Hades el Visitante del Infram...

By LilianaArango

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SAGA: DIOSES DEL TÁRTARO I Que pasaría si el dios Hades, supremo Gobernante del Inframundo estuviera tan hast... More

HADES DIOS SUPREMO DEL INFRAMUNDO
Cap 1 La decisión de Hades, Un favor particular
Cap 2 Adara Muriel
Cap 3 Trágame tierra y escupeme en Marte
Cap 4 Primera parada
Cap 5 La Maldita Fiesta
Cap 6 ¿Que paso ayer?
Cap 8 Mejor Así
Cap 9 Sentimientos desbordados
Cap 10 La Advertencia
Cap 11 Miedo y Confusión
Cap 12 El despertar de la Oscuridad
Cap 13 Cacería
Cap 14 Decepción
Cap 15 Despedida Silenciosa
Cap 16 Salir de la Fosa
Cap 17 El chico de Intercambio
Cap 18 Visita Inesperada
Cap 19 ¡Que Demonios!
Cap 20 sueño/Alucinación
Cap 21 Visitante en el Inframundo
Cap 22 Reencuentro
Cap 23 Peligro!!!
Cap 24 Obsequios Inesperados
Cap 25 El inicio de una Guerra
Cap 26 Derrotada en la Oscuridad
Cap 27 Revelaciones
Cap 28 Convocando el Poder
Cap 29 La verdad sobre su Origen
Cap 30 De regreso al Tártaro
Cap 31 Hipnos
Cap 32 Entrenamiento
Cap 33 Compromiso

Cap 7 Resaca

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By LilianaArango

Adara, Reino Mortal.

Cuando Adara llegó a su casa debió apañárselas para ingresar, lo anterior teniendo en cuenta que su llave, móvil y por supuesto dignidad quedaron en la casa de Hades y Afrodita. Este día en particular la suerte al parecer decidió sonreírle, ya que, al entrar la casa estaba en completo silencio. Gracias al cielo, porque no sabía cómo enfrentar a Constance. Su madre aún no se levantaba, ello le generaba un gran alivio, ya que, no quería explicarle por qué no llegó a dormir, además por que llegada a casa con ropa de chico y sin pantalones.

Adara subió lentamente los escalones tratando de hacer el menor ruido posible, entró en su habitación y cerró la puerta, tomo un baño con agua bien fría y se vistió con ropa cómoda para estar en casa. Recogió la sudadera y las zapatillas que tomó de Hades y las arrumo bien adentro en su armario, no quería tener nada que ver con ese imbécil. Tomó un analgésico para tratar de menguar un poco su dolor de cabeza y se metió en su cama para tratar de dormir un poco. Sin embargo, los recuerdos de los sucesos de la noche pasada la atacaron sin tregua y no la dejaron descansar.

No se atrevía siquiera a mirar su laptop, temía que al entrar en la página social estaría en boca de todo el mundo después del numerito protagonizado ayer en la fiesta. Pero eso era lo de menos, lo que más la atormentaba era que Hades la rechazó cruelmente. Sí, había estado borracha, pero estaba casi segura de que no imaginó que él también quiso besarla o también pudo ser que él solo quiso burlarse, pues no era secreto que su relación era hostil. Sin embargo, ahora entendía todo, ella no era nada especial y así como las demás estaba atraída hasta el hueso por él y gracias a la desinhibición del licor quedó expuesta patéticamente.

Luego estaba la mirada oscurecida del chico y se confundía. Si, el si quiso besarla, pero no podía explicarse por qué cambió de opinión al instante. Seguramente estaba enojado por haber tenido que cuidarle su borrachera y perderse de la compañía de Guilly. Pero que se fuera a la mierda, ella no le debía nada, en ningún momento le pidió que la cuidara. Ella no era una doncella en apuros, además se la estaba pasando muy bien con Afrodita y los chicos, ella era la que tenía que estar furiosa por haberle aguado la fiesta, asimismo quien se creía para sacarla de allí de esa forma.

Entonces decidió que no estaría triste, ni angustiada y mucho menos apenada. Ahora se aferraría a la rabia porque así era más fácil sobrevivir a un rechazo. Sí. Era mejor odiarlo a tener que aceptar que se moría porque el beso se hubiese consumado y que el desenlace de la fiesta hubiera sido diferente.

Constance ingresó a la habitación de su hija para despedirse y dejarle algunas tareas domésticas, cuando la vio acurrucada con los ojos cerrados como si le doliera hasta las pestañas, quiso reír a carcajadas, era obvio que la adolescente se pasó con la bebida. Sin embargo, tenía que recordar que era la madre y escondió la sonrisa en un gesto de reprobación.

—Hasta aquí me llega el olor de lo que sea que bebiste. _Reclamó Constance. Logrando que Adara abriera los ojos y le mirara con arrepentimiento.

—No digas nada, ya que, esta es la primera vez que lo haces el castigo no será tan severo, pero recuerda que la confianza es frágil, así que piensa en las consecuencias la próxima vez.

Con estas palabras se despidió marchándose al trabajo. Constance poseía una pequeña tienda de antigüedades en el centro de la ciudad y de ahí salía el sustento. Aunque debía aceptar que el dinero que el padre de Adara les dejó servía mucho. Sin embargo, no le gustaba usarlo a menos que fuese para lo estrictamente necesario, por ello, ella se encargaba de suplir sus necesidades. Aunque su estilo de vida no era glamoroso ni extravagante era acomodado, además vivir en el sector en el que habitaban no era nada económico.

Adara se despidió de su madre y le aseguro que se encontraba bien. Aunque su madre no era nada tonta y se había pillado que cargaba una buena resaca. Le dejó como mil tareas domésticas, tenía que tener todo listo para cuando llegara, la chica suspiro resignada, total ese era el precio que debía pagar por su estupidez. Arregló su habitación y se dispuso a realizar las demás tareas. El tener que limpiar le estaba costando en verdad y es que el martilleo en la cabeza y las terribles nauseas la incomodaban, en que momento se le ocurrió beberse lo que no era suyo.

Cuando dejó su casa medianamente presentable se dejó caer en el sofá de la sala y no pretendía moverse en lo que quedaba del día. Sin embargo, el destino parecía ensañarse porque cuando más comodita estaba, escuchó el estridente timbre de la entrada y esperaba por el amor a Dios que quien fuese tuviese una buena razón para arruinar su tranquilidad.

Al abrir la puerta casi se va de culos al ver que quien estaba ahí de pie no era ningún vecino entrometido, tampoco pensaba que fuese Samy pues la conocía tan bien que sabia debía estar molesta, ya que, varias veces se autodenominó la única dueña de Hades, pero de explicarse se encargaría después, ahora tenía un problema mayor. ¿Qué hacía él ahí?

Siempre lucía tan guapo que no era justo, su cabello negro ligeramente despeinado como si se hubiese acabado de pasar la mano, ese rostro tan masculino, pero a la vez tan hermoso. Y quizás a alguien como él no le gustaría que lo llamasen así, pero es que lo era. Ese cuerpo de infarto tan bien proporcionado. ¡Pero sus ojos y boca! Estaba obnubilada con todo su ser, tanto así que olvidó su propio ser. Ese que llevaba una camiseta vieja con varios hoyos, un pantalón deportivo que en algún momento pudo haber sido negro, pero ahora ostentaba ser un pobre gris y por supuesto el pelo recogido en la cima de la cabeza lleno de nudos. Pero él, él sí que Iba perfecto, vestido con una sencilla camiseta verde oscura, unos jeans negros y unas botas de motero de cuero oscuro. En su mano llevaba una sencilla mochila negra que quien sabe que cosas guardaría.

—Si ya terminaste de mirarme de forma tan descarada me encantaría que me dejaras pasar. _ la pico un poco el dios con ese cometario que sabia le enrojecería las mejillas de esa forma que tanto le gustaba.

Pero el enfado de Adara estaba vivo y no iba a dejar que se comportara así con ella y más teniendo en cuenta que era la última persona que quería ver hoy.

—No te estoy mirando de ninguna forma, no seas creído y ridículo. _Mintió y él se dio cuenta, pero no hizo cometarios al respecto. —Solo estoy tratando de adivinar ¿¡Que estás haciendo en mí casa!? _Gritó y le sorprendió su actuar tan descortés. 

Ahí estaba la verdadera Adara, la huraña y contestona. Esta versión si que le gustaba más, aunque la borracha y atrevida debía aceptar que despertó cierto oscuro deseo. Hades se esperaba esa reacción, ya que después de cómo se comportó en la fiesta era lo mínimo que merecía. Él se entrometió entre ella y su diversión, él no ostentaba ningún derecho sobre ella y aun así la tomó y la sacó de allí por el solo hecho de sentir ¿celos? No, eso era totalmente estúpido, él no podía sentir tal cosa por una chica como ella. Pero entonces ¿Qué estaba haciendo allí, mirándole con diversión en vez de estar ofendido por la falta de educación de Adara? Es que la respuesta era sencilla, nada compleja. A él no le importaba que estuviera enfadada, quería verla y le importaba una mierda si ella no estaba de acuerdo.

—Vengo en son de paz. _Dijo levantando las manos en señal de rendición. — he traído tú ropa. _Agregó sin poder dejar de mirarla.

Ella le atraía por el solo hecho de ser ella, su esencia, esa boca altiva. Ella no se esforzaba por caerle en gracia ni utilizaba los trucos de las otras hembras para verse apetecible, y es que su ridículo atuendo se lo dejaba en evidencia. Adara era problemas y que Zeus se apiadara de él.

La chica no pudo disimular la vergüenza por el tono de voz con el que le habló, también estaba el hecho que el que estuviera en su casa le hizo recordar su actuación de idiota de la noche pasada. Entonces se hizo a un lado para que el chico entrara, además tampoco quería que alguno de sus vecinos viera la escena y le fuera con el chisme a su madre.

—¿Qué tal te encuentras de la resaca? _Preguntó el dios mirando por fin a otro lado, no quería hacerla sentir mas incomoda de lo que visiblemente se notaba.

—Mal. _respondió ella, ya que, para que fingir que no se le estaba partiendo la cabeza y que el dolor aumentó con su llegada.

—Pues entonces que bueno que he venido, porque traje la solución. _Dijo acercándose unos cuantos pasos. Luego le ofreció lo que parecía ser una bebida hidratante.

—Y como sé que no vas a drogarme y hacerme algo. _Adara se sintió ridícula con su comentario, pero ya lo había dicho y no lo podía borrar. Él levantó la ceja y puso gesto de ofendido, luego le contestó.

—No seas tonta si quisiera hacerte algo lo hubiera hecho ayer cuando casi te me lanzaste encima. Yo soy el que debería de temer. _Confesó el dios ofendido por lo que ella insinuaba, él jamás tuvo que valerse de artimañas tan bajas para seducir a una hembra.

—¡Vete de mi casa, IMBECIL! _Le sorprendió la joven, ahora ella era la ofendida.

Juraba que no la entendía, ella le insultaba y ahora le echaba del lugar ¿Quién se creía?

—Ahora que te pasa, me acabas de insultar, me echas de tu casa cuando he tenido el detalle de traerte tus cosas y te enojas, ilústrame para entenderte porque estoy perdido.

—Pasa que vienes a mi casa a burlarte en mi cara y te haces el desentendido.

Hades notaba con interés la forma tan adorable en que se movían los labios rosados cuando discutía y ese detalle le hizo olvidar totalmente su propio enfado y exasperación. Él no vino hasta su casa para seguir con la discusión, así que entendía que con ella no funcionaria su sola presencia, ella lo hacía trabajar un poco más.

—Lo siento de verdad. _Se disculpó de lo que fuera que tuviese que disculparse, poniendo el mejor gesto que su rostro le permitiese y es que en ese campo no tenía mucha experiencia. _ . —De verdad solo he venido a traerte tú ropa y algo para la resaca y mi intención no era hacerte sentir mal.

Adara no estaba muy segura si a causa de la resaca se volvió tonta, pero quiso creer que sus disculpas fueron sinceras, además era cierto que él le llevó sus pertenencias y algo para el malestar. Entonces tregua, solo por un rato trataría ser menos hostil. Recibió su ropa y también se tomó el jugo rosa para la resaca, sorprendida notó como sorbo a sorbo se fue sintiendo bien. Su dolor de cabeza desapareció como por arte de magia junto con la sensación de cansancio. Adara le agradeció por su gesto y él no pudo evitar sentirse bien por el solo hecho de notar el alivio en el rostro de la mujer, aunque solo hubiese sido por esa tontería.

Adara no sabía que hacer ni cómo comportarse ante la presencia de Hades, es que el solo hecho de tenerlo tan cerca la desconcentraba. Para agradecer su ayuda decidió invitarlo a tomar una soda, le dijo que se acomodara en el sofá mientras ella traía las bebidas. Al ingresar en la cocina se permitió respirar hondo y reñirse por la forma tan cliché de su actuar y eso que siempre se burló de ese tipo de comportamientos absurdos. Era solo un chico, no es como que fuera el rey del mundo o algo así.

Después de recuperar su confianza salió y lo encontró viendo los retratos que su madre tenía repartidos por toda la sala y es que Constance poseía decenas, cosa que Adara jamás logro que dejara de hacer.

—Entonces... _Interrumpió para que él dejara de meter las narices donde nadie le llamó. —Tú vives solo con tu hermana _Continuó cuando él le obsequió su atención.

—Sí. _Respondió él con simpleza. —Y tú sola con tu madre. _Afirmó señalando una de las fotos.

—Solo somos mamá y yo, siempre fue así. _Dijo ella mirando hacia otro lado. Hades no podía dejar de mirarla, se le veía incomoda y al tiempo sonrojada.

—¿Y tus padres? _Continuó ella.

—Lejos. _Contestó.

—¿Por qué no viven con ellos?

—Porque... Como decirlo, ellos querían pasar una temporada solos.

Si el interrogatorio banal lo estuviera haciendo otro ser, estaba mas que seguro que ya lo habría mandado a la mierda, pero con ella no era así y ello lo tenía confundido, extasiado y exasperado en igual medida.

—¿Por qué no me besaste? _Se escuchó preguntar Adara y de inmediato se llevó la mano a los labios como si de esa forma pudiese frenar o borrar lo que acababa de decir.

No sabía porque había dicho eso en voz alta, pero lo hecho, hecho estaba y ya no podía acobardarse, entonces tragando fuerte y fingiendo una seguridad que no existía le sostuvo la mirada al chico que la miraba como si le hubiesen salido dos cabezas.

Hades no se esperaba que le preguntara exactamente eso, ella no paraba de sorprenderlo y de ponerlo en aprietos. Estaba preparado para que siguiera formulando estúpidas preguntas sobre su vida, pero no, ella cambió radicalmente el escenario mudándolo a uno que se le antojaba más interesante.

—Bueno si quieres...no tienes que decirme...es más, de hecho, si quieres puedes irte y ya...yo. Mira gracias por traerme la ropa, por curarme la resaca por todo. Pero en serio es mejor que te vayas.

Adara no podía parar el vómito verbal que Hades le provocaba con su silencio y es que era una tonta por esperar que el sintiera lo mismo por ella, era mejor dejar las cosas así, cada uno por su lado y todos felices.

En un momento Hades decidió dejar la chica en paz, era claro que ella le generaba pensamientos confusos y deseos que jamás experimentó, por ello tenía que apartarse y recordar la razón principal de su visita al mundo mortal. Así que resolvió tomarle la palabra y terminar la visita. Sin embargo, cuando con enojo llegó a la puerta, se detuvo y maldiciéndose así mismo se dio vuelta para verle una última vez, y casi sin poder evitarlo le respondió la pregunta.

—No te besé porque no estabas en tus cinco sentidos y no seré un caballero Adara, pero si beso a alguien me gusta que lo recuerde y que además nunca lo olvide.

Adara experimentó como un subidón de adrenalina se apoderó de todo su cuerpo y es que esperaba que le respondiera que sencillamente no la besó porque no le gustaba, pero no. Él no dijo eso, lo cual quería decir que era todo lo contrario. Entonces en este momento era todo o nada y ella lo quería todo.

—Ahora no estoy ebria Hades. _Dijo ella con seguridad, acercándose a él tratando de evitar que el pudiese terminar de abrir la puerta.

Hades sintió como el deseo se hizo cargo de la situación, cerro sus manos en puños convocando un control que no había, entonces no se hizo esperar más aceptó la invitación y ahí todo se fue a la mierda.

Adara no estaba preparada para el torrente de emociones que Hades despertó en ella. Él ubicó las manos en la cintura de la chica y la acercó hasta que ya no quedó espacio entre ellos, luego la beso. El beso empezó lento mientras se reconocían, mientras que él trataba de encontrar esa respuesta que le inquietaba ¿Qué era lo que ella tenía? Aun no lo sabía, pero pretendía descubrirlo.

Luego las cosas se salieron de control el beso se profundizó, su sabor era adictivo y en vez de verse aunque solo fuese un poco saciado, quería más, todo de ella.

Adara sintió como Hades la recostó en el sofá, no fue consiente en que momento llegaron hasta allí y tampoco le importaba, después él se acomodó encima de ella sin romper en ningún momento el beso. No pensaba con claridad, la bruma del deseo la cegaba. Nunca nadie le gusto tanto, hace algún tiempo tuvo novio y se le antojaba sexy, pero nunca como Hades, mucho se temía que nadie podría ser como él.

Las manos fuertes del joven tocaban su anatomía de forma conocedora, se iba deslizando por su espalda hasta llegar peligrosamente a sus glúteos, se tensó, pero no tenía miedo, con él se sentía propio, aunque algo en su interior esa parte pequeñita llamada sensatez le interrogaba inevitablemente.

¿Quería que pasara...todo? ... Pero... ¿hasta donde estaba dispuesta a llegar? ¿sería capaz de dar el siguiente paso con él? Un sujeto casi desconocido.

Y no es que fuese una santa ella hizo cosas con su antiguo novio. Nunca llegó a tener sexo como tal, pero si experimentaron otras cosas. Luego él se fue a la universidad y decidieron terminar la relación.

Pero ahí estaba Hades un hombre que en poco tiempo le hizo revaluarse todo, ella siempre pensó diferente, pero es que desde que él llegó ya no pensaba. En su cabeza solo estaba él, y ese irremediable deseo de estar cerca.

Él no paraba de besarle los labios, en el cuello, la clavícula. Se acercaba muy peligrosamente a su abdomen, el aliento en su ombligo le erizó cada vello de su cuerpo, después la sorprendió lamiéndolo y se arqueó. ¡mierda! como eso podía hacerla sentir tanto. Sus ojos se encontraron y el aire casi se le atoró en los pulmones al verse reflejada en lo que ella también sentía.

Hades estaba cegado por la pasión que la joven le provocaba, casi por primera vez en sus eones de existencia sintió algo parecido al miedo, y todo ello a causa del deseo que ella despertó en él. Si debía ser honesto, no sabía si podía seguir controlándose para no tomarla ahí mismo. Es que esos ruiditos que salían de sus labios y el retorcer de su cuerpo con cada toque, con cada beso. Estaba a punto de dejarse llevar por la locura y él no quería asustarla. Lo más seguro es que ella no estuviera preparada para todo lo que él tenía para darle, para todo lo que el mismo quería tomar de ella. Por ello, casi a regañadientes convoco la fuerza de voluntad que le quedaba y se separó de ella.

Adara protestó y se sintió un poco perdida cuando Hades se separó tan abruptamente de ella, se confundió un poco. Sin embargo, al verlo tan afectado como ella no pudo evitar sonreír y sentirse más segura de sí misma.

—¿Te burlas de mí mocosa? _Preguntó Hades juguetón, viendo exactamente que era lo que a ella le parecía tan gracioso, su excitación y dolía, por ello se exasperaba consigo por no tomarla y acabar con ese maldito juego de una vez.

—No me digas mocosa, no tendré menos de un año que tú. _volvió a sonreír. Era que se sentía realmente feliz, el estar así con él era maravilloso, no sabía que podría pasar mañana, pero por el momento solo pensaría en el hoy.

Inevitablemente se despidieron, un último beso, suave y hasta distante, ya que, Hades no confiaba en que pudiera convocar más fuerza para separarse de ella. Además, necesitaba espacio, meditar sobre lo que estaba sintiendo y es que en sus milenios y milenios de existencia jamás experimentó algo así.

Salió de la casa de su sibila y respiró la noche, luego dejo fluir algo de su poder. El cuervo cobró forma y surcó los cielos humanos mientras que en su interior el solitario y oscuro dios del Inframundo se debatía entre un gran dilema.

*voten y comenten saludos*

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