BYLUR (Editando)

Por KarolSoria

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HISTORIA ANTERIORMENTE TITULADA: MI VIDA A TRAVÉS DE TI Alex se ha vuelto el fantasma de Jocker, pues es la ú... Más

DEDICATORIA
CANCIONES RECOMENDADAS PARA DISFRUTAR LA HISTORIA
PRÓLOGO
Capítulo 1: Jocker
Capítulo 2: Jocker
Capítulo 3: Escuchando a Alex Parte I
Capítulo 4: Escuchando a Alex Parte II
Capítulo 5: Escuchando a Alex Parte III
Capítulo 6: Jocker
Capítulo 8: Jocker
Capítulo 9: Jocker
Capítulo 10: Escuchando a Alex Parte IV
Capítulo 11: Jocker
Capítulo 12: Jocker
Capítulo 13: Jocker
Capítulo 14: Jocker
Capítulo 15: Escuchando a Alex Parte V
Capítulo 16: Jocker
Capítulo 17: Jocker
Capítulo 18: Jocker
Capítulo 19: Jocker
Capítulo 20: Jocker
Capítulo 21: Jocker
Capítulo 22: Escuchando a Alex Parte VI
Capítulo 23: Jocker
Capítulo 24: Jocker
Capítulo 25: Escuchando a Alex Parte VII
Capítulo 26: Escuchando a Alex Parte VIII
ANUNCIO PARA MIS LECTORES
Capítulo 27: Escuchando a Alex IX
Capítulo 28: Jocker
Capítulo 29: Escuchando a Alex X
Capítulo 30: Jocker
Capítulo 31: El Baile Real (Parte 1)
Capítulo 32: El Baile Real (Parte 2)
Capítulo 33: El Baile Real (Parte 3)
Capítulo 34: El Baile Real (Parte 4)
Capítulo 35: Jocker
Capítulo 36: Bell
Capítulo 37: Bell

Capítulo 7: Jocker

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Por KarolSoria

La lluvia cedió poco después de la 1 de la madrugada, dejando una pesada neblina que envolvía los árboles que rodeaban mi casa y a través de la cual podía ver cómo sigilosamente se acercaba la sombra de una mujer, que poco a poco dejaba ver su reluciente rostro y es cuando suelta su larga cabellera al hacerse presente bajo mi ventana.

Portando un delicado vestido color amarillo miel que tocaba hasta el piso de sus pies y se ondulaba con el aire por cada segundo que ella me penetraba fijamente con la mirada.

Fueron minutos lamentablemente breves en los que pude contemplar la gracilidad de aquella bella mujer, pues después de haber abierto mi ventana pude ver brotar lágrimas de tan hermosos ojos, colocándose un manto blanco que cubrió su cabellera y rostro, para después marcharse llenando mi habitación de melancolía y a mi cuerpo dejándolo crispado.

Vuelvo a recostarme en la cama y trato de asimilar lo que acaba de ocurrirme, inhalo profundamente y me tallo los ojos con las manos por  la sensación de pesadez en ellos. ¿Cómo fue que estando en el tercer piso de la casa pude apreciar aquella silueta tan perfectamente? ¿por qué ha venido a verme si la noche estaba tan helada? ¿qué pudo haberle ocurrido para llorar? ¿por qué fui yo a quién ella acudió?

Eran tantas preguntas que resonaban en mi mente y no podía darle respuesta a ninguna. Esos ojos jamás podría confundirlos con ninguno, la delicadeza de su rostro y esa presencia fulminante solo podían recordarme a una persona...

—¡Jocker, el taxi viene camino a casa! baja para desayunar antes de irte a la escuela—Oigo a mi madre gritar desde la cocina, sacándome de mi sueño profundo.

Ya es tarde para ir a la escuela, me apresuro y me coloco el uniforme: playera blanca, pantalón gris de gabardina y mi sudadera gris clara. Me dirijo al espejo a lavarme y arreglarme el cabello, comienzo a jugarme mi cabellera castaña y practico un par de veces mi sonrisa frente al espejo.

Bajo dando brincos por las escaleras mientras ato mis agujetas de los zapatos. Corro a la cocina por mi licuado de chocolate y ya está despierto mi hermano Hugo desayunando waffles de durazno y miel. Tomo unas uvas verdes que mi madre ha dejado en en el frutero de la mesa y las como mientras cojo mi mochila.

El taxi aparca frente a la casa, me despido implantando un beso en la mejilla de mi madre y Hugo y yo entramos al taxi para llevarnos a la escuela.

Hugo es el hermano de en medio, es 2 años menor que yo, pero nos parecemos mucho físicamente, es bastante alto, su piel es igual de clara, con el cabello ligeramente quebrado por delante y de tono oscuro, además de ser mucho más carismático que yo, eso lo ayudaba a no tener problemas para conseguir alguna novia. 

En ese entonces surgió una ocasión en la que me pidió consejos para poderse declarar a una chica de nuestro instituto, su nombre era Ámber. Una chica muy especial para Hugo, eran grandes amigos desde la secundaria, así que se ganó el corazón de mi hermano cada día que transcurrían como compañeros. Me alegra que haya sido yo quien ayudó a que terminaran juntos.

Hoy llevan casi 2 años de casados, Hugo se graduó como ingeniero petrolero y desde entonces se ha dedicado profundamente a su trabajo para poder viajar con Ámber por todo el mundo como prometió cuando era joven. Siempre estuve orgulloso de él, fue de esas pocas personas que siempre estuvo cerca mío. 

Bell y yo nos dirigimos a mi camarote para desayunar los platillos que han organizado sus mayordomos. Nos han servido 2 copas de plata en donde puede reflejarse perfectamente la luz que atraviesa por la ventana del camarote, con un vino Finca Villacreces, cuya botella se ha quedado incrustada en un balde relleno de hielo y cubierta por un tul de color borgoña.  

Pero al sentarnos en la mesa  me dirige una mirada abstrusa y me  susurra—No existen coincidencias, caminamos cada día hacia lugares, situaciones y personas, que nos esperan desde siempre, el problema es que a veces no aferramos a la idea de que no podemos merecer algo—Al terminar estas palabras bebe un trago grande del vino que nos han servido en las copas de plata volviendo su mirada a la nada. 

.   .   .

Bell me pide continuar con mi relato mientras desayunamos en mi camarote. Su expresión se torna ahora noble y hasta cierto punto transmitiendo empatía.

Y por unos minutos reflexiono mi viaje hasta aquí.

Cada día de mi vida he estado rodeado de cientos de personas con la incertidumbre de no poderle contar a ninguna las tormentas que llevo adentro, a pesar de tener vecinos a quienes nunca dejé solos ninguno quiso escucharme, tener familia a la que siempre di lo mejor de mí y ninguno acudió a mi auxilio, de tener amigos psicólogos a los que ayudé cuando no tenían fuerzas para seguir y no hubo uno que pudiera comprender mis gritos vueltos palabras por todo lo que me aquejaba.

Puedo sentir cuán sólo había estado hasta el punto de tener que narrarle a un forastero estos capítulos de mi intermitente vida.

Vuelvo a concentrarme en la fusión que se observa entre el cielo y el mar a través de las ventanas, respiro profundamente y regreso el tiempo hasta esa mañana en el instituto.

Entro al instituto y ahí está ella parada en la puerta de su aula de clases, tan tierna y no se da cuenta lo llamativa que es a simple vista de cualquier chico. Sobre todo por ese suéter que usa, un suéter como los de todos los estudiantes del instituto, pero el de ella resalta por alguna extraña razón, supongo que se habrá deslavado o percudido por el clima, pero desde cualquier punto de la escuela podría verla y saber que es ella.

Los cafés de las mañanas ya no eran recogidos, las breves notas que dejé en su banca eran olvidadas en el mismo sitio. De alguna manera Alex se desvanecía. Y no sabía el por qué.

Después de semanas de que ella me prestara atención de pronto dejó de hacerlo, aunque le gritase o la hiciera enojar de la peor manera ella ni siquiera me miraba.

Algo le ocurría a Alex...

Es hora del receso y estoy con mis amigos en la cafetería sentados en una mesa comiendo nachos, de repente se acercan a la taquilla Alex y sus amigas para pedir su desayuno, Alex está cerca de mí esperando su turno para comprar.

Entonces le grito su nombre esperando a que voltee hacía mí y pueda acercarme, pero no hay respuesta, es como si no pudiera escucharme, lo intento 3 veces más pero no sucede algo distinto, su reacción es nula. Me acerco hasta tomarle la mano, tratando de pensar en algo ingenioso para decirle.

—Alex tienes manchada la falda de polvo—Fue lo único que se me ocurrió decirle para que no me corriera de su lado, me mojo los labios al estar tan cerca suyo.

—Pero tranquila voy a limpiarla para que nadie más lo note—Lo pronuncio tan gentilmente que no se niega a mi ayuda, entonces sigo tomando su mano mientras con la otra empiezo a sacudir un poco la falda de Alex, descendiendo y ascendiendo mi mano lentamente para no levantarla.

Alzo la mirada y estamos demasiado cerca ella y yo, y por sólo ese pequeño momento la tengo frente a mí para admirar lo bella que es de cerca, se sigue viendo hermosa incluso sin maquillaje, con sus ojos color café miel, su nariz pequeña y abultada, sus labios tan sensuales en cada pliegue y sus hermosas mejillas que sólo provocan a cualquiera a querer apretarlas.

Alex me mira fijamente por varios minutos sin decir una sola palabra y cuando reacciona se aparta.

—Gracias, no noté que estaba sucia, pero gracias—Me responde con su voz cortada como si contuviera el llanto.

—Jocker, ¿cierto?—Me pregunta alzando la voz.

—Así es—Afirmo —¿Te ocurre algo?—La cuestiono y aclaro mi voz, mientras la observo e intento descifrar las pequeñas señales que liberan sus gestos.

El chico de la cafetería le pregunta lo que va a ordenar Alex y se corta nuestra conversación.

—Un cuernito y un licuado de fresa por favor—Responde con tono amable y paga enseguida.

—No me ocurre nada, es sólo que a veces eres insoportable haciendo sentir menos a las demás chicas que intentan llamar tu atención y simplemente no me dan ganas de verte ni hablarte y mucho menos estar cerca de ti. No eres tan agradable como dicen en el instituto, trato de evitarte porque hasta ahora sólo has conseguido fastidiarme cuando...—Se corta nuevamente su voz, pero ésta vez toma sus cosas y se va sin volver la mirada.

Después de eso vuelvo a sentarme con mis amigos y se acerca Ulises.

—¿Y ahora qué te traes con esa chica?—Me cuestiona cruzando los brazos, pero en el fondo sabía que al igual que yo, Ulises estaba interesado en Alex, así que me abstengo de contarle demasiado.

—He querido llevarme bien con Alex desde el primer día, pero es complicado acercarse a ella sin que la haga apartarse enseguida. Normalmente las chicas vienen a mí pero ella hace todo lo opuesto—Respondo sin ánimo.

—Mike me contó que Alex y su novio terminaron hace poco, al parecer él le estaba poniendo los cachos, quizás sea por eso que ella ahora se comporte así y no la culpo amigo, cuando alguien te traiciona de esa forma es difícil fingir que nada pasa—Me responde simpáticamente y me da unas palmadas en el hombro.

—A todo esto creo que deberías hacerle caso y dejarla tranquila. Tú siempre lo dijiste: Hay demasiadas chicas como para estancarse por una, o acaso ¿Es tan especial Alex para ti?—Centra su mirada en mí y sé que será difícil borrarle esa duda, sobre todo porque me tomaría como competencia si supiera lo que ocurre.

Mike nos interrumpe para decirnos que debemos presentarnos en las aulas ya que hay reunión de equipos deportivos, para los últimos torneos.

Entonces nos vamos juntos a la reunión. Y empiezo a pensar otra vez en ella y en que ya no está al tipo que tenía como novio para evitar que yo pueda estar cerca de ella, aunque me cuesta entender por qué han terminado realmente, no tiene mucho sentidos que le pusiera los cachos.

A media reunión Mike me interrumpe para averiguar de qué hablaba con Ulises.

—¿No has pensado en hacerle caso a una de esas admiradoras tuyas? no están nada mal, nunca te he visto con una chica en público, me harás pensar otra cosa Jock—Se toca el cabello como coqueteándome mientras se burla.

—El día que te vea con una chica en público me dejarás patidifuso, sé que eso será lejano tratándose de ti, pero el día que ocurra yo sabré lo especial que será para ti—Me dice Mike mientras discutimos nuestro último torneo juntos, concentrándome nuevamente en la reunión.

. . .

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