Thinking Underage [Mature Sty...

By singtomestyles

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Harry Styles, un importante inversionista financiero de California, sabe que perder es parte del trabajo. Sin... More

Thinking Underage
Aclaraciones
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Epílogo
Agradecimientos

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By singtomestyles

Escucho el rumor de unas voces, pero no entiendo qué dicen. Mi mente vaga entre los eventos de la tarde anterior; recuerdo mi rostro enrojecido y mi pulso tembloroso, los nervios y las palabras embutidas en mi mente, pero mi incapacidad de pronunciar una simple sílaba.

Apenas fui capaz de pedirle a Harry un tiempo para pensarlo, ansiosa en las entrañas por aceptar y rechazando sus ideas en la mente.

—¿Eva? ¿Estás escuchando, cariño? —distingo por fin la voz de mi abuela.

—Lo siento abuela, estaba distraída.

—Le decía a tu abuelo que no hemos empacado el bloqueador solar y quería saber si tú tenías —dice.

—Sí, tengo —contesto, y empiezo a mirar el paisaje por la ventana: solo veo arboles muy altos y varias aves volando de un extremo al otro.

De un momento a otro el auto gira hacia la derecha y para, no presto mucha atención al paisaje mientras tomo mi bolso y bajo, ya afuera me detengo a mirar a mí alrededor mientras mis abuelos bajan sus cosas. El lago no es muy grande, pero sus aguas brillan cristalinas bajo los rayos del sol, el mismo se encuentra rodeado de árboles enormes y algunas cabañas que distingo a lo lejos; sin embargo lo que llama mi atención es la diminuta isla en medio del agua, apenas cabe un árbol y algunos centímetros de césped en ella, y veo sonriente a una muchacha, sentada en el borde, mientras alguien más le toma una foto.

Encuentro a mis abuelos sentados entre las sillas de playa que hay acomodadas aleatoriamente entre el agua y el sendero hacia el bosque, entonces me siento a los pies de Maggie y aprecio mejor lo hermoso que se ve todo, dispuesta a disfrutarlo por completo y olvidarme del asunto de Harry.

—Cariño —escucho a mi abuelo hablar, segundos después de haberle pasado la pequeña botella de bloqueador solar, giro para mirarle y continúa: —, deberías ir a nadar un poco si eso quieres, luego de comer, tu abuela no va a dejarte —sugiere.

—Y claro que no —dice ella, mirándolo como si fuera algo obvio —. ¡Le van a dar calambres! —Concluye. Yo afirmo con una sonrisa y me levanto, quitándome el cómodo vestido que traigo puesto encima de mi traje de baño de una pieza. Acto seguido me quito los zapatos y embuto todo en el bolso en el que yacen el resto de mis cosas, entonces camino hacia el agua y me ingreso lentamente, permitiendo que mi cuerpo se acostumbre a lo fría que está.

Hablo muy poco con las personas que nadan cerca de mí, casi no hay gente y aquel detalle me permite disfrutar mejor de la experiencia, llego a la isla y me siento sobre el borde mirando, desde ahí, al extremo contrario al que se encuentran mis abuelos, notando la carretera y los pocos autos que pasan por ella. Luego de lo que me parecen apenas minutos escucho el llamado de mis abuelos que me indican que es hora de subir hacia las cabañas por algo de comer.

La vista desde la ventana en la que nos encontramos sentados es deslumbrante, ésta nos permite ver la totalidad del lago y a las personas que yacen a sus alrededores, ya sea sentadas o caminando por el borde. Mientras esperamos la comida, los pescados que son especialidad del lugar, observo el interior de la cabaña: es como todas, hecha de enormes troncos de madera, pero la cocina está en medio de todo, para presumir de la labor de los cocineros, y los ventanales llegan al piso, permitiendo que la visión sea amplia.

Tomo mi teléfono de mi bolso y noto varios mensajes de mi mejor amiga, algunos de Noah y solo dos del chat de mi mamá, pero el que llama mi atención es el mensaje que me ha llegado de Harry, mismo que decido ignorar cuando escucho la voz de mi abuela:

—Ayer me ha llamado tu madre, Eva, dice que pronto será la primera parada del crucero.

—Sí, he estado hablando con ellos por mensaje —contesto —, incluso me han mandado algunas fotos —comento, levantándome de mi lugar mientras busco las fotos que mi mamá me ha enviado. Reímos plácidamente con los gestos y poses extrañas que hacen mis padres entre los pasillos y atractivos del crucero. Ron mira a distancia con una sonrisa bastante acallada. Él es un hombre serio.

Luego de comer caminamos de vuelta hacia el lago, nuestros pasos son mucho más lentos mientras mie abuelos se turnan para contarme historias sobre sus experiencias en aquel lago, ya allí mi abuelo vuelve a adueñarse de una de las butacas y mi abuela y yo estiramos toallas sobre la arena, ella saca una revista mientras que yo retomo mi celular, dispuesta a leer los mensajes de Mary y comentarle un poco sobre mi día, sin embargo me sorprendo, de nuevo, con un mensaje recién recibido de Harry. No puedo ignorarlos toda la vida. Abro su conversación, aún insegura, deseando que no me hable sobre el asunto del día pasado, me sorprendo leyendo:

"Espero pases un lindo día con tus abuelos, Evangeline", recibido alrededor de las nueve de la mañana, y luego: "No olvides tomarte algunas fotos para mí", hace apenas unos segundos.

Sonrío con calma y me levanto, acercándome a mi abuela mientras abro la cámara en mi celular, luego de unas breves indicaciones me alejo de ella, sumergiéndome algunos centímetros en el agua, mojando apenas mis pies, mientras ella apunta la cámara hacia mí, retorno a ella y me sorprendo con la cantidad de fotografías que ha tomado, sonriendo con orgullo, tras pensarlo pocos segundos, me siento a su lado y opto por la cámara interna para capturar algunas imágenes con ella y Ron, al fondo, dormitando.

El camino de retorno estuvo colmado de conversaciones sobre lo maravilloso del lugar, que no ha cambiado casi nada según ellos, y un elogio al clima por estar de nuestro lado. Tras bajar del auto y entrar en la casa, me llamo la atención a mí misma pues no le he respondido a Mary en todo el día, entonces decido llamarla para escucharla hablar sobre el muchacho con el que está gastando el verano.

—Es maravilloso, Eva —comenta luego de varios minutos de contarme lo que ha hecho en estos días.

—Solo no quiero que salgas herida, Mary —contesto con una risilla suave —. Bueno, Noah y yo podemos hacernos cargo si algo así pasa, ya sabes, con la pala para nieve que tienes en tu cochera —la escucho reír con ganas hasta que para de repente, como recordando algo.

—¡Dios mío, Noah! —Grita —Tengo que contarte algo sobre él, Eva.

—Sabes que puedes contarme cualquier cosa —digo, dudando de mi misma, como si presintiera lo que fuera a decirme.

—Yo... él... Noah está saliendo con una de las chicas que ha venido, Rose o Roma, no sé bien, pero es una buena chica —dice ella, con el tono de voz exponiendo su inseguridad al avisarme tal cosa.

—Oh —me las arreglo para vociferar tras segundos de incomodo silencio. Siento un nudo en la garganta y me la aclaro con una tos ridículamente falsa.

—Son romances de verano, Eva, no creo que sea nada...

—Mary, yo... debo ir a cenar, te hablo mañana, saluda a todos por allá —miento antes de colgar y permitir que un sollozo abandone mis labios.

Mi mente se siente contradictoria, pensando en todos los ilusorios planes que había soñado con Noah: los besos a escondidas en los pasillos de la escuela, las caminatas hacia casa tomados de la mano y el baile de graduación a su lado; y retándome a la vez por las cosas que yo he estado haciendo con Harry en ausencia del chico que se supone que quiero.

—¡Por Dios, soy una hipócrita! —me digo, jalando mi cabello mientras lloro con molestia.

A la hora de la cena estoy cabizbaja comiendo muy lento de mi ensalada, entonces escucho la voz de mi abuelo romper el suave eco de la música de la radio:

—¿Pasa algo, cariño? —pregunta, provocando que levante la mirada, negando con la cabeza.

—Debe estar cansada, Ron —dice mi abuela, entonces asiento, no queriendo responder con palabras, por miedo al quiebre en mi voz.

—Cansada de pasarse el verano encerrada con dos ancianos que no saben hacer nada mejor que dormir y cuidar el jardín —alega él.

—¡Abuelo!

—¡Ron! —gritamos Maggie y yo al mismo tiempo.

—No me puedes negar que estás aburrida, Eva —levanta sus hombros —. Apenas salimos una vez cada que se nos ocurre hacer algo entretenido, pero ni Maggie ni yo tenemos la energía de la juventud para que pases un buen verano —dice con pena, mi abuela lo mira con molestia pero no dice nada.

—No voy a mentir y decir que es el mejor verano de mi vida, pero la estoy pasando bien con ustedes —respondo, ordenando mis palabras para no sonar grosera ni herirlos.

—¡Te lo dije, Margaret! —festeja, pero no se siente del todo alegre.

—No me molesta leer en el sillón —digo, sintiéndome un poco culpable por mi mentira.

—¡Ya sé! —Grita Maggie luego de haberse quedado en silencio y pensativa por un buen rato, Ron da un respingo en su silla por la sorpresa y yo estallo en risas —Quizá podrías pasar algún tiempo con gente que se aproxime a tu edad —me mira, yo solo espero a que siga, sin comprender a dónde va su discurso —. Tu abuelo y yo tenemos que ir a vender rosas a la feria de plantas mañana y sé que no estás entretenida allí, y qué mejor que aprovechar ese tiempo para no quedarte sola en casa —concluye.

—¿Qué dices, Margaret? ¿No ves que no hay nadie de su edad en el pueblo? —pregunta Ron con la misma duda que yo. Todos sabemos que los jóvenes se han ido a pasar un verano decente. Mi abuela sonríe con mucha altanería antes de hablar.

—Bueno, está el pequeño hijo de los Montgomery —ríe y yo la miro con un gesto de desentendimiento, el niño tiene dos o tres años —, o puedes pasar un rato con Harry —agrega y me mira mientras siento mi rostro palidecer y mis ojos abrirse enormemente por la sorpresa —. Es lo más cercano a tu edad en el lugar, es amable y ya pasaron un tiempo juntos aquella tarde de la reunión vecinal.

—¡Claro, Harry! —asiente Ron mientras yo sigo muda, mirándolos con asombro.

—¿E-el vecino de enfrente? —pregunto, pensando en la respuesta que él espera de mí y en la confusión asentada en mis entrañas a causa de las noticias sobre Noah.

—¡Sí, cariño! —Contesta Maggie, terminando de comer.

—Debe ser un hombre ocupado, abuela, es empresario —intento excusarlo. Observo a mi abuelo reír suavemente antes de decir:

—¿Un domingo, Eva? Puedo llamarle y pedirle el favor, no quiero que te la pases sola en casa.

—Bien, dame su número, yo le hablo —digo, tratando de salirme con la mía. Puedo no llamar e inventar que está ocupado para atender a una chiquilla.

—Tonterías, le llamo yo ahora mismo —le escucho decir y lo veo levantarse de su lugar, mientras yo siento como mi silla me traga viva.

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