26.

3.4K 235 37
                                    

El silencio en que nos encontramos se siente incómodo, pero, personalmente, no me siento con fuerzas para decir ni una sola palabra, temiendo desmoronar el calor en el que su cuerpo y el mío se abrazan, temerosos de que llegue el momento de la despedida.

Harry yace ahora en el asiento del piloto, conduciendo lento mientras mi cabeza se apoya en su hombro y su brazo se cruza por detrás de mi espalda hasta que sus dedos rozan la piel de mi antebrazo y trazan garabatos sin sentido; las calles se sienten pequeñas, diminutas, como que avanzan demasiado rápido y el fin del camino parece estar muy cerca para mi gusto, y a pesar de esto, el auto no parece llegar nunca a la acera de mis abuelos.

-¿Es el fin? -pregunto con debilidad en la voz, con la ansiedad batiendo mi corazón a mil kilómetros por hora, a sabiendas de la respuesta afirmativa del castaño que conduce a mi lado.

-Es lo necesario, Evangeline -contesta sin quitar su vista de la calle -. Es para lo que fuiste a buscarme ¿no es así? -consulta y no puedo evitar suspirar con resignación, asintiendo sin decir ni una sola palabra.

Observo por fin la calle de mis abuelos por la ventana y la terrible necesidad de decir mil cosas para que el momento dure un poco más me invade de repente. Sin embargo, no digo nada. El asfalto pasando debajo de las llantas es el único sonido que puedo escuchar hasta que Harry estaciona el auto en la puerta de entrada, tal y como mis padres lo dejaron al inicio del verano.

-Lo mejor será que entres a dormir y yo me encierre en casa antes de que empiece a amanecer y salga algún vecino curioso -dice él, calmado, demasiado tranquilo para mi gusto, y me molesta.

No me gusta que solamente sea mi voz la que tambalea al hablarle, o que sea solo mi respiración la que parece olvidarse de como seguir cuando sus ojos verdes me miran fijamente. No me agrada para nada que él se vea tan pulcro, tan fuerte, tan bien a pesar de haber pelado conmigo; y que solo sea yo la que luce fatal, desmoronada y con los ojos todavía llorosos. Todavía hay un gallinero en mi pecho, impaciente por soltarle mil palabras son miedo a sonar grosera o desalmada, hay centímetros en mi cuerpo que arden de rabia por la estabilidad que Harry mantiene, sin un cabello fuera de lugar.

Me dispongo a maldecir de nuevo cuando toma mi mano y me hace mirarlo a los ojos: su mirada verde se ve apagada, como gastada o derrotada, totalmente diferente a como la había visto segundos atrás mientras el auto seguía andando. Sus labios dudan en soltar palabra alguna hasta que terminan cediendo y dice:

-Todavía puedes tomar prestado alguno de mis libros, Evangeline -dice y ríe suavemente, como arrepentido por haber dicho aquello.

-Tengo algunos pendientes aún, pero lo tendré en cuenta, gracias -respondo, dispuesta a salir del auto lo antes posible para poder llorar tranquila en mi cama.

-Evangeline... -dice, apretando mi mano para que vuelva a mirarlo.

-¿Sí?

-No quiero que llores -dice, y por el tono que usa cualquiera pensaría que Harry es un desalmado, sin embargo, yo sonrío entre las ganas inmensas de llorar, reconociendo su voz mandona.

-Está bien, Harry -digo, aunque no sé qué tanto está bien de verdad.

-Intenta no robarle el auto a nadie si no puedes conducir, Evangeline -dice, tratando de hacer la despedida un poco menos amarga. Su mano todavía aprieta la mía con suavidad, sus ojos miran a los míos con insistencia, como buscando el minuto de quiebre en el que las lagrimas no puedan más y escapen entre mis parpados. Pero no lloro.

-Dijiste que no llore, no voy a hacerlo -digo, recordando todas las veces en las que fui muy obediente con Harry sin siquiera entender el motivo, recordando todas aquellas veces en las que terminaba por echárselo en cara para que no pudiera protestar por alguna desobediencia.

-Gracias -dice con sinceridad, entonces su agarre se aliviana en mi mano y parece que oficialmente es el final, va a bajarse y todo habrá terminado.

-¿Harry? -intento retenerlo por un breve lapso de tiempo más, mientras me habitúo a la idea de no tenerlo más.

-¿Si, cariño? -contesta él, volviendo su mirada a la mía.

-Te quiero -admito, sin planearlo. Realmente no había pensado bien qué iba a decirle, solo sentía la furiosa necesidad me mantenerlo dentro del auto un poco más. Entonces me siento débil, estúpida y expuesta. El arrepentimiento no tarda mucho en inundar mi sistema sin piedad alguna, y mis mejillas arden, queman, mientras se apodera de ellas el color rojizo.

Harry me mira con sorpresa, la pequeña mueca en sus labios parece molestia, como si aquellas fueran las ultimas palabras que hubiese deseado escuchar en su vida entera.

Me quiero bajar.

No quiero estar más en este auto con él mirándome de ese modo.

El silencio en el que volvemos a asentarnos parece quemar mis sentidos.

Mi respiración se torna ansiosa de nuevo a causa de pensar de más todo lo que está pasando, sintiéndome débil por no ser capaz de controlarlo todo.

Cierro mis ojos tratando de recordar las palabras de Mary, años atrás, cuando tuve mi primer ataque de pánico por alguna razón que no recuerdo: "cambia de tema, respira hondo, inhala muy lento, exhala en la mitad de ese tiempo". Entonces siento la respiración tibia de Harry cerca de mi rostro, lo cual me obliga a abrir los ojos. Él yace cerca, muy cerca, pero no me mira. Está mirando mis labios, sin disimulo, sin pena ni vergüenza. Y no me molesta. Se acerca con una lentitud torturadora, no parece él mismo, toda la fuerza y las ganas de controlarlo todo parecen haberse esfumado de su cuerpo, dejando a un Harry que parece incluso dubitativo de juntar sus labios con los míos.

Pero finalmente lo hace. Con suavidad. Sin arrebatar mucho de ellos. Como una suave caricia de la seda más fina. Y en breve se aleja.

Lo observo abrir la puerta del auto mientras su cuerpo se distancia del mío.

-No debía ser así, Evangeline, pero yo también te quiero -dice, finalmente, y se baja, cerrando la puerta con calma.

Segundos me toma bajarme después de él, pero no lo sigo, me dirijo a la puerta de entrada e intento no mirar atrás.

Sin embargo, volteo un breve segundo antes de cerrar la puerta, mirando a través de la calle para encontrar la mirada de Harry a través de la suya, entonces ambas se cierran al mismo tiempo, concluyendo lo que sea que se pueda llamar aquello que había pasado entre nosotros. 

*********************

Las paginas de los libros avanzan una tras otra mientras estoy recostada en mi cama con el ventilador de mi abuela, no hemos almorzado hace mucho, pero ya los trastes están todos lavados y la cocina acomodada. Mi teléfono no ha parado de recibir mensajes de Mary y Noah, y todo pinta como si el verano se hubiese ordenado y todo volviese a ser como debía haber sido desde el inicio.

Sin embargo, la tranquilidad de mi dormitorio no dura mucho cuando el sonido de una llamada entrante abruma el ambiente. Contesto sin mirar quien llama, suponiendo que mi padre, mi madre o mi mejor amiga intentan contarme alguna cosa interesante sobre su verano en contraste con el mío.

-¿Evangeline? -escucho la voz masculina del otro lado de la línea, y siento como mi corazón amenaza con detenerse.

Harry habla suavemente, pero, incluso así, puedo reconocer la ansiedad en sus palabras, quizá no tartamudea porque es un hombre muy inteligente, pero su voz se siente arrítmica, aunque intente disimularlo. Lo escucho en silencio, deleitándome con sus palabras acariciando mis oídos.

La llamada es breve. Sus palabras apenas me dan a entender lo que desea pedirme, pero finalmente acepto: Harry quiere enseñarme a conducir.

Y no me siento decepcionada. No me siento triste ni espero obtener más.

Incluso me aplaudo a mí misma.

Aunque deseo con toda el alma que los minutos se vuelvan atrás y las palabras de Harry me animen a ir a su casa para adueñarnos el uno del otro.

Pero voy a aprender a conducir.

Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora