Cap 7 Resaca

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Adara, Reino Mortal.

Cuando Adara llegó a su casa debió apañárselas para ingresar, lo anterior teniendo en cuenta que su llave, móvil y por supuesto dignidad quedaron en la casa de Hades y Afrodita. Este día en particular la suerte al parecer decidió sonreírle, ya que, al entrar la casa estaba en completo silencio. Gracias al cielo, porque no sabía cómo enfrentar a Constance. Su madre aún no se levantaba, ello le generaba un gran alivio, ya que, no quería explicarle por qué no llegó a dormir, además por que llegada a casa con ropa de chico y sin pantalones.

Adara subió lentamente los escalones tratando de hacer el menor ruido posible, entró en su habitación y cerró la puerta, tomo un baño con agua bien fría y se vistió con ropa cómoda para estar en casa. Recogió la sudadera y las zapatillas que tomó de Hades y las arrumo bien adentro en su armario, no quería tener nada que ver con ese imbécil. Tomó un analgésico para tratar de menguar un poco su dolor de cabeza y se metió en su cama para tratar de dormir un poco. Sin embargo, los recuerdos de los sucesos de la noche pasada la atacaron sin tregua y no la dejaron descansar.

No se atrevía siquiera a mirar su laptop, temía que al entrar en la página social estaría en boca de todo el mundo después del numerito protagonizado ayer en la fiesta. Pero eso era lo de menos, lo que más la atormentaba era que Hades la rechazó cruelmente. Sí, había estado borracha, pero estaba casi segura de que no imaginó que él también quiso besarla o también pudo ser que él solo quiso burlarse, pues no era secreto que su relación era hostil. Sin embargo, ahora entendía todo, ella no era nada especial y así como las demás estaba atraída hasta el hueso por él y gracias a la desinhibición del licor quedó expuesta patéticamente.

Luego estaba la mirada oscurecida del chico y se confundía. Si, el si quiso besarla, pero no podía explicarse por qué cambió de opinión al instante. Seguramente estaba enojado por haber tenido que cuidarle su borrachera y perderse de la compañía de Guilly. Pero que se fuera a la mierda, ella no le debía nada, en ningún momento le pidió que la cuidara. Ella no era una doncella en apuros, además se la estaba pasando muy bien con Afrodita y los chicos, ella era la que tenía que estar furiosa por haberle aguado la fiesta, asimismo quien se creía para sacarla de allí de esa forma.

Entonces decidió que no estaría triste, ni angustiada y mucho menos apenada. Ahora se aferraría a la rabia porque así era más fácil sobrevivir a un rechazo. Sí. Era mejor odiarlo a tener que aceptar que se moría porque el beso se hubiese consumado y que el desenlace de la fiesta hubiera sido diferente.

Constance ingresó a la habitación de su hija para despedirse y dejarle algunas tareas domésticas, cuando la vio acurrucada con los ojos cerrados como si le doliera hasta las pestañas, quiso reír a carcajadas, era obvio que la adolescente se pasó con la bebida. Sin embargo, tenía que recordar que era la madre y escondió la sonrisa en un gesto de reprobación.

—Hasta aquí me llega el olor de lo que sea que bebiste. _Reclamó Constance. Logrando que Adara abriera los ojos y le mirara con arrepentimiento.

—No digas nada, ya que, esta es la primera vez que lo haces el castigo no será tan severo, pero recuerda que la confianza es frágil, así que piensa en las consecuencias la próxima vez.

Con estas palabras se despidió marchándose al trabajo. Constance poseía una pequeña tienda de antigüedades en el centro de la ciudad y de ahí salía el sustento. Aunque debía aceptar que el dinero que el padre de Adara les dejó servía mucho. Sin embargo, no le gustaba usarlo a menos que fuese para lo estrictamente necesario, por ello, ella se encargaba de suplir sus necesidades. Aunque su estilo de vida no era glamoroso ni extravagante era acomodado, además vivir en el sector en el que habitaban no era nada económico.

Hades el Visitante del InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora