Capítulo 6.

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Me levanté somnolienta mientras que tocaba el frío suelo, tomé un baño con agua tibia y la pereza me invadía, salí envuelta en una toalla cepillando mi cabello seguido de mis dientes, apliqué máscara de pestañas junto a un brillo básico, salí del baño y caminé hacia el pequeño closet, escogí algo cómodo y me vestí rápidamente, opté por un lindo vestido azul mate y unos tacones blancos.

Cuando terminé de alistarme tomé mis cosas y salí a la cocina, Aliah se encontraba tomando su café y miraba su maleta ya para irse con Paul de viaje, sonreí levemente y me acerqué a ella para dejar un sonoro beso en su mejilla.

—Buenos días, Ali —espeté saludando.

—Hola Kay, ¿cómo dormiste? —cuestionó ella dando un sorbo a su café.

—Muy bien, esperó que tengas un buen viaje y tráeme algún recuerdo —comente con un poco de risa, en verdad me gustaba viajar.

—Claro que lo haré, te quiero —confeso ella abrazándome.

—Y yo a ti, cuídate mucho —asentí levemente.

Poco después llegó su taxi, nos abrazamos y se marchó, la casa se sentía sola y claramente duraría muchos días para que Aliah regresara, solo me quedaba Copito, terminé de comer mis frutas picadas y lavé el plato, tomé mis cosas y bajé hasta el estacionamiento.

Me subí al auto y no prendía, realmente estaba enojada, intenté prenderlo de todas las maneras, posibles, pero fue inútil, no quería funcionar.

—¡No puede ser! —exclamé enojada mientras le pegaba una patada al auto.

Decidí llamar al mecánico que siempre arreglaba mi auto, como era un Mustang modelo 2007, supuse que sería largo su arreglo y no me equivoqué.

—Kaylee, tu carro está sobrecalentado y tiene algunos cables desgastados, tendré que llevarlo al taller porque tiene una fuga de aire y no tengo las herramientas para repararlo aquí mismo —me miro Andrew luego de revisar el auto mientras limpiaba sus manos llenas de grasa.

—Andrew, por favor arréglalo, ahora no tengo dinero para darme el lujo de comprar otro auto o de cambiarlo — mencioné frustrada.

—Está bien, llamaré a Harry para que traiga la grúa y llevarlo —asintió sonriendo mientras llamaba.

Asentí y bufé mentalmente, este día no podía ir peor para mí. Mi auto no encendía y llegaría tarde a la oficina, aparte de que mi mejor amiga se iba dejándome sola y tenía que aguantar a Alexander y sus cambios de humor repentinos como cereza del pastel.

—Estoy hecha —refunfuñé mordiendo mi labio inferior.

Miré el reloj en mi muñeca y eran las 8:20 A.M., llevaba 20 minutos de retraso, tenía que prepararme mentalmente para el regaño del ogro, esta no me la dejaría pasar. Decidí tomar un taxi, pues sería inútil esperar a que arreglen mi auto, ya que tardarían horas, emprendí camino hacia la empresa y al llegar oraba porque Alexander no se diera cuenta de que voy tarde, llegué frente al edificio y pagué, subí por el elevador y mi cuerpo temblaba, sabía muy bien que iba a ser despedida, era la primera vez que llegaba tarde y solo por mi estúpido auto.

Tragué saliva y salí del elevador, por suerte iba con otros empleados que iban y venían, caminé hacia el escritorio y Jess me miró preocupada.

—Kaylee, el jefe, está enojado anda buscándote como loco desde hace unos minutos —dijo ella angustiada.

—Sí, sé que llegué tarde, pero fue por mi auto —la mire haciendo una mueca de angustia.

—Tienes que ir a su oficina, me dijo que apenas vinieras, te avisara que te espera en su oficina, está con el Sr. Harrison —comento ella mirándome.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora