11.

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Escucho susurros incomprensibles y siento que alguien golpea suavemente mi hombro, decido abrir los ojos por la insistencia, molesta por la interrupción a mi cómoda siesta. Apenas reconozco dónde me encuentro cuando mi adormilada mirada se encuentra con los ojos verdes de Harry. Él yace de cuclillas frente al sillón en el que he quedado dormida, cuando le miro sonríe tibiamente y encoje la cabeza hacia un costado.

-Evangeline, van a ser las seis -dice mientras me siento con pereza, abro los ojos con sorpresa y me apresuro en levantarme y buscar mi teléfono -. No tuve coraje para despertarte antes, tuve que atender unas llamadas y se me fue la hora -comenta sacando mi celular de uno de sus bolsillos traseros y entregándomelo. Mientras lo tomo nos encaminamos a la puerta y sonrío cuando lo veo abrir, sacar la cabeza y supervisar que no haya nadie en la calle merodeando.

-Yo... umm -trato de decir algo, fracasando en el intento cuando recuerdo los hechos pasados, él agita la cabeza con entendimiento y me besa apaciblemente en la comisura de los labios.

-Hasta mañana, Evangeline -me despide, yo asiento y cruzo la puerta que luego él cierra con calma. Intento inventar una excusa para mis abuelos cuando entre a su casa, pero no me es necesaria cuando noto que no han bajado en estas horas. Mi abuela me ofrece comida china de un local cercano para cenar, pues no tiene humor para cocinar, y Ron gruñe que preferiría comer una pizza, cosa que terminamos por pedir una media hora después de mi retorno.

Mis padres me han dejado un largo mensaje de voz, disculpándose por no poder llamar dadas las actividades del crucero, mismo al que respondo con varios textos haciéndoles saber que las cosas están bien, que mis abuelos me alimentan más de lo normal y que no es necesario que se preocupen tanto; pero sé, con mucha seguridad, que le han hablado a mis abuelos para asegurar que sigo allí y que no me he fugado a la cabaña con mis amigos.

Mientras avanzo mi lectura, me distraigo con graciosos comentarios mentales sobre el giro que han dado mis preferencias estas vacaciones, y si bien extraño a mis amigos y desearía estar nadando en aguas tibias y amaneciéndome entre chistes y fogatas, ya no tengo esa sensación lamentable de estar derrochando el verano, gracias a Harry.

Entrada la noche, luego de rendirme con la lectura, fantaseo con los labios de Harry estrellando, una y otra vez, sobre los míos, e invoco sin control los recuerdos de la tarde, sintiendo mis mejillas arder y una sensación burbujeando en mi estómago, hasta que me quedo dormida.

***********

La mañana me llega con un golpeteo suave en la puerta, me levanto para abrirle a mi abuela quien me hace saber que son pasadas las ocho y que no me hará bien dormir de más, la abrazo suavemente, agradeciéndole por hacerme de despertador entre risas, y salgo hacia la cocina para prepararme algo de comer.

Decido tomar un té con algunas galletas y me siento en la isla mientras mi abuela me habla por la ventana, desde afuera donde riega las plantas, sobre hacer algo el fin de semana entrante para pasar el rato dado que desde que he llegado no hemos hecho "nada entretenido" en familia. Es martes, por lo que no me intereso mucho en el asunto, conociendo a mi familia, los planes han de cambiar cien veces antes de llevar algo a cabo con tanto tiempo de por medio. Ron me habla de un lago que no queda muy lejos, Margaret me habla de un pequeño sitio boscoso al otro lado del lago, cosa que finaliza en una graciosa discusión de mis abuelos sobre quién conoce mejores sitios en Sacramento.

-Abuelos, lamento interrumpir su interesante pelea pero... voy a quedarme muchas semanas para que hagamos muchas cosas, no tienen que discutir, podemos hacer de todo, tenemos más de dos meses y medio -anuncio con una cálida sonrisa, ambos me miran y afirman con la cabeza, dándome la razón.

Llegada la hora del almuerzo ambos se ven muy interesados en las noticias que han leído en el periódico, asuntos de los que no me puedo decir entendedora y, por lo tanto, no hablo mucho de ellos. Debido al calor me he cambiado el pantalón por unos shorts, manteniendo mi ancha camiseta; me pongo zapatillas cómodas y salgo de la casa luego de lavar los platos. Planeo caminar un poco por la zona, deseando llegar al parque que visité hace unos días y perder un poco de tiempo antes de ir a la casa de Harry.

Tras una breve caminata, recordando las calles en base a las casas en ellas, logro ubicar el lugar, sentándome rápidamente, como si fueran a quitarme el puesto, en uno de los columpios y me balanceo una y otra vez mientras leo los mensajes de Mary en mi celular. Sin quererlo, la hora se me va y no me doy cuenta que son más de las tres hasta que escucho un constante pitido de algún vehículo en la calle que me hace subir la mirada hacia ello. Palidezco y siento mi pulso acelerado cuando reconozco el auto de Harry estacionado justo en frente, y lo veo a él con el gesto serio mirándome a través de la ventana.

Oh no. Se viene un llamado a atención a mi puntualidad.

Me levanto y me acerco hacia el auto con la mirada baja, pensando en una disculpa aunque mi inconsciente me dice que no le debo ninguna, pues Harry no es quién para estarle dando explicaciones: "lo siento, me distraje hablando con mi mejor amiga que está pasando las mejores vacaciones del mundo mientras yo estoy perdiendo mi tiempo en un pueblo casi muerto", "hola, Harry, lamento la demora, me distraje, ¿nos vamos?". Nada suena bien en mi mente y me quedo sin tiempo cuando él baja del auto, lo rodea y, parado frente a la puerta por la que pensaba subir, levanta mi cara con sus dedos fríos.

-Buenas tardes, Evangeline -dice en un tono que no parece de enojo.

-Harry... ­-susurro, tratando de no sonar tan mal como me siento, lamentando desorganizar los planes de un hombre como él adicto al control.

-¿Qué hora es? -pregunta con una diminuta sonrisa sobre los labios. Sé que pasan las tres, lo vi en mi reloj antes de ver su auto.

-Pasan las tres de la tarde -contesto.

-¿Y a qué hora deberías haber estado en mi casa? -ataca, firme pero no enojado.

-A las tres -respondo dejando de mirar a sus ojos, buscando directamente su boca, gesto que activa un deseo de envolverme en sus brazos y aterrizar mis labios sobre los suyos, pero me contengo.

-Te he dicho antes, Evangeline, lo mucho que me desespera perder el control, me gustan las cosas ordenadas, me gusta saber que pasa lo que calculo y no hay altercados, tiene que ver con mi profesión y mi educación en casa -comenta pasando una mano por su barbilla -, y veo que vas a ser un dolor de cabeza. ¿No es así, jovencita? -sonríe por fin.

Lo miro unos segundos, sonriendo sin mostrar los dientes, hasta que afirmo con la cabeza y el hace lo mismo segundos después; luego mueve su cabeza señalando el auto, abriéndome la puerta para que suba mientras habla:

-Tendré que enseñarte un poco de disciplina, Evangeline, sube ya.

Thinking Underage [Mature Styles! au]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora