Capítulo 17.

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Después de perder de vista la figura de Blake, subí a la habitación bastante alterada y decidí llamar a Aliah con insistencia, tenía que desahogarme con alguien y traté de no llorar, pero me fue imposible, me tumbé en la cama y tomé el teléfono marcando el número de mi mejor amiga, por suerte a los dos timbres contestó mientras las lágrimas caían por mis mejillas, me sentía humillada y tonta.

—Aliah, te necesito —espeté sollozando.

—Cariño, ¿qué sucede? —cuestiono angustiada.

—Cometí el peor error de toda mi vida —chillé enojada mientras golpeaba la cama.

—Cálmate Kay, ¿qué sucedió?, ¿estás bien? —cuestiono ella de nuevo aún más preocupada.

—Si estoy bien, anoche me entregue a Alexander y el muy maldito anda con la arpía de Alessa abajo en el hotel —confese sollozando aún más.

—Cálmate, Kaylee, debes demostrarle a ese idiota que eres fuerte, actúa normal como si no supieras, créeme que eso ayudará a que él crea, que no sabes nada —comento ella.

—¿Cómo demonios voy a hacerlo, Ali? —cuestione bastante enojada.

—Tienes que calmarte, Kaylee, ya no puedes arrepentirte de lo que pasó, pero lo que puedes hacer es demostrarle a él lo jodido que está —agregó ella más calmada.

—Sí, eso lo sé —respondí derrotada.

—Sé fuerte y recuerda, lo tienes en tus manos —espeto ella con un suspiro.

Dicho esto, colgué, aunque las palabras de Aliah tenían mucha razón, lo tengo en mis manos, no sabía como, pero me había enamorado de este idiota sin ni siquiera darme cuenta, ¿ahora qué demonios hago?, tengo muy en claro que tengo que olvidarlo.

Respiré hondamente y me levanté de la cama para ir al lavamanos, limpié mi cara con un poco de agua y me sequé para poder calmarme, en el espejo se reflejaba una mujer triste, vacía y patética, si esa era yo ahora, Kaylee Williams, ahora de Harrison, una mujer patética que se enamoró del peor idiota del universo, ¿por qué tenía que ser él?, ¿por qué no pudo ser otro chico?, ¿acaso mi vida estaba destinada a ser una completa mierda por mis malas decisiones?

—Maldición —grité pegando una patada a la puerta con un sollozo.

Salí del baño sentándome en la cama, respiré hondamente y conté hasta 10 para calmarme, sentía muchas emociones encontradas dentro de mí en estos momentos, quería odiar al idiota de Alexander por no haberme detenido antes de entregarme a él, pero debía odiarme más a mí por permitir que él me usara a su antojo.

—Ahora debo ser fuerte por mí —espeté secando mis lágrimas bruscamente.

Mi mente comenzó a maquinar muchas maneras de como podía enamorar al idiota Alexander, sí, eso quería, que él se enamorara de mí como un loco y luego vengarme de él, pero no sabía cómo podía hacerlo, o quizás si sabía, pero no entendía aún cómo.

Decidí ver una película mientras pasaba el tiempo, me había quedado dormida viendo el Rey León, bastante cansada, la película me había arrullado durante gran parte de la tarde, había sido mejor ir a la playa a broncearme.

Una fuerte brisa hizo que me despertara, pues estaba lloviendo, Alexander no había llegado y por lo que parecía había dormido toda la tarde porque ya era de noche, miré el reloj y eran las 7:30 P.M., demonios había dormido demasiado, decidí levantarme y bajar a cenar algo, mi estómago rugía, tomé mi bolso y bajé, el camino fue silencioso, la gente iba y venía, las parejas felices con sus hijos en mano y ancianos; era adorable ver el amor que transmitían esas personas.

SIEMPRE TUYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora