Mine

By hopelanzani

150K 8.9K 2.3K

Un trato. Eso era todo lo que se suponía que era. Un acuerdo entre dos personas. Sólo eso. More

Sinopsis "Always Mine"
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Sinopsis "Never Mine"
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26

Capítulo 30

2.1K 165 53
By hopelanzani

La miro dubitativa, y ella empieza a reírse nuevamente, pero su risa dura poco ya que grita sin parar cuando es arrancada del asiento pasajero. Nathan ocupa su lugar en un santiamén, y los asientos traseros también son ocupados rápidamente por Liam, Gas, y, me vuelve el alma al cuerpo cuando veo a Peter también uniéndose.

—¡Conduce! —exclama Nathan, mirando hacia atrás. Los disparos empiezan a golpear el coche, así que todos nos agachamos para que no nos toquen—. Conduce, ¡maldita sea! —me grita enfadado.

Con las manos temblorosas, enciendo el coche y arranco. Quien sea que nos esté disparando no se ha dado por vencido. Consiguen estallar una de las ventanas. Se rompe con potencia, y todos los vidrios salen disparados hacia todos lados. —Mierda, me ha dado —dice Nathan entre dientes, mientras se agarra el brazo con fuerza—. ¡Conduce! Me cago en la puta.

Alguien nos persigue, así que sabiendo que depende de mí, acelero por la carretera.

—¿Qué fue eso? —pregunto, me tiembla la voz, y las manos. El coche se va de un lado para otro, pero no puedo controlarlo.

Miro a Peter, pero el me esquiva, y evade mi pregunta. —¿Dónde está Adam?

—Lo dejé en el hospital —jadeo.

—Mierda, Espósito, ¿podrías no conducir así? —murmura Nathan.

—Lo... Lo siento —tartamudeo, sollozando.

—¿Quieres que conduzca yo? —dice Liam, desde atrás, y paro el coche en seco. Los neumáticos chirriando por mi brusquedad.

Intercambios lugares rápidamente, y me encuentro sentada al lado de Peter. Él mira hacia adelante, con la mirada perdida. Me acurruco a su lado, y él pasa su brazo alrededor de mis hombros.

Me deja un beso en la cabeza, y yo me abrazo más a él. —¿Estás bien? —susurra en mi oído. Asiento, aún temblando por toda la situación—. Estaba cagado de miedo —confiesa—. No sabía que hacer para que estuvieras bien, a salvo.

Trazo mis dedos por su abdomen. —Peter, ¿por qué dijo lo que dijo? —pregunto en un susurro.

—¡Mierda! —el grito de Liam, nos hace salir de nuestra burbuja, y lo que veo delante me deja sin aire. Ahí están, en frente del capó, David Espósito, junto a tres de sus matones. Todos llevan un arma en la mano, y apuntan al coche sin rodeos. Sabiendo lo que tengo que hacer, abro despacio la puerta, no queriendo alarmar a nadie, pero Peter se da cuenta de mis intenciones y se tira encima de mí para cerrarla de inmediato.

—¿Se puede saber que coño estás haciendo? —grita enojada, sus ojos clavados en mí.

—No quiero que nadie salga herido —le digo, segura de mí misma, y de mis razones.

—Nadie menos tú querrás decir —bufa exasperado—. Yo puedo controlarlo, Lali, pero necesito que no hagas ninguna estupidez.

—Yo no hago estupideces —replico, cruzándome de brazos.

—Ah, ¿no? —sonríe con superioridad.

—Querer que no te pase nada no es una estupidez —me defiendo.

—Chicos —dice Nathan—. Los dos estáis diciendo estupideces, tenemos un problema, realmente grande. Tenemos que salir —Peter lo fulmina con la mirada, pero porque sabe que tiene razón.

—No —niega Peter—. A la de tres saldrás echando humo —se dirige a Liam—. Probablemente vayan a disparar, así que preparaos para agacharos.

—Has perdido la cabeza, hombre —dice Nathan.

—¿Qué quieres? —hace una pausa breve. —¿Que la entregue? —le grita Peter enfadado.

—Sí —la respuesta de Nathan me deja estupefacta—. ¿Porqué quieres arriesgarte por ella, Peter? ¿Te olvidas de todas las cosas que hizo? ¿Qué te hizo?

Lo miro sorprendida. ¿Qué le hice yo a Peter?

—No creo que ahora sea el momento más adecuado para hablar de esto —interviene Gas.

—Yo creo que es el mejor momento. Es la solución de todos nuestros problemas —Nathan se gira para mirarme—. No es nada en contra tuyo —explica—. De hecho, me caes bastante bien, pero una cosa no quita la otra. Espero que me entiendas.

Y lo hago. Ellos no tienen por qué arriesgarse así por mí. Tiene razón en todo lo que dijo. Y si la única forma para solucionarlo es entregándome, que así sea.

Sin darle tiempo a Peter a reaccionar, abro la puerta y prácticamente salto hacia afuera.

David y sus matones sonríen al verme, y me acerco lentamente hacia ellos. Sus sonrisas se les borran de la cara de repente, y al instante siento a un par de brazos agarrándome fuertemente.

—¿Qué coño estás haciendo, Lanzani? —le grita David, hecho una furia.

—Somos la distracción —le sonríe Peter, mientras el coche arranca y choca contra todos y cada uno de ellos, hecho que origina una explosión—. ¡Corre, Lali! —grita Peter, mientras se desata todo el caos. Su mano agarra firmemente la mía, y corro como si no hubiera un mañana.

Subimos por una montaña, mientras nos adentramos en el bosque. El ruido de nuestros pies crujiendo contra el suelo, y el cantar de los pájaros es lo único que se escucha en el ambiente.

A lo lejos veo un edificio, y aunque intento detenerme para hacérselo saber a Peter, él nos guía hacia él.

Nos detenemos frente una casa que parece abandonada, ya que está toda en ruinas, pero a Peter no parece importarle, ya que, sin soltarme la mano, me lleva hasta su interior.

El salón está vacío, y sucio, pero sé que ha estado aquí antes cuando subimos un par de escalones que nos llevan hasta la planta superior.

—Peter... —tartamudeo—. ¿Qué es este lugar? —pregunto con miedo.

—Es mío —abre la puerta del final del pasillo y entramos en el dormitorio. A diferencia del resto que he podido ver de la casa, la habitación está perfectamente amueblada con todo lo que puedas imaginar. Una cama, tamaño gigante, está tendida justo en medio del lugar, al lado hay un par de armarios, una mesita de noche, una mesa de billar, una estantería llena de libros, un escritorio con ordenador, entre otras cosas. Al lado más apartado hay una cocina totalmente equipada, y a lo lejos hay otra puerta que deduzco que lleva hacia el baño. Las ventanas de la habitación son enormes, y desde arriba se pueden admirar las vistas increíblemente perfectas que tiene que ofrecer este bosque.

—¿Por qué tienes este lugar? —pregunto, no muy segura de si quiero saber la respuesta.

Su cuerpo se gira para encarar el mío. Es mucho más alto que yo, así que baja su cabeza para mirarme profundamente a los ojos. —Te quiero —me susurra, mientras baja su boca para darme un beso—. Te quiero —vuelve a repetir, mientras va dejando besos a lo largo de mi cuello, hasta llegar a mi hombro. Envía un escalofrío por todo mi ser—. Te quiero —vuelve a mirarme directamente a los ojos y lo agarro de la nuca para atraerlo hacia mí. Nuestras lenguas danzando una contra la otro. Este hombre me ama. A mí. Sonrío contra su cuello, y él empieza a mover su pelvis rítmicamente. —Peter —gimo contra él—. No creo que deberíamos hacer esto ahora —intento sonar coherente, ya que con la falta de aire me resulta un trabajo extremadamente complicado—. No sin saber que pasó con los demás.

Peter asiente. —Tienes razón —declara, para después poner sus manos sobre mí. Me besa como si hubieran pasado años desde la última vez que lo hizo, pero sacudo mi cabeza rápidamente, no queriendo ni siquiera pensar en eso. No sería capaz de vivir sin él. Me posee. Soy suya. Por completo.

Un gemido retumba por el ambiente, y al principio creo que viene de mí, pero cuando lo oigo varias veces, soy consciente de que eso no es así. Me aparto de él de un salto.

—¿Escuchaste eso? —aun intentando recuperar el aliento, susurro, con miedo a si hablo más fuerte quien sea que esté lanzando esos gritos me escuche.

—¿Qué? —su respuesta intenta ser inocente, y baja su boca para atacar mi cuello de nuevo. Se que lo escuchó, y ese simple hecho hace que me ponga nerviosa. ¿Qué está pasando? La persona vuelve a lanzar un gemido, esta vez más fuerte, y sé a ciencia cierta de que es la voz de una mujer.

—No oigo nada —murmura Peter contra mi cuello, aunque no parezca que no lo haga, ya que al hablar no suena nada convincente, y hasta un poco nervioso.

—¿Quién está aquí? —digo, saliendo de sus brazos. Doy media vuelta, intentando dirigirme hasta la dirección de la que se escuchan los gritos.

—Nadie, Lali, vuelve aquí —exige, pero lo ignoro, y salgo corriendo.

Escucho el gemido cada vez más fuerte con cada paso que doy. La mujer no deja de lloriquear, y cualquiera que lo escuchara, pensaría que se está muriendo. Ya estoy en la planta principal dentro de una pequeña habitación, y doy un paso hacia una puerta en el suelo del lugar. Sé que me va a llevar hasta donde quiero ir.

Miro detrás de mí, pero Peter no está allí, por lo que, tomando un poco de coraje, abro la puerta extraña. Bajo por las escaleras indecisamente, y me llevo las manos a la boca al llegar al último escalón, cuando veo a nada menos que a mi madre, tendida sobre una mesa en el centro de esa habitación. Está cubierta con una sábana blanca y fina, y parece inconsciente, aunque no deje de lloriquear. A su lado hay una mesa llena de objetos extraños, pero es la pistola encima de ella lo que capta mi atención. Corro hacia ella, y no me tiro encima por preocupación, porque, aunque siga emitiendo esos ruiditos, no está consciente.

—Lali, no es lo que parece... —intenta explicar Peter, apareciendo de repente por la puerta. alto del susto en mi lugar, y me giro para mirarlo, pero me resulta algo difícil verlo con mis ojos llenos de lágrimas.

—¡Mantente alejado de mí! —le grito a Peter, agarrando el arma y apuntando hacia él, sin tener idea de qué hacer. Las lágrimas ya caen una tras otra, y no puedo dejar de llorar.

—No es lo que parece —vuelve a repetir, intentando explicarse, sin hacer ningún movimiento para acercarse a mí—. Puedo explicarlo...

—¿Qué puedes explicar? —le grito, furiosa—. Es mi madre. Mi mamá —sollozo—. Tú eras... Yo confiaba en ti.

Peter me mira apenado, y delante de mis ojos puedo ver la transformación que hace él. El Peter que conocía desaparece por completo y se transforma en alguien totalmente nuevo. Lo miro a sus ojos verdes, esos ojos que me cautivaron desde el primer día, intentando encontrarlo en alguna parte. No tengo ni idea de quién está parado frente a mí. No tengo ni idea de quién está en su lugar, pero no me gusta. Y hasta aquí arriba mi límite. Pude soportar todo lo que me hizo, la bronca que tenía conmigo, lo mal que me trataba, pero ya no puedo más. Nunca vamos a dar un paso adelante juntos, y menos ahora que sé el monstruo en el que se ha convertido. Miro a mi madre tendida encima de la camilla, está pálida. Parece sin vida. Trago duro, armándome de valor. Tengo, necesito, aclarar esto de una vez por todas. —No sé quién eres...

—Soy yo, nena. Mírame —me suplica.

—¡No te acerques! —grito, cuando él hace ademán de moverse, pero se detiene en seco ante mis palabras—. ¿Qué le has hecho a mi mamá? —sollozo, echándole otro vistazo, deseando que se despierte y me diga que todo esto es solo una pesadilla.

Lo miro a los ojos, intentando encontrar a mí Peter en alguna parte, pero no está. —Necesito...

—Todo lo que dijeron de ti, es verdad, ¿no? —le pregunto, aún con el arma en el aire, mientras empiezo a atar cabos—. Tú ya lo conocías a David Espósito antes de conocerme a mí, ¿verdad? —Peter mira al suelo nervioso, y sé que he acertado—. ¿Hiciste un trato con él? —pregunto, y él asiente, levantando la cabeza para volver a mirarme—. ¿Y cuál era? ¿Entregarme?

—Lali...

—¡No me mientas!

—Al principio era así —su declaración me duele en el alma, y me tiemblan las piernas, algo que no puedo controlar—. Mi grupo formó una alianza con el de David.

—¿Así que tu hace lo mismo que hace él? ¿Eres un mafioso?

—Algo así.

—No —niego—. Algo así, no. ¿O lo eres, o no lo eres?

—Supongo que sí —dice rápidamente.

Trago duro ante su confesión. —¿Todos los que creía mis amigos están contigo?

Él asiente. —Son tus amigos —dice con dolor en su voz, después de unos segundos.

—Las amenazas —digo nerviosamente—. El de los mensajes, ¿ése eras tú?

—Sí.

Oh, Dios. Me tambaleo hacia atrás y me agarro fuertemente a la mesa. Peter da un paso hacia adelante y reacciono rápidamente apuntándolo con la pistola. —No te acerques, maldita sea.

—Era mi pacto con David, tenía que hacer que temieras estar sola, para que fueras corriendo hacia él. No sabía como hacerlo. Por eso te trataba de la forma en que lo hacía, porque no quería enamorarme de ti. Pero, cuando te vi, supe que estaba perdido —se pasa una mano por el pelo, furioso—. Al principio, todos los mensajes eran de mí, pero después empezaste a recibir otros, otros que no sabía de quién venían, y...

—Todo lo que vivimos, ¿es mentira? —pregunto en un hilo de voz.

—No, nena —intenta dar un paso, pero lo detengo—. Nada de lo que pasó entre nosotros es mentira. Me acerqué a ti por razones equivocadas, pero después me enamoré de ti...

—Eso no es amor —espeto—. Eso no puede ser amor.

Me duele pronunciar las palabras que salen de mi boca, pero necesito hacerlo. Necesito odiarlo, hasta que mi corazón ya no sienta nada por él.

—Mírame, Lali, soy yo. Soy Peter. Me conoces.

—Fuiste parte del plan de David. Te aprovechaste de mí, y me ibas a entregar sin pensártelo dos veces.

—Nunca lo hubiera hecho —intenta defenderse.

—¿Y si no hubiera sido yo? ¿Y si hubiera sido otra? ¿O un hombre? ¿Lo hubieras entregado?

Asiente. —Sí —confiesa, sincero.

—Me das asco —le digo—. Te odio —susurro en un hilo de voz.

—No digas eso —pide con dolor en su voz, mientras baja la cabeza, apenado.

—¡He dicho que no te muevas! —le grito, locamente, cuando intenta nuevamente avanzar hacia aquí, por suerte, no se mueve—. ¿Qué le has hecho? —pregunto, mi voz temblando.

—Aunque no lo creas, la estoy ayudando, Lali. Quizás no sea el tipo bueno, pero lo doy todo por esos que me importan.

—¿Y mi mamá te importa? —espeto.

—Es la única que sabe que pasó realmente con Jackson.

—Así que la mantienes aquí por interés.

—Nunca dije que fuera un santo, Lali —intenta justificarse, pero no lo acepto.

—¡No te acerques!

Pero esta vez él no me escucha. Necesito que retroceda. No puedo pensar con claridad cuando está a mi alrededor, y toda esta situación es demasiado jodida ya, me da pánico—. No te acerques, Peter —sollozo—. No te acerques o disparo —le amenazo, apuntándolo con el arma.

Peter me lanza una sonrisa cínica. —No lo harás —dice orgulloso, y me quedo sin palabras.

Se acerca lentamente hacia mí. ¿Qué diablos está pasando?

—No te acerques, por favor —lloro, el arma temblándome en las manos.

Me entra el pánico y aprieto el gatillo. El ruido es increíblemente potente. Me tambaleo hacia atrás. La pistola me pesa en las manos, y la dejo caer, haciéndola chocar fuertemente contra el suelo.

Cuando abro los ojos, Peter está de rodillas en el suelo, sangrando, por la herida que le causó la bala. La bala que yo disparé. Siento que me sube la bilis, y que en cualquier momento voy a vomitar. Lloro. Jadeo, llena de dolor, mientras intento ayudarlo, pero no puedo, no así.

Salgo corriendo de la habitación, y me dirijo hacia el dormitorio. Inspecciono el cuarto, buscando cualquier cosa para poder ayudarlo. Encuentro parte de un pequeño kit de primeros auxilios en lo que resultó ser en definitiva el baño, y me apresuro de nuevo hacia él, intentando sacarme las lágrimas de la cara.

Cuando estoy de nuevo en la habitación, el kit se me escapa de las manos, ya que me quedo petrificada en el lugar cuando no veo ni a Peter ni a mi madre ahí. Miro a mi alrededor, y me entra un mal presentimiento. Me siento demasiado pequeña. Demasiado vulnerable. La pistola que dejé caer al suelo ya no está, aunque sigue habiendo la sangre de Peter causada por la herida. No pueden haber ido demasiado lejos. No con él desangrando, y mi madre inconsciente. Debería haber hecho las cosas totalmente diferentes, y me maldigo una y otra vez. Así que hago lo único que sé hacer. Corro.

Salgo al bosque sin parar de correr. Sin parar de llorar. Sin parar de agonizar. La agonía dentro de mí, apoderándose de mí. A cada paso que doy, me alejo más de todo. Con cada lágrima, el dolor tomando el control. Con cada respiro que doy, una parte de mi se va con Peter.




Y aquí el final del primer libro... ¡Pero no se preocupen! Muy pronto, EL SEGUNDO LIBRO de MINElaliter: NEVER MINE. ¡Los espero a todos! Gracias por todo el apoyo, y que nos volvamos a ver. Muy pronto.

Continue Reading

You'll Also Like

1.8M 125K 88
Becky tiene 23 años y una hija de 4 años que fue diagnosticada con leucemia, para salvar la vida de su hija ella decide vender su cuerpo en un club...
59.7M 1.4M 17
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...
305K 19.8K 35
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
83.1K 18.6K 43
La mano del rubio se coló bajo la máscara del anbu acariciando su rostro suavemente, los azules lo veían con debilidad y un gran amor, Itachi se dejó...