Jimin ya se encontraba en Busan. Estaba charlando con sus padres en la cocina. Dos de sus primos mayores que también tenían hijos vivían cerca, y sus niños estaban allí, correteando por toda la casa. Sin embargo, a pesar de tener con quiénes jugar, Sun Hee se encontraba aferrada a la pierna de su papá, como si estuviera corriendo peligro. Observaba todo a su alrededor con ojos tristes.
—¿Qué le pasa a mi bella nieta?
Al ver a su abuela, retrocedió dos pasos. La mujer, al haber visto tal reacción, juntó sus manos a la altura de su pecho y volvió a su lugar.
—Lo siento, mamá. Es algo cohibida, es todo.
Jimin alzó en brazos a la criatura, quien se acurrucó, escondiendo su cara en el hueco de su cuello. Él acarició su espalda.
El señor Park caminó por la habitación, rodeando al joven para ver a la niña.
—¿Quieres jugar con los niños? Seguramente te divertirás.
Negó con la cabeza.
—Por favor, ellos te extrañaban mucho, seguro tú también a ellos.
Sun Hee alzó su mirada. Sus brillantes ojitos miraron a su abuelo, quien quería que ella estuviera mejor. No entendía por qué tenía que ir a jugar si estaba triste. No entendía por qué su papá Min no podía estar con ella. Lo extrañaba mucho, y quería volver, a pesar de haber llegado hacía media hora. Y aún así, pidió a su papá que la bajara y fue a buscar su libro favorito de entre sus cosas, para sentarse después afuera a colorear los dibujos que tenía dentro.
Si los grandes decían que debía ir a jugar... creyó que eso debía hacer.
Jimin la miró, preocupado.
—Me mata verla así.
—Lo sé, hijo... la próxima sería mejor hacerle caso y dejarla con ese muchacho, ¿No crees?
—Supongo que sí. Por cierto... les he hablado de él por teléfono varias veces, y hoy volví a mencionarlo por otra razón. Necesito hablar con ustedes sobre eso.
Jimin se sentó a la mesa, y sus padres lo siguieron, no sin antes haber pedido a los niños que se fueran para tener más privacidad.
—Yo... estoy saliendo con Yoongi.
Silencio.
—Sé que puede parecer una locura que haya tomado esta decisión tan pronto, pero--
—No creo que haya sido muy pronto, amor. Has estado cuatro años solo y sin buscar a nadie. Si de repente sentiste ganas de salir con alguien, o si te enamoraste... en primer lugar, no es algo que tú busques, sino algo que viene por sí solo. En segundo lugar, no fue algo apresurado.
—¿No les importa?
—Hijo, lo que importa es que tú estés bien, y que estés bien acompañado. Si ese chico, Yoongi, es una buena persona, entonces vale la pena.
—Gracias por comprenderlo.
—No tienes por qué agradecer.
—Por cierto, ¿No has hablado de esto con la familia de Eun Ji?
—No, aún no. Es lo que más me preocupa.
—¿Vas a hacerlo?
—Tengo que hacerlo. Son... mi familia, también, después de todo. Son mis suegros, los abuelos de mi hija.
—Lo tomarán bien, ya verás.
Y eso esperaba él. Conocía a la familia de su difunta esposa, y sabía que eran todas personas excelentes y con corazones enormes. Tras haber recordado aquello, intentó tranquilizarse para poder llegar a decirlo sin miedo.
**************
Seokjin sonrió dulcemente al ver a su amigo. Este jugaba con sus palillos, revolviendo la comida que tenía frente a él. Sabía exactamente en qué estaba pensando.
En quién, mejor dicho.
—Sólo ha pasado un día, ¿Por qué estás tan deprimido?
—Lo extraño.
—¿Y por qué no lo llamas?
—No quiero asfixiarlo.
—No lo harás.
Yoongi suspiró.
—Ey, vamos, no te preparé esta cena para que estés así toda la noche.
—Es comida encargada por teléfono.
—¿Y quién lo hizo? No fuiste tú.
—Eres un idiota —rió.
De pronto, antes de que pudieran seguir bromeando, el teléfono de Yoongi comenzó a sonar. Un precioso brillo apareció en sus ojos al haber visto el nombre de su pareja en la pantalla. Pidió disculpas a su amigo, salió al patio y atendió.
—¿Hola?
—Hola.
Yoongi se sorprendió. Un sentimiento desagradable se instaló en su pecho tras haber oído aquella voz tan triste.
—¿Sun Hee? ¿Qué pasa, corazón?
—Quiero volver a casa.
La voz de la niña tembló, y también el alma de Yoongi, al haberla escuchado de esa manera. El joven tomó asiento en una silla que había junto a una mesita sobre el césped.
—Lo sé, sólo tienes que estar ahí un poquito más.
—Te extraño mucho.
—Yo también, cariño.
—Uno de mis primitos me quitó tu oso —sorbió por la nariz—. Jugó con él y se rompió. Lo siento mucho.
—No te preocupes, lo podemos coser. No pasa nada, ¿Sí?
Silencio. El pelinegro pudo imaginar a la pequeña asintiendo con su cabeza, como respondiendo a su pregunta.
—Oye, estoy aquí con Seokjin. Me estuvo preguntando en dónde estaba su amiga favorita.
—Seokjin oppa es divertido.
—Claro que sí... dime, ¿Cómo me llamaste?
—Tomé el celular de papá, y vi tu nombre. Entonces, toqué la pantalla y llamé.
—Escucha, Sun Hee, está bien que charlemos, pero debes pedirle a tu papá permiso para agarrar su teléfono, ¿Sí?
—Lo siento.
—Oh, no, no pasa nada, linda. Sólo te dec--
—¿Sun Hee? ¿Estás aquí?
La voz de Jimin, que se escuchó a lo lejos, sonaba preocupada. El mayor supuso que aquello se debía a que la niña se había ocultado para no ser vista, pues había tomado a escondidas el teléfono de su padre.
—Ah, aquí est-- ¿Es ese mi teléfono? ¿Hola?
—Hola, Jiminnie.
—¡Yoongi! No sabía que habías llamado.
—No lo hice. Sun Hee me llamó.
—¿De verdad?
—No la regañes, ella... sólo necesitaba hablar.
—Lo sé... vamos a volver antes por eso. Nunca la había visto así —suspiró—. En parte, creo que es mi culpa. Yo la aislé junto a mí durante todos estos años. Es lo que aprendió.
—Tampoco es tu culpa, Jimin.
—Lo es... pero voy a corregirlo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Bueno... dejemos de hablar de cosas malas, ¿Sí? ¿Cómo estás tú?
Yoongi quiso decir que podría estar mejor con él a su lado; que era una agonía tenerlo lejos, pero se tragó sus palabras para no parecer muy desesperado.
—Uhm... bien. Estoy en casa de Seokjin.
—Eso es genial. Mándale saludos de mi parte.
—Lo haré ¿Qué hay de ti?
—Ah, todo está bien por aquí. Extrañaba mucho a mis padres.
—Lo imagino.
—Y... también te extraño a ti.
Yoongi miró la pantalla de su celular, incrédulo, y balbuceó varias veces.
—¿Quién eres? ¿Qué has hecho con Jimin?
—Oye, ¿Qué te sorprende? ¿No puedo extrañarte?
—Ah, lastimas mi corazón.
—Siempre dices eso.
—Es que siempre lo haces.
Jimin rió. Aquel sonido fue como la melodía más dulce para Yoongi, quien sonrió inconscientemente.
—También te extraño. Y mucho. Como... demasiado.
Se sonrojó, aunque nadie lo estuviera viendo.
—Ahora eres tú quien lastima mi corazón.
—Espero que en un buen sentido.
—Por supuesto ¿Sabes? Tengo buenas noticias. Yo... hablé con mis padres de ti. Les conté todo, y mueren por conocerte.
—Eso... ¿Quieren conocerme, o matarme?
—Están felices —se carcajeó—. Lo tomaron muy bien.
—Eso es genial, Jiminnie.
Yoongi mordió su labio inferior para no gritar de felicidad en el teléfono. Sabía que esa podía ser la parte más difícil, pero tras haberse enterado que la familia de Jimin lo aceptaba, supo que todo estaba bien.
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No puedo decir mucho porque, si me ven con el celu, me matan
Bueno tanto no ahre
Espero que les haya gustado 💕