Experimento FOBIA ©

By SolusStella

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El miedo es la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario. El miedo es... More

Sinopsis
P R Ó L O G O
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI

XXII

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By SolusStella


Javed Roosevelt era sin duda un hombre extraordinario. Se dio a conocer al mundo como el genio que era, lo idolatraron por años. Lo etiquetaron como uno de los hombres más brillantes de su generación y claramente no estaban equivocados. Javed entregó su vida y alma para ser el mejor y mientras daba clases a estudiantes igual de apasionados que él, Javed trabajó para sí mismo y retratar su sueño de hacer que las personas mejoren y superen sus traumas y miedos, los cuales como siempre mencionaba eran nada más que retrasos para la evolución de la especie.

Era tan apasionado que la mayor parte de su juventud se la pasó encerrado; escribiendo y pensando como ningún otro, todos los días tenía como meta poder superarse a sí mismo. Era el mejor a pesar de que siempre sintió que no era lo suficiente. 

A pesar de que su discurso y dialecto eran tan seguros e hipnotizantes, al igual que todos, Javed Roosevelt había tenido un pasado y siempre cargó encima de él miedos e inseguridades. Siempre trató de superarse, sin embargo, casi todo el tiempo Javed llevaba en sí un miedo irracional que lo consumía. Todo ese miedo no solo se basaba en sus problemas de abandono, narcisismo y egocentrismo, si no que era un conjunto común de cosas que habían quedado con él por la cantidad de cosas que había vivido en su niñez.

Un padre violento, pasivo agresivo la mayor parte del tiempo. Javed reflejó el miedo a su padre de todas las maneras posibles; pero trataba siempre de ser complaciente para no provocar más problemas en casa, y así, no causar en su padre ese enojo que solía verse reflejado como candela en sus ojos. Creció siempre comparándose con otros, principalmente con su hermano que no solo tenía la aprobación total de sus padres, si no que también abusaba mentalmente de él. Javed solía ser de aquellos niños que se encerraban en su armario o en un cajón de los estantes de la cocina para que no lo encontraran. Solía ser aquel niño que se escondía de sí mismo por miedo al rechazo y al dolor que se le pusieron en su camino. 

Cuando murió su madre, el único soporte en su vida, recayó en depresión y la mayor parte del tiempo se sentía ahogado en su tristeza, en su ansiedad. Desarrolló en sí mismo un enojo y resentimiento tan grande que cuando su padre lo amenazó por última vez, lo miró con la misma intensidad que lo había visto su padre durante toda su vida y abandonó su hogar para bien. Dejó los gritos y la violencia que pensó lo definía como persona.

Salió al mundo con su propio mérito, con todo el esfuerzo y olvidándose del mundo, sacó lo que más pudo de su potencial, sacó teorías, estudió y se presentó como el médico psiquiatra que todo conocían y amaban. Por mucho tiempo pensó que había dejado de lado su pasado pero nunca dormía. Siempre tenía en mente todo lo que le había pasado, sufría de una ansiedad crónica que los medicamentos no podían controlar y tanta era su desesperación que siempre se lastimaba el cuerpo con cuchillas o sus propias uñas. Tenía varias cicatrices en el cuerpo y el dolor emocional y físico eran tan fuertes que lo único que pudo ayudarlo fue la morfina, por lo menos al inicio. Generó en sí una adicción a lo único que le daba confort. 

La morfina fue de mucha ayuda para superar su mente y lo hacía descansar pero todo esto cambió cuando conoció a Sandra. 

Para aquellas épocas, el nombre de Javed recorría la boca de miles de personas, pasaba por los titulares de las noticias y librerías que solían estar abarrotadas de personas comprando sus artículos. Nunca se supo mucho de la vida personal del doctor pero era más que claro que todo el mundo lo mencionaba o lo hacía al menos una vez. Javed empezó a dar clases en una universidad para mantener un trabajo estable y que lo pudiesen ubicar más fácilmente, ya era un hombre maduro que aprovechó el dinero que ganaba para crear su propia cadena de hospitales psiquiátricos. Siempre pensó que no era merecedor de amor por eso aprovechaba su fama para sacar su promiscuidad y no aceptar a nadie entrar a su vida, pero Sandra cambió su perspectiva de las parejas y de la palabra que había borrado de su vocabulario: "amor". Sandra fue su estudiante, lo conocía bastante bien y había pasado años leyendo todo lo que su querido maestro había escrito o dicho. Cuando lo ubicó en la universidad, sus sueños se habían cumplido y por lo tanto aprovechó toda oportunidad que se le presentó para acercarse. Se graduó del colegio cono honorarios y obtuvo una beca en la universidad. El primer año de estudio pasó su tiempo libre espiando a Javed, anotando su horario de clases y hasta lo siguió a su casa para poder espiarlo por la noche desde un árbol que daba a su habitación. Sandra estaba obsesionada con Javed y siempre que tenía la oportunidad para chocar con él o saludarlo, lo hacía. No conocía a nadie más en el mundo porque ella sabía que el doctor era todo lo que necesitaba. 

Cuando por fin pudo tenerlo más cerca a ella, en clases, hizo todo lo posible para destacarse, se convirtió en la mejor estudiante la facultad y se hizo asistente de Roosevelt.

Allí, en pocos meses lo sedujo y lo atrapó. Al inicio fue complicado por razones éticas pero cuando el doctor notó la obsesión tan grande de su estudiante, aprovechó la oportunidad. No solo se satisfacían sexualmente entre ellos pero sabían y sentían que se complementaban el uno al otro. Ella lo quería poseer y Javed la quería utilizar para dar el paso más grande de toda su carrera como profesional. Él decía amarla, pero sabía profundamente que solo la veía como otra herramienta para conseguir lo que él quería: tener la razón.

No se sabe cuándo empezó a obsesionarse con el miedo, con las fobias y con las malas reacciones cuando las personas se encuentran en el estado primitivo de sentirse débiles y sin salida. Tal vez, era porque él se veía como eso, un humano débil y sin salida, como un conejo atrapado en la jaula de una serpiente.

Todos conocían al Dr. Roosevelt, pero nadie conocía a Javed, ni siquiera él mismo.

Y ahora, después de tanto tiempo, Javed quedó como un ligero recuerdo de quienes alguna vez lo admiraron. No pudo salir de sus propios demonios, ni de su narcisismo o de sus ganas de tener siempre la razón, cada vez su propia mente y los efectos de la morfina lo dejaron como un espejismo, era más un recipiente que un ser humano.

Se dejó consumir tanto, que ya ni siquiera hablaba, terminó con su fortuna, su fama y con el poco amor que le tenía a Sandra, se dejó caer en un hueco profundo que él mismo había cavado con sus malas decisiones.  Para esto, el doctor más reconocido dentro del mundo de la psiquiatría ya tenía más de 30 años. Tuvo una fama efímera que siempre recuerda como algo presente, como si nunca se le hubiese terminado.

Cuando Sandra perdió al doctor frente a la adicción de su propia mente, no puedo resistir la vida como lo había hecho, sintió que le arrancaron el corazón y le destruyeron el alma, sintió que había perdido la habilidad de respirar y la vida solo era una neblina, el polvo que había quedado de los años maravillosos que había tenido con el amor de su vida. Nunca dejó de buscarlo, no podía pensar si quiera en que estaba muerto como se rumoraba y pasó años, sin dormir, buscándolo por todos los rincones del mundo. Durante su desesperación también perdió todo: su familia, sus amigos, su licencia y se perdió a ella misma.

Las llamas de la relación entre Javed y Sandra los había marchitado por completo pero aún así, ninguno de los dos podía vivir sin el otro. 

Durante el tiempo en el que Javed desapareció del ojo del mundo, se había encerrado en el primer hospital que había construido, allí, donde internó a su padre para que muriera a sus cuidado, allí, donde gastó sus primeras fortunas. Despejó todo el lugar, despidió a todos los empleados, se encargó de recolectar todas las medicinas y tomar una que otra bata para sentirse en el poder que ya no tenía. Se sentó en la oficina principal por días, pensando, sin tener la capacidad física para llorar y de a poco, como alguien meramente racional, se proporcionó a si mismo con las medicinas que había guardado como un dragón resguarda su tesoro.  

Entre dormido, sin conocimiento del mundo o sin tener idea del tiempo o espacio, pensó, pensó tan fuerte que la cabeza le explotaba. En esa silla de cuero, Javed en su mente había pensando en el proyecto psiquiátrico más grande del mundo, el proyecto que lo dejaría otra vez en la cúspide la fama y la fortuna; claramente, para este punto, ya ni siquiera estaba cuerdo y la poca ética que tenía se le fue de las manos cuando en un cuaderno los nombres de gente que había conocido a lo largo de su vida para privarlos de su libertad y experimentar en ellos como si de ratas se tratara, porque claro, cualquier persona que no fuera él, era una rata de laboratorio. 

Así había comenzado a ejecutar su plan, desde las sombras, como un villano cliché de las novelas antiguas, escribió, pensó y luego, salió del hospital, en la noche porque no soportaba la luz del sol. Sin embargo; aquella parte de recolección y construcción para empezar el proyecto, no la recordaba, estaba tan drogado durante el proceso, que lo único que sabía era que ya estaba en su oficina nuevamente y tenía en cubículos gente encerrada como animales. Pero eso no le importó, Javed era un genio en su mente y por lo tanto confiaba mucho en sí mismo y en su capacidad.

...

» Las mariposas te escupen en el cuerpo, sientes un ardor pues tu piel se quema y se cicatriza tan rápido que alrededor tuyo se forma una costra gruesa que se una con las demás heridas envolviéndote en algún tipo de capullo. Los gritos no se escuchan porque no los puedes producir, tratas de mirar para saber cuál será lo que ocurrirá después, sin embargo, cuando una de las mariposas se posa sobre tu nariz y escupe en tus ojos, lo último que sientes es la caída por el abismo y el golpe contra la tierra.

Algo no estaba bien, Javed lo sentía, tenía escalofríos y la sensación de miradas en su espalda no se iba, sentía paranoia y lo estaba consumiendo de a poco, desde lo profundo de su mente. No quería reconocerlo, porque Javed era demasiado orgulloso para eso, pero estaba sintiendo miedo. 

Gritó. NO, el gran doctor Roosevelt NO siente miedo, eso es para los débiles, los cobardes, para las ratas encerradas en los cubículos de su hospital. Pero él no, él no era normal, ni humano, era mucho más que los demás, y aún así, ¿por qué tenía miedo? ¿por qué estaba encerrado? ¿por qué sabía que ya no tenía el control?

Se abrazó el pecho y con las uñas se empezó a rascar, tenía que mantener la cordura a través del dolor, como lo había hecho siempre; escuchó la voz de Sandra en su mente. Esa zorra, ¿quién se creía que era? La odiaba. 

—¿Dónde estás, maldita? SAL DE AHÍ

No hubo respuesta.

—TE ODIO.

—Lo sé.

Javed saltó: —SAL, te quiero ver la cara de zorra. Desgraciada, maldita, ¿qué me hiciste?

—Nada, cariño,  lo que querías que haga.

—DÉJAME IR.

—No, eres mío.

Javed ya se había clavado las uñas en las axilas y empezó a sangrar, en su mente estaba tratando de mantener el control, la poca cordura que tenía, pero no podía. 

La voz de Sandra se escuchó por fuera de la cabeza del doctor, a través de unos parlantes, las luces tenues de la habitación se apagaron. Javed sangraba, se mordía, parecía un animal rabioso que no sabía el concepto de encierro.

—Experimento E00. por favor, di tu nombre.

—¿A QUIÉN LE HABLAS?

—A ti, Jav.

—¿DE QUÉ HABLAS? NO SOY UN EXPERIMENTO, VEN PARA ACÁ. TE QUIERO PARTIR LA CARA.

—Experimento E00. por favor, di tu nombre.

—QUE ME SUELTES, ZORRA. YO SOY JAVED ROOSEVELT, SAL DE AHÍ, COBARDE. 

Los gritos se hacían eco en la habitación, Javed había perdido la poca cordura que le quedaba, ahora solo transmitía ira y locura, se aventó contra las paredes, se mordía, pellizcaba y ya no emitía palabras, se había convertido en una bestia que antes solía ser un humano.

A través de los parlantes, una voz mecánica, nítida y monótona dijo: —Experimento concluido.

Javed Roosevelt quería saber qué sucedía en la mente de los humanos cuando vivían en constante miedo, sin descanso. Al parecer, se vuelven locos y ni el deseo constante de muerte era suficiente para consolarse. 

Javed Roosevelt pensaba que no tenía miedo,  pero siempre que se lo puso dentro de una simulación, colapsaba y el único resultado que se obtenía, era la muerte, porque Javed tenía 21 fobias que jamás reconoció. Nunca supo lo que era ser humano, no era superior, simplemente era una rata más que corre, se esconde y prefiere morir antes de afrontar a lo que más teme. 



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