22.

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Suaves pasos y el eco silencioso de una voz que susurra mi nombre provocan que despierte, abriendo los ojos lentamente, temiendo la luz, sin embargo me recibe el tenue brillo de una lámpara y nada más. Harry me mira y sonríe suavemente antes de decir:

—Evangeline, son las cuatro de la mañana, desearía no molestarte pero creo que lo mejor es que te marches ahora antes de que nos quedemos dormidos sin cuenta de que amanezca.

No me siento capaz de formular palabras coherentes, sumida en el cansancio, así que solo asiento y me levanto, notando mi desnudez y cubriéndola al instante. Harry ríe y me tiende mi ropa, misma que me pongo con dificultad, sintiendo el deseo de mis ojos de quedarse cerrados y poder descansar, sin embargo me fuerzo a seguir y, finalmente me levanto vestida. Harry se acerca y acaricia suavemente mis mejillas antes de besar con calma mis labios para empezar a caminar a mi lado hacia la puerta de entrada.

Adormilada, arrastro mis pies con pesadez e incluso observo el sofá de Harry como una opción maravillosa a mis plegarias por poder dormir, pero la parte más despierta de mi cerebro me mantiene de camino a la puerta, misma que abro con lentitud; pero antes de poder siquiera poner un pie fuera, siento la mano de Harry envolverse en mi brazo y jalarme hacia su cuerpo, murmurando en mi oído que no me mueva.

—Hay alguien afuera, Evangeline —susurra y camina hacia el otro extremo de la sala, alejándonos de la puerta. Todo el cansancio y la sensación de estar adormilada desaparecen de mi cuerpo al instante en que oigo esas palabras, y siento como mi corazón palpita a una velocidad inhumana mientras mi mente empieza a formular mil escenarios en los que Harry y yo somos descubiertos y los problemas de aglomeran y explotan. Harry me pide que respire con calma y que, en pasos veloces y silenciosos, me encierre en su cuarto mientras él echa un ojo.

El aire parece insuficiente para mí, sin embargo sigo sus órdenes en silencio y, por fin encerrada en el dormitorio, siento la adrenalina esfumarse de mi cuerpo y caigo en un sentimiento de terror, por lo que empiezo a sollozar a la par que escucho algunas voces provenientes de la entrada.

No sé bien cuánto tiempo pasa hasta que Harry cruza la puerta del dormitorio y me descubre sentada en el borde de la cama, cabizbaja.

—¿Estás llorando? —pregunta, levantando mi rostro con la mano, notando las lágrimas en mis ojos. Afirmo con la cabeza, de todas formas no puedo negarlo —Oh, cariño —susurra mientras me abraza, acariciando suavemente mi cabello. Se aleja y se levanta, entonces me levanto tras él.

—¿Quién era? —cuestiono, limpiando mis lágrimas y ordenando mi cabello un poco.

—Era Zack, uno de mis empleados, estaba ebrio y realmente no entendí lo que decía, pero lo he despachado en un taxi —dice, e inmediatamente acaricia mi mejilla —. Lamento tanto haberte asustado, cariño —consuela —, también me asusté cuando te vi con un pie afuera y alguien subiendo el porche. Pero no es nada.

—Lo siento —digo, tranquilizando mi propia respiración —. Siento tanto no haber mirado.

—No fue tu culpa, Evangeline, son las cuatro de la mañana. Es Zack quien debe hacerse cargo de sus actos, de sus irresponsables actitudes —dice, con la mirada sería que me eriza la piel con temor —. Ahora creo que deberías irte, cariño, antes de que amanezca —sugiere, depositando un beso en mi frente.

Cuando abro la puerta de nuevo, miro varias veces antes de salir en un pequeño trote, no sin mirar atrás, hacia Harry, cuyos labios dibujan una pequeña sonrisa apenas visible.

Antes de dormir hago un ejercicio de respiración para tranquilizar el miedo que todavía siento en mi interior, y cuando me tranquilizó hasta me siento mal por Zack, quien seguramente la pasará muy mal cuando le toque enfrentar a Harry Styles.

***

No sé bien la hora, ni siquiera me esfuerzo en mirar mi celular para enterarme, solo me levanto y siento el calor de los rayos del sol que se cuelan por la persiana mal cerrada; mis abuelos yacen en la cocina, la radio está encendida y apenas se oye el suave rumor de un bolero antiguo, los saludo con un susurro y empiezo a preparar mi desayuno, tarareando en mi mente una canción cualquiera.

—Eva —le escucho decir a Maggie justo cuando termino de enjuagar mi taza —, hemos pensado en ir al centro con tu abuelo, quizás podríamos comprar algunas cosas, si deseas acompañarnos —sugiere cuando volteo a mirarle. Afirmo con un suave movimiento de cabeza, deseosa de hacerles compañía más que otra cosa.

El centro comercial está atiborrado de gente, aparentemente hoy inauguran una sala de cine con descuentos especiales para parejas y niños, pero mi mente solo puede pensar en Harry, en sus toques y susurros sugerentes mientras la proyección avanza sin que ninguno de los dos preste atención.

Paseamos por varias tiendas hasta que mi abuela y yo nos detenemos frente a la vitrina de una boutique juvenil donde se muestra un vestido blanco con delgados tirantes que hacen ver a la maniquí como la muchacha más ligera del verano, la tela se parece a la seda, liviana y puntual para el calor de California, y puedo escuchar a mi abuela decir algo sobre ello, sin embargo me pierdo en la mirada que me observa desde el reflejo del vidrio: Harry viste una camisa blanca y, por primera vez desde que lo conozco, luce pantalones informales; escucho su voz saludando a Rob antes de acercase y saludar a mi abuela, entonces volteo y me obligo a mantenerme tranquila cuando me saluda con un suave beso amistoso en la mejilla.

—Es un bonito vestido, Evangeline —se dirige a mí —. Deberías probartelo.

—Es lo que te decía, cariño —agrega mi abuela. Miro al vestido de nuevo, el corte es recto en el escote y llega varios centímetros por sobre la rodilla.

—No lo sé —respondo, intentando apartar mis ojos de Harry y mirar a mi abuela —, seguramente me hará ver las piernas gordas —admito, y siento que Harry se tensa con molestia antes de hablar:

—Maggie, Rob, ¿me permitirían quedar un momento con Eva? —pide, y mi piel completa se eriza cuando me llama con el diminutivo, mis abuelos asienten, admitiéndose cansados, y se alejan en busca de algo para refrescarse y un lugar donde sentarse. Mi mente grita que no es una buena idea, pero ellos no saben de las imágenes y recuerdos que pasan por mi mente.

—Tus piernas no son gordas, Evangeline —dice él, severo, antes de entrar en la tienda y, con ello, obligarme a seguirlo. La dependienta asiente cuando él pide el vestido del mostrador y me dirige al cambiador minutos después, cuando vuelve con él en manos.

Mi cuerpo en sí no se ve mal en el vestido, pero acepto que Harry me lo regale cuando susurra, con los ojos oscurecidos y la voz más ronca, que a pesar de todo, el vestido es más fácil de quitar que unos pantalones y que mis piernas lucen mejor alrededor de sus caderas.

La mañana se agota y en breve estamos los cuatro comiendo en un local del centro comercial, invitados amablemente por el vecino de ojos verdes. La charla en superficial, ahondando más que nada en los resultados de una exitosa reunión vecinal. Más tarde nos separamos mientras él avisa que debe atender asuntos laborales hasta tarde, dándome a entender que no estará en casa a las tres.

Cuando anochece es cuando le siento llegar, he estado leyendo en la sala, cerca de la ventana, luego de lavar los trastes de la cena, y entonces, cuando veo su auto estacionado y a él cerrando la puerta, me apresuro a mi dormitorio y me visto con el vestido para luego cruzar la calle con sigilo.

—Oh, Eva —dice ni bien abre la puerta y segundos después estampa su boca sobre la mía antes de alzarme, envolviendo mis piernas, como él había dicho que lucían mejor, en sus caderas.

No camina hasta el dormitorio, sus movimientos delatan sus ansias y termina por acostarme en el sillón, donde levanta mi vestido con calma, intentando no ser torpe, y luego de juguetear un poco con mis pechos, se permite tontear con mi entrada hasta que por fin se entierra en mí y me hace sentir llena.

Apenas escucho la voz en mi mente, acallada por sus gruñidos y nuestras respiraciones agitadas, y entonces me mira a los ojos, incapaz de formular ni una palabra, y en ellos noto la misma sensación de extasis que yo siento en el vientre, entonces entierro mi cara en su cuello, mordiendo suavemente mientras llegamos al clímax a la vez.

Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora