9.

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9. "Eva".

Regreso a casa ensimismada, no me he quedado mucho tiempo con Harry pues tenía muchos asuntos pendientes que resolver sobre alguna inversión que, aparentemente, no ha ido muy bien. Deseaba quedarme con él y darle algún tipo de apoyo, pero de todas las personas en el mundo, me sentía la menos indicada: no tengo ningún tipo de experiencia en la espalda para dar consejo útil, y mis abuelos se preguntarían dónde estaba si no me encontraban para la hora de la cena.

Antes de salir Harry me preguntó, en un tono que parecía más una exigencia por una respuesta afirmativa, si podía pasarme por su casa al día siguiente. Acepté, pues no tenía nada planeado, y no era como que el techo de mi habitación fuese más entretenido.

Con urgentes ganas de contarle a Mary el progreso de mis días marqué su número en el teclado para la video-llamada, pero cuando el sonido del segundo pitido llegó a mis oídos me sorprendí colgando. Mary me había pedido que no me involucrara con Harry, ella desconfiaba de sus intenciones, pero yo, prácticamente, ya había aceptado todas y cada una de ellas, aún temerosa. "No voy a lastimarte", me había prometido, y aquel ápice de confianza que había generado por él me mantenía sujeta a las decisiones que había tomado.

Había pasado varias horas ayudando a Harry con el orden de los papeles, luego del beso que selló nuestro secreto pacto no habíamos tenido ningún roce, por ello la cena llegó no mucho después de que entré a casa con la excusa de que había estado leyendo en un parque que había encontrado el día en que ellos fueron al centro comercial. Hasta tenía el libro en mis manos.

—¿El Retrato de Dorian Gray, eh? —Comenta mi abuela cuando nos sentamos a la mesa, yo asiento, algo tímida —He leído ese libro bastante más vieja de lo que tú lo haces, pero desearía haberlo hecho antes —sonríe cálidamente.

—Me lo ha recomendado mi profesora de literatura —miento, un poco nerviosa —. Ha dicho algo así como: "No lo tomes como un libro de literatura puramente, es una reflexión sobre la inutilidad del arte" —hago las comillas con mis dedos, escuchando la voz de Harry diciendo esas palabras en mi mente. Mi abuela asiente.

—De filosofía no entiendo mucho, cariño, le he dedicado mi vida a las plantas y a las lecturas aleatorias, pero puedo decirte que en ese libro comprenderás que la inutilidad del arte no se debe a que sea inútil realmente, sino todo lo contrario.

­—¡Por Dios, Margaret! Háblale español a la niña —dice mi abuelo con el gesto confundido.

—Ella entiende, Ron, no es imbécil —contraataca mi abuela, yo sonrío tibiamente mientras como un bocado del pollo en mi plato. La cena no tiene más percances, de hecho termina pronto porque hay un partido importante que mi abuelo no quiere perderse. Lavo los platos, veloz, y me disculpo con ellos para irme a mi dormitorio, haciéndoles saber de mi apoyo a su equipo en la lejanía de mi incomprensión por aquel deporte.

Observo mi celular por curiosidad. Harry ni siquiera tiene mi número, no es como si pudiera llamarme. Sin embargo, veo la lucecita morada que me indica que tengo notificaciones: son mensajes de Mary y Noah. La primera se disculpa por no contestar, contándome que ha encontrado al chico de sus sueños entre los amigos de su hermano. Noah solo me desea una buena semana, sugiriéndome que todavía hay tiempo suficiente para que me escape hasta la cabaña. Sonrió instintivamente, aún más emocionada cuando veo que ambos tienen la foto que yace en mi mesita de noche de perfil. Contesto sin contar mucho y me dispongo a dormir. Es jodidamente temprano, pero no tengo ganas de leer y no hay nada más que hacer.

Por la mañana, despierto muy pronto, mis abuelos han dejado un desorden de mantas en los sofás, pero siguen durmiendo arriba. Acomodo un poco y me dispongo a preparar el desayuno. El café inunda mis fosas nasales, provocándome disgusto. No le hayo lo "delicioso" a aquella bebida, siempre he preferido el té. Ron baja y me propone acompañarlo a hacer unas cuantas entregas por el pueblo, todavía se dedica a vender plantas ahora que se ha jubilado. Acepto sin dudarlo y me cambio por algo cómodo. Anotando en mi memoria que debo lavar mi ropa, cosa que no he hecho desde que he llegado.

Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora