahora no permitiré que tú y Brianna quieran impedirlo!
—Su madre y yo sólo queríamos que viviera su vida de acuerdo a su edad y que, si en algún momento ella pudiera llegar a enamorarse, fuera de alguien joven, de su misma edad, queríamos que estudiara
—¡Tú, junto con Brianna, le provocaron esto! Sabías que ella y yo íbamos a ser felices, sabías que amaba a tu hija como a nadie más, que la trataba bien, jamás le falte al respeto o llegue a hacerla llorar o romperle el corazón ¿Por qué no la dejaron ser feliz conmigo? ¡Tú que eras mi mejor amigo y ahora, no había querido darme cuenta, pero te desprecio!
—Tal vez no comprendes mis intenciones porque ninguno de tus hijos está viviendo lo que Rogerina, pero créeme que, si estuvieras en mis zapatos, me darías la razón y dejarías de hablar como si tu fueras el padre más perfecto del mundo
—¿A qué viniste, Brian?
—Vine hasta América para llevarme conmigo a Rogerina de regreso a Londres, también vine a matarte
—Vete, ve a Londres y dile a Brianna que se quede tranquila, porque Rogerina está conmigo y yo la voy a ayudar
—¿Qué quieres tú?
—Quiero que de una vez por todas dejes de meterte en la vida de tu hija, déjala vivir a su manera, deja que tome sus propias decisiones y respétalas. Yo no voy a dejar que la vuelvas a alejar de mí, ya una vez lo hiciste y sufrí mucho, Rogerina sufrió por culpa tuya y de Brianna, ahora yo no lo permitiré. Créeme que cuando éramos novios, fuimos felices, íbamos al cine, salíamos a comer a cualquier restaurante, pasaba por ella a su escuela, escuchaba con atención cuando me contaba cómo le había ido en su día, le ayudaba a hacer sus tareas, jugábamos, le aconsejaba y soñábamos juntos, todo eso antes de que volvieras y Brianna nos descubriera ¿No hiciste alguna vez tú lo mismo con Brianna?
—Entre Brianna y yo todo era normal, porque teníamos la misma edad
—No eres una buena persona, Brian, y me duele darme cuenta. Crecí junto contigo como tu mejor amigo y me decepciono saber que fuiste capaz de abandonar a Brianna estando embarazada y me molesto tu faceta de padre arrepentido queriendo remediar su error maleducando a tu hija, alejándola de su felicidad porque creías que era la manera correcta de hacer con ella lo que tus padres no hicieron contigo ¿Tenías miedo a que pudiera llegar a embarazarla? No, no creo que eso hubiera pasado pronto ¿Sabes qué quería hacer con Rogerina, cuales eran mis planes? Iba a esperar a que terminara su carrera, nos íbamos a casar, pasaríamos tres años de luna de miel viajando por el mundo, iba a comprarle su casa y después hubiéramos tenido muchos hijos, iguales a ella, iguales a mí, iguales a ti, iguales a Brianna
—¿Ya terminaste?
—No
—Yo sí, ya te dije todo lo que tenía que decirte, aléjate de mi hija
—No voy a permitir que pienses alejarla nuevamente de mí, la única manera en que puedo dejar que te la lleves, es si vas a ayudarla a estar mejor psicológicamente, si sólo lo harás para fastidiarme la vida otra vez, te juro que la levanto ahora mismo y hago que ella misma te diga que te largues, pienso ayudarla y cuando esté bien, si ella quiere, me alejare
Brian y Roger se miraron fijamente. A ambos les dolía mirarse con odio después de años de ser mejores amigos, de tantos momentos juntos.
—Si dejo que se quede contigo ¿La harás feliz?
—Cada día del resto de su vida
John y Freddie estaban cómodamente en el jardín trasero de la casa de Freddie y Fredderina, jugando tenis y disfrutando de un día soleado, como pocos en Londres, mientras sus dos mujeres yacían adentro preparándoles un delicioso coctel de frutas a cada uno.
—Basta, estoy sofocado —Freddie arrojo la raqueta al suelo, limpiando el sudor de su frente
—No, no, no empieces, recuerda lo que nos dijo el doctor ayer —John le jalo del brazo, pero Freddie no cedió
—Sí, sí, que ejercitarme antes del trasplante me va a hacer bien —Freddie camino hasta la banca del jardín, en donde con dificultad apenas pudo sentarse—. No quisiera hacerme ilusiones, todavía no sabemos si somos compatibles
—Vamos, no seas pesimista que aborrezco esa actitud, verás que los resultados serán positivos —John de verdad era un buen amigo, siempre animando a Freddie
—Gracias por todo lo que haces por mí, John —Freddie le golpeo el hombro—. Voy a pagarte cada uno de tus sacrificios
—No es ningún sacrificio, lo hago porque eres mi hermano y no tienes que pagarme nada
—Tiene que haber alguna forma de corresponder a tu apoyo
—Sí hay una
John fue rápido, jalo su mochila en donde tenía su ropa para después de ducharse al terminar su partida, y de ahí saco una bolsita color rojo de terciopelo, Freddie se imagino lo que venía dentro.
—Freddie, al regresar de América después del trasplante y nuestro reposo, pienso irme unos días a Suiza con Joahnna de vacaciones ¿Podrías cuidar a Sammy? Ya tiene diez años, no es un bebe
—Claro que sí, viejo, cuenta con ello que podrás irte tranquilo que Sammy se queda en buenas manos —Freddie guiño el ojo—. Dime ¿Qué tienes ahí?
—Un gusanito —cantó John, su amigo empezó a reír a carcajadas
—¿Con qué lo mantienes? —continuó él
—Con pan y quesito
—¿Con qué le das agua?
—Con un botecito
—¿Lo matamos?
—¡Ay no, pobrecito! —John finalizó, hacía muchísimo tiempo que ninguno de los dos se bromeaba y divertían como hasta ahora
—No en serio, dime qué tienes ahí —Freddie y John dejaron de reír, esa era una corta canción muy famosa en su niñez
—Es un anillo, por fin voy a pedirle a Joahnna que se case conmigo —le confesó emocionado, sacando el anillo y mostrándoselo a Freddie
—¡Ya era hora! —Freddie tomo la joya con cuidado, era demasiado fina y elegante
—Cuando volvamos de suiza, cuando Sammy nos reciba, pienso pedirle matrimonio ahí, con la puerta todavía abierta y nuestras maletas en la sala
Los planes de John resultaron emocionantes para Freddie ¡Por fin una noticia buena después de tantas desgracias y problemas! Por supuesto que iba a apoyar a John con todo lo que él le pidiera, aun sin que John no fuera a donarle una medula ósea, él lo apoyaría hasta el final del mundo por amor a su amistad. John guardo el anillo rápidamente cuando Fredderina y Joahnna hicieron presencia, sus planes saldrían a la perfección.