Yo quiero más || Aiteda

By xaitedax

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Ya era demasiado tarde para negar nuestros sentimientos. Y quizás ninguno de los dos queríamos hacerlo. More

Prólogo
1. Mi musa
2. La verdad
3. No lo sé
4. Felicidad
5. Principios
6. Ya no
8. Promesas
9. Primeras veces
10. Sueños
¡De vuelta!
11. Amargo y dulce
12. Marquitos
13. Lo siento
14. Siempre
15. Anochece
16. Recuerdos
17. Ahora no
18. Luz
19. Armonía
20. Menos mal
21. Sol
22. Evaporación
23. Pez
24. Lluvia
25. Juegos
26. Amagos
27. Correr
28. Campanas
29. Universo
30. Finales
NUEVA NOVELA YA DISPONIBLE

7. Sorpresas

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By xaitedax

Cepeda

- ¿Seguro que está todo preparado? Manu, de verdad que me va a costar mucho hacer esto y quiero que todo salga perfecto. – dije, mientras los nervios se instalaban en la boca de mi estómago.

- Que sí, pesado. Que después de vuestra canción, se apagaran todas las luces, cogerás tu guitarra y yo te acompañaré en el piano. Aitana estará allí contigo, escuchándote. – dijo Manu, mientras sonreía.

Le debía mucho. Había sido como un padre para mí dentro de la academia y fuera de ella, lo seguía siendo.

Y me estaba ayudando a ejecutar un plan algo complicado. Imperfecto, diría yo. Porque no sabía que reacción iba a tener Aitana, la protagonista de todo esto.

Hoy era el día del concierto benéfico. Y para mí era mucho más importante que para cualquiera de mis compañeros.

Iba a regalarle a Aitana un trocito de mi corazón. El regalo más personal y especial que había hecho en mi vida. Era mucho más que algo material. Era magia. Y lo iba a hacer delante de miles y miles de personas.

Aún quedaban horas para el concierto y ya sentía que me faltaba el aire debido a los nervios que sentía. Mis uñas estaban siendo partícipes, muy a mi pesar.

Después de la "fiesta" que hicimos en mi piso, que acabo con todos durmiendo en los sofás e incluso en la alfombra, decidí que tenía que hacer algo para ella.

Para la persona que llevaba una semana haciéndome feliz. Despertándose a mi lado todas las mañanas. Iluminando cada hora, cada minuto. Y hoy, iba a ser yo quién intentará iluminarla a ella.


Aitana

Otro mensaje. ¿Podía considerarse acoso recibir una media de diez mensajes por día? Empezaba a pensar que sí.

"Cariño, tienes que contestarme. Quiero verte y hablar esto. Ya sabes que te quiero con locura y que lo que dije era mentira, cosita. No me hagas coger un vuelo destino a Madrid porque sabes que, si hace falta, lo cojo."

Lo había recibido a las cinco de la mañana. Y me estaba empezando a preocupar. ¿No podía respetar mi decisión? Si lo estaba ignorando, es porque no quería saber absolutamente nada de él.

Y me daba miedo que Vicente se presentará aquí y rompiera mi burbuja. Esa en la que estaba tan feliz y cómoda. No quería que todo se jodiese. Y menos por Vicente.

No le había dicho nada a Luis de estos mensajes y por eso, cuando lo vi caminar hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja, guardé mi móvil en mi bolsillo rápidamente.

- ¿Te vienes a tomar algo? Petición de Amaia y Alfred. – dijo, tras darme un beso en la frente.

- ¿Te importa si te digo que no? No me encuentro muy bien. – dije.

Y no era mentira. No podía mentirle. Por lo menos, no podía mentirle en referencia a mí. A como me sentía.

Y estaba muy agobiada. Tenía un mal presentimiento y no quería que se cumpliera. Tenía miedo. Y mi único refugio era él; Luis.

- ¿Qué te pasa? – su tono de voz cambió a uno de alarma, de pura preocupación.

- No sé, estoy un poco rara. Como agobiada. – dije, sincerándome lo máximo posible.

Sin decir nada, Luis desapareció dejándome allí sola. Volvió a los pocos segundos, respirando entrecortadamente debido a la carrera.

- Vámonos. – dijo él, cogiendo mi mano y tirando de ella.

- ¿Qué dices? Tenemos que ensayar. – dije, soltándome de su agarre.

- Tenemos permiso para irnos unas horas. – dijo Luis. – Y quiero llevarte a un sitio.

Y me deje llevar. Deje que su mano me guiará a donde él quisiese llevarme. Sintiendo como parte del peso que sentía en el pecho se disipaba momentáneamente.


Cepeda

Tras una hora de camino en coche y miles de "¿Cuánto queda?" por parte de Aitana, llegamos a nuestro destino.

Antes de emprender el viaje, había pasado por el piso para coger una manta para poder tumbarnos en el suelo, algo de comida y de beber y sudaderas para ambos. No quería resfriarnos a escasas horas del concierto.

Tras andar unos minutos, llegamos.

Observé los ojos de Aitana abrirse más de lo normal mientras miraba a su alrededor.

Nos encontramos en "Hayedo de Montejo", uno de los sitios más mágicos de Madrid. Y más solitarios.

Quería que Aitana respirará aire puro. Naturaleza. Quería que dejara de pensar en aquello que la agobiaba y pudiera tener un ratito de relax y desconexión.

Había un lago con varias cascadas, todo rodeado de centenares de árboles y vegetación. Una vista mágica. Sacada de un libro.

- Te he traído aquí porque es donde siempre he acudido cuando me faltaba el aire. Cuando sentía un peso demasiado grande sobre mi espalda. Y me ayudaba muchísimo sentarme aquí, a reflexionar. A desconectar. Espero que te sirva a ti también. – dije, abriendo mi corazón un poquito más a ella.

- Siempre me sorprendes, Luis. Muchísimas gracias por esto. Nadie había hecho algo parecido por mí jamás. – dijo ella, mientras me abrazaba y dejaba un beso en mi mejilla.

"Si tú supieras", pensé para mis adentros.

Tras varias fotos y un paseo por los alrededores, extendimos la manta en el suelo y nos sentamos a comer.

- ¿Así que venías aquí cuando estabas agobiado o de bajón? – me preguntó, apoyando su cabeza en mi pecho.

- Sí. Creo que todos tenemos un sitio al que ir para escapar de nuestros problemas. ¿Tu no tenías uno allí, en Barcelona? – pregunté, sorprendido.

- Sinceramente, no. Cuando tenía algún problema, me encerraba en mi habitación a llorar. Nunca he visto el mundo por mí misma. Por eso me ha venido tan bien la academia. Me ha ayudado a echar el vuelo, en cierta forma. A ganar seguridad y valor. Es un poco típico, pero tú me has ayudado mucho. – dijo ella, mirándome fijamente.

- ¿Cómo he podido yo ayudarte? – me sentía intrigado.

- Te has convertido en mi refugio. Donde quiero escapar cuando tengo problemas. Mi casa, ya sea en Madrid, Barcelona o en China. – dijo, bajando los ojos.

Mi corazón latía violentamente. Era lo más bonito que me habían dicho nunca. Y el hecho de sentir un hormigueo en mi barriga me hizo sentir vivo.

Ahí entendí que la coraza estaba ya tirada en el suelo. Rota, pisoteada.

A tomar por culo la coraza.


Aitana

- ¿Coleta de tirabuzones o pelo suelto liso? – me preguntó la peluquera, amablemente.

- Coleta, por fi. Quiero estar cómoda. – dije, sonriendo.

Había pasado una tarde mágica gracias a Luis. Y me había sincerado un pasito más respecto a mis sentimientos. Dios, que cursi me estaba volviendo.

El concierto estaba a punto de empezar y las maquilladoras me estaban dando los últimos retoques.

Una vez preparada, pasé por al lado de Luis y me apretó la mano muy fuerte.

Desde que habíamos llegado al estadio, lo había notado muy nervioso. Más de lo normal. Pensé que seguramente era debido a el concierto benéfico. En fin, había sido idea suya y era por una buena causa. Era normal estar nervioso.

Salimos al escenario, recibiendo miles de aplausos y vítores por parte del público. Adrenalina pura.

Tras varias canciones, nos tocó el turno a Luis y a mí.

Cantamos. O mejor, nos dijimos todo lo que la letra de "Just the way you are" quería expresar. Pura realidad.

Ahora era cuando Cepeda debía abandonar el escenario ya que yo tenía que cantar en solitario. Pero no lo hizo.

Las luces se apagaron y me dejaron a oscuras, sin ningún tipo de visibilidad. Solo veía miles de flashes. Muchos gritos.

Y Luis a mi lado. Con una guitarra que antes no tenía en sus manos. Y empezó a cantar.


"Es un reloj que no señala las horas.

En un andén por donde no pasa el tren"

"Demasiado para tan poco.

Tanto golpe, un pozo sin fondo.

Levántame otra vez de donde cuesta tanto salir."


Sentí que me iba a desmayar. Era la canción que había estado escribiendo en la academia. La que, en un momento, me quiso ocultar.

Y me la estaba cantando a mí. Delante de miles de fans, mirándome a los ojos directamente. Como si solo estuviéramos él y yo.


"Y llegas tú, con tu luz, tu risa y ya da igual.

Iluminas todo de una vez con tus niñerías.

Respirarte me da la vida.

Me da la vida."


Sentí mis mejillas mojadas. Las lágrimas rodando por ellas sin frenos. De verdad, ¿me merecía yo todo esto? Era demasiado para cualquier persona.


"Ya somos dos en este sitio de uno.

Ya es un reloj que grita el tiempo sin ti.

Demasiado para tan poco.

Ya no hay golpe, ni pozo sin fondo.

Levántate, porque ya no puedo verte lejos de mí.

Y llegas tú, con tu luz, tu risa y ya da igual.

Iluminas todo de una vez con tus niñerías.

Respirarte me da la vida.

Me da la vida."


Acabó la canción con unos últimos acordes de guitarra. Y yo no escuchaba nada. Ni gritos ni aplausos.

Solo podía mirarlo a él. Y sin pensar, hice lo que mi corazón dicto que hiciera.

Delante de miles de personas, cogí su cara con mis caras y uní nuestros labios mientras nuestras lágrimas se entremezclaban.


Cepeda

Me había besado. Repito. Aitana me había besado en mitad del concierto. Un "te quiero" deprisa a la vez, susurrado en el oído.

La sorpresa me la lleve al abandonar el escenario con una sonrisa de bobo para dejar que Aitana cantase su canción en solitario.

En el camerino, los padres de Aitana me miraban con cientos de interrogantes en sus ojos.

Y Vicente me miraba con lo que solo podía ser odio. En su totalidad.

¿Qué mierdas hacía este aquí?


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¡Holi de nuevo!

Os traigo otro capítulo de regalo. Dos capítulos en dos días, estoy bastante inspirada jeje.

Espero que os guste muchísimo. Como siempre, me encantaría que me comentaseis que os parece, que creéis que va a pasar a continuación... Lo que sea, me encanta leeros :)

Hoy es un día bastante sensible y por ello, espero que disfrutéis mucho del último concierto de la gira de OT. Se me rompe el corazón pero ha llegado el día. Así que habrá que recordar todos los buenos momentos y seguir hacia delante, siempre apoyándolos.

Un besito muy grande!!

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