SIEMPRE TUYA ©

By lauravaleno

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Engreído, prepotente y frío, pero sobre todo un empresario millonario sexy que arrasa con todo a su paso, eso... More

SINOPSIS.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo especial.
Capítulo especial ll parte.
¡Noticias!
¡SEGUNDA TEMPORADA!
Agradecimientos.

Capítulo 41.

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By lauravaleno

Pov Alexander.

Habían pasado tantos meses sin ver a Kaylee, en la boda de Paul ella estaba allí, frente a mí, me dolió verla con ese hombre y embarazada de él con un gran vientre, como quisiera que ese bebe que espera fuera mío, pero no era de otro hombre, se veía radiante y hermosa como siempre, con su gran sonrisa y sus ojos azules destallando un gran brillo, su cabello castaño estaba más corto que antes y se veía hermosa, cada día me lamentaba al haberla alejado de mí cuando ella me hizo un favor al casarse conmigo sin amarme, pero el día que estuve con ella en la luna de miel lo hice porque en verdad estaba sintiendo algo fuerte por ella, pero siempre tenía que comportarme así por Alessa, ella se enteró de que estuve con Kaylee en la noche de bodas y casi me mata diciendo que era un poco hombre, un maldito y un sin fin de cosas que no quiero recordar.

Tenía que aguantarme a Alessa y todos sus cambios drásticos de humor, sus amenazas y chantajes cada vez eran peor cuando la amenazaba que me iba a divorciar de ella, ya estaba harto de vivir con ella, no quería dejar a mi hija en manos de ella, pero tenía que aguantar el infierno que estaba viviendo, lo único que me mantenía aquí era Abby.

Todos los días peleaba con Alessa por muchas razones, una era porque quería ir a pedirle perdón a mis padres y ella me amenazaba con que si lo hacía se iba del país y no volvería a ver a mi hija, otra era porque tenía que trabajar muchas horas en la oficina de su padre y llegaba tarde, ella solo se quedaba en casa cuidando a la beba sin mover un dedo, discutíamos por todo.

Esa era mi vida en estos momentos, un maldito infierno en el cual yo mismo me había metido, respire hondamente y me acomode en el sillón de la sala, Alessa tenía a Abby en brazos y la beba no paraba de llorar mientras las miraba atento.

—Ya no llores, me estresas Abbigail —dice Alessa arrullando a Abby mientras caminaba por la sala.

—Dame a la beba Alessa, no me gusta como le estás hablando —la mire serio, acercándome a ella para coger a la beba en brazos, pero me dio la espalda.

—Vete al demonio Alexander, Abby es mi hija y tú no la vas a tocar ni podrás olerla mientras te sigas comportando como un idiota conmigo, llevas meses que no me tocas, no me hablas bien y me estoy hartando de ti —escupió ella mirándome desafiante.

—También es mi hija Alessa, no puedes quitarme el derecho de alzarla cuando yo quiera, tengo tanto derecho como tú —respondí cabreado.

—Podrás ser muy su padre, pero es mi hija y sobre ella mando yo que fui quien la tuve y le di la vida, entiende eso —me miro ofendida mientras chasqueaba su lengua.

—Estoy harto de ti, de tus amenazas, de este maldito matrimonio y de esta mierda de vida que llevábamos, sabes muy bien que solo estoy aquí por Abbigail, entiende de una maldita vez que ya no te amo, en realidad nunca te ame, fuiste una simple adicción enfermiza —grite aún más cabreado mientras me levante de golpe del sofá.

—A mí no me amenaces Alexander, soy capaz de irme del país y llevarme a Abby lejos donde nunca más la podrás ver, así que recuerda que estamos casados y no pienso dejar que esto se acabe por tus idioteces —dijo ella dejando a la beba en su mecedora.

—Estoy hasta el demonio contigo ¿Acaso no sabes que ya no te amo? Me cansé de ti, quiero que me des el divorcio e irme de aquí para poder buscar a Kaylee —respondí enojado mientras quería golpearla.

—Pues no, no dejaré que busques a esa zorra maldita, si me dejas soy capaz de matarme o quizás puedo hacerle daño a tu familia, así que piénsalo muy bien antes de irte tras ella, Alexander, créeme que lo haré y no me tentaré el corazón para nada, yo a ti te amo y no dejaré que nada ni nadie nos separe —espeto ella sonriendo falsamente mientras me miraba con su escalofriante mirada.

—Estás loca, eres una maldita enferma, psicótica, ya no te reconozco, es más, nunca te conocí, debí hacerles caso a mis papás cuando me advertían del tipo de mujer que eras, me pusieron tantas trabas, pero al final caí como un idiota —Respondí irritado por sus amenazas mientras me iba de allí como alma endemoniada.

—Pues te aguantas cariño, soy tu esposa y la madre de tu hija, así soy y no cambiaré por ti o por alguien, así te enamoraste de mí —respondió ella desafiante.

Salí como alma que llevaba el diablo y me encerré en mi despacho, si tan solo le hubiera hecho caso a mi padre cuando me dijo que no debía casarme con Alessa estaría junto a Kaylee en estos momentos, pero ahora todo cambio, ella está con alguien más y espera un hijo de ese fulano, todo sería tan distinto si no hubiera sido tan imbécil al encapricharme con esa loca de Alessa.

La rabia me carcome y me senté en mi sillón, estaba cada vez más cansado de todo esto, Alessa ya me tenía hasta mi límite, empezó a demostrar como era cuando estaba en embarazo de Abby, muchas veces me amenazo con matarse cuando estaba en embarazo solamente porque llegaba tarde de la oficina por su padre se aprovechaba de mi trabajo y me hacía quedarme hasta tarde con el pretexto de que un buen empresario se empeña por su empleo.

Justo hay fue cuando comencé a caer en cuenta lo ciego que estaba con ella, perdí a Kaylee por mis estupideces, por haberla lastimado, haberla humillado y haberla dañado, todo por Alessa, Kaylee no merecía todo lo que le hice y sé que me amaba porque aquella noche en nuestra luna de miel me lo demostró, sentí nuevas cosas en mí, pero decidí callarlas porque sentía que le había sido infiel a Alessa, quisiera devolver el tiempo cuando estaba casado con Kaylee y volverla a tener conmigo, pero ahora era muy tarde, la había perdido a ella y a mi familia por mis idioteces, extrañaba a mis padres y a mi pequeña Mía, mi hermana que ahora me odia por todo lo que hice.

Tome un vaso de licor, ahora solo mantenía encerrado bebiendo, desde que Paul se casó se marchó con Aliah a Londres, él era mi mejor amigo y ya no está, ahora estaba solo, más de una vez me dijo que dejara a Alessa, pero nunca le hice caso, siempre pensé que todos querían verme mal y ahora entiendo todo lo que sufrió Kaylee por culpa mía al verme con Alessa, toda mi vida había cambiado, perdí a mi familia, la empresa, la mujer que en verdad me queria y pensé que al casarme con Alessa todo cambiaría, pero al demonio, nada de eso pasó con esa maldita loca.

Cuando supe que estaba embarazada fui completo porque tenía a la mujer que creía que amaba y esperaba a un hijo mío, pensé que era, llevaba una familia plena, pero me equivoque, como siempre lo hago por mis idioteces.

Fui un maldito idiota al haber dejado a mi esposa por Alessa, aunque al principio pensé que era lo correcto, ya que no amaba a Kaylee, pero ahora después de haberla hecho sentir como la mujer más miserable, ella me debía odiar, me merezco todo lo que estoy pasando y simplemente la perdí, el hecho de verla feliz me derrumbo por completo, ahora ella es feliz con otro y él supo respetarla, amarla y cuidarla, no como yo que solo la lastime y la dañe.

Después de pasar toda la tarde en mi despacho decidí salir, busque a Alessa en la casa, pero se había ido con Abby, me acerque a mi nana, la cual volvió únicamente porque yo le pedí que lo hiciera y ella me miro molesta, aunque Alessa la había echado ella seguía allí para mí, mantenía molesta y casi no me hablaba desde que volvió hace algunos meses, eso me tenía devastado.

—Nana, podemos hablar —pronuncié entrando a la cocina.

—Que es lo que quieres Alexander —me miro ella cortante.

—Que hablemos nana, no me gusta que estés así conmigo —respire triste mientras me acercaba a ella.

—No, no tenemos nada de que hablar, tú hiciste de tu vida un infierno y la de Kaylee también, ahora estás pagado en carne propia lo que le hiciste a esa pobre niña, ella sufrió por ti y mira como estás —respondió nana sollozando.

Nana tenía razón, yo mismo me había metido en esto y lastime a Kaylee, trate de abrazar a mi nana, pero ella solo me esquivo, sentí una punzada de dolor en mi pecho.

—Perdón nana, soy un completo imbécil —dije con lágrimas cayendo, me sentía el ser más despreciable sobre la tierra.

—Alexander, a mí no me tienes que pedir perdón, a quienes tienes que pedirles perdón es a tus padres y a Kaylee, ellos fueron víctimas de tus malas acciones —negó nana mirándome seria y fría.

Eso era lo que más quería, pero ellos no me perdonarían ni Alessa lo permitiría, tenía que acostumbrarme a que mi vida seria esto, un infierno con esa loca, cometí el peor error y debía asumir las consecuencias de todo lo malo que hice con mi familia y con Kaylee.

Golpee una silla de la isla, me fui con el alma hecha pedazos porque mi nana tenía razón, estaba pagando en carne propia lo que le hice a Kaylee, ella jamás me hubiera hecho la vida imposible como lo hizo la loca de Alessa, no sabía que tanto tiempo iba a soportar esto, pero sabía que no iba a ser mucho, mi paciencia ya estaba llegando a su límite y lo único que quería era que Alessa me diera el divorcio para remediar mis idioteces con Kaylee si era que ella me perdonaba.

Camine hasta mi habitación y me encerré, esta casa se había vuelto un infierno y quería irme de acá, me odiaba día a día y odiaba en lo que mi vida se había convertido, bravo Alexander, eres tan inteligente, después de todo somos seres humanos y nos equivocamos.

Tome una botella de whisky, serví el primer trago con hielo, realmente me la pasaba tomando, era lo único que me alejaba de la realidad, mi vida ya no era la misma y lo tenía claro, era un ser miserable, realmente odiaba en quien me había convertido porque lastima a quienes más me querían y no lo merecían.

—Abre la maldita puerta Alexander —grito Alessa del otro lado.

—Vete al demonio, no te pienso abrir maldita loca —espete en voz alta.

Ella solo le dio un golpe a la puerta, la ignoré por completo y seguí tomando, total ya no me importaba nada, pero debía hacer algo para terminar con todo esto que yo mismo había provocado, mi celular comenzó a sonar, el contacto de Paul apareció en la pantalla así que tome la llamada.

—Alexander —espeto del otro lado.

—¿Qué sucede Paul? —cuestione un poco irritado.

—Estás echando a perder tu vida, solamente te la pasas tomando y no sales de la casa, debes dejar a esa mujer —comento mi mejor amigo, tenía razón.

—Mi vida ya es una mierda, maldita sea la hora en que me case con la loca de Alessa, no sé qué hacer Paul —espete dándole un golpe a la cama.

—Dejarla, divórciate de ella y busca como recuperar a Kaylee, si en verdad sientes algo por ella trata de recuperarla —Espeto el del otro lado.

Mi mejor amigo tenía razón, debía dejar a Alessa de alguna manera, lo que me detenía era la bebe, pero podía demostrar que ella no está apta para cuidar de Abbigail, tenía que buscar la manera de salir de esta casa y alejarme de la loca esa antes de que explote, sus amenazas ya me tenían harto y nuestra vida ya se había vuelto un infierno, no quedaba nada más por hacer, sino separarme antes de que sea tarde.

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