Capítulo 8.

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Estaba muy nerviosa por lo que iba a pasar esta noche, me estaba terminando de arreglar para la gala, el vestido me había quedado perfecto, nos encontrábamos en la peluquería y decidí en dejar mi cabello suelto en ondas pronunciadas.

—¿Qué peinado quiere, señorita? —cuestiono la estilista tomando mi cabello.

—Me gustarían unas ondas pronunciadas —comenté sonriendo.

La chica asintió y comenzó hacer su trabajo, al terminarlo después de una hora y media, era lo que realmente esperaba, quedé impresionada por como había quedado y agradecí.

—Te ves hermosa Kaylee —espeto Jessica sonriendo cuando me vio.

—Gracias Jess, tenemos que irnos, se nos hace tarde —comente mirando el reloj.

Eran las seis y media, a las ocho pasaría la limusina que Mía dijo que mandaría hace una hora cuando llamó a preguntar si iría a la gala, no miento al decir que me tomó por sorpresa su llamada, ya que apenas nos habíamos visto una sola vez.

Tomamos un taxi y al llegar a casa bajamos, subimos y empezamos a alistarnos, Jessica decidió arreglarse en la habitación de Aliah, me dispuse a ducharme sin mojar el cabello, después de diez minutos salí y cepille mis dientes, aplique crema por todo mi cuerpo y estaba muy nerviosa, ya que hoy muchos paparazzi cubrirán el evento, siempre asisten muchos y más de las revistas o programas de entretenimiento, pero hoy estoy más nerviosa que nunca, terminé de aplicar la crema y me dispuse a ponerme mi ropa interior, me puse unas bragas en encaje beige, no necesitaba sostén, porque el vestido no lo necesitaba.

Me puse el vestido junto a unos tacones color beige brillantes con apliques dorados y brazalete que me había dado Anny, unos aretes de diamantes que eran muy importantes para mí, había sido un regalo de mi padre por mis cumpleaños número dieciséis y una gargantilla que era mi favorita. Estaba lista, solo me faltaba el maquillaje, apliqué un poco de sombras doradas pálidas para destellar mis ojos azules y aplique rímel, mis labios estaban algo secos así que apliqué un brillo básico junto a un rubor pálido.

Estaba lista y me gustaba lo que veía, respire hondamente y salí, miré el reloj, eran las siete y treinta, teníamos media hora para que llegara la limusina, por lo que solo me tocaba esperar a que pasaran por nosotras.

—Kaylee, ¿podrías ayudarme con mi maquillaje? —cuestiono Jessica, pero al verme se quedó callada, su vista no se quitaba de mí.

—Solo di algo, ¿me veo tan mal que no puedes decírmelo? —cuestioné bastante preocupada mientras me acercaba a ella.

—Claro que no, te ves hermosa y ni decir las curvas que tienes —confeso ella sonriendo.

Suspiré hondamente y sonreí aliviada colocando una mano en mi pecho, miré a Jessica y su rostro era un poema al verse en el espejo.

—¿Podrías ayudarme con el maquillaje?, esto es un asco —preguntó ella inocentemente.

—Claro, iré al baño por el maquillaje —señalé mi baño sonriendo.

Fui al baño y tomé mi maquillaje, nos sentamos en el sofá y comencé a maquillar su rostro mientras no dejaba de parlotear acerca de la gala, estaba muy emocionada por el baile.

—¿Sabes?, nunca he tenido una cita, siempre me he preguntado por qué no le gusto a ningún hombre, ¿tan fea soy? —cuestionó ella con un poco de tristeza.

—No digas eso, sabes que eres muy hermosa —espete un poco enojada.

—Si fuera así, tendría novio o quizás estaría comprometida —me miro con tristeza.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora