Todo por ti, hermano © ["Herm...

By DebiCaceres

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"Eres tan frágil, tan pequeño aún. Todavía no conoces los males de este mundo, y espero que nunca lo hagas. L... More

Booktrailer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Epílogo
Agradecimientos
¡Aviso!
¡Gracias!

Capítulo 4

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By DebiCaceres


La semana pasó, y sigo sin novedades a cerca de los empleos. Me sentí desanimado al respecto, pero mis familiares me aclararon que pueden llegar a tardar en tomar una decisión, que no pierda las esperanzas. Y tienen razón, debo seguir adelante sin importar cuando cueste.

Ahora, me encuentro preparando todo para dejar a Bruno en lo de mi tío Felipe, ya que esta noche me toca trabajar en el bar.

Mi jefe, me pidió que llegara más temprano debido que, en época de vacaciones, muchos jóvenes salen a beber algo y hay demasiado trabajo.

—¿Listo para una noche sin tu hermano? —le pregunto.

Su respuesta es una simple mirada y muecas. Creo que no le gusta la idea.

—Prometo volver temprano.

Termino de acomodar todo y nos disponemos a ir hacia la parada de bus.

Mi hermano va feliz disfrutando de la vista, apoyado en mi hombro, observa a un grupo de mujeres sentadas en un parque. Escucho como se ríe de las muecas que ellas le hacen. Bruno, es el bebé más simpático que conozco, siempre que salimos, él les sonríe a todas las personas.

Visualizo al bus llegando, camino con pasos más largos para poder llegar, para mi suerte un hombre se encuentra ahí y le dice al chofer que me esperar.

—Gracias —dije subiendo.

Tomo asiento, y el hombre se sienta al lado. Bruno no se hizo esperar, y comienza a hacer muecas a nuestro acompañante.

El señor empieza a jugar con él, mientras yo observo, por la ventana, como la gente pasa. La mayoría está abrigada, sin embargo, otros prefieren no estarlo tanto.

El clima provocó que deba ponerle su ropita con orejas de osito, más allá de los detalles, es súper abrigado para esta altura del año.

—¿Es tu hijo? —Una voz masculina me saca de mis pensamientos.

—¿Qué? ¡Oh no! Es mi hermano.

—Es un niño animado y simpático. —Me observa. —Y muy parecido a ti.

—¡Muchas gracias! Siempre digo que cuando empiece a hablar, no parara —río.

—No hay duda de eso, mi hija era igual que él, ahora vivimos con su etapa de adolescente rebelde que no nos quiere hablar.

—Como ustedes ha dicho, es una etapa se le pasará.

—Ojalá así sea joven. —Continúa haciendo caras a Bruno. —¿Te puedo preguntar algo?

—Sí, claro.

—Acaso, ¿tú eres Sebastián García?

—Sí —contesto sorprendido por su pregunta. No sé quién es aquel sujeto, pero al parecer, él sabe quien soy yo.

—Un gusto, soy Roberto Gonzales, jefe de cátedra de Construcciones II.

Creo que noto mi cara de asombro, debido que comienza a reír.

—Veo que no me conocías, Enrique me ha hablado muy bien de ti y por fin tengo el gusto de conocerte.

—El placer es mío. —Sonrío. —No tenía idea que Enrique hablara de mí —bromeo.

—Claro que sí, siempre te destacó como uno de sus mejores alumnos en la materia. —Acomoda sus lentes. —Además, de que se tomó el atrevimiento de contarme tu situación, así que supongo que él es Bruno.

—Así es, mi sociable hermanito. —Nos regala una risita.

—Creo que sabe que estamos hablando de él —sonríe. —Me alegro haberte encontrado, sino tendría que haber esperado hasta que retomaras las clases.

—¿Para qué?

—En la empresa que trabajo, necesitan empleados en el sector administrativo. —Comienza a hablar. —Como tú no estás graduado, no puedo recomendarte en mi sector, pero me gustaría hacerlo en ese sector para, cuando termines, ya te sea más fácil entrar.

—¡Wow! No sé qué decir sinceramente. —Me quedo unos segundos pensando. —Me encantaría, resulta ser que estoy buscando un trabajo de ese estilo ya que debo mantener los gastos de la casa.

—No sabes la alegría que me da saber que te gusta la idea, muchacho. El lunes hablaré con la secretaría para que se te llamé para una entrevista, pero entre nosotros. —Se acerca a mí. —Entraras sin ningún problema —susurra.

—En serio, muchas gracias no sé cómo reaccionar. —Mis manos sudan más de lo normal y la sonrisa de mi rostro es grande.

—No me agradezcas aún. —Observa su alrededor. —La siguiente es mi parada así que aquí termina nuestra charla por hoy, ten. —Me entrega un papel. —Este es mi número, escríbeme así puedo pasarle tu número a la empresa.

Al marcharse, experimente distintos sentimientos, pero sobre todo emoción y esperanza. La vida sí que te sorprende.

Al bajarme, camino con una gran felicidad. Estoy ilusionado de poder encontrar un buen empleo para mantener todo en orden. Mis padres estarían orgullosos de mí, yo sé que sí. Donde sea que estén, me están dando una mano para que todo salgo bien.

Camino unos cuantos metros y llego a mi destino. Mi tío me espera en la entrada, sabe que es algo difícil para mí tener que separarme toda una noche de mi hermano, por eso, se ofreció a cuidarlo ya que él vive cerca del bar por si algo llegaba a ocurrir.

—Nos vemos hermano. —Imita una voz de bebé alcanzo la manito de Bruno para saludarme.

Corro para poder llegar a tiempo.

El cartel del bar se enciende, la gente comienza a llegar.

Hacia unos minutos que abrimos y ya tenemos clientes. Ana, mi compañera, se encuentra atendiendo a un grupo de jóvenes que no dejan de halagarla. Ella es igual de joven que ellos, pero lo que no saben, que ella prefiere a las mujeres.

—Al próximo que me dé su número de celular le cobraré el doble. —Llega a la barra donde esperamos los pedidos.

—Muchos vienen aquí por ti, no te enfades, tienes admiradores —bromeo.

—No quiero admiradores, quiero que esta noche se termine. —Toma su pedido y se marcha.

Un grupo de cuatro chicas se sientan en el centro del bar, la hora de trabajar llego.

—Buenas noches chicas les dejo la carta. —Entrego cuatro maderas en las que están detalladas las comidas y bebidas. —¿Desean algo para beber?

—Sí, nos gustaría cuatro daiquiris de frutilla —dice la más alta.

—Como no, enseguida se los traigo.

Me quedo esperando en la barra, y Ana llega con un nuevo pedido.

—Veo que no soy la única que recibe halagos esta noche.

—¿A qué te refieres?

—Las chicas que recién atendiste, pretenden pedirte tu número de celular —comenta entre risas.

—Se quedarán con las ganas, estoy trabajando. —Note tensión en mis hombros.

—Tranquilo hombre, son jóvenes aún, y tú eres guapo es normal que llames la atención de ellas.

—Y a ti, ¿te llame la atención? —le pregunto acercándome a ella.

—Claro que sí, cuando te vi corriendo el primer día pensé, pobre idiota está llegando tarde. —Se burla de mí.

—Eso duele. —Toque mi lado izquierdo del pecho.

—Ves, eres un idiota, pero un idiota bueno. —Me sonríe.

Mi pedido está listo y, las chicas, al notar mi presencia comienzan a reír entre ellas.

Anote lo que cada una quiere para comer y me retire.

Mientras espero que el cocinero lo tenga listo, me acerco a otra mesa que se encuentra una pareja celebrando su aniversario.

Ellos, entre besos y risas, ordenan su comida. Verlos tan felices me recordó la época en la que salía con una chica, la cual, corto conmigo porque no soportó que pasará la mayor parte del día estudiando o haciendo maquetaciones. Nunca apoyó mi idea de ser arquitecto, por eso prefirió buscar otro tipo de chico.

El pedido de las jóvenes está listo, y me dirijo a llevárselos. Cuando llegue, note que la jarra de daiquiri se encuentra vacía y ellas, un poco ebrias.

Deje sus respectivos platillos y me retire.

—Hey camarero —dijo una a mis espaldas. —No te vas tan pronto, quédate con nosotros.

Hubiese preferido ignorar aquello, pero amablemente me acerque.

—Estoy trabajando chicas, espero que disfruten de la comida.

—La disfrutaremos más si te quedas —emite la que parecía estar más ebria.

—Mi amiga tiene razón, aunque si no te quieres quedar está bien, pero pásanos tu número de celular.

—Por favor chicas, estoy en mi horario de trabajo y debo seguir haciéndolo. —Me retiro.

En la barra me espera el pedido de la pareja.

La noche trascurrió tranquila, ninguna de las jóvenes volvió a molestar, pero estoy seguro, que no van a querer tomar otra vez daiquiri.

Me río al recordar la escena del hermano de una de ellos llegando y gritándole que no debía haber tomado tanto, que se lo diría a sus padres y ella llorando.

La hora de cierre llego y, con Ana, ordenamos todo el salón para poder irnos.

—¡Pero mira a quien tenemos aquí, si es la mismísima Melanie! —grita mi compañera.

—Gracias por el grato recibimiento Ana. —Se acerca a ella y la saluda.

—¿Qué haces aquí Meli? —Me acerco y la saludo.

—Sabía que trabajarías, así que paso a buscarte —contesta feliz.

—Sin duda tengo la mejor amiga. —La abrazo. —Nos quedan unas cosas por ordenar y salgo.

—Tranquilo yo te espero.

Terminamos de ordenar y ya estamos fuera del lugar. Los dos nos despedimos de Ana, a ella la viene a buscar su madre.

—¿Y Bruno? —pregunta arrancando su auto.

—En la casa de mi tío, debemos pasar a buscarlo.

Llegamos y mi tío me lo entrega dormido. Me cuenta que se pasó toda la noche durmiendo, para lo único que estuvo despierto fue para comer y hacer sus necesidades. Le agradezco a él por haberlo cuidarlo.

Nos dirigimos a mi casa, pero antes pasamos por un Auto Mc y llevamos hamburguesas.

Al entrar, todo está igual. Las luces apagadas y el silencio aún se me hacen extraño cada vez que llego.

—Dejaré todo en la mesa, encárgate de tu hermano.

Voy hasta el cuarto para poder dejarlo en su cuna, pero como si él supiera que está en casa, se despierta, me mira y me sonríe.

—Hola dormilón —susurro. —¿Te quedaras despierto hasta que yo me duerma?

Le cambio el pañal y su ropa por algo más cómodo.

—Mira quien comerá con nosotros —anuncio nuestra llegada.

Los tres comimos animados, hablando sobre nuestro día.

El reloj marca las 2 de la mañana y nosotros ya estamos listos para dormir.

Meli, me ha pedido quedarse a dormir ya que sus padres discutieron y no quiere estar en su casa, o por lo menos está noche. Yo no tengo problema, mi antiguo cuarto está libre así que podrá dormir ahí.

Con Bruno, ya estamos acostados. Él abrazado a una de las tantas almohadas que coloco para que no se caiga y yo observándolo.

—Seba. —Meli asoma la cabeza por la puerta.

—¿Qué pasa?

—Gracias por dejarme quedar está noche.

—No es nada, haces mucho por nosotros, es lo menos que te puedo ofrecer —digo en susurro.

—Si tus padres te vieran, estarían orgullosos de ti. —Sonríe. —Buenas noches corredor. —Se marcha.

—Sé que están orgullosos, sé que lo están.

Le doy un suave beso en la frente de mi hermano, y me acomodo para dormir.

---

Como todos los días, ¡Llego un nuevo capítulo!

Espero que les guste y lo disfruten, tanto como yo lo disfruto escribir. Muchas gracias por el apoyo que estoy recibiendo, ustedes son geniales ♥

Nos vemos mañana en otro capítulo. Un beso desde Argentina ♥

PD: ¿Les gusta la nueva portada?

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