☁ Two ☁

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Tn tomó su abrigo y el ramo de rosas.

– Ya me voy. Nos vemos mañana, Touka, Yomo.

– Hasta mañana –saludó el hombre.

– Nos vemos mañana –sonrió la peliazul.

Tn sonrió y salió de aquella cafetería, fuera la esperaba un Mercedes Benz A200 color blanco; subió a él y sonrió al conductor.

– ¿Cómo te fue en el trabajo, Gatito?

– Bien, Kitten –comenzó a conducir.– ¿Tú? ¿Cómo terminó tu día?

– Bien. Me agoté un poco –rió.–, pero terminó bien.

– Excelente –rió.– ¿La escuela?

– Normal, como siempre.

– Bien.

El chico aparcó el auto en el estacionamiento del edificio, ambos entraron a él y subieron al ascensor, el cual los llevó al quinto piso, donde estaba su departamento. Entraron a él, el chico dejó su maletín y colgó su abrigo blanco de investigador, ella también colgó su abrigo.

– Me prepararé la cena –besó su mejilla.– ¿Te preparo un café?

– ¿No quieres que cocine yo? Tú debes estar cansado de tanto trabajo.

– Nah. No te preocupes, Kitten. Tú también trabajaste mucho hoy, puedo cocinarme yo –sonrió.

– ...De acuerdo –sonrió.

– Te preparo un café.

El rubio fue a la cocina, y la pelinegra dejó el ramo en un florero. Cuando la cena estuvo lista, él se sentó a comer y ella a beber su café, mientras ella hacía sus tareas escolares y conversaban. Al terminar, él lavó todo mientras ella subía a cambiarse. Se acostaron a dormir.

[Día siguiente]

A la mañana siguiente, Tn despertó y se incorporó, para luego estirar sus brazos, restregó sus ojos y miró a su lado, notando que su novio no estaba ya en la cama. Se levantó y se cambió de ropa, se arregló y bajó al comedor, donde el rubio ya había preparado todo el desayuno.

– ¿Haji? ¿De nuevo hiciste el desayuno? –rió.

– Sip –sonrió, saliendo de la cocina. Él ya estaba alistado para el trabajo.– Amo tu comida, amor –se acercó a ella, tomando sus manos.–, pero no me gusta levantarte tempano para que estés atada a la cocina –la besó.– Prefiero hacerlo todo yo, y consentirte –rió.

– ... –rió.– De acuerdo.

– Bueno, siéntate.

Ambos se sentaron a la mesa, para comenzar a desayunar.

– Ah, por cierto –mordió su tostada.– Mientras preparaba el desayuno, lavé la ropa.

– Te dije que no te preocupes, yo puedo hacer las tareas de casa, después de todo tengo menos trabajo que tú.

– No me gusta que estés atada a las tareas del hogar, además tú trabajas y estudias –bebió.– Si te molesta que lo haga yo, contrataré a alguien que limpie.

– No necesito una mucama o un mayordomo –rió.

– ¿Segura? Mi madre no hacía las tareas de casa nunca, mi padre tampoco, teníamos sirvientes...Tienen –se corrigió.– Aún tienen sirvientes –rió.

– Bueno, tus padres están acostumbrados a eso, yo no.

– Como quieras. Si cambias de opinión me dices, haremos todo lo que tú quieras –sonrió.

Yuanfen ☁ Ayato KirishimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora