Atrapasueños ✔️

By Karina-Vega

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Ana Sofía Montero, a sufrido de discriminación desde pequeña por sus orígenes latinos, además que a tenido u... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPITULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPITULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPITULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPITULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPITULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPÍTULO 62
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
EPÍLOGO
✿◉●•◦Agradecimientos◦•●◉✿

CAPÍTULO 16

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By Karina-Vega

┏━                   •◦⚜️•◦                    ━┓

¡HOLA!

LES ADELANTO OTRO CAP.

ESPERO LES GUSTE.

MUCHAS GRACIAS, POR SEGUIR MI HISTORIA. 😚

┗━                    •◦⚜️•◦              ━


Se detuvo al instante en el que pronuncié su nombre, pero no me miró; así que me paré para dar unos pasos en su dirección y suspendí mi andar a mitad de la oficina.

—Lo lamento, ¿de acuerdo?—Ella giró en mi dirección. Realmente no me caía bien, o eso creía, pues nunca fue así, pero ahora que la conocía un poco más me parecía...diferente, a como yo la recordaba, era más amable e incluso tenía un aire inocente que no había notado nunca. Aunque, si analizaba más los recuerdo en mi mente, me daba cuenta de que en realidad la mayor parte del tiempo era muy callada, mientras que su amigo siempre tenía algo que decir; no necesariamente inteligente claro está—estoy algo cansado y aún me duele la cabeza, así que...—Encogí mis hombros, no sabía como terminar la oración sin ser honesto de más, pues en parte era verdad, el cansancio contribuía a mi malhumor; sin embargo eran muchas cosas más, cosas que ocurrían en mi vida personal y aunque Ana no era tan irritante como yo creía, seguía sin ser mi persona favorita de ver en estos casos.

—Esta bien, lo entiend—Respondió con tanta naturalidad y un poco de recelo que me causo desconcierto.

No entendía, como es que la imagen en mi mente estaba tan distorsionada. Era incomprensible para mí, saber que ella era capaz de allanar una casa.

«No, esto es imposible» Algo tenía que estar tramando o tan sólo era el echo de que era su jefe y por eso se comportaba así.

—Bien, solo quería que lo supieras—Manifesté inseguro, no sabía porque, pero así fue.

—Yo sé que dije, que no lo volvería a decir pero...también lo siento.

—¿De qué hablas?—Arrugué la frente al no entender el, porqué.

—Bueno, sé que entendiste lo que te dije ayer—Recordó la incomoda situación de la noche anterior—y quería disculparme por hablarte así.

¿Qué?

Cada vez me convencía más de que esta no era la misma chica que conocí hace años.

—Descuida, también fui grosero—Me sinceré, aunque tenía que ir con cautela pues todavía no me fiaba de ella.

—¿Que te parece si hacemos una treguá?—Sugiró con la mano extendida.

Observé la mano de la chica por unos momentos, ya que no estaba seguro de aceptar, y no es que no lo considerada factible, pues trabajábamos juntos, pero el echo de que fuera amiga de ese sujeto hacía que mi sangre hirbiera al recordar todos los problemas en que logró involucrarme.

Exhalé.

—De acuerdo—Accedí pensando en que no tenía caso seguir odiandola; sin embargo, no bajaría la guardia aún.

—Ahora que hicimos las pases, ¿te puedo hacer una pregunta?

¿Más?

—Sólo hazla.

—¿Cómo es que me entendiste...ayer?—Indagó dudosa—¿Acaso sabes español?.

—No, tenía una amiga en la universidad que es española—Me daba gracia de cierta manera esa situación, pues sólo había sido mala suerte el que la entendiera—Usaba palabras similares a las que tu usaste, así que por eso tuve una idea de lo que dijiste.

—¿¡Una ideá!?—Exclamó perpleja. Su rostro afligido me hizo reír.

—Así es, si hubieras dicho alguna otra cosa, probablemente no te habría entendido—Dije con sorna dejando escapar una risa corta.

—Pero hablaste en español.

—Sí, como te dije, sólo sé un poco—Me encogí de hombros.

—Vaya, pero que mala suerte, aunque es bueno saberlo.

—No, ni se te ocurra hablar en español frente a mí—Advertí divertido, aunque hablaba en serio. Todavía no confiaba en que no me fuera a maldecir en su idioma.

—Descuida, no pienso arriesgarme otra vez—Rió y su sonrisa despedía un aire tan inocente que eso me hizo sonreír también. Sentí cierta satisfacción muy dentro de mi al verla, y es que, a decir verdad era muy agradable estar con ella, pero tenía mis dudas. No quería confiar de más.

El teléfono de la recepción sonó, interrumpiendo nuestra conversación.Ana salió a pasó veloz sin decir nada, para después avisarme que Thomson había llegado.

«Genila» Pensé irritado. No tuve tiempo de revisar el proyecto de Thomson, ya que había llegado tarde y eso me quitó tiempo valioso.

No dormí bien, pues me pasé la noche en vela consolando a mi novia, quien lloró hasta la madrugada por no haber obtenido el contrato con Vera Wang, ya que decidieron otorgar ese pribilegio a alguien más " delgada ". Eso la destrozó. Cuando llegué del trabajo la encontré en el piso chillando, llena de chocolate. Se había comido dos cajas completas, que compró por su cuenta, ya que no teníamos ese tipo de chucherías en la casa, pues ambos llevábamos una dieta estricta.

Meghan decidió cancelar la cena que le prometí la noche anterior por cambiar sus planes de remodelación. Aquello me hizo sentir algo de alivio. Tan sólo quería llegar a descansar. Estaba agotado. Había sido una semana estresante, aunque fue un sueño guajiro pues de igual manera no pude pegar ojo ante la depresión de mi novia.

La jornada laboral llegó a su fin. Pasaban de las cuatro, por lo que era probable que no hubiera nadie en el edificio.

Aún tenía que revisar unos papeles; así que, calculaba tan sólo un par de horas más de trabajo. Antes de continuar con mi labor, escuché vibrar el celular sobre el cristal por un pequeño momento. Al revisarlo vi que era un mensaje de Meghan, así que lo abrí, era corto y sugestivo.

¿Te gusta mi nueva adquisición? ¿Qué te parece si la probamos esta noche?

Seguido de eso, una foto adjunta que mostraba su nueva lencería. Sabía que su intención era excitarme, pero lo único que quería hacer esta noche era dormir hasta el 2020. Los párpados me pesaban y era difícil mantenerlos abiertos. Puse el teléfono en el cajón y me levanté de la silla para caminar hacia el sillón, y así acostarme un momento. Coloqué mi antebrazo sobre los ojos para tapar la luz artificial y sentí mi espalda relajarse contra el comodo mueble.

—Me retiro—Escuché la voz de Ana, resonar en el sólido silencio. Creí ya se había ido—¿Necesitas algo más?.

—No, estoy bien—Susurré algo ido ya—Puedes irte—Exhalé las palabras y el sonido de sus tacones se aproximaron a mí, después sentí su presencia tan cerca que casi la escucho respirar, pero no fue hasta que la oí preguntarme:— si estaba bien, que decidí mirarla.

Se encontraba a mí lado y muy cerca, ya que tenía las rodillas flexionadas para estar a la altura del sillón. Podía oler el perfume que despedía su cuerpo. Era un aroma fresco, seguramente de alguna flor que aún no lograba distinguir.

Me levanté de inmediato dejando un espació libre en el sillón, y no es que quisiera que se sentara a mi lado, si no más bien quería apartarme de ella, pues la manera en que me miraba me había puesto algo nervioso No sabía porque, pero así Era. Para mi pesar, decidió tomar asiento junto a mí.

—Si estas muy cansado, deberías ir a casa dormir—Sugirió. No la miré, sólo asentí sin pronunciar palabra alguna al tiempo que tragaba con fuerza—¿Estas bien?—Frunció el ceño.

Respondí nuevamente con la cabeza.

—Si yo...—Dejé de hablara al escuchar mi voz áspera. Aclaré mi garganta y continué—Tengo que terminar de revisar los informes del nuevo material que llegó—Hice saber y ella soltó aire, ansiosa, lo que hizo que girará mi cabeza en su dirección. No dijo nada, pero sus grandes ojos café expresaban inquietud. Sabía que quería decirme algo, pero probablemente mi comportamiento de antes la detenía—Dime—Accedí a su mirada suplicante.

—Pensaba...pensaba en que...podría ayudarte con eso—Murmuró dubitativa—, sabes...yo sé de eso...yo,—Enarcó una sonrisa nerviosa—, yo podría...—dejó de hablar al no obtener respuesta de mi parte.

Suspiré. Tenía mis dudas sobre sus intenciones, no quería, que si la dejaba hacerlo, terminara perjudicándome apropósito, algo que en muchas ocasiones hicieron ella y su amigo en el pasado.

—Bien—Expresé poco entusiasmado. Sería la ultima oportunidad que le daría—, pero no quiero ninguno truco.

Dirigió una mirada confusa hacía mi persona.

—¡Claro que no!—Exclamó indignada, y si no supiera de su pasado, me hubiera tragado por completo la sinceridad de sus palabras.

No dije nada más, sólo me puse de pie y caminé hacia el escritorio, tomé un expediente para después entregárselo. Le di un par de instrucciones y se puso manos a la obra.

Acabo de una hora ya habíamos terminado. Había recivido un mensaje de Meghan diciendo;—que sí quería ir a comer conmigo después de todo, yo no estaba tan seguro, pero accedí de igual manera.

El que Ana me ayudara me había dado un poco de tiempo, antes de que mi novia se desocupara en la agencia, por lo que podría dormir un poco en el auto.

—Gracias—Emití al estar en el elevador. Intuí que interrumpí sus pensamientos, pues tenía una mirada distante, como si estuviera reflexionando algo.

—No hay por que.

—¿Por qué quisiste quedarte? Es viernes en la noche. ¿Acaso no tienes planes?—Era mi turno de preguntar acerca de ella. Necesitaba saber que pretendía y porqué hacía esto, confiaba que lograría sacar aunque sea una mínima oración que pudiera  revelar que tramaba.

—De echo sí, pero la noche es joven aún—Chasqueó los dedos e hizo un movimiento de cadera, que no pretendió fuera sexy, sino más bien graciacioso. Eso me hizo reír— Debía admitir que tenía un aire de inocencia y jovialidad que la hacían ver realmente linda.

«Linda» Repetí incrédulo en mi mente. Jamás en mi miserable vida hubiera imaginado que pensaría que Ana Sofía Montero, la chica rebelde de la secundaria, fuera linda.

El elevador se abrió en el primer piso, en el cual la chica castaña descendió, pero antes de que las puertas se cerraran las detuve.

—Ana—Llamé y la joven se detuvó para mirarme—¿Tienes como irte?

—Am, sí...yo...tomaré un taxi.

—¿Quieres que te lleve?—Ofrecí, pues era lo mínimo que podía hacer por su ayuda.

—No yo, no—Negó claramente apenada—No te molestes.

—No es ninguna molestia.

—Am, yo...

—Insistó—La interrumpí, sabiendo que se negaría otra vez. La chica asintió dudosa por la avergüenza. Lo que creí; era extrañamente adorable.

Al llegar al estacionamiento, nos dirigimos al carro plateado, muy ostentoso a decir verdad. Resaltaba inmensamente entre los pocos autos que quedaban en el lugar. Debía admitir que ese era el punto, pues al menos podía sacar algo de provecho a mi situación. Así que compré el BMW i8 Coupé, de más de un millón de dolares, por puro capricho.

—Ponté el cinturón—Oredené sin ser autoritario al estar dentro del coche.

—Lindo auto—Elogió al tiempo que obedecía mi orden.

Agradecí con una sonrisa y presioné el botón de encendido para arrancar el coche y sacarlo del sótano. Le pregunté el destino de su reunion, al estar conduciendo por las calles de Nueva York, a lo que ella contestó el nombre de un bar/restaurante. No estaba cerca de mi destino, pero ya me había ofrecido llevarla, y no es que fuera una molestia para mí, pero realmente tenía mucho sueño como para conducir tanto.

El trayecto fue silencioso. Las únicas palabras que se pronunciaron fueron las de ella al darme direcciones que yo ya sabía, pues tenía mucho tiempo viviendo en Nueva York. Después de hacerle saber mi conocimiento sobre la ciudad la calma se hizo presente nuevamente.

Sí, era algo incómodo, pero no sabía que decir.

—No sabía que los proveedores de la compañía eran de Malasia—Rompió el silencio con una oración algo extraña a mi parecer.

—Así es—Respondí aún con la vista al frente.

—Entiendo—Susurró.

—¿Por qué el interes?—Me decidí a indagar luego de unos minutos—¿Ocurré algo?

—Aún no lo sé—Murmoró absorta, sin dejar de observar el panorama tras la ventana. Después de esas palabras no dijo más.

Fruncí el ceño, al no enteder aquella reacción pero decidí no insistir, además ya habíamos llegado a su destino.

—Gracias—Dijo la chica morena al estar en lugar indicado.

—Descuida, es lo menos que podía hacer por ayudarme—Fui sincero.

—Yo...quería ayudar.

No supe que decir, así que solo acepté con la cabeza.

—Hasta luego Skay—Se despidió desatando el cinturón.

—Hasta luego Ana.

—Sofía—Pronunció a medio camino de la salida del auto—, o Sofi—Continuó—No me gusta que me llamen Ana.

Dejé que la confusión se reflejara en mi rostro.

—¿Por qué?—Indagué extrañado por su confeción.

Guardó silencio unos instantes.

—Así se llamaba mi mamá—Reveló y salió del auto antes de que pudiera decir algo.

La miré rodear el cofre al tiempo que se despedía con la mano, y por primera pensé; en que realmente no sabía nada de ella.

¿Por qué había dicho eso? ¿Qué le había echo su madre para que odiara aquel nombre?¿Por que mencionó la palabra "llamaba"? ¿ Acaso había muerto?

A decir verdad, sólo había investigado sus antecedentes, porque sabía que los tenía, y quería mostrarlos a mi padre, para así persuadirlo de dejarla entra a Lexintong Corp. En realidad no sabía nada de su vida privada, sólo que era de bajos recursos cuando joven.

Mi padre me había mencionado que ella había sufrido mucho en su vida, en ese momento no le di importancia a su comentario, pero ahora me intrigaba un poco.

La personalidad extrovertida de Elayan opacaba por completo la de ella. Siempre estaba callada y me daba cuenta de que ciertamente nunca había hablado con Sofía, sólo con su amigo y al hacerlo simplemente los conectaba como si fueran la misma persona. Pero no era así, ahora me daba cuenta.Había algo más en ella. Algo diferente.

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