Capítulo 3: Hay que superar un paso a la vez
Salir con un chico no era una tarea fácil, mucho menos si el chico en cuestión se trataba de Dave y su ex novia era la chica más linda de la ciudad. Y no lo decía sólo yo, seguramente cualquiera me daría la razón.
No sabía qué atuendo vestir, qué zapatos calzar, qué peinado hacer, no tenía idea de nada y seguramente el chico estaba tirado sobre su sofá viendo algún programa de deportes en la televisión, sin preocupaciones, esperando a que le diera la hora de venir a recogerme. De seguro ni se cepillaría los dientes y de último minuto compraría alguna goma de mascar, y no es que esté particularmente interesada en su salud bucal, tampoco es como si esperará algo de esa parte de su cuerpo, simplemente es una idea pasajera sobre como las chicas nos preparamos más para una cita, nada más. Es todo.
Cuando siento que la situación comienza a salirse de mis manos, abro la puerta y llamo a las chicas, Elle y Violeta vienen al segundo en que las solicito, como si hubieran estado esperado todo el tiempo detrás de su puerta a que les hablará. Cada una se dirige a un departamento diferente y comienzan a la tarea de alistarme. Ambas se habían ofrecido a ayudar y organizar la misión cuando se enteraron de la cita, pero me había negado a ello, ahora parecía ser necesario su asesoramiento. Ellas tenían al menos un ochenta por ciento más de experiencia en el área que yo y que mejor para mí que ser su conejillo de indias por un día.
—Tienes ropa linda, pero nada para esta noche —me reprocha Adelle con la cabeza metida entre las perchas del pequeño armario junto a mi cama —Vi, ¿tienes algo en tu armario que podamos usar? Creo que lo mío no le quedaría tan bien como tu ropa.
—Algo debe de haber —se encoge de hombros y sigue llenando mi rostro con cremas humectantes, dándole a Adelle luz verde para revisar en su habitación algo que yo pueda usar.
Violeta toma mi cara entre sus manos cuando hago una mueca y sonríe tranquilizadora.
—Prometo no excederme, te haré ver lo más natural posible —habla, infundiéndome valor y asiento no muy convencida. Sabe cuánto me molesta sentir una torta de maquillaje en la cara y se lo agradezco, solo espero que de verdad me haga ver natural con tanto producto que sé que va a necesitar.
Elle entra con una expresión agotada pero triunfante a la habitación luego de un rato, levanta la percha entre sus manos y me muestra un vestido color celeste con lunares blancos de manga corta, bastante informal. Para su fortuna me encanta y se lo hago saber al instante.
—Ese está perfecto —sonríe y lo cuelga en el ganchito detrás de la puerta.
—¿Cómo vas Vi, necesitas ayuda con eso? —le pregunta a una Violeta bastante concentrada.
Llevamos apenas una hora en el proceso de embellecimiento y es perfecto, son las seis con veinte y aún nos queda bastante tiempo de sobra.
—No, creo que ya terminé —suelta la brocha y me aprecia desde la distancia con una cara indescifrable, asiente para sí misma y me deja libre de sus manos—. Ahora sí Lane, ya puedes mirar.
Le hago caso y me giro con rapidez hacia el espejo. De verdad ha cumplido con su palabra, me ha dejado bastante natural, solo resaltando levemente ciertas zonas. En mucho tiempo, no me había sentido ni visto tan linda. Me miran expectantes a través del reflejo y les sonrío, eso parece aliviarlas cuando lo hago pues suspiran finalmente, agotadas.
—Gracias chicas. De verdad, se los agradezco mucho —les digo con una sonrisa, siendo totalmente sincera—. Me han dejado fantástica, me encanta.
Elle se limpia una lagrimita imaginaria.
—¡Abrazo! —exclama y nos rodea a ambas con sus brazos, Violeta y yo reímos—. Crecen tan rápido —se burla y me zafo.
—No empieces —se ríe y vuelvo a abrazarlas.
El sonido de una bocina luego de un rato me alerta sobre su llegada, Adelle y Violeta dan saltitos emocionadas mientras me empujan a la puerta.
—Diviértete —dice Vi despidiéndome y Elle le da un codazo.
—Pues claro que lo hará, mira lo linda que la dejamos—reprocha—. No hagas nada que yo no haría en tu lugar.
Les agradezco una vez más y me despido, cierro la puerta con una sonrisa en mis labios y corro hasta el auto estacionado en la acera. Estoy casi segura de que las chicas nos espían desde la ventana a un costado del televisor, por lo que agradezco infinitamente que los vidrios del coche sean polarizados.
—Te ves preciosa —me elogia Dave cuando subo al coche y me ruborizo.
Esta salida no debería de ser para tanto, pero lo es, después de todo, es mi primera cita y debería de pasarla bien. Incluso si soy obligada a hacerlo, tengo que disfrutarlo.
—Tu tampoco te ves mal —respondo y ríe bajito.
—¿Lista?
—Lista —aseguro y arranca el auto, yo por mi parte me abrocho el cinturón—. No sabía que tenías variedad de coches para elegir —bromeo.
—No la tengo, éste me lo han prestado.
—¿Zack? —adivino y niega.
—No, es de mi padre, les he visitado esta mañana y le he tenido que contar lo que pasó con el otro coche —me mira apenado y me sorprendo.
—Pues vaya, debe de tenerte mucha confianza para prestarte su auto.
—Eso parece.
—¿Y me dirás a dónde me llevas o lo mantendrás en secreto? —pregunto, observando por la ventanilla, intentando adivinar el camino por el que nos conduce.
—Por ahora, lo mantendremos en secreto —responde y exhalo angustiada, escondiendo mis resientes nervios—. Esta semana no te vi mucho, ¿cómo estuviste?
—Bien, con mi asistencia perfecta, igual que siempre —respondo y me doy cuenta de que parece reproche. No sé si realmente fue mi intención usar ese tono, pero ya lo he hecho.
—Siento si no tuve mucha oportunidad de acercarme, Lane —se disculpa, captando la indirecta.
—No te preocupes, no quise decirlo de ese modo —suspiro rindiéndome con el tema—, es solo que sigo sin entender por completo todo esto.
Me mira sin comprender y temo que vayamos a estrellarnos en algún punto, parece captar mi preocupación y regresa la vista al frente—. Es decir, hasta hace unas semanas tú tenías novia y solo éramos simples compañeros de clase, luego yo te llevo a tu casa y eso parece atraer tu atención hacia mí, de algún modo. No sé cómo tomármelo—le explico—. Debería de aceptarlo y ya, pero no puedo.
Dave guarda silencio, ahora soy yo la que lo observa, parece debatirse consigo mismo.
—¿Qué es lo que debo esperar de ti? —pregunto al fin.
—No lo sé —responde suspirando pesadamente—. Tienes razón —reflexiona, dándome la razón.
—¿La tengo?
—Tal vez, debamos de ser solo amigos —propone.
—Porque yo no soy como las demás chicas, ¿no? —le recuerdo.
—Y porque tú mereces más que ellas—. No estoy del todo de acuerdo con su comentario, en mi opinión, todas las chicas nos merecemos la misma atención por parte de un chico que dice estar interesado.
—¿Y eso lo sabes después de conocerme por un día? —ironizo juguetona.
—No —habla serio—. Porque llevamos años compartiendo las mismas clases y tú vida no depende de chismes, chicos y vanidades. Tú vez más allá, te preocupa tu futuro.
Guardo silencio, sin saber que responder a su conclusión sobre mí, él tampoco hace el intento de seguir hablando, por lo que nos quedamos sin tema para conversar hasta que llegamos al sitio que ha elegido.
Tal vez solo deba despejar mi mente y dejarme llevar, como me han aconsejado. Intento hacerlo y me propongo a mí misma dejar de lado el miedo y afrontar mis inseguridades. Hay que superar un paso a la vez y tal vez este sea el primero de muchos.