Antes De Decir Adiós

By barbierison13

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Lían está en su último año de preparatoria y si creías que no pueden pasar muchas cosas en unos cuantos meses... More

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By barbierison13

Tan pronto como llegamos bajamos rápidamente del auto, todos nos encontraríamos frente a varios Clubes nocturnos.
Se escuchaba la música de diferentes géneros, varios chicos salían y entraban, todos en su relajo y en su ambiente, la luz de noche hacia juego con las luces neones.

—¿A cuál entraremos?— preguntaba Acacia aturdida por la música de fondo.

—A uno que no pidan identificación.— sugirió Pepe.

Durante unos minutos observamos a los cadeneros que se encontraban a la entrada de cada lugar, esperando a ver quién pedía identificación. Malas noticias, todos pedían.

—Joder, y ¿Ahora que haremos?— decía Vivi bastante nerviosa.

—Le diremos al cadenero que solo tres de nosotros no trae, que nos haga paro.—mencionaba Alberto refiriéndose específicamente a Acacia, Pepe y a mi.

Hicimos un plan, y como buena bola de chicos que aún asisten al instituto nos acercamos al cadenero que se veía más agradable y tratando de convencerlo accedió. Sin embargo todos en el club nos miraban de arriba abajo.

Subimos al segundo piso, era un lugar obscuro, pocas luces alumbraban, una barra de licores se encontraba en el fondo y del otro lado una terraza al aire libre.
El lugar no era del todo amplio, así que no dudamos en juntar dos mesas antes de que se llenara.

—¡Lo logramos!— decía Vale muy efusiva mientras una joven mesera nos preguntaba que íbamos a ordenar.

—¿Una cubeta de cervezas está bien?— preguntaba Vivian mirándonos a todos esperando una respuesta que evidentemente sería "Si".

Nos pusimos cómodos, las chicas parecían ver un par de fotos en su galería que se habían tomado en el baño del restaurante.
Vivian y Pepe conversaban de manera cercana, se miraban divertidos mientras que sus hombros se empujaban el uno contra el otro.
Sebas trataba de grabar el lugar para probablemente subirlo a su historia en Instagram.

Mientras tanto Alberto y yo platicábamos de cosas no muy interesantes; la mala suerte de aún no tener identificación era el tema.
De repente la expresión de su rostro cambió, y una pequeña sonrisa se dibujó en el.

—Me gusta esta canción.— mencionó cerrando sus ojos tratando de concentrarse.

—Tu y tus malos gustos musicales.— le dije riendo al ver su expresión.

—No tanto como los tuyos.— contestó abriendo rápidamente su ojo derecho echando una carcajada.

—¡Hey!— con mi mano golpeé suavemente su hombro.

—Escúchala y lo entenderás.— mencionaba Alberto una vez más.

—Prestaré atención.— dije mientras lentamente cerraba mis ojos tratando de concentrarme.

Trataba de enfocarme en la letra, evadiendo cualquier otro sonido que hubiera en el Club.

De repente mi piel se erizó, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al escuchar la dichosa letra.

Podría interpretar aquella melodía como un amor fallido, como algo que no pudo ser debido a muchos errores que cometió la persona y que pareciera ser que aún habría una última oportunidad de salvar ese amor a pesar de no saber cómo expresarlo.

Quedé helada, cuando terminaron los últimos segundos de la canción ambos abrimos lentamente nuestros ojos y nos miramos.

Mis sentimientos hacia el son un error.

—No es mi estilo.— dije rompiendo el hielo de una vez por todas.

—Me lo supuse.— contestó de manera tajante. —Hay una chica...— añadió sin ningún sentido.

—¿De qué hablas?— pregunté confundida poniendo mi rostro en ceros.

—Su nombre es Favi, es un año menor que nosotros pero es asombrosa.— dijo con distinguido brillo en sus ojos.

—Genial...— dije sin mucha sinceridad.

—Creo que es la chica correcta Lían.— finalizó con tremenda sonrisa.

Un sin fin de preguntas llegaron a mí mente, de manera desconcertada trataba de responderlas, pero no había forma. Alberto guardó el mejor de los secretos

Ambos nos integramos a la conversación de los demás sin decirnos otra palabra, todos cantaban las canciones que el DJ mezclaba de manera hábil.

Pasaría una media hora para que los tragos del restaurante y los de el club se mezclarán y formarán un caos entre todos nosotros, exceptuando a Lisa y Alberto.

Todos cantábamos eufóricos las canciones mientras que Vivian gritaba sin mucho éxito "Es mi cumpleaños" una y otra vez.

Daniela y Acacia reían de su poco estado de sobriedad, diciendo varias confesiones una a la otra; como que les gustó el mismo chico en primero de preparatoria.

Yo cantaba a todo pulmón con Vale quien me contaba que recibiría un estricto regaño por parte de sus padres.

—En unos minutos me voy.— dijo Alberto acercándose un poco hacia mi.

—¡Aún es temprano!— grité emocionada, pues tenía un par de tragos mezclados.

—Mis padres son muy estrictos.— añadía Alberto con cierta seriedad.

—Bien entonces nos vemos el Lunes.— giré todo mi cuerpo dándole la espalda, como si de un berrinche se tratase.

—Me temo que si. Adiós.— dijo, fue lo último que logré escuchar de sus labios.

(...)

"Mírame y dímelo,
mi mirada te dice todo
entre tú y yo hay un modo,
de amarnos otra vez como locos.
Pero entiendo que ya no,
que lo que pasó ya pasó
no me niegues que yo sé,
que nadie te ha amado como yo,
como yo..."

La cama me daba de vueltas al llegar un poco movida a casa después de que me recogieran de aquél club. Podrían ser las cuatro de la mañana y yo solo repetía una y otra vez la canción.

La piel se me erizaba, no podía podía pensar en otra cosa más que en el; sus bellos ojos, su sonrisa, sus labios, su cabello y esa manía de agarrarlo una y otra vez cuando está nervioso.
La forma en que ríe cuando no estamos de acuerdo, su pinta de niño bueno cuando en realidad es todo lo contrario, su voz tan varonil, esa forma tan peculiar de caminar y abrazarme...

No puedo creer la cantidad de veces que he jodido las cosas entre nosotros, porque desde que lo conocí no se nos ha hecho ni una.
Jamás creí que el estar enamorada podría ser de esta forma.

(...)

De regreso a clases, las dos semanas de vacaciones se pasaron volando, a un paso más de estar en la Universidad, el temor se siente, y ahora yo lo siento más, estudiar para ambos exámenes no es una tarea sencilla y estar concentrada en las calificaciones finales tampoco lo es.

Sin embargo no es en lo único que pienso, estos días han sido bastante extraños, apenas es Miércoles y faltan aún dos días más para el fin de semana.

¡No sé que está pasando últimamente!

Pues soy la clase de chica que disfruta cada día y cada segundo sin importar qué.

Pero estos días la escuela ha sido un fastidio, no me llena nada, ni amigos, ni fiestas, ni siquiera mi deporte favorito. Me estoy desesperando y no debería ser así, solo queda menos de dos meses para que me gradue y estoy en un modo muy complicado.

Quería justificarme diciendo que era estrés por la universidad, las calificaciones o cualquier cosa que que implicará responsabilidad pero ¡No!

Mi inestabilidad está incrementando y ahora solo estoy acostada en mi cama llorando, porque simplemente no puedo estar en paz y ser feliz con la persona que quiero, porque el tiempo corre, el tiempo se acaba, hay prioridades y todo se junta, solo quiero paz, paz que tal vez no me he dado la oportunidad de tenerla.

Pero debo de entender que ya no puedo sufrir y sentirme así porque ahora comprendía todo, tal vez no es el momento e incluso la persona, no me puedo seguir aferrando a Alberto, es doloroso, me hiero a mí misma y a los que quiero, no debe de ser así. El cariño que le tengo es tan grande que dejaría su felicidad sobre la mía, simplemente se que cuando llegue la persona correcta no sentiré ni miedos ni dudas, pero por ahora debo de estar bien conmigo, y aunque tengo demasiado que ofrecerle, por ahora solo será amistad.

Solo me resta hacer mis deberes, comer, ver el final de mi serie favorita y dormir, mañana será un nuevo día lleno de esperanzas.

(...)

Ha pasado la semana como por arte de magia, parece que el tiempo transcurre sin piedad y nos arrebata lo poco que nos queda aquí en la escuela.

Se preguntarán si las cosas ¿Han mejorado? Pues no, todo lo contrario han empeorado aún más.

Haré un breve resumen de lo que ha sucedido, que vaya, no ha sido nada agradable.

Para comenzar al día siguiente del Miércoles, no hablé con Alberto, ni siquiera nos mirábamos, nunca cruzamos caminos, a decir verdad, no tuvimos la menor iniciativa de coincidir, nada absolutamente nada.

No desesperé, lo único como había mencionado antes, era que solo aceptaría su amistad, pero no es tan fácil como creen, en la noche se me vienen todos los recuerdos y las pequeñas cosas que hemos vivido, todo el cariño que nos hemos dado pero simplemente siento que por parte de él todo ha sido en vano.

Después el jueves, vaya, otro día de mierda, al menos me salvó entrenar, aunque no del todo, pues a la entrada del gimnasio vi a Alexander besándose con su chica, por supuesto, yo lo he superado, pero fue una situacion bastante incómoda.

Añadido a la mala semana, nuestro profesor decidió aplicar un examen sorpresa, el cual a todos nos dejó "sorprendidos" y probablemente el resultado no vaya a ser nada bueno.

¡Y por último! Damas y caballeros...

Problemas con mis mejores amigas, las chavas, o bien, para ser más concretas, con Acacia y Vivian.

Pues todo comenzó el fin de semana antes de entrar a clases, yo no me sentía muy de ánimos así de que no respondía a los mensajes que enviaban.

Luego en la semana, no salía del salón de clases, incluso terminaban y me iba tan pronto al gimnasio de básquetbol o a mi respectiva casa.

Las cosas no fueron mejorando pues el jueves las encontré en la cafetería e iba ir a saludarlas a lo que ellas se dieron la media vuelta y se marcharon.

Un bombardeo de indirectas en Twitter comenzaron a surgir, comentarios como; "Vaya, cuatro años de amistad contra un par de meses, ouch." "Si decides cambiar es tu decisión."

Y muchas cosas más se añadieron durante el fin de semana hasta que llegó el domingo.

—¿Cómo van las cosas?— preguntaba Yare mientras entraba a mi habitación con un fruto en su mano.

—Horribles. No comprendo su molestia solo porque pasé tiempo esta semana con las chicas.— dije tirando un suspiro desanimada.

—Vaya, están a punto de entrar a la Universidad, deberían dejar esas tonterías de primaria.— decía Yare dando una gran mordida a su manzana.

—Creo que tienes razón.— respondí.

Quedé pensativa un momento, pues siempre como amiga he correspondido y justo ahora que no me siento bien de ánimos no me pueden apoyar.

Continuaba pensado y pensando, mi cabeza se hacía bolas ¿Por qué han decidido tomar esa actitud? ¿A caso hay algo de malo pasar más tiempo con otras amistades? ¿Por qué me envían indirectas por una red social? ¿Acaso todo esto es patético?

Y de repente, un impulso salió de mi ser, una parte desconocida, una parte que nunca he mostrado a nadie, sería la perdición.

Tomé rápidamente mi celular y entré al grupo de chat de las chavas, y con toda mi furia y enojo comencé a grabar un audio.

—Joder ¡¿Qué pasa con ustedes?! No creen que ya están muy grandes para sus dramas de primaria, sus estúpidas indirectas me tienen harta por no decir hasta la puta madre, si no es suficiente mi amistad ¡Perfecto!— suspiré un segundo.
—Hablemos por aquí y ahora ¡Venga díganme todo lo que tienen que decir! Pero hablen carajo, porque estoy harta de ser siempre la buena y la que nunca se enoja. Yo siempre estoy ahí cuando lo necesitan o ¿No te consta Vivian? Cuando te pusiste ebria la semana pasada ¿Quién sostenía tu cabello frente a un maldito bote de basura? Seguramente yo no ¡¿Cierto?!— mi mente decía que me detuviera, pero algo en mi estaba descontrolado.
—Pero claro Acacia ¡Yo soy la jodida mala amiga! Por no irte a buscar una maldita semana a tu salón. Saben que a la ¡Mierda!— terminé tirando en llanto.

Tarde o no, el audio estaba enviado.

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