Hades el Visitante del Infram...

By LilianaArango

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SAGA: DIOSES DEL TÁRTARO I Que pasaría si el dios Hades, supremo Gobernante del Inframundo estuviera tan hast... More

HADES DIOS SUPREMO DEL INFRAMUNDO
Cap 1 La decisión de Hades, Un favor particular
Cap 2 Adara Muriel
Cap 3 Trágame tierra y escupeme en Marte
Cap 4 Primera parada
Cap 5 La Maldita Fiesta
Cap 6 ¿Que paso ayer?
Cap 7 Resaca
Cap 8 Mejor Así
Cap 9 Sentimientos desbordados
Cap 10 La Advertencia
Cap 11 Miedo y Confusión
Cap 12 El despertar de la Oscuridad
Cap 13 Cacería
Cap 15 Despedida Silenciosa
Cap 16 Salir de la Fosa
Cap 17 El chico de Intercambio
Cap 18 Visita Inesperada
Cap 19 ¡Que Demonios!
Cap 20 sueño/Alucinación
Cap 21 Visitante en el Inframundo
Cap 22 Reencuentro
Cap 23 Peligro!!!
Cap 24 Obsequios Inesperados
Cap 25 El inicio de una Guerra
Cap 26 Derrotada en la Oscuridad
Cap 27 Revelaciones
Cap 28 Convocando el Poder
Cap 29 La verdad sobre su Origen
Cap 30 De regreso al Tártaro
Cap 31 Hipnos
Cap 32 Entrenamiento
Cap 33 Compromiso

Cap 14 Decepción

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By LilianaArango

Adara, Reino Mortal

Dos malditas semanas evitándola. Adara no era tonta sabía que después del accidente las cosas entre ellos se habían enfriado. Solo le hablaba lo necesario, ya no había besos desenfrenados que luego los llevaban a disfrutar de sus cuerpos. La chica estaba confundida no sabía que era lo que hizo mal. Al principio no quiso presionarlo y Afrodita le explicó que él no estaba pasando por un buen momento y que tuviera paciencia, ya que a su hermano le costaba abrirse a las personas. Pero ella no era cualquiera y eso la lastimaba, pensaba que su relación evolucionó y que después de lo que compartieron existía algún tipo complicidad entre ellos, pero era claro que se había equivocado y que solo uno de los dos confiaba y claramente no era él. Sin embargo, la paciencia tenía un límite y el de ella claramente llegó, ya que, quería escuchar de sus propios labios que era lo que realmente ocurría.

La noche después de su accidente él tuvo que contenerse para no hacer el amor, ella fue testigo de la fuerza con la que empuñaba las manos para no tocarla, de cómo daba pasos disimulados lejos de ella para no tocarla, era frustrante, pero a la vez tierno, porque esto le decía que él en verdad se interesaba por su bienestar, después, más tarde cuando la dejó en su casa quedó en recogerla y llevarla al instituto. Sin embargo, quien la recogió fue Afrodita y la decepción que sintió fue realmente difícil de ocultar.

—Disimula cariño, sé que no me esperabas, pero dime sino te mueres por dar una vuelta en mi bebe. _Acaricio el volante luciendo su muy costoso coche.

Afrodita conducía un Lexus descapotable azul eléctrico. Una verdadera belleza. Pero no era suficiente, ella esperaba compartir un rato más con su chico, ya que, la noche anterior se comportó de manera extraña, como si hubiese querido deshacerse de ella y viendo como hizo añicos su promesa de recogerla personalmente, ya no se le antojaba tierno su actuar.

—Esta genial tu coche. Pero ¿Qué pasó con Hades? dijo que vendría a recogerme. _Adara no se aguantó y preguntó de una vez por el paradero del chico con el que salía.

—Se le presentó un pequeño problema. Nada serio no te preocupes, dijo que luego te llama. _Contestó la rubia mirando hacia delante, sin mirarla a los ojos ni una sola vez.

Y así transcurrieron dos semanas...

Cuando él iba al instituto y era muy poco, por cierto, casi no se le acercaba, saludaba por educación, solo respondía a sus preguntas con monosílabos y luego se iba sin ninguna explicación. La chica quiso presentarse en su casa quedarse a dormir con él si era posible. Pero él tan solo se negaba alegando que estaba solucionando algunos temas, su frialdad la lastimaba. ¿Por qué era tan cobarde? si ya no quería seguir andando con ella, la solución era muy sencilla, cortar por lo sano y aunque doliera por lo menos era mejor que estar en la incertidumbre.

Ya estaba cansada del silencio de Hades y hoy se presentaría en su casa y le sacaría la verdad, así esta verdad terminara por romperle el corazón. Sabía que su relación no iba a durar para siempre, pero no podía negar que después de todo lo que compartieron una pequeña esperanza se había arraigado en su ser.

Llegó a la casa de Hades sabiendo que podría entrar sin problemas, los Dark nunca dejaban cerrado con llave. Su barrio era muy seguro, las posibilidades de que los robaran eran casi nulas. Aunque la verdad si debiesen de tener más cuidado ya en varias ocasiones se lo dijo a Afrodita, pero esta no le prestó mayor atención.
Todo estaba oscuro, al parecer la casa estaba vacía. Pero ella no se daría por vencida tan fácilmente, esperaría en la habitación de Hades hasta la hora que fuese necesaria, iba por respuestas y no se iría sin conseguirlas, porque no estaba dispuesta a seguir así. él debía decirle la verdad, tenía que saber que era lo que lo estaba atormentando y el por qué de su repentino cambio.


Adara empujó la puerta de la habitación. Sin embargo, nunca nada la prepararía para lo que estaba por descubrir.


Bien acomodada en la cama de Hades se encontraba una chica, llevaba únicamente un camisón color vino, que se ajustaba de forma exquisita al espectacular cuerpo de la mujer. Era muy hermosa, su cabello era largo muy largo, de un color rojo oscuro, sus ojos de un color verde intenso acompañados de un brillo casi felino y para terminar el conjunto, sus largas piernas acomodadas en la cama en la que tantas veces demostró sus sentimientos al chico que muy claramente la engañaba.

Adara intentó salir del shock que le generó encontrarse con otra mujer en la habitación de quien pensó era suyo. Pero las lágrimas amenazaban con salir a borbotones y ella no se permitiría llorar y menos delante de la mujer que la miraba como si de un bicho se tratara.

—Así que eres tú. No esperaba conocerte tan...pronto _Habló la mujer, dejando en claro que ella conocía su existencia.

—Lo siento, pero no sé quién eres _logró decir la joven usando toda la fuerza que le quedaba para no echarse a llorar ahí mismo.

—Yo sí que te conozco y es que me han hablado tanto de ti, que hasta siento que te tengo algo de cariño. _Dijo la mujer obviamente burlándose de Adara.

—Pero debo decir que te imaginaba diferente. Eres demasiado, como decirlo... insignificante, para que Hades hubiera puesto su atención en ti y es que él es de gustos...mmm...menos simples. Sin ofender, nena y es que no tienes la culpa, lo conozco y sé la de cosas que puede inspirar ese hombre. _Profirió ella mientras se ponía de pie haciendo énfasis en sus palabras, ya que, la peliroja no era para nada simple.


las palabras de aquella desconocida lastimaron a Adara más de lo que estaba dispuesta a aceptar y eso, aunque suene masoquista le dotó de fuerzas para averiguar de una vez por todas quien era la intrusa y confirmar lo que por su mente pasaba.

—¿Quién es usted? _Indagó Adara mientras trataba de disimular el temblor en su barbilla enterrándose las uñas en las palmas, necesitaba agarrarse de lo que fuera para lograr aguantar la realidad que se le avecinaba.

—Pensé que nunca preguntarías, criaturita créeme que te admiro por tu valentía, otra en tu lugar ya estaría corriendo despavorida. Pero no te preocupes hoy me siento muy benévola y solo voy a responder a tus preguntas sin dañarte. _Dijo la mujer confundiendo a Adara, ¿de que hablaba con dañarla? acaso quería golpearla o algo por el estilo —Soy la compañera de Hades o para que comprendas mejor. Soy su pareja o como dicen aquí su esposa, aunque déjame decirte que lo que nos une es mas grande que eso.

Adara sintió como en ese preciso instante su corazón se partía en un millón de diminutos pedazos. El impacto de sus palabras no le permitía procesar con la rapidez que requería lo que estaba viviendo ¿Su esposa? Ella en serio dijo eso, acaso él no era muy joven para tener una esposa.

Miles de interrogantes cruzaban por su mente y en serio quería salir de allí lo antes posible, no era momento para averiguar si era muy joven o no, aquí lo realmente importante era que él la había usado, le había mentido y ya no pudo retener más sus lágrimas.


Esa era la explicación a su cambio y frialdad repentina, era claro que sabía que su verdadera novia, esposa o lo que esa mujer fuese llegaría pronto y él muy cobarde no fue capaz de decirle la verdad en la cara. Ella se tuvo que enterar de la peor manera y eso era algo que tal vez nunca sería capaz de perdonar, aunque dadas las circunstancias poco debía importarle a un cabrón como él el que ella le perdonara o no, es que logró lo que quería demostrar que podía llevársela a la cama con facilidad, que estúpida fue, desde un principio supo la clase de hombre que era y no dudó en caer en sus engaños.

—Veo que no te dijo de mí, típico de él, como decirte para que no te sientas mas mal de lo que ya obviamente te sientes. Él y yo tenemos una relación abierta y sin complicaciones, el va y se divierte con chicas, yo hago lo mismo, evitamos la rutina. Después volvemos el uno al otro para darnos cuenta de que lo que probamos no nos satisfizo como si logramos hacerlos nosotros y no te lo digo por hacerte sentir mal, de hecho, me conmueves, siempre le digo a Hades que no les cree falsas ilusiones, que les deje en claro que las cosas no pueden durar ¿no te lo dijo?

Puñalada, otra más, porque él si lo hizo, no dijo el por qué, pero siempre fue incisivo en que lo nuestro no duraría.

—Oh si lo hizo. _Dijo la mujer mirando con fingida lastima a la joven, —Entonces querida si te ilusionaste sola no puedes culparlo, déjame darte un consejo, solo mírate y mírame, como pudiste siquiera pensar que alguien como él podría tomarte en serio.

Humillada, nunca nadie la hizo sentir tan insignificante como la despampanante mujer que ahora se comparaba con ella. La verdad era que Hades y ella compartían el gran atractivo y magnetismo que ella no, nunca fue una persona insegura, pero la situación que estaba viviendo la estaba haciendo sentir pequeñita e insignificante.

Hades, Reino mortal.

Hades sintió su llegada mientras surcaba los cielos en busca de su presa. Llevaba dos semanas humanas buscando al maldito informante y no tuvo éxito, esa situación lo tenía muy molesto. Él debería estar disfrutando de los últimos días en compañía de su humana, pero como poder estar tranquilo mientras el peligro acechaba, como presentarse ante ella sino podía demostrarle ser digno de su ser, no podía darle todo, pero por lo menos deseaba entregarle el triunfo de destruir al culpable de su amenaza.

Él debía asegurar sobre todas las cosas la seguridad de su amada. Pero se había equivocado y una vez más experimentó por cabeza propia que el amor lo hacía vulnerable y descuidado. Se concentró en buscar a alguien sin importancia y descuido el verdadero peligro.

Ella se encontraba en su casa de eso estaba seguro. Se materializó en la sala mientras trataba de ponerle freno a su corazón que latía desaforadamente preso de un terror jamás experimentado hasta ese instante, ese mismo órgano que estuvo sin vida por tanto tiempo y que quien lo trajo a la vida ahora estaba caminando sobre el filo de un cuchillo sin ser siquiera consiente de que se estaba viendo cara a cara con el terror.

Debía respirar profundamente para calmarse y no acabar con su maldita existencia y desatar con ello el fin del maldito Cosmos. Sabía que este momento llegaría, se había preparado para ello. Pero quien en algún momento está realmente preparado para verse cara a cara con la causante de todas sus desgracias quien obviamente no estaba sola, se encontraba en compañía de lo que más amaba y el frío más intenso se instaló en lo más profundo de su ser.

Llegó tarde y se maldijo a si mismo por haber sido tan imbécil. Ingresó en el preciso instante en el que Perséfone le confesaba a su humana que ella era su compañera y no solo eso, sino que se vanaglorio humillándola, y él no hizo nada, no la defendió, se quedó tan solo escuchando entre las sombras el fin de lo único que alguna vez lo satisfizo, de lo único que lo hizo sentir y desear tener una existencia diferente. También fue testigo del mismo instante en que lo que más temía se cumplió y sin poder aguantar más se hizo presente en el lugar para terminar de hundir el maldito cuchillo y terminar con los dos de una vez por todas.

Entró en la habitación y buscó su mirada, pero ella solo miraba al suelo, se podía vislumbrar como grandes lagrimas rodaban por sus mejillas. Hades sentía morir, intentó protegerla de todo y de todos para que no la lastimaran, cuando sencillamente debía era protegerla de sí mismo.
Tenía que ser cauteloso Perséfone era muy inestable y la advertencia en su mirada se lo dejaba en claro, "haz alguna estupidez y la chica se muere" él era poderoso, pero Perséfone igualmente por la unión que compartían, también estaba el hecho de que Adara era humana y el no podía arriesgarla, cualquier ataque por insignificante que fueses podría matarla.

No, no lo haría la unión entre dioses significaba que los poderes serian compartidos y ella gozaba de muchos de los él. La chica humana era frágil y si Perséfone decidía atacarla él podía defenderla, sin embargo, decidió no arriesgar su integridad física, aunque no podía decir lo mismo de sus sentimientos.

—Pero mira quien decidió unirse a la fiesta. _intervino Perséfone haciendo evidente su presencia. —Cariño tu amiga vino a buscarte. Le contaba de nuestra larga, larga relación y de lo mucho que te echaba de menos, tanto que vine a buscarte para que volvamos a casa.

Hades quiso gritarle, dejar en claro lo mucho que la aborrecía, pero tuvo que atragantarse con sus palabras, quedándose mudo y a merced de lo que la maldita loca quisiera hacer para divertirse con el dolor de la humana.

La reina del inframundo se acercó seductoramente a su rey y como si no le bastara con haberle restregado su relación a la chica, estampó sus labios contra los del dios de la muerte en un beso rápido y exigente. Adara no aguantaba más ser humillada de esa forma. Hades no había confirmado ni negado su relación, pero no hacía falta, él recibió gustoso el gesto de la mujer, de su mujer. Actuando con masoquismo vio como el hombre que amaba tomaba con posesividad la cintura de la despampanante mujer, como quería profundizar el beso importándole menos que ella estuviera viendo.

Quería gritarle, golpearlo y exigir una explicación al infame engaño ¿pero para qué? ¿Qué conseguiría con ello? Quedar aún más expuesta, ya era suficiente de humillación, ya su dignidad estaba por el suelo y era hora de sacar su patético ser de esa escena y tratar de alejarse para así comprender mejor todo esto. 

**Hola dejen su voto y un comentario si les apetece. Saludos desde el Inframundo**

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