Hermosa Pertinencia (Beautifu...

Por AGBriela

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El "primer" amor de Devon, empezó con una aventura, noches de pasión, entrega total y sin compromisos. No ter... Más

00.
Adelanto.
Personajes.
Primera Parte: I
II
III
IV
V
Segunda Parte: VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
Tercera Parte : XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI: Parte I
EXTRA: Lo que nunca te diré.
XXVI: Parte II.
XXVII
XVIII
XXIX
XXXI
XXXII: Parte I
XXXII parte II
XXXIII
XXXIV
EXTRA
XXXV
XXXVI.
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
EXTRA.
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
Extra.
MARATÓN 2/?: XLVIII
XLIX
L
Epílogo.
Agradecimientos.
BEAUTIFUL IMPERFECTION YA ESTÁ DISPONIBLE.
Actualización 2022
LO LAMENTO ¡NECESITO SU ATENCIÓN!

XXX

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Por AGBriela

Capítulo 30.

Desde el día que él volvió, nada volvió a ser como antes. Evane ese día fue al trabajo y no regresó siendo ella misma. La vi evasiva y a la defensiva. Ese día quise estar con ella pero me apartó, diciendo que estaba cansada. La comprendí, sabía que ese día había descargado tantas emociones que no estaba estable. Evane suele cerrarse por un periodo de tiempo, para luego volver abrirse y sentir que todo estaba bien. No quería que ella pasara por eso sola, nunca es bueno reprimir lo que sentimos.

Así que decidí al día siguiente, antes de ir con los niños, llevarle flores y chocolates. Doce flores en total y una de plástico, para que supiera que en nuestra relación, lo que prevalecía sobre cualquier situación era nuestro amor. Pero ese día no me abrió la puerta.

Las siguiente semana apenas me contactaba, todos los días la iba a visitar pero ella se encerraba en su habitación. Shami compartía conmigo y pensaba en cómo hacer sonreír a su mami.

Ella dijo que si me vestía de príncipe, tal vez ella pensara que la fuera a rescatar. Y así lo hice, alquilé un traje de príncipe azul y una corona. Toqué su puerta varías veces e imité una voz con acento elegante y medieval. No escuché alguna respuesta y eso me hizo trepar hasta su ventana.

Ella estaba de espaldas, recostada en la cama, con su ropa aún de trabajo. Yo me acerqué a hurtadillas sin hacer ruido y me hinque al lateral de la cama para estar a su altura.

—Dijeron que había una damisela en peligro... creí justo que su príncipe azul viniera a su rescate —me incliné para dejarle un beso en su sien y ella se dio la vuelta.

—Estoy enferma... y no necesito que me rescaten.

—Amor...

— Solo vete, no quiero ver a nadie en este momento.

—Shami te necesita... —dije firme—. No olvides eso, que tú razón de vida está detrás de esa puerta preguntándose porque su mamá llora —ella no dijo nada —. Y yo también te necesito... te necesito porque te amo. Estamos aquí para ti, no tienes que pasar por esto sola.

Sin embargo, no recibí su respuesta y decidí desistir. Le daría tiempo al tiempo. Ella necesitaba su espacio para recapacitar.

Y así transcurrieron los siguientes días.

La había escuchado llorar, por horas encerrada en los baños. Sin dejar que yo me acercara o la consolara; me decía que estaba bien pero no dejaba que ni la tocara.

Lo sentía, me repudia con su mirada, me miraba como el enemigo; como si fuera hacerle daño. Incluso creí que me gritaría por irla a visitar todos los días sin falta y llevará a Shami al colegio.

Lo toleré unos días, traté de ser comprensible y darle su espacio. Le hacía su desayuno, lo llevaba a su cama; cuidaba a Shami por las noches y la llevaba a veces a los entrenamientos con los chicos para que Less tuviera su espacio. Incluso una noche me pidió que cuidara su puerta porque no se sentía segura, y me quedé dormido en el umbral de la puerta para que ella se sintiera que estaba con ella y que nadie la dañaría.

Pero dolía, dolía su rechazo. Que me alejara y no hablara. Que no me decía ni cómo se sentía. La miraba envuelta en su rutina, trabajando y regresando tensa.

Quise preguntarle pero sabía que no me respondería. Me repetí que era cuestión de tiempo para ser Less y Dev. Pero no fue así. Porque cada vez que me acercaba, ella daba dos pasos más. Incluso un día tuvo miedo cuando levanté la mano para acariciarla. Entonces lo supe en ese instante, sus miedos volvieron a renacer cuando vio al idiota. Ella pidió disculpas con su mirada pero se giró, protegiéndose. Creando una barrera impenetrable que no soportaría. Mierda, nada dolía más que ver a la mujer que amas, en silencio, sufriendo y atormentando con su peor pesadilla.

Entonces me harté, me harté que no pudiera ni darle un beso a mi novia porque ella pensaría que soy como el idiota que la lastimaría. Yo la amo, la adoro con cada fibra de mí ser que detestaba que me viera como el enemigo. Quería sentirla en mi cuerpo y recordarle que no importa lo que pasó hace años, ahora tenía un hombre que le haría el amor y que ya no tendría que afrontar sus miedos sola, ni sus mayores pesadillas. ¿O no entendía que era mi novia? ¿La mujer que amo y pagaría lo que fuera por verle feliz y quitar cualquier rastro de tristeza? Éramos un equipo.

¿Acaso no sabía que estábamos juntos? Y que su dolor, era mi dolor.

Así que un día cogí su mano entre la mía, ella se tensó y trató de apartarse pero se la coloqué en mi pecho, para que notara mi palpitación. Ya no soportaba, era el tiempo de dejarle en claro que si no quería que luchemos juntos, entonces yo me pondría sobre todo, para que ningún golpe llegara hacia ella.

—Suéltame —susurró bajito y negué.

—No me apartes de tu lado Evane... me duele que estés distante —ella vio nuestro contacto y siguió tensándose, no la obligue a más y solté mi mano. Sería su decisión si sentirme o repudiarme, como lo estaba haciendo.

—No quiero dañarte Devon —susurró con la voz rota y negué, eleve su mentón e hice que me viera a los ojos. La miré con dulzura y me acerque un poco más a ella, pero esta vez, después de mucho tiempo, no se apartó.

—Amor, estoy a tu lado; y maldita sea, te amo —acuné su rostro entre mis manos y ella no se apartó, me vio con sorpresa—. No soy ese hijo de puta, soy tu novio y mis brazos son tu refugio, no tú fuerte de miedo; mis labios son para recordarte lo fuerte que eres, no para callarme; mis oídos son para escucharte y que me digas lo que te duele y así superarlo, no para oírte sollozas cada noche y no hacer nada al respecto. Soy tu novio Evane, el hombre que te ama y no le importa un carajo tu pasado. Pero no me apartes porque me duele —ella junto su pecho con el mío y sollozó, llorando y sacando todo de su interior. La vi débil y vulnerable, pero ella así me encontró una vez y me tendió su corazón. Me abrigó con su amor y sanó cada herida. Pero también sé mi parte, necesitaba que ella hiciera lo mismo.

Ambos nos habíamos entregado sabiendo lo jodido que éramos, pero por el hecho de enfrentar nuestro pasado, no significaba que nos ahuyentemos por miedo; significaba luchar juntos.

—Lo siento —susurró —. Pero verlo me recordó a...

Le callé con un tierno beso y acaricié su mejilla.

—Amor, sé que cometiste errores y eso te llevo a perder al hombre de tu vida... —ella colocó su dedo en mi boca e hizo que me callara.

—Mi esposo, porque el hombre de mi vida fue él en su momento; pero en este momento, eres tú —susurró con la voz plausible y ronca.

—Pero sigues teniendo esa herida abierta y si quieres estar conmigo, tienes que demostrarme lo que siempre has hecho: ser fuerte —ella me sonrió débilmente y se refugió en mi pecho.

—No te he contado algo —susurró y la sentí cohibida—. Hace unos días se presentó en mi oficina y... trató de tocarme, no se lo permití y él me dijo que más le valía dejar todo en el pasado o me quitaría algo que yo quisiera. ¿Y si me arrebata a Shani Devon? Yo no sé qué haría sin mi bebe, sin mi luz y mi adoración. Devon tengo miedo... me dijo que me alejara de ti o iba a acarrear las consecuencias—ella negó, vi sus miedos salir a flor de piel y temblar entre mis brazos. Rompió a llorar y yo la apreté contra mí, dándole ese soporte que necesitaba para no desmoronarse. Ella mintió hace años por miedo a que le quitaran a su hija, y hoy, le están floreciendo esos miedos. Lo perdió todo, menos su razón por la cual se mantuvo firme todos estos años. Y yo no dejaría que le hicieran algo o que apartaran a Shamia de nuestras vidas. Su esperanza y su vida, seguirán siendo de ella.

La llevé a la cama y la senté en mi regazo, acunando como una niña y cantándole una de esas canciones de cuna, ella calmó su llanto pero la sentía aún tensa.

Sentí una opresión en el pecho al sentir sus angustias. Por eso no me dejo acercarmele, el idiota revivió uno de sus peores momentos. Se apartó de mí porque él volvía a entrometerse en sus pesadillas. Entiendo todo, menos la razón por la que se debilitó.

Ella es valiente y esforzada, creía en ella.

— Nunca sus sucias manos te dañará, no cuando mi ser te adora y cada día que pasa a tu lado, me recuerda que no debo apartarme. No seré un idiota y te dejaré ir no más así porque este patán te lo pida, no mi amor, me iré hasta el día en que tú me lo pidas porque me dejaste de amar o porque cualquier de nuestros corazones dejaran de latir —hago que me mire de nuevo y beso cortamente sus labios—. ¿Entiendes? Porque te amo Evane. Eres fuerte, una nueva mujer y él no puede quitarte eso. Eres la mujer que amo y él no me arrebatará a mi novia o a esa niña que se ha ganado mi amor y si me permites, llamarla mi hija —hable decidido y vi un pequeño brillo en los ojos de Evans.

—¿T-tú hija? — susurró tartamuda sin poder creérselo.

—Si tontita —sonreí —. El momento en que acepté estar contigo, también acepté a Shami en mi vida. Salvo que no me quieras y me iré.

—Yo...

—No digas nada, sólo prométeme que estaremos juntos —le sonreí con ternura y acaricié su mejilla, quitándole cualquier miedo de que yo me iba a desvanecer, o que le iban arrebatar lo que más quería.

—Te lo prometo, no me alejaré de ti... al menos que tú me lo pidas —sonreí y me incliné para atrapar sus labios con los míos y besarle profundamente. Ella se dejó llevar, rodeó sus manos en mi cuello y me atrajo a ella.

La sentía aún tensa, pero traté de no sobreponerme y mostrarle, que mis besos, son curativos, que demuestran mi amor y admiración por ella.

—Te amo —besé sus labios, tan despacio—, te adoro —bajé un poco más mis besos, tan lento que sentí que incluso el tiempo se había detenido a nuestro alrededor; dejándole escapar un gemido mientras continuaba con mi recorrido—, te admiro —ella hizo su cabeza hacia atrás dándome más acceso para besar su clavícula—, te protegeré de cualquier cosa —seguí besándola, sin prisa alguna y detallando en cada parte de su cuerpo; hasta que sentí que sus miedos poco a poco se iban, y destruía cada barrera que había construido entre nosotros estas últimas semanas—, te deseo —mis dedos esta vez acariciaron su nuca y luego hicieron un camino hasta las líneas de su cintura y muslos. Ella se abrazó con más fuerza y acarició mi cabello largo—, y sólo mis besos y caricias tocarán tu cuerpo cuando tu me lo permitas—hice que me viera a los ojos—. Nadie te hará daño mi amor, nadie —ella asintió lentamente, al mismo tiempo que enrollaba sus piernas en mi cadera y yo la guiaba a la cama, para demostrarle que no tenía que tenerme miedo, que soy Devon, el chico que la ama. Ella me sonrió, me dijo que me amaba y que sería fuerte por nuestra familia.

No recuerdo haberla desvestido tan lentamente para saborear su cuerpo, no recuerdo lo lento que la besé, sin ponerme a pensar en el tiempo que había transcurrido. Tampoco cuando besé su monte de venus y ella me abría las piernas sin miedo alguno y yo le hice el amor. Me dejé llevar por su dulce embriagante olor, por su sensualidad, por su momento de luz y brillo; por sus ojos que me atraparon desde que la conocí y sus pecas que me hicieron perderme con mis besos.

Ella y nadie más.

Su cuerpo se acopló al mío, a los mismos movimientos que mis caderas tenían con su pelvis, a la misma sincronía como si una vieja canción se tratara. La habitación se llenó de silencio, con nuestros gemidos y nuestros nombres escapándose. Ella se entregó a mí, confiando en mí. Y eso hizo este acto más íntimo que cualquiera, porque a pesar de su regreso, ella me entregó una parte de ella y yo una parte de mí, su confianza y sus mayores miedos. La sentía completamente mía, en alma y cuerpo, como yo era suyo. Escribimos una promesa, un soneto y un baile eterno con nuestros cuerpos desnudos en el tiempo de la noche, los miedos se fueron, nuestros fortalezas llegaron a nosotros; era nuestra intimidad en la melodía de dos almas amándose.

Recuerdo perfectamente sus labios contra mi pecho y cuello; sus manos aferrándose a mi espalda y como se arqueaba ante cada contacto de mi cuerpo con el suyo. Sus gemidos en mi oreja diciéndome que quería más. La sentía lista para mí, la sentía preparada para que explorara cada fibra y cada molécula que me exponía.

Ella era hermosa, maldita sea que sí. Me encantaba como su pelo se alborota, me encantaba como jugaba con mi pelo cada vez que volvía a entrar en ella. Me enamoré incluso más de ella cuando juntó nuestras frentes y sonreía. Incluso como nuestros cuerpos encajaban y se quedaban unidos después de alcanzar el orgasmo.

Ella quedaba perfecta a mi lado, sin querer separarse.

—¿Te parece si nos escapamos? Quiero que aclares tus pensamientos, te sientas libre y descanse tu alma —la miré atenta ante su propuesta—. Tu y yo... la pequeña Shami por lugares que jamás imaginamos escapar —mis ojos brillaron y no sé si era porque la tenía encima de mí, con su piel expuesta y con una capa de sudor que me hacía excitar aún más o porque ella me gustaba ver sus ojos con una pizca de picardía y emoción.

—Me encanta la idea —junté sus labios con los míos y sonreí, ella se removió un poco y yo la senté en mi abdomen, dejando cada pierna suya a un lado de mí. Ella colocó sus manos frías en mi pecho y yo entrelacé nuestros dedos. Su cabello cubría un poco sus pechos y yo levanté sólo una de mis manos para acomodar su pelo y acariciar su mejilla; me detuve para admirarla y noté su sonrojo mientras su rostro se relajaba ante mi contacto; ella ladeó su cabeza para buscar mi contacto. Fueron horas en esa misma posición. Desnudos, ella encima de mí y conectándose conmigo, con mi calor y mis caricias.

—Te amo Devon —yo estaba recostado, entonces me levanté y acerqué su rostro hasta el mío, dejándolo hasta sólo unos centímetros.

—Yo también te amo —susurré lo más bajito posible.

—¿Por qué susurras?

—Porque quiero que cada día te acuerdes de mi voz haciendo eco en tu corazón —ella me abrazó por mi cuello y movió sus caderas para acomodarnos mejor. Se sonrojó por mi comentario y apoyó su frente con la mía.

—¿A dónde iremos? —yo sonreí ante una loca idea que se me ocurrió. Me levanté con ella en mis brazos hacia la alcoba de su habitación. La bajé con cuidado y la abracé por detrás, aprisionando su cuerpo contra mi cuerpo.

—¿Ves las estrellas? —las señalé a lo lejos y coloqué mi mentón en el hueco de su cuello para dejar unos besos—. Iremos al infinito y más allá —ella soltó una pequeña risa y se giró tan lentamente para quedar frente a frente.

La brisa de la noche nos envolvió, pero no nos importaba. Éramos nosotros y lo demás importaba un carajo.

—¿Qué te parece si tomamos el primer vuelo que encontramos? —yo asentí.

—Sabes que te perseguiría a donde tú vayas.

—¿Y si me voy hoy?

—Nos vamos hoy —ella sonrió ampliamente y sin que ella se lo esperase, la giré por los aires y besé varias veces su rostro.

Era hora de emprender un viaje.

¿Y dónde me encontraría?

No pregunten a donde me fui, me perdí con el amor de mi vida y una pequeña niña que poco a poco iba robando terreno en mi corazón.

N/A 2022: capítulo dedicado a @cieloFAS-26 @xoxovenuss @majosuce

LAS AMO CON TODO MI CORAZÓN.

con amor, Bry.

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