Dedicado a AudreyMaximoffStark
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*desde hace algunas semanas, el príncipe de Wakanda te había estado coqueteando, pero como miembro de la Guardia real creías que sería inapropiado seguirle la corriente*
Por mandado de Okoye, me dirigí a la oficina del rey a buscarlo.
Al entrar al pequeño cuarto, me encontré con Erik.
—Pero miren a quién tenemos aquí...—el príncipe sonrió al verme.
—¿has visto a T'Challa?—pregunté ignorando sus tonterías.
—No, no lo he visto. Pero aquí me tienes.—suspiré.
—Necesito al rey, no a un idiota.—el hombre sonrió.
—Es inútil que lo sigas evitando, nena.—se acercó a mi, haciéndome retroceder unos pasos—. Sé que te vuelvo loca.—
—Sí, porque eres un pesado...—
—No, porque te encanto.—
Erik me tomó firmemente de la cintura, y aunque sabía que esto no estaba bien, no lo aparté.
—Erik... esto no está bien y lo sabes.—
El hombre sólo sonrió antes de besarme con ganas.
Con algo de inseguridad, posé mis manos en su cuello, profundizando el beso. Sentí como Erik sonreía contra mis labios.
—¿Lo ves? Seguimos vivos.—soltó divertido al separarnos.
—Cuando Okoye se entere de esto, dudo que siga con vida.—Erik posó su mano en mi mejilla, mientras me observaba—.¿tengo algo en la cara o qué?—
—Eres bellísima...—sonreí ante aquello.
Esta vez, fui yo la que tomó sus mejillas y uní nuestros labios.
Erik sin tardar demasiado llevó sus manos a mi trasero y me elevó levemente, llevándome está el pequeño escritorio del centro de la habitación y dejándome con cuidado sobre este. Al cortar el beso, nos sonreímos mutuamente.
—Creo que deberíamos parar, no quieres pasar a mayores ¿no?—solté divertida.
—¿y por qué no?—
—¡porque es mi oficina!—T'Challa entró al lugar junto a Shuri.
—¡están teniendo sexo!—soltó la morena señalándonos sorprendida.
—¿de verdad teníamos sexo?—Erik me miró sorprendido—. ¿por qué no me dijiste, ____? Me hubiese quitado la ropa.—reí—. No estábamos teniendo sexo, primita.—
—Pero se estaban besuqueando.—Shuri se cruzó de brazos.
—¡ya basta!—T'Challa estaba bastante enojado—. ¿pueden largarse de mi oficina? Vayan a... revolcarse a otro lado.—
—Como digas, primo.—Erik me tomó de la mano y quiso sacarme del lugar, pero me acordé lo que había ido a hacer.
—Okoye me mandó a buscarlo, mi rey.—
—¿me buscaste mucho en la boca de mi primo?—
—Encontró de todo, menos a ti.—miré molesta a Erik—. ¿qué?—
—Ya ya, váyanse de aquí.—Erik y yo salimos del cuarto.
—Que vergüenza...—solté llevando mis manos a mi rostro.
—No es para tanto... ¿seguimos con lo nuestro?—sonreí.
—... Me encantaría.—