THE DOLLS GAME

By vincent_villarroel

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¿Nunca te has encontrado de frente con esa clase de chicos que deambulan por los centros comerciales luciendo... More

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By vincent_villarroel


En el mundo hay diferentes tipos de chicas, las fashion, las góticas, las perras, las colegialas las que nacieron para ser alguien, las que nacieron para seguir a ese alguien y las que simplemente son dulces, robando corazones por donde pasan, consiguiéndolo todo con una sonrisa y las que piensas que probablemente inspiraron a los Hermanos Grimm a escribir todos esos cuentos de princesas. Y podemos mencionar a una, que de cierta forma está acostumbrada a ser tratada como una, y no por el palacio, la servidumbre a su servicio o los vestidos con bordados de oro, sino todo lo contrario, una chica que tiene dos vidas, por decirlo de alguna forma, una por las mañanas en el escuela con su incondicional amiga Bianca (Oreo para el resto del mundo) y otra por las tardes cuando esta con sus padres y se tiene que convertir en la chica interesada en el estudio, con a la falda rodilla de paletones perfectamente planchados y fingir interés en los temas de sus padres. Roselyne estaba segura de que ella podía pasar sin problema alguna prueba de la escuela de leyes, pues se sabía todo relacionado a ellas por las pláticas de sobre mesa, en las que sus padres debaten entre sí para ver quién sabe más, quien podría llevar mejor un caso o simplemente alardear.

El día de clases había terminado, el sol comenzaba a ocultarse y las chicas candentes se suponen que deberían coquetear con los chicos mayores en fiestas en la piscina, comerse a besos a sus novios en los patios traseros, e ir de compras todo el día en el centro comercial. Pero en vez de esos Roselyne y Bianca estaban castigadas como las otras chicas mayores de su escuela católica, "Santa Teresa", los pasillos llenos de imágenes y cuadros de santos que te seguían con la mirada, olor a madera húmeda y rezos por todas las esquinas era lo más común ahí. Las chicas estaban castigas por haberse pasado los primeros tres periodos del día encerradas en baño platicando o como le gustaba decir a la madre superiora, llenar sus vidas con las vidas de otros. Aunque claro, ella no podía catalogarlo como pecado ya que ella también cae en la tentación de platicar con las hermanas los chismes de la ciudad e intercambiar opiniones sobre que pasara en el capítulo de la telenovela de la noche.

-Maldición, ¿estas hermanas no pueden usar porta velas? -Chilló Bianca raspando el piso de mármol con una espátula. Su cabello alborotado estaba enrollado en una trenza y sus uñas estaban llenas de cera y su esmalte estaba raspado.

-Creo que las manos temblorosas son requisito para ser monja. -Dijo Roselyne hincada con el cabello en una cola de caballo. Estaba ensuciando sus impecables calcetas blancas hasta rodilla y eso le daba un poco de molestia. Ella siempre lucia el uniforme impecable, pasando por la chaqueta escocesa gris, el lazo de listón verde que pasa por el cuello redondo de su blusa, la falda de campana escocesa y lo ella gusta llamar su toque, sus aretes y su enorme collar de crucifijo, el cual había robado la atención de todas las hermanas.

-¿Ustedes de nuevo aquí? -preguntó Katherine, doblando la esquina con sus inseparables amigas, Keira y Katia, quienes habían recortado su falda para que fuera más corta y alegaban que simplemente habían crecido.

-Huh. -Susurró Bianca levantando la vista, viendo el corte de cabello de chico de Katherine, quien estaba segura lucia como un hada. Como un hada endemoniada según Roselyne. -Ya nos acostumbramos a estar aquí.

Roselyne se puso de pie y saludó a las chicas, ellas eran las más escandalosas pero las más envidiadas de la escuela. Los rumores decían que ellas podían pasar el fin de semana completo de fiesta en fiesta sin dormir y todo gracias a que sus padres salen de la ciudad con frecuencia, e incluso se ha llegado a dudar su sus padres son los narcotraficantes más buscados por la interpol, pero eso es solo un rumor de pasillo.

-Luego, podemos ir a tomar algo. -Dijo Katia arqueando sus casi invisibles cejas albinas haciéndola ver como una especia de extraterrestre con el cabello blanco, largo hasta la media espalda y los ojos de un celeste claro, era raro quien podía verla a los ojos sin sentir temor de estar frente a una criatura mitológica.

-¡Por supuesto! -Chilló Roselyne tomando la pose de mano debajo del codo como si se estuviera apoyando en una mesa invisible. Esta sería la cuarta vez en salir con ellas, eran todas unas compulsivas, compraban sin ver precios, coqueteaban con todos los chicos sin importarles si eran feos o muy mayores de edad, le compraban ropa para que usara cuando se escapa con ellas e incluso la rociaban con perfume antes de bajarse en el frente de su casa para que no oliera a los cigarrillos que todas ellas habían estado fumando en la habitación de Katherine mientras recibía lecciones sobre como seducir, emborrachar e incluso manosear a un chico.

Katherine y las chicas le guiñaron un ojo, dieron unos pasos hacia atrás y se volvieron a perder por el pasillo.

Roselyne devolvió la mirada a Bianca y sonrió. Sabía que ella estaría un poco molesta de que había aceptado pasar la tarde con las chicas de cabello extraño, y algo dentro le decía que la estaba traicionado, después de todo ellas eran más que mejores amigas, eran las nuevas chicas de Blue Diamond. Mucho había ocurrido para lograr ser parte de ese selecto circulo social. Cada fiesta de pijamas que tenían, cada viaje de campo, había sido una aventura. Incluso el salón de clases había sido memorable cuando estaban juntas. (Leer una nota caliente de la capitana del equipo de celibato a su profesor de matemáticas por el megáfono era ahora una leyenda en entre todas las chicas de la escuela que aspiraban a ser una y luego de eso solo las que se autodenominan zorras lo hacían).

Bianca bajó la mirada y siguió raspando el suelo con la espátula como si de verdad estuviera interesada en quitar la cera.

-¿Piensas pasar la tarde con ellas? -Susurró muy bajo.

Roselyne se inclinó de nuevo el suelo y la miró fijamente. -No, no si tú no vas.

- ¿Entonces por qué aceptas por ti misma? -Bianca arqueó una ceja lo cual la hacía parecerse a Tyra Banks.

-No me di cuenta, solo estaba pensando en lo fabuloso que sería ser vistas con ellas, ya sabes, este año se gradúan y podrían dejarnos a nosotras sus casilleros al lado de la máquina de dulces, su increíble mesa en la cafetería, pero más que nada, su reputación. Imagina, ser envidiadas por las otras.

-No, nosotras ya tenemos una reputación. -Espetó Bianca molesta.

- ¿Cual reputación? Ser las únicas chicas sin novio, que murmuren si ya hemos dado nuestro primer beso o no... o, ya se, las supuestas fotografías en las que estamos con nuestras pijamas de monitos besando los posters en tu habitación?

Bianca tenía la cara congelada. Ella sabía que todo lo que lo Roselyne decía era verdad, pero pensaba que solo ella lo notaba.

-Perdona, tienes razón. Entonces, será mejor que te apresures o las chicas nos dejan. -Dijo Bianca poniéndose de pie.

Roselyne le dio un pequeño abrazo a Bianca y volvieron al suelo. Ninguna de sus peleas duraba más de cinco minutos. Al parecer la pulsera de lana de colores que habían hecho mutuamente de friendniversary tenía poderes mágicos que las hacia inseparables.

Luego de haber terminado con el suelo de mármol y pasar la inspección de las hermanas, las chicas estaban sentadas en los asientos posteriores de la camioneta Ford de Katherine, los asientos olían a frutas y en la radio estaba sintonizada la estación en la que pasan las canciones de Taylor Swift cada dos canciones.

-Entonces, Oreo, espero que ahora si nos digas donde compras esos botines de gamuza. -Chilló Keira frunciendo los labios, algo acerca de ella la hacía ver como una actriz de Bollywood de alto nivel.

-Solo son de la primera colección de Michael Kors, y las compramos por internet con mi madre, ya saben, antes de que las reinventaran y llenaran las tiendas con ellas. -Bianca dijo viendo a Roselyne demasiado emocionada como para solo dirigirse al centro comercial.

- ¿Y piensas graduarse del convento? -Dijo Katherine girando el volante frenéticamente, ella había comprado su licencia y no temía mostrarlo.

-Eso creo, al igual que ustedes.- Respondió Roselyne de inmediato. -Y ustedes chicas, ¿que piensan hacer luego?

-Bueno, las tres estamos pensando tomarnos un año para probar como modelos, ya saben, armar un álbum de nuestras fotos y todo eso. -Dijo Katia rodando los ojos frente al retrovisor.

Las chicas saltaron de frenazo que dio Katherine en el estacionamiento. Se bajaron del auto, arreglando sus uniformes antes d entrar, sosteniendo sus pequeños bolsos en el hombro y viéndose mutuamente como buscando defectos y de encontrarlos no los dirían.

-Wow, Eduardo sí que sabe cómo hacer que unos jeans se vean deseables. -Dijo Katherine viendo a Eduardo pasar frente a ellas sosteniendo un par de libros.

Las chicas asintieron mientras esperaban que él las volteara a ver. Eduardo era chico latino de dieciocho años que estaba a mitad de su carrera de ingeniería, siempre salía en los encabezados sosteniendo diplomas o medallas por haber resuelto ecuaciones, o cualquier otra cosa que los científicos envidiaban.

-Creo que Roselyne quiere pasar una tarde de estudios con él. -Murmuró Keira dándole un codazo.

Roselyne se sonrojó y tomó fuertemente el brazo de Bianca, era cierto, había algo que le hacía cosquillas cada vez que miraba el cabello rizado y oscuro de Eduardo o el destello de luz en sus ojos.

- ¿Pero ya saben los rumores de Eduardo? -Dijo Bianca interrumpiendo las miradas de las chicas comiéndoselo. -Dicen que está saliendo con Phia, y no solo eso, están pensado en formalizar y todo. Y nosotras sabemos que eso es decir, padres, pronto serán abuelos.

Las chicas soltaron unos suspiros y dejaron de ver a Eduardo como si de repente su hubieran enterado que tenía alguna extraña enfermedad o que gustaba de cantar junto con Madonna solo en su habitación con la bandera arcoiris. Ninguna sabía que había pasado en la ciudad que la mayoría de los chicos lindos estaban encargando desde ya su descendencia. Suponían que debía ser una nueva tendencia o que los preservativos habían pasado de moda.

Roselyne le dio una mirada a Bianca, agradeciéndole por haber despejado a las chicas de Eduardo. Aunque ella nunca había intercambiado un par de palabras con Eduardo le gustaba pensar que es de su propiedad como las estampillas de Hello Kitty que coleccionaba en su álbum.

-¡Zorras a la vista! -Dijo Katherine a unos pasos antes de entrar a Coach por el bolso estilo mochila que todo mundo comenzaba a usar luego de que las hermanas Olsen fueron fotografías con él.

-Alexandra se mira más que zorra. -Dijo Katia como si estas chicas le impidiesen respirar o le afectaran en algo peor.

Roselyne y Bianca miraron a las chicas, enseguida sabían que se trataba de una idiota de abajo de la calle de la escuela cuyo pasatiempo favorito era tratar de hacerse amiga de sus compañeras de clase, Katherine, Keira y Katia. Alexandra siempre está con sus dos amigas, Chassey y Lissa. Chassey era la chica que hackeaba el sistema informático de la escuela y luego le decía a la madre superiora cómo mejorar su seguridad, y Lissa iba a todas partes con una pluma rosa, no digo más.

- ¿Quieren venir comprar algunas golosinas y ver películas de Netflix? -Alexandra llamó.

-Lo siento, -Katherine sonrió tontamente. -Estamos muy ocupadas.

Alexandra frunció el ceño. -No quieren ver a...

-Antes de que digas algo, que asco! Ver algo en ese estúpido Netflix, eso es algo vomitivo. -Keira dijo de golpe asustando a Katia.

-Sí, me gustaría que pudiéramos. -Roselyne ladeó la cabeza. -Hemos estado planeando esta pijamada por un tiempo. ¿Pero tal vez la próxima vez?

Alexandra la miró fijamente era la primera vez que ambas cruzaban palabas. -Sí, está bien.

-Nos vemos. -Katherine se dio vuelta, poniendo los ojos en blanco, y las otras chicas hicieron lo mismo.

Las chicas siguieron caminado por el comercial dejando a las otras chicas con el rostro congelado. Al lado de la fuente parecían uno de los espectáculos que daban ahí los viernes por la noche.

Bianca estaba moviendo sus pies al mismo tiempo que Roselyne, su mente estaba en otro lado. Ella sabía que Katherine estaba inventando siempre cosas para intentar, lo cual era tema de conversación por semanas en los pasillos de la escuela. El último verano, ellas fumaron marihuana en baño del segundo nivel, para ver si tenían alucinaciones o simplemente para saber a qué se debía su popularidad, y el pasado otoño habían manejado por más de tres horas hasta Black Lake, a pesar de que un cadáver fue descubierto una vez allí y ellas querían unir su popularidad con el cadáver no identificado. Pero la cosa era, ella sentía que Keira y Katia no quería hacer las cosas que Katherine las obligaba a hacer. Todas amaban a Katherine hasta la muerte, pero a veces la odiaban también con esa misma intensidad, por dar órdenes alrededor y por el hechizo que había lanzado sobre ellas. A veces, en la presencia de Katherine, no se sentías reales, exactamente. Se sentían un poco como muñecas, con Katherine organizando todos sus movimientos. Cada una deseaba que, sólo una vez, alguna tuviera la fuerza para decirle a Katherine no, incluso parecía que algunas de las profesoras le temían también. Quizás era algo acerca de su despampanante cabello o de sus puntiagudas cejas que las asustaban. Bueno, sea lo que sea ella está segura que de ahora en adelante, por los pocos días que restaban del año, ella sería otra muñeca esperando a ser manipulada por Katherine. Roselyne ahora sabia que le debería una por haberla metido en eso.

-¡Bianca! -Escuchó decir a Roselyne como lejana, pero ella seguía sumergida en sus pensamientos.

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