"Oh, morir a tu lado, qué manera de morir tan celestial" -The Smiths
Roger no quería perderlos, tal vez, si tan sólo Mary le diera la oportunidad de escucharle, de que él pudiera explicarle los motivos por el cuál Rogerina estaba en su departamento, pero ¡Ah, qué estúpido era! ¿Qué explicaciones iba a darle? Si era más que evidente su infidelidad, su falla en el matrimonio feliz que siempre soñó. No quería llorar porque la gente lo miraba mal y no le quitaban los ojos de encima, tan sólo golpeaba su cabeza y no dejaba de maldecir su error.
Roger sabía en dónde estaba Mary y sus hijos, sabía a donde había ido. Cuando recién se casaron, David Bowie le dio a su hermana pequeña una casa amueblada como regalo de bodas, ella estaba allí y no en la casa que Roger le había obsequiado como primer aniversario de boda, no porque conocía a Mary y era igual de orgullosa que él, no iría a la casa que Roger le había obsequiado por el simple hecho de que venía de él.
-Me da tanta pena por lo que está pasando mi hija, John -lamentó la abuela Joahnna, masajeando sus pies con crema
-También a mí, me duele saber que el matrimonio de dos de mis amigos están arruinados -le dijo John del otro lado de la cama, poniéndose una camisa bien planchada
-John ¿Freddie está bien? Me preocupa su deterioro -la abuela Deacy miró a la nada, ella no se sentía muy bien desde hace tiempo
-Fredderina le pidió que visitara a un doctor antes de volver a Londres, iba a acompañarle, pero Sammy me dijo que te pusiste mal y no lo pensé dos veces para volver contigo -le dijo John, rodeando la cama para llegar hasta su esposa, una vez allí, se puso de cuclillas frente a ella y le besó los pies
-Entiendo -dijo nada más, cabizbaja
-¿Sucede algo, mi amor? -John se preocupó mucho, le acarició la mejilla a Joahnna con amor- También te veo algo decaída
-John, quisiera decirte algo
-Sabes que sí, dime -John sonrió
-Quisiera que cuando yo muera, tú vuelvas a rehacer tu vida con alguien más -dijo, John pareció molestarse mucho porque salto de inmediato poniéndose de pie
-No, no sigas Joahnna -le apuntó con el dedo-. Tú y yo vamos a morir juntos, una vez que Sammy sea un adulto, cuando tenga ya una familia ¡Lo prometimos!
-¿Sigues creyendo que eso es lo que va a suceder, John? ¿Acaso no me miras? ¿Acaso no ves que cada día me hago más vieja? La gente nos mira y se ríe a escondidas, a otras más les escucho murmurar: «Es muy vieja para él», eso dicen -las lágrimas de Joahnna comenzaban a salir
-¡A la mierda con ellos! ¡La gente no me da el amor que tú me das, y yo sólo vivo de tu amor! -John de nuevo volvió a ella, tomando sus manos- Estuve tantos años muerto y sólo empecé a vivir cuando tú aceptaste vivir la vida conmigo
-Siento mucho ser mayor, siento que te hayas enamorado de mí siendo muy joven y yo tan
-No me hagas pensar que desde entonces sólo has correspondido a mi amor por mera lástima y no porque realmente me ames -dijo, Joahnna por fin soltó en lágrimas
-¿Cómo puedes pensar eso?
-¡¿Y qué más quieres que piense?! -grito John, golpeando la cama con fuerza- Si desde que decidimos estar juntos, no has hecho nada más que estar preocupada en lo que dirá la gente y no en lo que tus sentimientos dicen, no en lo que yo siento. Ignoras que has vivido feliz, que nunca te ha hecho falta nada, que vives llena de amor, que has vuelto a ser madre, que no hay noche en la que no te haga el amor y segundo en que no te recuerde lo mucho que te amo ¿Y le das preoridad a eso? ¿A gente que no puede con el peso de no tener una vida perfecta?
-No lo entiendes y nunca vas a comprenderme porque no eres tú el anciano
-Dejame decirte que yo he vivido muy feliz ignorando
John le envío una mirada llena de rencor, tomó del sofá el saco de su traje, su maletín y salió de su habitación, la rabia y las ganas de llorar eran inmensas, tanto que no sabía si podría continuar.
John salió hasta la calle y de inmediato se dio cuenta de lo que sucedía del otro lado de la calle, justo frente a la casa de Brian y Brianna May. Cruzo la calle y se detuvo detrás de su amigo melenudo, quien metía maletas a la cajuela de su auto, muy apresurado.
-¿Te vas? -preguntó John
-Así es, yo ya no encajo en está casa -menciono Brian May, cerrando la cajuela
-Creo que no debí decirte lo de tu hija -John le siguió los pasos
-De cualquier forma iba a saberlo. No conozco a mi hija, pero si a Roger -Brian abrió la puerta de su auto, deteniéndose antes de entrar a él-. Y por eso voy tras él, porque volvió a traicionarme
-Creo que si ustedes hubieran dejado que Rogerina viviera su vida, nada de esto estaría pasando -le dijo John sin importar-. Cómo padre, lo único que deseo es que Sammy sea feliz, por lo que
-Te agradecería que no intentes meterte en lo que no te importa, John -Brian rugió, adentrándose al auto rápidamente y cerrando la puerta- Yo sé lo que hago por mi hija
John no dijo nada más y se apartó un poco para que Brian pudiera arrancar el auto e irse, miró a uno de sus mejores amigos alejarse, abandonando su casa y de nuevo a su familia e hijos. Estaba a punto de darse la vuelta y volver a casa, cuando la voz de Brianna lo detuvo.
-¿Tú también piensas lo mismo, John? -escucho, John se dio la vuelta y vio a Brianna en el umbral de la puerta, decaída
-¿De qué?
-Mi hermana dice que desde que Roger y Rogerina se conocen, Brian y yo no hemos hecho nada más que impedir su felicidad juntos ¿es cierto? -Brianna se cruzo de brazos
-Es lo que opina tu madre, yo sólo estoy de acuerdo. No debiste permitir que Brian quisiera hacer de Rogerina su imagen y su semejanza y que tu más grande error fue llegar a pensar que porque tú odiabas todos a los hombres por lo que uno te había hecho, tu hija también debía hacerlo y no, porque la rubia siempre fue un alma libre
-Y ahora ya es demasiado tarde ¿no? -Brianna limpió sus lágrimas- He permitido que mi hija detruyera mi matrimonio
-No Brianna, Rogerina sólo está ocupada en vivir de una vez por todas su propia vida, su matrimonio lo arruinaron ustedes
John no dijo más, cruzo de nuevo la calle y subió a su auto, rumbo al bufete de abogados que Freddie y él tenían.
Después de tantas insistencias Mary abrió la puerta del departamento, dejando entrar a Roger. Sus hijos no estaban, le había pedido a su hermano mayor que cuidara de ellos por la noche, Mary quería tiempo para estar sola, para pensar las cosas y, en cierta parte, tener a Roger para hablar era necesario, pues así iban a llegar a un acuerdo para el divorcio, era algo que ambos necesitaban hablar.
-Supongo que vienes a hablar del divorcio, porque, por lo visto, a ti y a Rogerina les urge estar juntos -dijo Mary, dándole la espalda a Roger
-Mary, no digas eso, por favor yo sólo
-Yo sé muy bien a lo que has venido, Roger -Mary apretó los labios-. Por favor, no llenes está habitación de disculpas, y tampoco intentes decir que tu infidelidad no ha sido porque tú lo quisiste así, sabes muy bien que no soy una de esas
-No Mary, acepto mi error y lo estoy encarando. Lo que hice con Rogerina no estuvo bien, soy un hombre débil, siempre lo he sido y creo que hasta entonces me había mantenido indefenso
-Tú amas a Rogerina, Roger, y yo no voy a interferir en tu felicidad. Aunque ella no merezca mi respeto en la suya, no voy a tratar de impedir que puedan de una vez por todas vivir juntos, no jugaré su mismo papel
-No Mary, yo no quiero una vida en la que no estés tú y mis hijos, déjame continuar en ella
-Mis hijos no te quieren en su vida, Roger, y yo tampoco en la mía -le dijo Mary, Roger sintió las montañas desmoronarse sobre el mar
-No, ¡Tú no me puedes quitar a mis hijos! Ellos me quieren, eres tú quien va a vengarse de mí, quitándomelos
-Creeme que sería una magnífica idea porque los hombres como tú merecen pagar, pero no Roger, yo no soy una mala mujer como con la que te acabas de acostar. Félix es demasiado inteligente, Rory ya no es una bebé, por lo tanto no le costó mucho darse cuenta de la situación, ambos mencionaron la palabra infidelidad, saben muy bien que su padre la había cometido contra su madre
-Tú me amas, Mary, no quieres realmente que me aleje de ti, no me hagas esto y permite remediar mi error -le suplico Roger, tratando de besarla, pero ella se lo impidió abofeteando su rostro
-Vete Roger ¡Vete que mis hijos y yo no te queremos cerca! -le pidió con lágrimas en los ojos, estaba realmente mal
-No estás hablando en serio, no vamos a divorciarnos sin antes intentar solucionar nuestro matrimonio
-No creo que haya nada que solucionar, ya demostraste que nuestro matrimonio es lo que menos te importa, que ni siquiera pensaste en tus hijos antes de meter a Rogerina en tu cama
-No me vas a separar de mis hijos
-Si mis hijos logran olvidar lo sucedido y quieren estar cerca de ti, no se los voy a impedir, podrán verte unos días a la semana, pero ellos se quedan conmigo -informo Mary-. Ahora vete
Roger no discutió más, salió del departamento, pero era obvio que iba a seguir intentando su perdón y por supuesto que no le quitaría a sus hijos, pero por el momento era mejor que las cosas se calmaran un poco.
Mary se dejó caer al sofá y con las manos en su vientre le pedía perdón a su pequeño hijo por quitarle el derecho de crecer al lado de su padre. También debía mantener su embarazo oculto, al menos hasta que el divorcio se diera.
Era la mañana siguiente en Londres, Fredderina bajaba las escaleras de su casa porque alguien llamaba a la puerta con tanta insistencia, era muy temprano aún.
-¿Quién es? -pregunto antes de abrir
-El hombre que más te ha hecho feliz, mi bigotona -le canto Freddie desde el otro lado de la puerta, Fredderina grito de la emoción
Abrió la puerta rápidamente y en cuanto lo vio, con un ramo de girasoles y rosas en la mano, se le echó encima y Freddie se adentro con ella en brazos, dejando parte de su equipaje afuera. La felicidad de Fredderina era evidente en la cantidad de besos que le daba a su esposo y obviamente Freddie también estaba feliz, por eso mismo correspondía a ellos con más pasión. Los gatos de ambos, como si supieran que papá estaba en casa ya, salieron de su habitación y bajaron de inmediato a recibirle también.
-Oh, mis bebés -les dijo a todos, los adoraba
-Ya te echaban de menos también
-Oh, no hay nada más hermoso que el calor del hogar, ser recibido por el amor de tu vida y el resto de tu familia -Freddie la besó
-Te ves muy guapo con ese traje azul -dijo Fredderina, comenzando a quitarle la corbata
-¿Vamos a la alcoba? -Freddie le sonrió con perversión
-Me urge llegar a la habitación -Fredderina le quitó el abrigo
Ambos se adentraron a su habitación, cerrando la puerta, listos para demostrarse lo mucho que se habían extrañado en la ausencia de ambos.