3.

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Suelto el aire que ni sabía que estaba conteniendo, hago un enorme esfuerzo para abrir y cruzar la puerta principal sin mirar atrás, sin mirarlo a él.

Mis abuelos me saludan entusiasmados, alegres de que haga algo más que solo estar en mi habitación encerrada. Hablamos unos minutos sobre su reunión, que felizmente, concluyó con la unanimidad en invertir en el asfaltado, y luego comento un poco sobre lo que almorcé, pues es lo que realmente les preocupa. Antes de irme a leer, me dejan saber que hay comida en el refrigerador.

Ya en mi dormitorio, me acuesto en la cama y suelto un suspiro, regañándome por las mariposas que Harry me ha hecho sentir con su cercanía. ¡Por Dios, Eva! ¿No querías dar tu primer beso con Noah? ¡El mejor amigo que tiene tu edad!

Sacudo mi cabeza, sonriendo por mis estúpidas ideas. No es como si Harry fuera a besarme de todos modos. Me acerco a mi mesa de noche y tomo mi libro, no sin antes mirar la foto que yace ahí: Mary, vestida de rojo, cruza su brazo por sobre mis hombros, en un abrazo, y en su mano se levantan dos dedos haciendo el signo de paz, yo saco la lengua con molestia, pero sé que estoy a segundos de estallar el risas, y a mi otro costado está Noah; su boca hace un puchero, con las mejillas un poco infladas, y su mirada yace sobre nosotras, más fijamente sobre mí.

Pienso en lo mucho que los extraño, realmente quisiera tomar las llaves del auto de mis padres, perder el miedo que tengo a conducir y llegar hasta ellos, pero sé que es una locura, entonces solo abro el libro en la página en la que me había quedado, y retomo la lectura, sin embargo no puedo avanzar muchas líneas sin empezar a recordar todo lo que paso con Harry.

***

Salimos de la casa de los Montgomery, Harry camina rápido, a unos pasos por delante de mí, y en un veloz movimiento le veo sacar un juego de llaves del bolsillo delantero de su pantalón, su ropa me provoca una sonrisa, pues todos están casuales, con jeans o pantalones cortos, mientras él lleva un pantalón de tela, semi formal, con una camisa y zapatos de vestir negros.

Su mirada me busca, y solo así reparo en que me he quedado mirando sin caminar más, Harry está a varios metros, cerca de un Range Rover negro, me hace un gesto con la cabeza para que llegue a su lado de una vez, y cuando es así, me abre la puerta y luego camina por adelante hasta llegar a su lado y entrar. Con una sonrisa poco amistosa, pero sensual, cierra las puertas y enciende el auto.

—¿Prefieres abrir la ventana o que ponga el aire acondicionado? —pregunta con un tono modesto.

—Como desees —respondo, sin darle mucha importancia, tratando, con todas mis fuerzas, de solo mirar adelante o hacia mi ventana, evitando su rosto y, sobre todo, sus intimidantes ojos verdes —, realmente no me importa mucho, de todas formas hace calor.

—Aire acondicionado será entonces —comenta, como hablando consigo mismo. El breve momento de silencio que se asienta sobre nosotros me hace sentir pesada e incómoda. ¿Qué demonios hago con un completo extraño en un auto con vidrios polarizados? ¿Por qué permitieron esto mis abuelos? —. Bien, lamento que esto sea incomodo ahora mismo. ¿Podemos hacer algo para romper el hielo? —dice, yo volteo a mirarle y él sonríe como tratando de calmar mi nerviosismo.

—¿Tan obvia soy? —pregunto, casi sin querer —. Yo... eh... Bien. ¿Qué podemos hacer? —intento arreglarlo. Él solo deja escapar una suave carcajada, y retorna sus ojos a la calle.

—Conocernos un poco para que dejes de pensar que soy un asesino serial de niñas lindas —dice, dejándome más nerviosa y desconcertada que antes. ¿Niñas lindas? ¿Qué? —, por ejemplo, yo sé que te llamas Evangeline Gadaff y tienes dieciséis años —sonrío, recordando nuestro primer encuentro.

—Bien, Harry, solo sé que tu nombre es Harry Styles —comento.

—Sabes también que soy vecino de tus abuelos.

—Eso no cuenta —sonrío.

—Entonces, soy Harry Styles, vecino del señor y la señora Gadaff, tengo veintisiete años y tengo una empresa de inversiones en California.

—¿Qué demonios hace un empresario viviendo en este pueblo? —pregunto sin querer, pues es algo que pensaba más para mí misma.

—No digas groserías, Evangeline, no suenan bien en una niña —me reta.

—Lo siento —respondo, por inercia, y muerdo mi labio inferior con propósito de callarme.

El pueblo no es muy grande, así que antes de que me pueda preguntar algo, o antes de que siquiera mi cerebro pueda figurar alguna palabra, él para frente a un pequeño local que ofrece comida italiana, haciéndome saber que hemos llegado.

Harry es muy amable y modesto a la hora de abrirme el auto para permitirme salir, y luego caminar a mi lado hasta ingresar al restaurante, donde me ayuda con la silla para, posteriormente, sentarse al frente. Sin muchos rodeos él pide una copa de vino, especificando cuál y cómo lo quiere en términos que no comprendo, yo pido un jugo y ambos pedimos el mismo plato de pasta.

—¿Por qué un pueblo, Harry? Puedes vivir donde se te antoje —pregunto cuando el mesero se retira luego de traer nuestras bebidas.

—Se me antoja vivir aquí, Evangeline. La ciudad es demasiado ajetreada, aquí hay calma —responde mientras toma la copa entre sus dedos y, finalmente, bebe un poco. Asiento, sin darle muchas vueltas al asunto. Yo amo la ciudad.

En minutos, nos sirven la comida, pero estoy absorta mirándolo, sin darme cuenta que él lo sabe, entonces me mira, con una media sonrisa difuminada en sus labios y pronto su rostro es serio.

—Come de una vez —ordena, y yo acepto sin dudar, mientras mi cara se forra en un color rojo como el mantel.

***

Despierto de aquella ensoñación cuando escucho a mi abuela decirme, a través de la puerta, que a cena va a estar servida en unos veinte minutos. Miro mi celular, para saber qué hora es, y me sorprendo cuando el reloj de la pantalla de bloqueo me avisa que son las seis.

Bien, bravo Evangeline, has pasado dos horas soñando despierta con el vecino de tus abuelos, el vecino que es once años mayor que tú, el vecino que quieres besar, por el que sientes tensión, incluso si apenas estabas hablando de tu mejor amigo, Noah, que siempre te ha gustado y que tiene la edad apropiada para ti.

Pero la voz de Harry me sumerge en un ensueño de nuevo, me fascina la sensación helada que su tono ronco provoca en mi anatomía, y me siento tan débil a su lado. ¿Será por eso que no dudo, ni un segundo, en obedecer sus órdenes? No le hago caso ni a mis padres cuando me hablan en ese tono, pero con Harry no dudo, me gusta hacerle caso porque sé que a él le gusta que lo haga. ¡Evangeline, para! Por Dios. Eres una chiquilla, él un adulto, y a ti te gusta, desde siempre, Noah.

Ceno en silencio mientras mis abuelos me cuentan sobre las atracciones del pueblo. De nuevo. Y sigo sin encontrar nada de esto entretenido. Preferiría estar el jacuzzi de la cabaña de Mary, posiblemente gastando mi primer beso con el chico de mis sueños, Noah, mientras el mundo a mi alrededor desaparece.

Me ofrezco a lavar los platos tras comer, y mis abuelos suben cada uno a hacer sus cosas, mi abuelo se ocupará de sus libros y mi abuela de su tejido. Yo limpio en silencio, a veces tarareando canciones que sonaban en el auto de Harry cuando retornábamos.

Harry. Pensando en Harry de nuevo. Recordando su caballerosidad y las canciones que sonaban durante nuestro silencio, que ya no era incómodo. Mientras yo gastaba toda mi energía en terminar el cono de helado sin mirarle, para evitar aquella sonrisa medio maligna que suele poner cuando piensa mal mis acciones.

Me voy a mi habitación y por fin mi mente me permite concentrarme en la lectura, pero, cuando se hacen las once y empiezo a sentirme adormilada, vuelvo a pensar en su toque, su delicado dedo limpiando la comisura de mis labios; en su sonrisa de autosuficiencia cuando le miro, porque sabe lo que provoca; y sus ojos oscurecidos, bastante intromisivos, pero no incomodos.

Joder. ¡Joder! Creo que Harry Styles realmente me gusta.

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Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora