Mine

By hopelanzani

150K 8.9K 2.3K

Un trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso. More

Sinopsis "Always Mine"
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Sinopsis "Never Mine"
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26

Capítulo 5

2.1K 142 21
By hopelanzani

Siento un ruido molesto de fondo, pero decido no hacerle caso ya que estoy muy a gusto donde estoy. El pitido suena sin parar, pero me acomodo más en mi lugar, no queriendo moverme de aquí. Mi almohada se mueve ligeramente, y froto mi cara contra la dureza de ella. ¿Dureza? Abro los ojos al darme cuenta de donde estoy. Me había olvidado completamente de mi posición. Estoy tendida, prácticamente, encima de Peter. Nuestras piernas están entrelazadas unas con las otras, y media parte de mi cuerpo está extendido sobre su pecho, mientras el brazo de Peter me envuelve.

Intento apartarme, pero Peter me retiene, no dejándome opción a moverme. Levanto lo mejor que puedo la cabeza para mirarlo, y él tiene los ojos cerrados, pero no estoy segura de sí está realmente dormido o no. El ruidito no para de molestar, y miro a mi alrededor, intentando averiguar de dónde proviene.

La pantalla de su móvil se ilumina, y es porque alguien lo está llamando. Intento moverme, pero el brazo de Peter me sujeta aún más firme en mi posición. ¿Cómo terminamos así?

Dejan de llamarlo, y me permito observarlo. Verlo dormir me transmite mucha calma, parece incluso sereno, en paz consigo mismo, aunque detrás de sus ojos se esconda el diablo en persona. No quiero que se despierte y me vea aquí, con él, y menos aun prácticamente encima de su firme cuerpo. ¿Pero en que estaba pensando cuando le pedí que se quedara? Porque esta vez fui yo. Yo se lo pedí.

Su móvil vuelve a sonar, y gruño entre dientes a quien sea que lo esté llamando. Hago otro intento de moverme, pero, esta vez, en lugar de no dejarme ir, tira de mí para que esté montándolo. Ahogo un grito ante el movimiento, y Peter abre los ojos con enfado. —Joder, Lali —gruñe, volviendo a cerrar los ojos fuertemente, para intentar despejar sus pensamientos.

Estoy completamente pasmada cuando me doy cuenta de cómo estoy. Mis pechos, debajo la camiseta, prácticamente acarician su torso desnudo. Intento tirarme hacia atrás, pero Peter nuevamente me agarra las caderas para que no pueda irme a ningún lado. Estoy a horcajadas sobre él, y él parece de lo más tranquilo. ¿Es que no se da cuenta de la situación en la que estamos ahora mismo?

Su móvil vuelve a sonar y maldice entre dientes mientras estira la mano para agarrarlo y apagarlo. Intento moverme ya que ahora solo me sujeta con una mano, pero soy incapaz de salirme de su agarre, y acabo frotándome sobre su miembro. La dureza ya presente ahí. —Joder, nena —susurra con su voz ronca.

—Yo... —digo, mi voz igual de ronca que la suya. El deseo visible en mis ojos—. Lo siento —termino por decir, mientras hago ademan de moverme, lo que resulta en notarlo todo contra mí.

—Joder, que bien se siente —gruñe él, moviendo un poco sus caderas para sentirme más.

—Peter —jadeo, sin aire. El pelo se me cae por la cara, y aunque lo intento, soy incapaz de controlar mis movimientos, que van en busca de él—. No deberíamos... —susurro en un hilo de voz. Sé que lo más sensato sería pararlo, pero no puedo resistirme a él. Y él lo sabe. Ese es el problema, susurra mi vocecita interior.

Peter asiente, mientras hace rodar sus caderas. La camiseta se me sube, dejando ver mis bragas blancas de encaje. Peter sitúa sus manos en mi cintura, mientras me mueve encima de él. Sus manos bajan hasta mis muslos, donde se encuentran cerca de mi intimidad. Y vuelve a mover su dureza contra mí.

Ese movimiento me hace sentir toda su dureza frotar contra mi húmeda necesidad, y soy incapaz de aguantar el gemido que se me escapa. Peter me mira con puro deseo, mientras aparta el pelo de mi cara y envuelve mi melena en una coleta en su puño. Baja mi cabeza hacia la suya. Me muerdo el labio inferior, ansiosa por sentir su boca sobre la mía.

—Peter, cariño —entra Britney por la puerta, sin golpear, y sus ojos se abren como platos ante la situación que presencia ante sus ojos. La voz demasiado dulce de Britney, junto con el "cariño" que le lanza, me hacen salir completamente de mi trance. Ruedo hacia un lado, para inmediatamente ponerme de pie, Peter no me retiene en mi lugar, hecho que extrañamente me enfurece. Agarro una de las sábanas, que sorprendentemente han ido a parar al suelo, y me envuelvo en ella.

—No lo llames cariño —gruño enfadada para mí, pero cuando las dos cabezas se giran a mirarme, soy consciente de que lo he dicho en voz alta. No pretendía hacerlo, y mi sorpresa es quizás aún mayor que la suya.

—¿Perdona? —se mofa ella, mientras mira el cuerpo casi desnudo de Peter. Sólo lleva puesto un bóxer, los pantalones deportivos de ayer han desaparecido, y cosa que antes me gustaba, ahora detesto que vaya vestido así. Sé que estuvieron juntos. Y sé que ha visto lo que esconde debajo de ellos, pero eso no signifique que tenga que quedarme para contemplar como Britney se lo come con los ojos, especialmente cuando está duro. Maldita sea. Me saco la sábana, y me pongo de rodillas encima de la cama, tapando a Peter de los ojos de esta mujer, aunque se pueda ver el bulto por debajo de ellas. ¿Por qué sigue aquí? Peter se ríe por lo bajo, pero decido no hacerle caso.

—Ya me has oído —me cruzo de brazos. La rabia me invade, y decido no echarme atrás. ¿Quién es ella? Detesto que lo llame así.

—Supuse que te había escuchado mal —se burla.

—Me has escuchado perfectamente —le espeto.

Britney le lanza una sonrisa juguetona a Peter, y después vuelve a posar sus ojos en mí. —¿Y por qué no debería llamarlo así?

—Porque no es tuyo —digo, con posesividad. Odio sentirme así. No debería estar sintiéndome así en absoluto, y menos con Peter, pero no puedo evitarlo. Lo siento así. Pero sé que por más que me intente convencer de lo contrario, Peter nunca fue mío.

—¿Y de quién es? —su voz dulce desaparece de la nada, y se destaca su rabia—. ¿Tuyo? Es curioso que siendo tuyo venga a buscarme a mí para rogarme que...

—Suficiente, Brit —espeta Peter, haciendo un movimiento exagerado con la mano. ¿Brit? Deja su posición de observador en la cama, y se levanta de ella para encarar a Britney, la sábana cayéndose de su cuerpo, y tengo que hacer un esfuerzo exageradamente grande para no ir ahí y levantarla nuevamente—. Largo.

Una sonrisa se asoma por la comisura de mis labios al oír sus palabras. —¿Estás con ella? Pero si ayer me dijiste que... —pero la sonrisa me dura poco en la cara. Sabía que no estaban aquí, juntos, a esas horas de la noche para tomar el té. Dios, incluso Fabian lo sabía, y sin embargo decidí hacer oídos sordos ante ello, y creer en él. Siempre caigo en lo mismo. Idiota.

—Lali —empieza a decir Peter, pero no sabe muy bien como continuar.

—Ya —suspiro abatida—. No debería haber venido, ya me voy —Peter recorre mi cuerpo con los ojos, y me doy cuenta de lo desnuda que estoy bajo su camiseta, me apresuro a buscar mi ropa y ponerme los pantalones. La parte superior no me la voy a cambiar todavía. Eso involucraría quitármela. Delante de él. Una no muy buena idea en estos momentos—. Liam probablemente me querrá matar ahora mismo —Peter arquea una de sus cejas, pero no dice nada—. Cogí su coche —digo, en forma de explicación—. Además, tengo que ir a ver cómo está Will —me apresuro a añadir—. Ya nos veremos —susurro, incómoda, sin saber muy bien que decir.

Peter me detiene agarrando mi muñeca suavemente. Me hace girar sobre mi eje hasta encararlo. —Lali —y aunque me esté sosteniendo, es su voz la que me retiene—. No pasó nada con ella.

Sus palabras me reconfortan, algo que no debería dejar pasar. —Me da igual —miento.

—Sé que te importa —dice Peter. Me suelta el brazo y se pasa esa misma mano por el pelo. Niego con la cabeza. Aunque sé que no debería, lo hago. Me importa. Demasiado—. Y tienes que creerme cuando te digo que no pasó nada —aparto la mirada de la suya, y fijo mis ojos en un punto preciso en el cuarto. Peter da un paso hacia el lado, bloqueando mi mirada, no dejándome otra opción que mirarlo—. Me gusta que te importe —susurra.

—¿Qué más da? —logro articular. Peter me mira curioso. El pelo le cae por la frente, necesitando un corte de pelo urgente, aunque eso también me beneficia ya que tengo algo fuerte a lo que agarrarme mientras entra y sale de mí... Sacudo la cabeza, intentando despejar esos pensamientos. ¿Cómo puedo pensar en eso cuando las cosas están así? —¿Qué estamos haciendo, Peter? —formulo una de las tantas preguntas que tengo.

Peter sonríe de lado, mientras avanza con paso decidido hacia mí. —Tú, no sé —su sonrisa se va de su cara, y deja paso a pura lujuria—. Pero yo tengo unas ganas irrefrenables de besarte ahora mismo —envuelve su mano en mi pelo cuidadosamente, mientras acerca su boca a la mía. Lo tengo a tan pocos centímetros de mí que siento su aliento golpear mi cara. Mi respiración se acelera, y me lamo los labios. La mirada de Peter baja para observar mis labios, y sus ojos vuelven a buscar los míos—. De agarrarte y follarte sin saciar contra la pared, para después tumbarte en la cama y hacerte el amor muy lentamente —abro la boca, pero sus palabras me dejan sin habla. Oh, Dios. Me lo puedo imaginar. Como... Pero no dejo ir mis pensamientos más allá. Reacciona, Lali. Puedes sentirlo, ¿verdad nena? —baja su boca a mi oído—. Puedes sentir que seguimos siendo nosotros —susurra contra mi oreja—. Yo soy tan tuyo, como tú eres mía —termina de expresar.

Su lengua sale para lamer el lóbulo de mi oreja, y sus labios bajan por mi cuello, chupando y mordisqueándolo todo hasta llegar a mi clavícula. Lo dejo hacer, mientras jadeo. Su mano se aferra en mi cabello con firmeza, y me tilda mi cabeza hacia un lado, para darse mejor acceso a mi cuello.

—Peter —gimo, mi instinto tomando control. Peter me suelta el pelo, y salto encima de él, estilo chimpancé.

Siendo él honesto a su palabra, me empotra contra la pared con fuerza, pero con cuidado a no hacernos daño. —Eso es lo que quieres, ¿verdad? Mi pequeña seductora.

Mi cuerpo me traiciona cada vez que estoy con él. Como puede, me saca su camiseta, dejando mi cuerpo al descubierto. Sus manos agarran mis dos pechos, mientras los amasa y juega con ellos. Baja su boca a ellos, mientras su lengua sale a lamer mis pezones, que se ponen durísimos. Suelto un gemido, incapaz de contenerlo. Siento como se humedece la parte entre mis muslos.

—Oh, una cosa más —entra Britney por la puerta, otra vez, sin golpear, y Peter se apresura a posicionarse delante de mi cuerpo, bloqueándome de, no solo los ojos de Britney, sino también de los de Gas.

—Joder, largaos de aquí —les espeta Peter enfurecido, y ellos se van sin rechistar.

La interrupción me saca, nuevamente, de mi trance, y me bajo de él en un santiamén. Me apresuro a vestirme, poniéndome el sostén y mi camiseta, la suya olvidada en el suelo. Probablemente he perdido completamente mi mente. Quizás cada vez que me dejo llevar con él, sólo haga empeorar las cosas más. ¿O no? Puedo sentir como mi mente me grita que salga corriendo cada vez que lo tengo cerca, pero mi cuerpo, mi corazón, me impiden hacerlo. Me hacen quedarme. Me hacen querer estar con él, aunque mi cabeza sabe que eso no es lo más sensato.

—¿Qué haces, Lali? —gruñe Peter.

Cierro los ojos con fuerza, intentando bloquear las sensaciones que estoy sintiendo ahora mismo. Siento las chispas dispararse por todo mi cuerpo ahí donde Peter me ha tocado, y crean una llama en mi interior. Una llama a punto de explotar.

—Te estarán esperando a fuera —susurro, algo incómoda, bajando la cabeza para no tener que mirarlo.

Peter se pasa una mano por el pelo enrabiado. —Espera, mierda —maldice—. ¿Es que te vas a ir así sin más? ¿Después de lo que acabamos de hacer? —en su voz detecto una pizca de inseguridad, pero me digo que probablemente sean imaginaciones mías. Peter no quiere estar contigo. Peter te usó. No puedo dejar de recordármelo. Es lo único que me sostiene en estos momentos de perder toda cordura y entregarme a él sin mirar hacia atrás.

—¿Por qué eres tan negadora? —bufa exasperado.

—No lo soy —me defiendo. Si lo soy. Pero esa no es la cuestión aquí.

—¡Peter! —escucho como grita la voz de pito de Britney al otro lado de la puerta.

—Joder —gruñe—. Voy a ver que quieren. Tú no te muevas de aquí —se viste con lo que encuentra rápidamente, una camiseta negra y los pantalones deportivos de ayer, y se dirige hacia la puerta. La abre, y Britney está de pie frente a ella. En cuanto ve a Peter se le ilumina la cara, y me sonríe con malicia, mientras desaparece por el pasillo, obviamente esperando a que Peter siga sus pasos. Él sale fuera de la habitación, pero antes de cerrar la puerta, se gira para encararme—. Sólo... —hace una pausa—. No te vayas —me pide en una súplica—. Por favor —termina añadiendo en un susurro.

—Está bien —suelto en un hilo de voz, mientras asiento para aliviarlo.

Sigo sentada en la misma posición desde que se fue, sentada encima de la cama con las manos entrelazadas entre sí, en mi regazo. Parece que lleve horas esperando, aunque cada dos minutos mis ojos observan el reloj, y soy consciente de que sólo ha pasado media hora. Pero Peter sigue sin aparecer. No sé porque le he hecho caso, debería haber dicho que me iba y que no me siguiera. No debería haberlo dejado dormir conmigo. Desde el principio debería haberle dejado las cosas claras. ¿Pero cómo son las cosas? Ni yo lo sé. Lo único que sé es que por más que lo intente, todo me conduce de nuevo a Peter.

Observo nuestro, su, me corrijo, dormitorio intentando entretenerme. No hay nada nuevo, ni fuera de lugar. El Peter que yo conozco, es bastante ordenado, así que supongo que tuvo limpieza en estos meses que no estuve presente. ¿Realmente lo secuestraron? ¿Por qué? ¿No sabían que eso haría que los Gallico ganaran aún más enemigos de los que ya tenían? Me acuerdo del lugar donde él estuvo, y de tan solo imaginarlo me entra un escalofrío. Estaba herido, y en su mayor momento de vulnerabilidad, y se aprovecharon de eso. ¿Y mi mamá? ¿También la tienen ellos? Peter dijo que en el sótano donde estaba él encarcelado no estaba, y que en ningún momento oyó a nadie hablar de ella, pero quizás me esté mintiendo. No sería la primera vez que lo hace.

Peter abre la puerta con potencia, y choca contra la pared. Sus ojos me buscan, y cuando me ve sentada, suelta un suspiro de alivio. ¿Pensó que iba a marcharme? —Estás aquí —susurra, y asiento sin saber muy bien que decir o hacer—. Encontramos algo —me dice, en modo de explicación por haber estado ausente esta pasada hora—. Con Britney no estábamos seguros, pero...

—¿Por eso estaba ella aquí? —interrumpo lo que fuera que iba a decir, pero necesito saberlo, porque no entiendo nada. ¿Por qué su ex rollo, o lo que sea que fuera, estaría una noche de sábado en su apartamento? —¿Por qué estaba aquí? —reformulo la pregunta.

—Ella está con nosotros —hago una mueca al escuchar sus palabras, pero sigo sin entender a qué se refiere. Peter ve mi confusión, y me lo explica con cautela—. Con Torment —aclara.

Mi boca forma una "O" de la sorpresa. ¿Britney está con la mafia? Pero, ¿qué?

Peter se pasa una mano por el pelo, nervioso, y me sorprende que esté tan dispuesto a hablar. Algo extraño proviniendo de él, que es la persona más cerrada que conozco. —Su familia está involucrada desde siempre, como la mía —me explica—. Como los Lanzani, ellos, los Taurus, llevan décadas en esto, junto a nosotros. Cada uno por su lado, pero unidos. Así que quisieron cambiar eso, querían unir las dos familias para tener más poder. Y ahí es donde entraba yo —termina por decir, y ato los cabos sueltos en mi cabeza, intentando encontrar algo ahí.

—¿Te casaste con ella? —pregunto con temor, mientras me llevo las manos a la cara, bloqueando mis ojos de él. No puedo mirarlo ahora mismo. No voy a poder soportar si su respuesta es afirmativa.

—No, Lali —se apresura a negar rápidamente, y suelto un suspiro de alivio que no sabía que estaba aguantando. Aparto las manos, y abro un ojo con cautela, para después abrir el otro. Peter está agachado frente a mí, y su mano sale para ponerse en mi muslo. Me lo acaricia suavemente con sus dedos, y lo dejo hacer. Sé que necesita esto para continuar, tanto como lo hago yo—. No me casé con ella —vuelve a decirme, solo para aclararlo—. Pero ese era el plan. Nos íbamos a casar, y las dos familias pasaríamos a ser una —dice con enfado. ¿Un matrimonio arreglado? Pero, ¿en qué tiempo viven ellos? Frunzo el ceño ante la obligación que supone eso, y Peter nota claramente mi enfado. Me agarra la mano y me da un beso tierno en ella, para volver a soltarla. Su mano sin parar de acariciar mi muslo—. Desde pequeño me pusieron esa idea en la cabeza. Era como un ideal. Esa idea de que yo iba a cambiar el mundo como lo conocíamos —se ríe sin gracia—. Era un chaval de siete años, quería ser importante para alguien, supongo, y me lo creí. Me dijeron que iba a hacer algo extraordinario para nosotros —hace una pausa—. Cuando fui lo suficientemente mayor para ellos, con diez años, me informaron lo que debía hacer. Me dijeron que me iba a casar cuando cumpliera la mayoría de edad. Pero yo no quería.

—¿Pero no lo hiciste? —vuelvo a preguntar, para estar segura.

Peter se ríe por lo bajo, y mira mis ojos con profunda admiración. La ternura en sus ojos verdes me envuelve, y no quiero dejarlo ir. —No, que va. Me alejé de ellos y cree mi propio... —hace una pausa, e intenta buscar la palabra correcta—. Clan, supongo que podemos llamarlo así —asiento, porque sé a qué se refiere—. Con hombres de mi confianza, lo creamos desde cero, y de ahí es de donde salió Torment. Tenía la esperanza de que, si yo ya no formaba parte de los Lanzani, entonces no tendría que casarme con ella, ni con nadie. Pero, obviamente, eso no funcionó, y cada vez estaban más insistentes.

Peter deja de hablar y vuelve a mirarme. Le agarro la mano en mi muslo para ponerla con la mía, pero su mirada se vuelve triste cuando piensa que se la estoy apartando, cosa que no pretendía, así que la dejo nuevamente en mi muslo y agarro su otra mano. La entrelazo con la mía. Vuelve la ilusión en su cara cuando se da cuenta de mis intenciones. —Define insistir —suelto en un susurro, con miedo a la respuesta.

—Con tortura, Lali —confiesa como si nada, y se me encoge el corazón en pensar lo que debe haber sufrido. En como su propio padre lo hizo sufrir. Nunca me dio total confianza Fabian Lanzani, y ahora entiendo por qué—. Pero yo no daba el brazo a torcer. No quería, y ellos lo sabían. Pero, cada vez insistían más y más. Y entonces apareciste tú —me atraganto con mi propia saliva al oír sus palabras. ¿Qué pinto yo en todo esto? —Eras la mujer más perfecta que jamás había visto en mi vida, y sabía que necesitaba hacerlo. Le dije a mi padre que tú y yo nos íbamos a casar —me viene en la mente el recuerdo de ese día, y sonrío sin poder evitarlo. Es un hombre muy autoritario—. Una de las cosas que más respetamos es el matrimonio, como bien podrás ver, así que sabía que, si tenía una prometida, una futura esposa, iban a dejarme tranquilo. Y lo hicieron. Aunque no como me hubiera gustado a mí. Pero después se torció todo. Y no ayudaba especialmente quien eras. No les gustabas para ser la mujer del futuro capo, uniendo a los Lanzani y a los Torment juntos. Después estaban los Taurus también, la familia de Britney, que protestaban sobre el trato roto con los Lanzani.

—¿Por qué no querías casarte con ella? —me sorprendo a mí misma al escucharme. Y aunque me cueste horrores pronunciar esas palabras, necesito saberlo.

Peter fija su mirada en nuestras manos, para después levantar sus ojos, buscando los míos. —Créeme, lo intentamos, pero desde bien chiquitos nos habían puesto ese ideal en la cabeza. Cuando cumplimos los dieciocho, nos comprometimos —se me encoge el corazón ante sus palabras. El dolor cerrándose en mi pecho—. Intentamos hacer que funcionara, pero yo no tenía ningún interés por ella.

—Ella por ti sí —susurro de mala gana.

—Ya lo sé —suspira Peter.

Sus palabras me sorprenden. —¿Ya lo sabes? —sabía que no era ileso a la situación, pero como nunca hacía nada al respecto, pensé que no se daba cuenta.

—Claro, Lali. No soy idiota —su voz se vuelve fría de repente, y el avance que dimos hoy se termina aquí, puedo sentirlo.

Pero no por eso no intento aprovechar al máximo su sinceridad y sus ganas de hablar. —¿Entonces por qué sigues relacionándote con ella?

—Porque somos amigos —dice tan casualmente. Veo algo cambiar en su postura, y se levanta de repente, soltando mi mano en el proceso, y alejando su otra mano de mi muslo. Está parado frente a mí, y me levanto yo también, sintiéndome pequeña ante su gran figura. Su mirada es dura, y su voz al hablar grave. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué acaba de pasar para que vuelve a levantarse el muro? No lo entiendo.

—Pensé que no podía haber relación de amistad entre un hombre y una mujer en tu mundo —digo, frunciendo el ceño, recordando claramente sus palabras cuando no se fiaba de mi amistad con Adam.

—Puede haberla después de que haya pasado la interacción sexual —hago una mueca ante sus palabras. ¿Tenía que recordarme que estuvo íntimamente con ella? Sé que estuvo con muchas mujeres, pero no por eso me gusta saberlo. Maldita sea. No intenta afinar sus palabras, o aclarar los hechos, simplemente lo deja ahí—. La conozco desde que tengo cinco años, ella fue a la que tenía que ver en la gloria, y me sentí culpable, supongo, un tiempo por no sentir nada por ella una vez crecimos. Y cuando apareciste tú, sabía que te quería conmigo —aunque sus palabras sean dulces, su voz es fría y calculada—. Por eso inventé que nos íbamos a casar —¿así que fue por eso? Nunca lo hubiera imaginado. Al principio sabía que la mentira tenía algo que ver con su padre, pero después de conocerlo, y más precisamente, cuando me enteré del pacto que tenía con los Gallico, supuse que lo hizo para retenerme y poder entregarme a David Espósito. Me entra un escalofrío ante ese pensamiento—. Aunque el principio mi padre no se lo creía demasiado, terminó por hacerlo, y ahora los Lanzani quieren acabar con los Torment —suelta.

—Vaya —digo, sin poder decir nada más.

—Por eso no te quiero cerca de él —se apresura en explicar—. Y cuando me dijiste que lo viste ayer, perdí la cabeza. No entiendo aún porque no te hizo nada, y te dejó ir, pero tiene que haber un motivo detrás —da un paso hacia atrás, poniendo más distancia entre nuestros cuerpos—. A mí no me importa nada una mierda, excepto tú —siento como me tiemblan las piernas al escuchar sus palabras. ¿Por qué pasa del frío al caliente y viceversa tan seguido? —Y él lo sabe. Así que lo primero con lo que me amenazó fuiste tú.

—Oh —exclamo, sorprendida.

—Pero no te lo cuento por eso —da otro paso hacia atrás, y yo doy uno hacia adelante, sintiéndome valiente de repente.

—¿Por qué me lo cuentas entonces? —le pregunto.

—Porque considero que necesitabas saberlo, pero eso no significa nada —me detengo en seco—. Te lo cuento para que vigiles y tengas cuidado, pero no veas más en esto, Lali —dice con su voz grave que lo caracteriza.

—¿Qué no vea más en qué? —pregunto, alzando un poco la voz. Sé a qué se refiere, pero quiero que me lo diga.

—Veo cómo te has puesto. Tú y yo —alza la mano, y me señala a mí para después señalarse a sí mismo, y así varias veces—. No hay nada.

—Nunca hubo nada —espeto, enfadada. Eso es exactamente lo que quería, ¿entonces porque me duele tanto escucharlo de él? ¿Qué creía? ¿Qué iba a luchar por mí? ¿Qué no se iba a rendir? Lo ha dejado claro desde el primer día que me conoció, y sin embargo yo caí por él, fuerte. Debería haberme resistido como me dije cuando lo volví a ver hace unos días, después de haber estado tantos meses en la fuga, y sin embargo volví a caer. Pero no más—. Gracias por contarme la verdad —digo cansada, pero agradecida por saber parte de su historia con Britney.

—Lali, mierda, ¿te has enfadado? —pregunta, realmente sorprendido.

Niego. —No —miento—. Pero deberíamos irnos, quiero saber cómo está Will. Pedirle disculpas a Liam.

—Lali, ¿qué he dicho para que te molestes?

—Nada. No estoy molesta.

—Avísate, porque no parece —responde con una media sonrisa en la cara—. Pensé que eso era lo que querías, ¿no? Nada que ver conmigo, ese fue el trato.

—Y eso es lo que quiero —reciproco, cruzándome de brazos.

—¿Entonces porque te enfada que te lo diga?

—No me enfada —vuelvo a mentir, mirándolo a los ojos, dando un par de pasos atrás, para contemplarlo desde la distancia.

—Yo creo que estás tan empañada a resistirte, que cuanto más lo haces, más te dejas llevar. Creo que quieres esto, aunque tu cabecita sea un poco testaruda y te impide a ir por más —Peter se acerca a mí y no puedo evitar quedarme quieta en la espera de su tacto. Necesito volver a sentirlo. Necesito que terminemos lo que empezamos antes, aunque solo sea por última vez—. Quieres esto, ¿verdad nena? —su voz vuelve a ser la seductora de antes, y me aparta el pelo de los hombros, para bajar su cabeza a ella, y dejar un rastro de besos por toda mi clavícula—. Eso es lo que quieres realmente, no esa mierda que intentas tanto en convencerte. Sin éxito —afirma.

—Peter —suelto un gemido cuando sus manos desaparecen por debajo de mi camiseta. Tiene razón. Sé que la tiene. Sé que debería pararlo, hacer cualquiera cosa que dejar que me toque, pero me consume.

—Es la tercera vez que entro aquí y os veo prácticamente teniendo sexo —al principio ignoro la voz de Britney y sus acusaciones. Las manos de Peter me hacen sentir tan a gusto que es fácil olvidar al resto de la gente. Pero cuando caigo en la cuenta que sigue aquí, me cae como un balde de agua fría. Me separo al instante de Peter, y miro a Britney, mientras me sonríe con satisfacción. Gas se une a ella poco después, y Peter gruñe cuando se da cuenta que no puede seguir lo que ha empezado. Dios, incluso yo protesto interiormente.

—Entonces no deberías entrar más —le ladra Peter, y sonrío para mis adentros.

—Peter —la voz preocupante de Gas me alarma—. Siento cortarte el rollo, pero, ¿se lo has contado? Porque realmente tenemos que empezar a ponernos manos a la obra.

—Todavía no —responde, Peter, detrás de mí. No me giro para mirarlo. No puedo hacerlo.

—Pensé que habías venido aquí para avisarla —expresa Britney con un dramático suspiro.

—Estoy en ello —dice Peter.

—No hay tiempo —lo apresura Gas.

Peter asiente con la cabeza, y se aclara la garganta detrás de mí. Sigo sin girarme. Me falta el aire cada vez que miro sus ojos, tengo que empezar a controlarlo, no puedo seguir así. —Hemos encontrado algo sobre Lucy —dice a mis espaldas, y eso llama mi atención por completo, sin pensarlo, giro sobre mi eje para encararlo. Espero impacientemente a que termine—. No teníamos nada que nos indicara que la tenían los Gallico, eso era solo una hipótesis, pero Gas encontró algo que podría confirmarlo.

—¿De verdad? —mis ojos se iluminan y busco a Gas, que él asiente con la cabeza.

Sonrío sin poder evitarlo y me lanzo a sus brazos. —¡Gracias! —exclamo, sin poder contener la emoción.

—De nada —dice Gas mientras ríe. Noto como sus brazos me envuelven en el abrazo, pero dos segundos más tarde está tenso—. No me agradezcas —dice ya más tímidamente. Su actitud cambiando por completo, pero me digo que no está acostumbrado a la atención que recibe al hacer su trabajo.

—Eso —oigo gruñir a Peter a lo lejos, y me separo de Gas al instante.

Peter y Britney me miran, mientras Gas se apresura a salir rápidamente de la habitación. ¿Qué he hecho de malo? —¿Qué? —les pregunto, cruzándome de brazos.

Britney se ríe descaradamente. —Ahora entiendo porque les gustas a la compañía masculina —insinúa, mientras desaparece por la puerta. ¿Me está llamando zorra?

—No puedes lanzarte a ellos cada vez que tengan algo, Lali, ese es su trabajo —gruñe Peter por lo bajo.

Esto es increíble. —Puedo estar agradecida —aclaro.

—No estoy diciendo eso —Peter se pasa una mano por el pelo nervioso, antes de mirarme nuevamente—. Es simplemente... —bufa—. Sólo no muestres el agradecimiento que les tienes. Simplemente eso —aclara Peter. Sus palabras, y sus acciones, no tienen sentido para mí. ¿Está celoso? ¿Es eso? ¿De Gas? ¿De su hermano?

—Además —digo, sin querer ver más allá. No puede estar celoso. No lo está—. Gas es mi amigo —confirmo, sólo para afirmar que no me pasa nada con Gas, no que crea que deba hacerlo, pero así lo dejo más tranquilo, supongo.

—No —Peter niega—. No lo es.

Suelto una carcajada ante su evidencia. —Peter, ¿estás celoso? ¿De Gas? —suelto con una risita, sin poder contenerlo.

Él se tensa de inmediato, probablemente pensando en lo estúpido que es que se ponga celoso de nada más ni nada menos que Gastón. —No —se apresura a añadir—. Simplemente, no lo hagas más.

Se va rápidamente de la habitación, dejándome a mí ahí, parada en medio del enorme lugar, mientras una sonrisa está permanente en mis labios. No debería alegrarme tanto, pero no puedo evitarlo. Que muestre esa clase de sentimiento, en un momento como este, me deja estupefacta. Aunque no quiera ni siquiera admitírselo él mismo, sigue preocupándose por mí.

Muevo mis pies hacia fuera, para buscarlo, pero sólo encuentro a Britney de pie al lado del sofá. —Ya se han ido, nos esperan ahí —me informa, y yo asiento, mientras desaparezco nuevamente hacia el cuarto para buscar mis cosas, no es que tenga muchas. Mientras estoy ahí, me acuerdo del regalo que le iba a hacer a Peter por nuestros seis meses juntos. Era algo simbólico, algo que cuando lo vi, tuve que cogerlo porque sé que pertenecía a Peter, pero nunca se lo di. No sé qué es lo que me impulsa a agarrar la pequeña bolsa de papel de su escondite, pero lo hago de todos modos.

Salgo de nuevo hacia al comedor, y Britney está en la misma posición. —¿Vamos? —pregunto, cuando se me queda mirando sin hacer ningún movimiento.

—No te ilusiones —su voz extremadamente dulce me da escalofríos. ¿Qué pasa ahora? —Él no está celoso —aclara, al ver mi confusión. ¿Escuchó nuestra pequeña charla de antes? —No está celoso —repite—. Simplemente lo hace porque le das lastima. Gas no es tu amigo. En realidad, nadie es tu amigo —ruedo los ojos, y paso por su lado, intentando ignorarla—. Hasta hace poco, todos querían entregarle tu cabeza a tú padre —sus palabras me detienen en seco—. Y ahora, bueno, digamos que te necesitamos aquí para nuestro plan —dice con tranquilidad, sabiendo que tiene mi completa atención—. No porque Peter te quiera.

Sé que no debería escucharla, pero tiene parte de razón en lo que dice. Asiento, sin saber muy bien que decir, y cuando Britney observa mis movimientos confusos, sonríe de oreja a oreja, obviamente, su plan le ha funcionado a la perfección y está orgullosa de ello.

Esperando contra el coche están Peter y Gas. Se quedan los dos parados, esperando nuestra llegada. —Lali —dice Gas, y me detengo para mirarlo. Mi mirada vacía y perdida—. Realmente no pretendía incomodarte antes, simplemente no lo esperaba. Tú y yo somos amigos —me reafirma, como si hubiera podido escuchar mi conversación de hace apenas unos minutos con Britney. Asiento para asegurar que lo he oído, y me dispongo a abrir la puerta de atrás del coche.

Peter cierra la puerta con fuerza antes de que siquiera tenga tiempo a subir. —Tú adelante —me indica, y vuelvo a sentir, sin ganas de querer discutir. Camino sin fuerzas hasta el asiento pasajero, y me dejo caer en el rápidamente mientras me pongo el cinturón de seguridad, esperando a los demás. Ellos tres se quedan fuera durante unos minutos, hablando sobre algo, pero no logro conseguir escuchar de qué.

Peter se mete en el asiento conductor, y a la vez lo hacen los otros dos en los asientos de atrás. —

¿Estás bien? —me pregunta Peter, mirándome de reojo, mientras conduce por las calles de Londres.

Asiento, pero no sé si me está mirando o no. —Sí —digo, intentando sonar convincente. No puedo dejar que ahora mis débiles sentimientos se interpongan en el camino sobre la pista de Lucy. Ella es lo más importante en estos momentos.

—¿Estás segura? —vuelvo a asentir, sabiendo que me temblará nuevamente la voz si hablo—. Sé que Britney puede ser un poco... —se detiene un segundo buscando la palabra correcta—. Despreocupada a la hora de hablar, pero...

—Tiene razón —lo interrumpo. Oigo a Britney reírse por lo bajo, pero no me importa.

—¿Qué te dijo? —susurra.

No le contesto, y giro mi cuerpo para mirar por la ventilla. Las gotas de lluvia caen sin parar, pero eso me calma. Las sigo con la mirada, intentando no pensar en ello, pero es inevitable. El dolor en mí cerrándose a cada respiración que doy.

Peter no te quiere. Eso es lo que dijo. Y no sé porque me afecta tanto.

Continue Reading

You'll Also Like

3.7M 161K 133
Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo trato de estar planificada. Mi manía e...
251K 16.8K 33
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
72.1K 5.2K 18
Hazel, una chica que es famosa en la escuela por agarrar a patadas a todos y ser muy extrovertida y Noah, la chica mas popular de toda la escuela, a...
106K 6.5K 26
"Mírame solo a mi Jungkook" "¿Acaso no lo hago Taehyung?" "No,solo la miras a ella" Porque amarte es lo más bonito y doloroso que me ha pasado. #kook...