[3 años atrás...]
Tn estaba de pie frente al espejo del baño, observando la marca oscura que tenía bajo su ojo izquierdo. Soltó un largo y pesado suspiró mientras cerraba los ojos, lavó un poco su cara y volvió a mirarse al espejo, sobresaltándose al ver a Ayato de pie en el umbral de la puerta.
– A-Aya-to-kun... –tartamudeó nerviosa.
– ¿Cómo está tu ojo?
– Ahm. Bi-Bien...creo...
– ... –suspiró.– Lo siento.
La chica bajó la cabeza. Ayato se acercó a ella y la tomó de los hombros, haciéndola sobresaltar.
– Tranquila.
– ...
– ¿Te duele? Dime la verdad.
– ...Sí... –murmuró.
– Lo siento, en serio.
– ...Es...la tercera vez...desde lo que pasó en el Distrito 20.
– ...
– Dijiste que no...no ibas a hacerlo de nuevo –dijo con un nudo en su garganta, mientras sus ojos se cristalizaban.
– Lo siento, de verdad lo siento –la giró, para mirarla de frente.– Soy un bruto.
– ...
– Ven aquí –la abrazó.– No volveré a levantarte la mano de nuevo, lo prometo.
– ...Tú...siempre prometes... –murmuró.
– Esta vez es en serio...no volveré a levantarte la mano...no volveré a golpearte de nuevo ni a gritarte...No importa cómo, no lo haré de nuevo...
– ...
Tn tragó saliva y soltó un sollozo, comenzando a llorar finalmente. Ayato frunció el ceño, abrazándola más fuerte, se sentía terrible al hacerla llorar de esa manera...de nuevo.
[Semana siguiente]
En la semana que pasó Ayato se alejó de Tn, hablándole sólo lo suficiente y casi sin prestarle atención, algo que se le hacía extraño a la chica, y le dolía también. Una semana después, la joven decidió enfrentar a su novio.
Ella entró a aquella sala, viendo al peliazul sentado con su teléfono en la mano.
– A-Ayato-kun... –llamó, algo temerosa.
– ¿Qué quieres? –preguntó, más frío que de costumbre.
– Ah...Yo... ¿Hice algo mal?
– ¿Ah? –levantó una ceja, sin mirarla aún.
– Tú...estás muy frío...y alejado... ¿Hice algo mal? ¿Tú...estás molesto conmigo? ...Si hice algo mal...lo siento, de verdad –sollozó, mientras sus ojos se cristalizaban.
– ...Tch –suspiró.– Tonta –la miró.– No estoy molesto.
– ¿Entonces...qué sucede?
– Nada. No sucede nada.
– Pero tú...
– Tn...Ven aquí.
– ...
La chica asintió y se acercó a su novio, sentándose junto a él. Ayato tomó aire y la miró, aún serio.
– Tn...Me aburrí, no quiero seguir con esto.
– ¿Qué?
– Eso.
– ¿Tú...estás...estás terminando...conmigo? –tartamudeó, comenzando a soltar lágrimas.
– Sí.
– Pe-Pero...Ayato-kun...
– No quiero seguir, me aburrí. Y...me gustaría que dejes Aogiri.
– ¿Qué?
– No quiero seguir viéndote. Y no te preocupes, nadie de aquí te va a perseguir, hablaré con Tatara.
– ...
– Toma tus cosas y vete, no quiero verte de nuevo. Yo...sólo jugué contigo y te usé como quise, te golpeé también, así que entenderé si me odias.
Tn miraba al chico con sorpresa, no se esperaba que él le dijese aquello; sollozó, soltando algunas lágrimas, y se levantó rápidamente para salir corriendo a su habitación, donde se arrojó a la cama para llorar.
[Día siguiente]
A la mañana siguiente, Tn estaba empacando sus cosas para irse de aquel lugar; cerró su bolso y sollozó. La puerta se abrió, y ella secó rápidamente sus lágrimas.
– ¿Terminaste ya o seguirás llorando como una niña? –preguntó, cruzándose de brazos mientras se recargaba en la puerta.
– ...
La chica frunció el ceño y apretó la mandíbula, nunca había sentido tanto coraje antes. Se giró, mirando al chico.
– ¿Qué? ¿Estás molesta? Sabías que sólo salía contigo porque podía usarte, tú lo aceptaste así que no te quejes –frunció el ceño.
– Tú... –sollozó.– ...Tú...
Secó de nuevo sus lágrimas y lo miró molesta, quería golpearlo, pero no lo hizo, no se atrevía, le temía, así que sólo tomó sus cosas y salió rápidamente de aquella habitación, saliendo luego del edificio para desaparecer en la lejanía.
Touka suspiró mientras veía la nieve comenzar a caer. De pronto, su teléfono comenzó a sonar; curiosa lo tomó y observó la pantalla, sorprendiéndose al ver el nombre que en ella aparecía. Contestó rápidamente.
– ¡¿Tn?! –preguntó, preocupada.
– To-Tou-ka-san... –tartamudeó.– Y-Yo... –sollozó.
– Tn, ¿Qué ocurre?
– ¿Podrías...venir? Por favor...
– ...C-Claro. Dime dónde estás.
Touka tomó su abrigo y salió corriendo de aquella casa, llegando al parque en donde, su ahora ex-cuñada, la esperaba. Se acercó a ella rápidamente al verla sentada en un banquillo.
– ¡Tn!
La menor levantó la mirada, y al ver a la peliazul se levantó rápidamente y la abrazó, comenzando a llorar.
– Y-Yo...Lo-Lo siento...No sabía a...a quién llamar... –tartamudeó entre sollozos.
– Está bien, tranquila –calmó, abrazándola.– ¿Qué sucedió? ¿El idiota de Ayato volvió a pegarte?
– ...Él...terminó conmigo...
– ¿Qué?
En cuanto la pelinegra se calmó, ambas se sentaron en aquel banquillo a conversar, donde la menor le contó todo a la peliazul.
– Y...eso fue lo que pasó –finalizó.
– Ya veo...Así que ese idiota te golpeó de nuevo, y luego te terminó y te echó –frunció el ceño con disgusto.– ¿Sabe que no tienes a dónde ir?
– Sí...
– Ese mocoso... –suspiró.– No te preocupes. Puedes quedarte conmigo por ahora.
Tn abrió los ojos con sorpresa y la miró.
– ¿D-De verdad...?
– Sí –sonrió.
– Pero... ¿No seré una molestia? Es decir, yo...soy tan inútil y-
– Tranquila –interrumpió.– No tienes dónde ir, no dejaré que te quedes en la calle, aún eres una niña.
– ... –sonrió.– Muchas gracias Touka-san, de verdad...
– Está bien –se levantó.– Ven, vamos. Está haciendo frío.
– Sí –asintió, levantándose también.
[Actualidad]
Se separaron lentamente y volvieron a mirarse a los ojos, ella tenía un gran sonrojo en sus mejillas, y él uno leve.
– A...Aya...to... –jadeó.
– Te amo –confesó.– Todavía te amo.
Ella negó con la cabeza, mientras una lágrima bajaba por su mejilla.
– No...Tú no me amas...Jamás lo hiciste...
– Sí lo hago. Te amé y te amo.
– ¿Entonces por qué me dejaste ir? –sollozó.– Eres un-
Él volvió a besarla.
– Tn...
– Ayato...No –negó.
Ella volvió a sollozar y se alejó de él, estaba temblando ya.
– Lo siento...Tú no...Yo... –tragó saliva.– Gracias por el café. A-Adiós.
Secó sus lágrimas y giró, tomó al cachorro y comenzó a correr.
– ¡Tn, espe...! –suspiró.
Él peinó su cabello hacía atrás y soltó un grito, pateando los vasos de café. Se sentó y bajó la cabeza.
Tn se detuvo exhausta, bajó a su mascota y apoyó sus manos en sus rodillas mientras trataba de recuperar el aliento. Se incorporó y soltó un largo suspiro.
– Ayato... –sollozó.– Idiota –murmuró, secando sus lágrimas.