Cap 12 El despertar de la Oscuridad

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Afrodita, Reino Mortal

Afrodita atendió el llamado de su hermano e inmediatamente se dirigió al sitio indicado. Su misión era muy sencilla, tratar de rastrear el responsable de lo que sea que le sucedido a la chica humana.
Cuando su hermano la contactó mentalmente no solo le transfirió su pedido, sino que también se colaron algunas emociones fuertes, ella le sentía no solo furioso, sino descontrolado y esto le generaba genuina preocupación. Sin embargo, él no solo era conocido por ser el regente del Inframundo, sino también el de la contención, por ello envío bien adentro su preocupación y se dedicó a buscar pistas.

Mientras escaneaba el lugar se permitió pensar en lo cerca que estaban del plazo, en que pronto deberían partir, le incomodaba que esa relación que sacó de la rutina a su hermano, que lo hizo sonreír y llenarse de energía no podría trascender. Tenían todo en contra y eso le dolía porque ella sabía reconocer el amor verdadero. Leer los sentimientos era el poder más fuerte que poseía y lo que ellos estaban construyendo era poderoso y pocas veces se tenía la oportunidad de encontrar la otra mitad de la esencia, lástima que estas dos mitades fuesen de naturalezas totalmente diferentes y en dicha situación ni siquiera ellos que eran dioses tenían potestad, pues las reglas estaban claras y Hades no tenía el poder de romperlas.

¿Qué sería de ellos cuando llegara el momento de la despedida? ¿Cómo haría su hermano para regresar al lado de alguien que solo le causaba desagrado? La respuesta era clara, de seguro quedarían destrozados. No quería ser injusta, pero quien más le preocupaba era su hermano, pues de todos modos la humana sufriría por un tiempo y después su misma naturaleza le ayudaría a sobrellevarlo, pero Hades ¿Qué le ocurriría al dios después de perder la luz? Lo que le ocurre al día cuando llega la noche, la oscuridad podría aprovechar el momento y salir. ¡No! Se negaba a pensar que esto pudiese suceder.

Afrodita estudió el lugar detenidamente, a simple vista humana todo se veía normal, imperturbable. Pero ella con sus habilidades pudo detectar algo más. Era un rastro muy débil, un vestigio de esencia que claramente no pertenecía a este mundo y que aun permeaba en ese lugar. La diosa palideció porque esto solo significaba una cosa y era que Perséfone los había encontrado, además viéndose obligada a estar por un corto tiempo en el inframundo, envió a un mensajero a realizar el trabajo sucio. Pero la gran pregunta era, ¿Cómo se enteró de la existencia de la joven y desde cuando lo sabía? Eso tendría que averiguarlo, porque ello solo significaba que alguien o mejor dicho algo los estaba vigilando y ese algo debía de tener un gran poder para haberse podido ocultar de ellos. Por ello envío un llamado a su hermano demostrando la urgencia con la que lo requería. Su humana corría peligro, y nada ni nadie podría detener la furia que se desataría en el dios de la muerte.

Hades, Reino Mortal

La llamada de su hermana estaba llena de urgencia y de algo más. Esto lo puso en alerta, no quería dejarla sola y menos después de sospechar que lo que encontró Afrodita requería de su presencia inmediata, además si estaba en lo cierto Adara no debía permanecer sin supervisión.

Depositó un casto beso en su frente y después la envío a un profundo sueño relajante, convocó uno de sus fieles súbditos, uno que jamás preguntaría y mucho menos se sorprendería por la tarea. Le dejo muy en claro lo que necesitaba, él tendría que protegerla con su existencia misma si fuese necesario y jamás podría hablar de lo solicitado. Él soldado asintió y recitó el juramento, luego se posicionó al lado de la joven para resguardarla. Ningún humano podría siquiera sospechar lo que se hallaba protegiendo a la joven, tal vez solo aquellos que gozaban de gran percepción podrían sentir, aunque fuese un mínimo cambio en la temperatura del lugar, de resto nada más.

Confiaba en este súbdito el particular. Sin embargo, el gozaba de gran poder y mientras estuviera lejos, también vigilaría su esencia en la distancia, para cerciorarse que nada ni nadie se acercaría.

Hades se materializó en el supuesto sitio del accidente, no tuvo que preguntar absolutamente nada, ese hedor lo conocía perfectamente. Además, ya tenía claro el nombre del autor intelectual.

Su hermana le habló sobre sus dudas, también compartió con él sus teorías. ¿Cómo pudo ser tan estúpido? Conocía los alcances de su muy desagradable esposa, sabía de la obsesión de Perséfone, por ello debió tomar todas las precauciones. Sin embargo, se concentró tanto en como lo hacía sentir la humana, en lo nuevo que era todo esto para él que fue totalmente descuidado. Adara estaba en peligro real, porque la loca de su mujer no se quedaría de manos cruzadas y lo que vivió Adara tan solo era una advertencia para él. Un mensaje claro, donde le dejaba explicito que el plazo estaba cerca y que la reina del tártaro estaba enterada de todo.

Perséfone estaba jugando uno de sus juegos macabros, casi podía ver la sonrisa demoniaca cargada de burla en sus labios. Frío real sintió en sus huesos al percatarse que si hubiera querido matarla lo habría hecho sin ningún problema.

Hades rugió de rabia gracias al conocimiento del gran riesgo que corría su humana y él era el único culpable, ya que, solo él la puso como objetivo de la diosa al haberse comportado de forma confiada y descuidada.
El instinto de protección brotó como si de un torrente de agua se tratara y el miedo junto con la ira causó que algo que él juró no dejar salir nunca alzara la cabeza y despertara del sueño eterno al que lo sometió y aunque esa parte de su ser no conociera de bondad alguna, también entró en furia cuando sintió amenazada su luz.

Cegado por la desesperación, preso de un frenesí de ira en su estado más puro. Hades convocó a la dueña de la esencia apestosa, escuchó claramente el grito de terror proferido al interior de las paredes del Averno. Sin embargo, esta no tuvo más remedio que atender al llamado de su rey. Quería ver frente a frente al inmundo ser que osaba lastimar lo que era suyo.

La furia quiso negarse, pero por más que lo intentó no pudo y se materializó frente a su rey. Con solo una mirada de él cayó de rodillas y bajó la cabeza en muestra de respeto, pero hades solo sentía repulsión ante la imagen del súbdito traidor.

—Suuuu Altezaaa. _Siseó la criatura, la cual se encontraba en su verdadera forma, temblaba como una hoja ante la presencia del dios, pues sabía la había descubierto y seguramente el costo sería muy caro.

—Ella me obligó suuu Altezaaa. Perdóneme. _La criatura pedía clemencia. Pero su suerte estaba decidida. Sin embargo, antes de terminar con su existencia debía saber algo.

—Has labrado tu propio destino. Pero antes de decidir tu castigo, contesta. ¿Cómo se enteró Perséfone de donde me encontraba y como supo de la humana?

—Lo desconozcooo mi señooor, lo jurooo. Ella solooo me envío a advertir a la humana, dijo que llegadooo el momento ella intervendría para que usted no me castigara, pero no fue cierto. Ellaaa mintiooo

Hades le creyó, no sintió el apestoso hedor de la mentira brotando de su maldita boca. No era de extrañar que no tuviera información, Perséfone no compartía sus planes y menos con estas criaturas.

—Vas a morir por tu osadía. _dijo el dios.

Hades no se sentía benevolente, acabaría con esa asquerosa furia y crearía un precedente, enviaría un mensaje de regreso al Inframundo y esperaba que fuese claro para su esposa. Aquel que se atreviera a tocarle siquiera un cabello a su sibila, moriría. Sin perder más tiempo, el rey del inframundo generó de sus manos dos grandes bolas de fuego, las cuales fueron lanzadas directamente a la criatura, generando que esta se incinerada en el acto.

Afrodita.

Afrodita miraba la escena sin decir una sola palabra. La imagen de su hermano la tenía asustada. Ella lo conocía, sabía que castigaba a quien se atreviera a desobedecer, pero un castigo era muy diferente a la muerte y esta era la primera vez que él acababa con uno de los habitantes del Inframundo. También fue consiente del fuego que desató de sus manos, ella conocía su flama, aquella hipnótica y atrayente luz azul que este podía convocar en sus manos. Pero esta vez fue diferente, en su mano derecha una esfera de la acostumbrada luz azul y en la izquierda una desconocida llama roja.

No quería aceptarlo, ella se negaba a afrontar que la bestia oscura que contenía su hermano estaba despertando del letargo. Lo que ella más temía se estaba cumpliendo. La expresión que tenía en ese momento la atormentaría por un largo tiempo, ya que por un instante lo desconoció, como si esa otra parte de su ser hubiera tomado el control de todo y gozara con la muerte de la furia.

**Quiero agradecer por el tiempo que han dedicado a leer esta historia**
Si te ha gustado el capitulo me gastaría comentes y me dejes tu voto Saludos!!!

Hades el Visitante del InframundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora