Hermosa Pertinencia (Beautifu...

By AGBriela

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El "primer" amor de Devon, empezó con una aventura, noches de pasión, entrega total y sin compromisos. No ter... More

00.
Adelanto.
Personajes.
Primera Parte: I
II
III
IV
V
Segunda Parte: VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
Tercera Parte : XIX
XX
XXI
XXII
XXIV
XXV
XXVI: Parte I
EXTRA: Lo que nunca te diré.
XXVI: Parte II.
XXVII
XVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII: Parte I
XXXII parte II
XXXIII
XXXIV
EXTRA
XXXV
XXXVI.
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
EXTRA.
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
Extra.
MARATÓN 2/?: XLVIII
XLIX
L
Epílogo.
Agradecimientos.
BEAUTIFUL IMPERFECTION YA ESTÁ DISPONIBLE.
Actualización 2022
LO LAMENTO ¡NECESITO SU ATENCIÓN!

XXIII

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By AGBriela


Capítulo 23

Buenos Aires, Argentina. 17 de marzo, 2019

Mala señal, tu conexión ha sido interferida. Pero después de exactamente quince minutos. Por fin pude ver con claridad la imagen de mi familia.

—Te juro que si no contestas mis mensajes te partiré la cara, te lo prometo. Te amo pero duele cuando te alejas de nosotros —sonreí con cariño al ver la preocupación de mi hermana y le mandé un beso.

La extraño y me aguanto las lágrimas. Sólo quisiera ir a donde está ella, fundirme en un abrazo y quedarme un largo tiempo. Pero aún me falta mucho. Sé que tengo mis cimientos bien puestos que ni un terremoto logrará derribar, estoy empezando a tomar altura, pero aún no tengo el techo para refugiarme de mi mismo. Y si lo hubiera, habrán goteras que necesito reparar.

—Pronto los iré a visitar, lo prometo.

—¿Te sientes listo? —negué.

—Pero tengo la certeza que alejándose, no los estoy protegiendo más —mi mamá sonrió con ternura y mandó dos besos.

—¿Está todo bien cariño? —asentí ante la pregunta de mi madre.

—Me he encontrado a Alessandra de nuevo —sonreí abiertamente y escuché un chillido de mi hermana.

—¿La niña que me regaló a Mini Boo? —asentí recordando esa muñeca que Alessandra le había regalado a mi hermana cuando ella era una bebé, que era la favorita de Victoria. Solía llevarla a todos lados y hasta el día de hoy, la tiene.

—Ella misma... —mi mamá me lanzó una mirada que supe descifrar al instante y me encogí de hombros—. Y está guapa, respondiendo a tu pregunta mamá, solo es una amiga.

Less era más que eso, pero no sabría decir exactamente qué. Todo cambió hace una semana, nada era igual. Y se podía ver en la forma que nos mirábamos, cuando éramos cómplices de sonrisas y sonrojos bobos cuando conectamos en algo y desvelamos miedos.

Como su miedo por estar a solas y yo por volverme a enamorar.

—¿Crees que estás listo para volver del todo? —niego.

—Una parte de mí insiste en que debo quedarme aquí, que pertenezco a este lugar. Sé que pronto me llegará una lección de vida. Aún tengo altibajos... necesito más tiempo.

—Estamos orgullosos y sin duda estamos esperando el regreso del Gran Devon Acosta —reí cuando citó exactamente el título de un artículo que recientemente acaba de salir.

Aunque siento el regreso tan lejano. Me gusta mi burbuja, me gusta sentirme libre de sentir, libre de hacer.

—Han pasado cien días exactamente— apunté y mi hermana hizo un tierno puchero.

—¿La extrañas? —miré a mi costado para encontrarme la foto de Sam que me acompaña en mi corazón.

—Cada día Victoria, pero no me quedaré esperándola. Porque ella no volverá —susurré con la voz quebrantada—. Si estoy aquí aún respirando es por un motivo y no lo voy a desaprovechar. Cada vez se siente mejor respirar, sin sentir una opresión de culpa en el pecho.

Oí aplausos, los que me dedicaba mi familia y el que me di a mí mismo.

"Día 100

En la vida habrán tropezones, unos más fuertes que otros. Pero eso no prohíbe que nos volvamos a levantar. Puede ser fácil tirar la toalla, pero es de valientes ponerse de rodillas y ver tu horizonte para poder continuar.

Últimamente miles de dudas me bombardean a diario, pero tengo mucho por delante y experiencias que me las van a contestar.

Quiero seguir, quiero ser Devon.

¿Volver?

O tal vez es momento de un nuevo inicio.

Vine aquí y aprendí tres lecciones importantes.

Uno, ser un luchador nunca es fácil. Por Roxanne.

Dos, la inocencia y el mañana es un regalo que hay que apreciarlo porque no todos tienen la dicha de tenerlo. Por mis pequeños luchadores del hospital.

Y la tercera pero no menos importante, aprender a llevar la culpa y aprender a que no podemos controlar todo lo que pasa a nuestro alrededor, nos deja una carga difícil de llevar. Por Evane Alessandra.

Mi terapeuta me sigue diciendo que hay algo que debo descubrir por mí mismo para seguir con mi vida. Que sigo huyendo y tengo que averiguar porque huyo... porque esa es mi opción que me viene a la mente cuando salgo lastimado.

Lecciones que hasta donde estoy hoy, las atesoro en lo más profundo de mí.

Cambio y fuera, El único y genuino Devon."

Buenos Aires, Argentina. 29 de mayo, 2019.

26 millones. Miré de nuevo el contrato que me habían enviado, repasando la suma y cuando debería de confirmar mi renovación. Era una suma exorbitante, más cuando fui consciente de que sería el jugador mejor pagado. Y no era la única, tenía más pero sin duda mi cabeza no estaba en esto. Además, era mi carta para que jugara en la copa américa en un mes.

Querían mi regreso, yo lo ansiaba pero no de esa forma. Me costaba entender porque ahora todos estaban más enfocados en mí.

Porque ese mundo hizo desgracia en mi vida. Me quitó la privacidad, mis ideales y sin duda fue lo que inició el final de todo.

Irme fue fácil, terminé mis obligaciones con el equipo y en cierta parte agradecí el espacio que me estaban dando las personas, pero en cierta forma se formaba una presión en mí al negar o aceptar este contrato. Era mi sueño, siempre lo fue pero ¿estaba listo para volver? No.

No quería dejar lo que amaba en el mundo, lo que me apasionaba hacer; pero no puedo retomarlo sin si quiera buscarme a mí.

Era difícil decirle adiós y lanzar todo tu esfuerzo de los últimos años por la borda; pero ya no estaba tan seguro de continuar de nuevo allí. Era como si volviera a la rutina, al viejo yo... y a la misma mierda de siempre. Quería paz, un nuevo inicio aunque no podía estar huyendo para siempre.

Como si todos esperan mi regreso para lanzarme preguntas de: "¿Estás bien?" "¿Volverás a las andadas?" y mierda por el estilo. Porque amo lo que hago pero no quiero que se vuelva algo que en un futuro odiaré.

—Debes pensarlo bien Devon, sé lo mucho que te puede afectar volver a Madrid —asentí viendo a mi representante y dejé los documentos a un lado, tratando de recordar las cláusulas que estaban estipuladas.

—Aún no quiero volver... no sé si estoy listo, además tengo a mi equipo aquí, a mis mini jugadores y no quiero defraudarlos —miré a Mario reírse un poco y palmear mi espalda.

—Quisiera hacer publicidad con lo que haces pero sé que quieres tu privacidad. Yo solo quiero controlar y mejorar tu imagen—yo dije que no.

—No, debo aprender a que los titulares no me definen y mis acciones hablan por sí mismas—él no estaba de acuerdo pero lo respetó.

—Tú siempre estás listo Devon, pero él único que no se da cuenta eres tú. Sé que dolerá, pero no puedes renunciar a todo, la vida continua, contigo o sin ti. Y estoy segura que Samantha desearía que no te paralizaste. Además, tú inspiras a esos niños Devon, dales otra razón para seguir adelante.

—No estoy estancado, a veces solo quiero iniciar de cero.

No quiero quedarme estancado. Pero estando aquí no significa que lo esté.

* * *

Daniel: Melody te manda un dibujo. Te extrañamos hermano

A las 5:57 pm.

Archivo adjunto.

Abrí la imagen y sonreí al ver el dibujo que había hecho mi rayito de sol. Éramos todos y mentiría si dijera que no se me escapó una lágrima.

Los extrañaba, eran mi familia. Lo más difícil de alejarme, fue también hacerlo de mi soporte y de la gente que amo. Es difícil pero no podía estar allá, debía velar por mi y luego volverme a encontrar con ellos con un nuevo Devon reformado.

Devon: Desearía regresar pero por el momento, siento que mi lugar está aquí.

A las 5: 58 pm.

Casi fue una eternidad cuando recibí su respuesta, seguido de un emoji de aplausos.

Daniel: No importa cuando vuelvas, tu familia te seguirá esperando. Estamos orgullosos de ti.

A las 6:00 pm.

Sonreí ante el mensaje y guardé mi teléfono. Dispuesto a buscar respuestas.

Buenos Aires, Argentina. 1 de Junio 2019

—¡No! Mierda Carolina.... Tú no puedes dejar a Roberto sólo así —me paré del sillón gritándole a la pantalla mientras le tiraba palomitas de maíz y me frustraba.

Tengo que admitir que desde que Mario vino a dejarme el contrato, no he salido de estas paredes y he estado más que desesperado por encontrar una respuesta. También le informé al hospital que tomaría un descanso por unos días, y que le dijera a mis ángeles que no los iba a abandonar. Ellos ya eran parte de mí.

Cada día me paseaba de un lado a otro, unas veces a punto de firmar y otras con ganas de romper las hojas.

Y luego tengo a los periodistas buscándome, en este punto quiero desaparecer del mapa, que nadie sepa donde estoy. Porque no tendría respuestas claras para todas las interrogantes que me vienen encima.

Sí volveré.

Si me enamoraré.

Incluso no podía estar con Evane sin sentir una presión en mi pecho pero no me podía alejar. Ella y Noah tenían algo, una fuerza importante que no podía rechazar, menos su amistad.

Y las extraño, no miento, extraño cuando a veces Noah viene a verme porque quiere que le enseñe nuevas tácticas del fútbol, incluso cuando Less viene a cocinar unos días. Y no dejaré de lado a la parejita que es mi vecina que me anima cada día. Eso consistía mi vida últimamente, en pequeñas visitas con grandes momentos.

Tenía tantas preguntas sin ninguna respuesta clara. Y frustraba.

En estos meses poco a poco me sentía de nuevo yo, sentía esa pasión de nuevo. Pero me he quedado encerrado, como si me estancara de nuevo.

El timbre empezó a sonar y yo no despegaba mi vista del televisor, quería que esa maldita fuera por el amor de su vida y le diera tiempo de que le explicara. ¿Qué culpa tenía el pobre hombre si la fulana lo drogó?

Mi vista no dejaba de ver la pantalla y casi sin ver, me olí las axilas y no apestaban, podría abrir la puerta sabiendo que no olería mal y mi camisa rota no espantaba a nadie. Justo cuando abrí la puerta, Carolina estaba tomando un avión y maldije por lo bajo. ¡Se fue sin siquiera escucharlo!

—¡Ojalá cuando vuelvas, él esté con otra! —abucheé y me giré para encarar a la persona que interrumpió mi tarde de novelas.

—Veo que eres un apasionado —abrí la boca como plato al ver a Alessandra. Bien trajeada, con un olor tan exquisito que casi me perdí por un segundo. Miré mi ropa y de nuevo me olí.

Mierda.

Qué vergüenza.

Ella completamente hermosa e impecable con un vestido azul que acentuaba su figura y yo con los calzoncillos más viejos que tenía.

¡Vaya que tenía la camisa puesta! Y era una de los Rolling Stones.

De lejos se oía que el programa había pasado a anuncios pero en este instante, mi atención estaba puesta en ella.

—En mi defensa no esperaba a nadie hoy —ella rió y yo me hice un lado para dejarla pasar—. ¿No nos acompaña hoy la dulce Noah?

—Está con su abuela... y yo vine a verte. No contestabas mis mensajes y estaba preocupada por ti —su mano fue hasta mi mejilla y me dedicó una mirada de lo más dulce.

Yo le sonreí de vuelta y coloqué mi mano sobre la suya.

Su mirada transmitía transparencia, podía adivinar con facilidad sus pensamientos y sabía que no estaba mintiendo. Yo le importaba, ella me importaba.

—Sólo...

—No mientas conmigo, sabes que puedes confiarme lo que sea. Por algo estoy aquí —ella se reclinó para un lado y pude apreciar mejor sus facciones. Como eran tan simétricas, su rostro era tan delicado y femenino, excepto por su mirada, era potente e intimidante.

Su cabello caía al lado de su cuello, y cada segundo que transcurría, la sentía un poco más cerca.

—¿Quieres helado? Tengo un gran bote que podríamos acabarlo. Según recuerdo, el de chocolate era tu favorito —ella se sonrojó levemente y besó pausadamente mi mejilla antes de adentrarse a mi cocina. Yo le seguí y fui en busca de dos cucharas y el bote entero de helado.

Nos fuimos al sillón y apagué el televisor.

Ella se agacha para quitarse sus tacones y dejarlos a un lado.

—Creo que eres asombrosa —susurré, ella bajó su vestido y se sentó subiendo los pies al sillón.

Mi vista casi bajó al desnudo de sus piernas, pero era Alessandra, mi amiga, no podía permitirme sentir más allá de amistad por ella.

Porque éramos, amigos. Y la unión que de nuevo teníamos no podía desaprovecharla. Meses maravillosos junto a ella, de un espacio donde se sentía que nos pertenecía, sin rendirle cuenta a nadie sobre nuestros actos.

No me podía permitir caer de nuevo. Debo salir de mi oscuridad y cada vez veo más luz en ella.

—¿Por ser tu amiga?

—Por estar aquí cuando lo necesite —ella se recostó en mi hombro y saboreó su cuchara, como yo lo hacía.

Su lengua se movía y yo no podía apartar la vista. Y no entiendo como esa imagen me pareció de lo más eróticamente posible. Su mirada perdida, sus suaves palabras y el hecho de que su cuerpo estuviera muy cerca del mío.

¡Tranquilo hermano!

—Tenía una pequeña intuición de que necesitabas a alguien con quien hablar. Te aislas cuando más necesitas ayuda y eso no está bien.

—Eso me lo dice mi terapeuta muy seguido — reí un poco y acaricié su cabello—. Yo sólo tengo muchas cosas que pensar y parece que el tiempo me está consumiendo. Aunque algo me dijo mi terapeuta y es que me alejo, pero si alguien me busca lo dejó entrar porque no estoy acostumbrado a estar solo y aunque lo niegue, no quiero estar solo.

—A todos nos pasa —ella dejó escapar un suspiro. Su mente parecía perdida y casi podía jurar ver un poco de aflicción en sus ojos. Pero si ella no estaba preparada para hablar, no la haría enfrentarse a sus miedos. Cada uno los enfrenta a su manera.

En cierta parte me alegraba saber que ella conocía cómo me sentía y yo la entendía.

—Y supongo que tú tienes unos cuantos secretos por desvelar —ella sonrió macabramente, como esas sonrisas que tienen un sentido doble. Ella se puso derecha y se acercó a mi oído, tan cerca que impregnó su olor en mí y no me quejo, olía malditamente sabroso.

—Noah ganó su concurso de deletreo —yo reí por el misterio que le había puesto y junté su frente con la mía, creando una fricción entre los dos, difícil de ignorar. Pero estaba tan perdido en su aroma y en la forma que me miraba, que no tenía tiempo para definir más detalles. Ella me miró a los ojos, yo también; yo sentía que me perdía en ella, y ella me fundía con tal sólo su presencia.

—Sería muy grandioso si vamos a celebrarlo al zoológico. ¿Te parece mañana? Tengo una idea que sé que les gustará.

No había tenido tiempo de analizar la situación en que me estaba comprometiendo. Pero mi corazón dictaba que quería pasar más tiempo con ella y con mi pequeña amiga. Nacía en mí.

Sé que suena ilógico, descabellado, pero me sentía poco a poco reconstruido con ellas, como si dieran vitalidad y la luz que necesito. Fue cuestión de meses para que se volvieran de vital importancia para mi vida, esenciales y que creáramos un vínculo que jamás había sentido con nadie. Eran de esas personas que junto a su aura, podían hacerme levantar. Me sentía feliz... me sentía suficiente y eso era algo nuevo.

Eran una nueva energía.

—¿En serio? —ella salió de su asombro y me abrazó enseguida, envolviendo sus brazos alrededor de mí y apoyando su cabeza en mi pecho—. Nunca entenderé porque la gente no es capaz de ver al asombroso Devon que tengo enfrente mío.

—Porque las cámaras ocultan el verdadero ser y no quiero mostrarlo, me juzgan más fácil y estoy bajo la opinión popular de quien soy. Y eso no es verdad, no soy ese hombre—susurré y me sentía orgulloso por decir eso.

Ella levantó su mirada y me guiñó un ojo.

—Me alegra volver a encontrar —yo aparté un pelo que obstaculiza su rostro y sonreí genuinamente. Increíblemente tenía ganas de tener más chocolate, más si proviene de...

¡Aleja esos pensamientos, ya!

—A mi también, a mi también.

¿Está de más decir que las palabras sobraron cuando estás en el tiempo exacto, con la persona correcta?

Si dijera que no hacían falta demostraciones cuando ambos conocíamos lo que se estaba formando y en cierta parte aterra, y nuestros ojos lo decían.

No era que no estuviera listo para marcharme, aún no quería hacerlo.

"Día 155.

¿Eres tú Devon? Sonríe y siéntete orgulloso. Me alegra volverte a ver por aquí. Ya te diste cuenta que no eres lo que los demás te definen, sino lo que tu ves en tu propio reflejo. ¿Y qué veo yo? Un hombre increíble.

No puedo esperar a decírselo a mi terapeuta.

Cambio y fuera, yo, solamente yo".

Zoológico de Luján. 2 de junio de 2019.

No podría quejarme de la influencia que tenía, una sola llamada y pude sacar a los integrantes de mi equipo a un paseo. No tomó tanto tener la autorización de los padres y el médico para que vinieran al zoológico conmigo y mis hermosas amigas. Un niño en especial tenía que tener más cuidados pero me comprometí a cuidarlos con mi vida.

Si algo he aprendido a jugar, es que tu equipo es parte de tu ser. Eres uno con ellos. Que si uno cae, todos lo hacemos. Eso me gusta de trabajar en equipo porque aún siendo el capitán, no es más importante que todos. Todos pero todos, somos una unión. Y con estos bodoques de amigos, me gustaba sentirme conectado, que fuéramos un equipo.

Ernesto, cáncer de piel. Carlos e Iwy, leucemia. Mauricio y Pedro, también conocido como Payo, tienen un tumor en la cabeza. Leonardo, sarcomas en el tejido blanco. El Chato, un tumor renal.

Todos un milagro, luchando cada día para vencer al enemigo que no todos ven pero destruye donde quiera que estés.

Eran mi inspiración, una de mis razones por las cuales me he levantado.

—Entonces es tu novia —reí y negué con la cabeza.

—No campeones, ella es mi amiga desde que tenía su edad, prácticamente unos bebés —me agaché a su altura y revolví el pelo de Payo.

—Nosotros somos niños grandes entrenador Rodrigo —reí por como lo dijeron todos al unísono. Oh sí, tienen un corazón enorme.

—Claro, se me olvidaba que eran ya todos unos grandecitos y un corazón que no les cabe en el pecho—sonreí y les revolví el pelo a todos—. Así que como todos niños grandes, se van a portar muy bien. ¿Entendido equipo? Y no se olviden de siempre ponerse el suéter, que hace frío, no se separen del grupo y si se sienten mal me avisan. Debemos trabajar como equipo para disfrutar ¿si?—ellos asintieron emocionados y de reojo vi a una Evane viéndome directamente con una sonrisa.

Me giré, justo en ese preciso instante en que Evane y Noah hacían acto de presencia. Llámenme loco pero su entrada fue en cámara lenta. Ellas tomadas de las manos, sonriendo y agitando la mano para saludarme. Less venía con un jeans que acentuaban su figura, una blusa como suéter y una bufanda color rosada, que en mi parecer, ante mis ojos, le hacían ver como un completo ángel. ¿Y qué decir de la pequeña? Venía igual que su madre, combinadas con botines y un gorro de lana. Preciosas.

Era divertido verlas vestidas iguales.

Me quedé asombrado, quitándome los lentes de sol para observarlas mejor. Mi equipo quedó con la boca abierta, tal y como yo.

Lo curioso es que los chicos venían con una chumpa gruesa y t-shirt del equipo y yo una chaqueta de cuero negra y camisa blanca.

—Es...

—Hermosa —dijeron dos niños complementando su frase. Podría jurar que miraban a la pequeña, pero yo no podía dejar de ver a Less.

—Pero creo que se han multiplicado los Devons —dijo Evane agachándose para quedar a la altura de los niños, yo giré mi rostro para quedar cerca del suyo y besar su mejilla junto a la de Noah.

—Less, Noah; les presento a mis muchachos, Ernesto, Carlos, Iwy, Mauricio, Pedro, Leonardo y Chato —dije señalando a cada integrante—. Equipo, ellas son Less y Noah.

Noah se sonrojo y saluda con la mano, mientras Less los saludaba de beso.

Casi miré a uno desmayarse.

—Su novia es muy bella entrenador —comentó Ernesto con una sonrisa pícara, que era el más galán de todos. Pelo rubio, rizado y unos ojos cafés que reflejan ternura. Besó la mano de Alessandra y le guiñó un ojo—. Si él le aburre, me llama. Yo meto más goles que él y soy mucho más guapo.

Reí con Less y los demás niños. Este niño es todo un galán.

—No, no. Yo soy más guapo que todos ustedes. Es un gusto madame —dijo Leonardo con modales mientras hacía una reverencia. Ese era el efecto que tenía Evane cuando yo era más pequeño. Quería enseñarle las estrellas y hacerla sentir bien, protegerla y decirle hermosa cada vez que podía.

Entonces a estos dos les gustan mayores, no como los demás que se amontonaban por hablar con la pequeña. Que parecieron más fascinados cuando ella les dijo que jugaba conmigo a las tecniquitas.

Alessandra y yo nos levantamos y le miré fijamente.

—Creí que Noah quisiera tener más amigos —sonreí inocentemente, sonriendo tan abiertamente e inclinándose para darle un beso en su mejilla—. Se ven hermosas.

—Tú te ves apuesto, junto a tus minis tú. Es muy bello lo que haces Devon—bajé la mirada y sonreí tímido. Me gusta compartir, me gustaba ayudar a personas que lo necesitaban. Yo estuve allí alguna vez, y tuve a Evane que me daba de comer a mi y a mi hermana, y yo a estos niños quiero darles un futuro. Eran la esperanza viviente y yo la necesitaba más que nunca.

—Son una razón para sonreír —ella me miró con ternura, vi que tenía intención de hablar pero los niños nos rodearon impacientes por entrar. Así que fui a comprar los boletos para entrar y les dije que en ningún momento se separaran de mí o de Evane, ya que ella era su nueva amiga.

Fueron horas y horas en el zoológico. Los niños quisieron entrar con los felinos, yo por supuesto entré con ellos y nos tomamos fotos con los cachorros. Estaban idealizados de poder tocar un león o un tigre de bengala. También con las jirafas y les dieron de comer a las cabras. Todos estaban fascinados con la fauna del lugar. Incluso Alessandra parecía una niña. Y a mí me gustaba ver la sonrisa de todos, a veces imitaba algunos animales, causando una y otra sonrisa. Noah era la más atrevida de todos, incluso alimentó a un elefante y se montó en su loma. Lo que más me gusta de este lugar es que es un centro de rehabilitación para animales que jamás pudieron adaptarse a la vida salvaje o que están heridos por circunstancias de la vida. El campo de cuidado de los rinocerontes era hermoso, muchos de ellos les habían cortado su cuerno y los protegía de una manera.

Las risas de los niños, de la pequeña Noah, pero sin duda ver a Less era uno de mis pasatiempos favoritos. En estos meses puedo asegurar que la conozco mejor. Y veo en sus ojos que algo le atormenta, pero en momentos como ahora, sólo veo esperanza y felicidad. ¿Ella y yo ocultamos dolores y lo disfrazamos de una sonrisa? Muchos hacemos eso.

Miré a Less que tenía a un borreguito en su regazo mientras le daba el biberón, a su lado estaba Noah sosteniéndolo. Mis niños del equipo estaban jugando felices y yo me dedicaba a ver a mi alrededor, a apreciar estos momentos que voy guardando y atesorando.

Después de casi cuatro horas adentro, decidimos ir por helado. Irónico porque hacía frío y yo sentía que se me congelaba el trasero cuando nos quedamos parados.

—Esos chicos son increíbles —Less y yo nos habíamos apartado, para sentarnos en una banca y observar a los niños. Ellos jugaban con el señor que vendía globos.

—Son mis campeones, mis luchadores. Todos poco a poco van venciendo la lucha contra el cáncer —Alessandra recostó su cabeza en mi hombro y acariciaba mi cuello con su nariz.

—Eres dulce Devon, serás un gran padre y estoy seguro que tienes la capacidad para que cualquiera se enamore de ti—apretó mi mano y me giré para verla con una sonrisa.

—¿Me espantarás a mis pretendientes como cuando éramos niños? —ella soltó una carcajada y negó. Evane solía ser muy celosa conmigo y es que tampoco me gustaban mucho las niñas cuando iba creciendo, Evane fue la primera mujer que no le dije iugh y me pareció hermosa. Digamos que a cierta edad empecé la pubertad y capté la atención de las niñas pero yo solo quería la atención de Evane.

—Para nada, tendrá mi aprobación.

Sonreí con nostalgia. Todo hubiera sido diferente, todo. Incluso me pongo a pensar que si no hubiese perdido a mi gran segundo amor, no estaría aquí. No hubiera conocido a mis niños, tampoco me hubiera encontrado a Alessandra. Tal vez mi destino era estar aquí... debo estar aquí, debí encontrarme nuevamente con Alessandra. La vida trabaja en misteriosas formas, eso decía Sam.

Ahí es cuando recuerdo que nada pero nada, es casualidad. Que todo pasa por una razón, por más que uno intente reclamar o evitar las cosas, siempre sucederán.

Costará entender pero al final del recorrido, valdrá la pena. No entiendo porque Sam tenía que morir, eso me sigue persiguiendo toda la vida.

Le sonreí a Less, me acerqué aún más a ella, y ella no apartaba la mirada de mis ojos.

Era un espacio cerrado donde...

—¡Devon, Devon! ¡Queremos globos! —los gritos de los pequeños rompieron la pequeña burbuja que empezaba a formarse entre nosotros dos. Me paré para ir hacia ellos reaccionando a lo que estaba a punto de pasar si los niños no nos separaran y pagarle al señor los globos que los niños habían elegido. Sus sonrisas lo valían todo.

Traté de no pensar mucho en lo que pudo haber ocurrido, porque no pasó. Y en cierta parte me confunden mis sentimientos.

—Gracias Devon —dijo Mauricio, el más tímido de todos, abrazando mi pierna. Yo le guiñé un ojo y le di un beso en su frente.

—Me gusta verlos felices chicos. ¿Se la pasaron bien? —todos asintieron y me fundieron en un gran abrazo que me hizo perder el equilibrio y ellos cayeron encima de mí.

—Entrenador... ¿Usted nos dejará? —me paré como pude y los niños se pusieron a mi alrededor. De repente vi a las chicas que estaban sentadas en la banca viéndonos fijamente y secreteando.

—¿Por qué dices eso? —miré curioso a El Chato.

—Porque en la televisión dijeron que volvería a Madrid.

—No pienso dejarlos ahora chicos, planeo pasar mucho tiempo a su lado.

—¿Lo promete? —asiento y les guiño un ojo. Payo con su mirada angelical, y el más pequeño de todos, me abrazó fuertemente. Estaba reconstruyendo mi felicidad, iniciando tal vez un nuevo hogar. ¿Y si realmente estoy volviendo del primer lugar del que hui?

—Gracias por todo entrenador.

—Llámenme Rodri o Devon. Somos amigos chicos —les guiño un ojo y Payo me quito mis lentes de sol para ponerlos él.

Me paré del suelo y los guié hacia donde estaban las dos damas.

—¿Listos para irnos? —los niños empezaron a ponerse tristes. Y yo tampoco quería irme, pero el hospital me puso toque de queda y si quería compartir más con ellos, tenía que acatar las órdenes—. Lo siento chicos, pero prometo ir mañana a entrenarlos y meter muchos goles.

—¿Yo también puedo ir? —Miré a la pequeña que me miraba con un tierno puchero y jalaba el vestido a su mamá—. Anda mami. Yo también quiero ir a entrenar con ellos, son mis amigos. Prometo terminar mis tareas y no dejar ninguna.

—El entrenamiento es en la tarde, si quieres puedo pasar a recogerla a la escuela. Claro, si tú das tu consentimiento—en eso todos los niños se pusieron en rueda alrededor de Alessandra y juntaron sus manitas para repetir al mismo tiempo "por fis". Ella se hizo como si lo pensara por un momento, para luego sonreír abiertamente.

—Claro que puedes ir cariño —le guiñé un ojo a Less y me acerqué a ella para robarle un beso en su nariz.

—Te ves tan tierna cuando te haces la pensativa —la atraje a mi pecho con un abrazo mientras ella sonreía.

—Tu barba hace cosquillas—susurró bajito mientras se agachaba para abrazar a su hija y que ella le diera un beso gigante.

—Vaya entrenador, creo que me enamoré de su novia —reí por el comentario del chico, antes de perderme ante tal encantadora imagen.

¿Irme?

Claro que no podía irme. Me gustaba este lugar. Me estaba reconstruyendo, me estaba encontrando.

Soy feliz. Y mientras más veo a Evane, me doy cuenta que quiero ver que me ampara el futuro a su lado. 

N/A 2022: Un episodio que me encanta de Devon, es donde empieza a sentir nuevamente 

capítulo dedicado a @milicomelibros 

con amor, Bry.

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