NICK
¡Se suponía que no tenía que venir!
La niña está en la puerta. Mamá permanece en la mesa revisando asuntos de sus clientes, sin mirar directamente a quien le habla. Rechaza que la niña entre.
—Dile que no tenemos nada para dar—le suelta a Anabel.
—Pero no viene a pedir, insiste con que es amiga de su hijo.
—¿Nicholas?—pregunta, mirándome directamente.
Entonces abandono mis apuntes de la escuela y salgo corriendo hasta el portón de rejas.
Ahí está.
Apenas me ve, sacude sus manos de manera desaforada.
—¡Hey, hola!
¡Oh, no!
Mamá se acerca hasta quedar a mi lado y evalúa con la mirada, en un claro gesto reprobatorio.
—¿En verdad es tu amiga?—me pregunta—. ¿Va a tu escuela?
—Yo...la conozco. ¿Puede pasar a beber leche y galletas?
—No creo que sea buena idea, pequeño Nick.
—Sólo será un momento y se marchará.
No tengo amigos. Nunca los tuve. En la escuela todos son unos idiotas, cerca de casa no me dejan salir mucho y en el club los chicos me consideran un niño raro.
—Dile que pase. Revisa que no traiga navajas—le señala mamá a Anabel y le pido disculpas en mi pensamiento. Sólo espero que mi reciente invitada no haya escuchado eso.
La dejan pasar. Anabel se acerca a ella y le hace una pregunta. Mi invitada responde que no. Era obvio que no iba a revisarle los bolsillos, aunque mamá sí lo hubiese hecho.
—Pueden jugar en la sala hasta que esté lista la merienda—señala mi madre evadiendo el gesto saludarla directamente—. Por cierto, Nicholas, ten cuidado con las ratas.
Y se va.
Anabel se coloca a nuestro lado:
—¿Qué quieren para la merienda?
Mi invitada rubia de pelo sucio y cara sin lavar, me mira con los ojos grandes y sus labios gruesos separados.
—Leche y galletas con chips de chocolate para ambos—le contesto a Anabel. Creo que mi amiguita no va a salir pronto de su asombro.
—Bien—señala y se va.
Luego cruzo un brazo por los hombros de la invitada y la arrastro hasta la sala.
—Se supone que la gente normal contesta cuando le hacen una pregunta—farfullo a su oído. A ella se le desencaja la mandíbula en cuanto pasamos. Mamá se está retirando a su despacho con sus cosas.
—¿Lo dices en serio?—me pregunta—. ¿Nicholas...? ¿En verdad toman merienda? Esa palabra sólo la había escuchado en una película, hasta hoy. Además, ¡¿tu otra mamá está por traerte leche con galletas?!
—¿Otra mamá?
—Ya sabes, la que se fue a la cocina. Además de la otra que es mala y se acaba de marchar con sus cosas.
—¡Hey, mi madre no es mala! Quien nos traerá las galletas es Anabel, nuestra nana. Mamá acaba de irse a trabajar a su...
—¿Nana? ¿Como Mary Poppins?
—Algo así. Además, toma a cargo algunas cosillas de servicio doméstico, me ayuda con las tareas y nos prepara las comidas.
—¿Es como una mamá?
—No es una mamá, es una nana.
—¡MIRA ESTA BELLEZA!
Y sale disparada hasta los sillones. Son traídos de España, con tapizados caros y de varios cuerpos.
—¡No arruines los sillones de mamá!—le ordeno.
—¡No te oigooooo!
Entonces se sube y empieza a saltar.
—¡Baja de ahí!—le digo, haciendo un esfuerzo por no levantar demasiado la voz.
—¡No te oigooooo!
—¡Que bajes, demonios!
—Bien, pero tú subes conmigo. ¡Y dijiste una palabrota!
—¡¿Qué?! ¡No!
—¡No te oigooooo!
—Magda, ¿puedes bajar de ahí, ahora mismo?
¿Magda?
Me vuelvo de donde ha venido la voz de Anabel. Acaba de llegar con una bandeja enorme. Trae la leche y las galletas.
Mi amiga se detiene y baja del sillón.
—¿Magda?—pregunto.
Ambas me miran a la vez.
—¿Acaso no sabes cómo me llamo?—pregunta la rubiecita.
—¿Acaso no sabes cómo se llama la chica que trajiste a casa?—pregunta a Anabel, en tono de estarme dando una reprimenda.
—¡Ella no me lo dijo!
—¡Porque tú nunca me lo preguntaste!—salta Magda.
—¿Y tú cómo lo sabes?—me vuelvo a Anabel.
—Se lo pregunté apenas la vi. Como se supone que las personas deben presentarse, Nick.
—A él no le interesa presentarse—contesta Magda en mi dirección y me da un empujón fortísimo antes de ir a buscar su vaso de leche y galletas.
¿En verdad no nos presentamos? ¿En verdad tan poco interés he presentado? La primera cosa que me viene a la cabeza de cuando nos conocimos sólo son cuatro palabras: "¿Te gusta la sangre?"
Y desde la silla en la que se sienta, le escucho decir:
—Los dueños de un sistema para encontrar citas online murieron luego de una caída en sus acciones, luego de que se develaran negociaciones con redes pederastas para permitir la habilitación de menores de edad a la aplicación y un sistema para rastrearlos, en la madrugada de hoy vuelven a ser noticia. Ambos, de 31 y 33 años de edad fueron encontrado en su apartamento en las afueras de...
—Se dispararon entre ellos.
Me despierto de golpe.
Desde hacía rato que sentía en mi sueño un bullicio de fondo como el noticiario trasmitido al mediodía por televisión.
Cuando caigo en la cuenta del entorno que me rodea.
Ni Magda, ni mamá, ni Anabel. Ninguna de ellas. Menos que menos Natalie. Es Amber quien se encuentra a mi lado, en la cama de la habitación de huéspedes cuando despierto. Pocos recuerdos tengo de anoche, pero lo cierto es que ninguna chica tiene permitido pasar a mi cuarto personal. Quién haya traído a quién, ha de tenerlo en claro. O simplemente nos metimos al primer lugar con una cama que encontramos.
Me duele la cabeza y me cuesta fijar la vista. El cabello de Amber es un círculo rojizo que poco a poco va tomando forma y su rostro se aparece entre sus pelos enmarañados.
Tiene puestas las gafas, está sentada a mi lado en la cama, completamente desnuda, cubierta por una sábana hasta la cintura y mirando algo en su tablet. Por el ruido, parecen ser las noticias.
—Buen día, pequeño Nicholas—me saluda.
—Hey—me acomodo tratando de sentarme. Con cada movimiento parece que el mundo se vuelve algo quebradizo e inestable. Similar a mi vida desde que tengo memoria—. ¿Qué ves?
—Noticias—me muestra la tablet.
Han pasado a otra noticia sobre la situación de la bolsa y una posible caída pronosticada para dentro de unas semanas.
—Vuelve a la anterior—le indico.
Ella busca el cursor interior y lo devuelve.
—La de "se dispararon entre ellos" o lo que sea, es lo único que escuché—insisto.
—¿Lo escuchaste? Perdón por ver las noticias mientras dormías, era de suponer que te provocarían pesadillas.
—Yo creo.
Y lo encuentra.
Muestran una universidad. La conozco aunque no la puedo precisar Hay grabaciones actuales y otras tomadas con drones durante la noche. El titular me impacta:
ATAQUE EN PORTSMOUTH
—¿Qué...pasó...?—le pregunto.
Ella me señala las tomas nocturnas.
—Un grupo de programadores, youtubers, bookstagramers e influencers fueron hackeados. Muchos de ellos. Los ataques fueron desviados a una universidad, pero no se puede localizar fuente alguna. Algunos vienen siendo acosados y amenazados desde hace tiempo.
—¿Ha...ckeados?—le pregunto tras discernir algunos detalles de la noticia.
—De diferentes partes del mundo—señala Amber—, uno a uno venían siendo perseguidos desde hace unos seis meses —Adelanta la noticia hasta una parte en la que empiezan a hablar de las víctimas—. El caso más grave ocurrió con los dueños de Lovin', una aplicación para pactar citas. Anoche murieron. En otros casos, fue un poco más "leve" si se quiere: el historial de sus visitas fue colgado a la red, en otros subieron videos de estos chicos masturbándose, también se han viralizado sus "treguas" a fin de popularizar peleas imposibles. Al parecer todos ellos tenían un punto que los conectaba...
Carajo. Carajo, carajo, carajo.
—¿Cual?—le pregunto.
—Colgaron vídeos y ponencias en la red donde...opinaban y defendían a un profesor que se acostó con su alumna de residencias y se hicieron algunas selfies en pelotas. ¿Te suena?
—Mierda...
—Sí, "mierda". Creía que esto se te había terminado, pero no fue así. Claramente la situación expone que tanto a ti como a Hale los estaban persiguiendo, aunque ellos se verán perjudicados.
—Normandía—murmuro.
—¿Qué?
Desde que ese plan se puso en marcha, la opinión pública influyó con creces en diluir cualquier penalidad por parte del Departamento de Asuntos Internos en la Universidad de Yorkshire.
Es él...
Nunca estuvo inactivo. Nunca desapareció. Estuvo preparando un plan. El puto Virus estuvo preparando un plan durante todo este tiempo.
Y ha esperado hasta ahora para ponerlo en marcha. Dirty está en peligro nuevamente, con la diferencia que esta vez tenemos encima a un hacker ávido de jodernos la vida y vengarse de nosotros.
Creí que se había detenido. Que había sido detenido. Pero estaba sumamente equivocado.
No sabemos quién es ni dónde está, nos hemos quedado sin verdadera protección y estamos a años luz de saber su verdadera identidad.
Sin pistas.
Sin seguridad.
Un infierno amenaza con desencadenarse ahora mismo y sólo puedo estar seguro de una cosa...
Debo encontrar a Natalie Hale ahora. Aún en contra de su voluntad.
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