Protégeme {Tate Group Rescue...

By leluMuzzi

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Durante años Dee estuvo cautiva, encerrada por unos desconocidos y sucios hombres que querían todo de ella. L... More

Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
Presentacion en Buenos aires❤️ NOTA
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV
EPÍLOGO

XII

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By leluMuzzi

Acá arriba les deje la foto de Bea. Dios, es hermosa. XD

El saber que todo había terminado en el exterior no le trajo ninguna tranquilidad, nada de paz se asentó en el cuerpo de Dee mientras veía a los compañeros de Bea rodearla en la sala de estar, con sus armas a la vista por si alguien los sorprendía con otro ataque. Un agudo pitido extraño estaba resonando contra los tímpanos de Dee, y algo dentro de ella supo que tan solo era el aturdimiento y el estado en shock en el que había entrado lo que hacía que ella lo escuchara y todos esos hombres no. Su mente no lograba comprender como en un momento así sus piernas podían mantenerla rígida, o que su cuerpo no se hubiera desplomado en el momento de haber disparado el arma. Sintió como el arma picaba contra la piel de su palma, pero su cerebro no dio ninguna orden para soltarla o apartarla de ella. la pistola de algún modo la hacía sentirse segura, no estaba lista para despegarse de ella.

Sus ojos recorrieron el espacio. Ella parecía ajena a todo el alboroto. Todos estaban desesperados, gritando ordenes, mientras ella apenas podía escucharlos y se quedaba muda y parada en el mismo lugar.

Entonces, todo vino de repente.

̶ Demonios ¡Douglas, llama al médico para que se prepare! ̶ logró Caden bajando a grandes zancadas las escaleras en dirección a Bea.

̶ Eso haré. ̶ Douglas corrió hacia el enorme bolso sobre la mesa ratona y comenzó a hurgar dentro.

Dee se mantuvo en su lugar. Apenas respiraba mientras veía como su alrededor daba vueltas mientras asimilaba lo que acababa de suceder, pero aún no caía en la cuenta de que ella había asesinado a alguien a sangre fría, sin pensarlo dos veces. Tan solo levantó el arma, apuntó y disparó como la mujer fría y sin sentimientos que nunca fue. Su frio interior fue descongelándose, alejando esa capa protectora que la cubría de las emociones, y de repente todo le cayó encima como un cubo de agua congelada. El dolor, la cruda realidad y la noción de Bea necesitando atención medica con urgencia la hicieron finalmente caer al suelo. Sus piernas se estamparon con un ruido sordo contra el suelo, y si no hubiera tenido una alfombra afelpada debajo, estaba segura de que hubiera sido un dolor realmente agonizante. Pero nada le importó en ese momento. Tu atención estaba puesta en el cuerpo de Bea tendido en el piso, rodeado por los hombres de su grupo.

̶ Me fijare si hay más atacantes escondidos afuera y luego nos iremos. ̶ el tipo de pelo negro y ojos azules corrió hacia afuera aun con su arma lista para disparar.

̶ Bruce ̶ llamó Caden al tipo antes de que saliera por la puerta ̶ Intenta no matar a nadie. Quiero interrogar a alguien para más información.

El hombre salió rápidamente luego de asentir con la cabeza.

̶ El doctor ya está listo para cuando nosotros lleguemos a la zona de despegue. Necesitamos apurarnos. ̶ el otro hombre, el más callado de todos, dijo mientras ataba velozmente su largo cabello rubio en un moño sobre su cabeza. Luego, sus ojos se posaron en Dee.

̶ Te ayudaré a levantarte. Lo hiciste bien, Dee.

Podría decirse que ella estaba feliz de solo ver simplemente las botas de Bea porque no podía saber de antemano como reaccionaria ante la vista. Posó su mirada en la suave pero fría mirada del hombre, intentando recordar su nombre mientras él la ayudaba a levantarse.

̶ ¿Ella está bien? ̶ su voz no sonaba como la de ella. Esta esta... rota.

̶ Aun respira. ̶ él tomó el arma en sus manos y la apartó de ella.

̶ Ten cuidado con ella, Campbell ̶ Caden, con ayuda del hombre llamado Douglas, prepararon los bolsos mientras el otro hombre hacia algo con Bea.

̶ La llevaré a la cocina para que pueda tomar algo de agua. Esta pálida. ̶ respondió Campbell, teniendo entre sus grandes brazos a Dee. La mantuvo sobre sus pies, impidiendo que el mareo que comenzó a sentir no la tirara al suelo. Sus pasos eran cortos y desganados.

̶ Estoy bien ̶ mintió y al momento en el que Campbell la dejó sujetándose contra el lavamanos ella se derrumbó. Sus piernas dejaron de funcionar de nuevo, y tuvo que agarrarse con fuerza al mármol para no estamparse contra el suelo. Entonces, escondió su cabeza en la pileta y vomitó todo el contenido de su estómago.

̶ Joder ̶ murmuró Campbell, volviendo a su lado con una pequeña toalla y comenzó a ayudarla a mantenerse de pie. ̶ Toma, límpiate ̶ él abrió el grifo y con delicadeza extrema, ahuecó un poco del líquido y lo llevó a los labios sucios de Dee. Ella no se sentía lo suficiente fuerte para hacerlo por ella misma. Su cuerpo era otro peso más con el que en ese momento no podía lidiar. Apenas y podía sentir el latido de su cabeza, pero nada más. ̶ Escupe.

Ella hico lo que él le pidió, justo antes de caer inconsciente en sus brazos.

̶ Uhm... Chicos, se desmayó ̶ Campbell miró la fina capa de frialdad en el rostro de la mujer, parecía realmente traumatizada con lo que había hecho minutos antes. Tal vez nunca disparó un arma, pero para ser su primera vez, dio literalmente en el blanco. La había visto levantar el arma antes de que todos cayeran en la cuenta de lo que pasaba en realidad, y disparo sin segundos pensamientos. Solo apuntó y apretó el gatillo como toda guerrera lista para aniquilar, con sus emociones resguardadas bajo un muro grueso de yeso.

Solo porque su mujer había sido baleada.

Campbell había experimentado esa emoción, de rabia recorriendo sus venas hasta el punto de querer hacer algo inconsciente, pero al contrario de Dee, él no pudo hacer nada. Era demasiado joven, y el remitente de aquella ira no tenía ni rostro ni nombre. Ninguna identidad. Pero estaba trabajando en ello desde que fundaron TGR, y tarde o temprano encontraría al asesino de Tate. Vengar su muerte y finalmente poder dejar descansar su memoria en paz.

Acarició con suavidad el cabello de Dee y luego deslizó su pulgar por las líneas de su rostro para suavizar su expresión atormentada. La sobrecarga de emociones la hizo colapsar luego de haber entrado brevemente en un estado de shock que todo mundo había visto mientras veían el estado de Bea. Campbell admiró la fuerza interior de la mujer y el coraje que tuvo al matar al polizón escurridizo que había penetrado en la casa por el sitio que menos esperaban. Pero ella no había visto y actuó más rápido que todos en la casa para proteger a Bea. Dee era valiente a pesar de lo que Bea les decía. Su timidez y vergüenza no la hacían ser menos porque la valentía era más grande.

Minutos después, el intercomunicador hizo un pitido antes de que la voz de Bruce llenara el lugar.

̶ Todo despejado. Estoy aparcando el auto en frente.

̶ Nos dividiremos. Lleva a Bea con Duncan y Nathan. Iremos Campbell, Douglas, Dee y yo con los perros en el otro auto. Apúrense. No sé por cuanto tiempo más resistirá Bea. Está perdiendo mucha sangre.

̶ Entonces no esperare a que ustedes se pongan en marcha. Intentaré ir lo más rápido posible mientras Duncan mantiene un ojo sobre Bea.

Fue lo último que Bruce dijo, porque nada mas era necesario.

̶ Pongámonos en acción. Tenemos que irnos. Enviaré a alguien para que limpie este desastre. Hablaré luego con las autoridades. Les daré las cintas de grabación. Estoy seguro de que hay un centenar de hombres ahí afuera que son buscados por el FBI. Y en vista de que nos estábamos defendiendo, estaremos bien. ̶ Caden levantó dos de los bolsos y luego miró a Duncan.

̶ Ve a buscar a los perros y a Nathan. Quiero que en cinco minutos ustedes estén yéndose.

̶ No puedo creer que dejemos a Bea ser parte de esto sin un chaleco antibalas. Sabía que algo pasaría. ̶ el gruñido provino de Douglas.

̶ Cuando se trata de tu mujer, nada impide que tomes venganza. Con o sin protección. Y todos sabemos que Bea, desde el primer instante, tuvo los ojos puestos en Dee. ̶ Campbell se quedó callado unos instantes para repasar el suave rostro de la mujer en sus brazos ̶ Y viéndola, Bea tiene razones para caer por ella. Es hermosa.

̶ Lo es. Nuestra chica consiguió el huevo de oro. Tal vez algún día nos pase a nosotros.

La idea no le atraía para nada a Campbell. La única mujer con la que él podría haber intentado algo, ahora estaba muerta. Y nunca, jamás, sus ojos podrían ver a otra como la miraban a ella.

̶ ¿Dee? ̶ dijo el joven saliendo del escondite, sorprendido y preocupado, con Duncan llevando en sus brazos al perro más herido.

̶ Solo se ha desmayado. Supongo que disparar por primera vez y matar a alguien no es fácil.

Los ojos del chico se agrandaron, pero no pudo decir nada porque fue rápidamente conducido hacia afuera.

̶ Bueno, supongo que a partir de ahora todo se volverá emocionante. ̶ murmuró Douglas, mirando las pequeñas miradas que le dio Nathan a Dee justo antes de salir.

Así era.

(***)

̶ Se pondrá bien.

El doctor Harrison se apartó lentamente de Bea. A kilómetros podía notarse el cansancio que el hombre sentía. Las horas habían pasado lentamente, y todos los miembros del equipo se habían quedado despiertos para ver lo que sucedía con Bea. El doctor había hecho hasta lo imposible para estabilizar a Bea, teniendo tantas limitaciones como lo era el momento y el lugar. Su zona de trabajo para atender a Bea era la habitación principal del jet privado de la empresa y todos los artefactos que él había llevado por si las dudas. Ahora, Bea descansaba contra las cómodas almohadas. Todo el equipo la veía respirar con normalidad, ajena a todo el alboroto que causó al no llevar chaleco antibalas.

̶ Requiere mucho reposo, aunque dudo que con su trabajo pudiera tener tanto tiempo de descanso como lo necesita. Les dejaré las pastillas que necesita tomar por un tiempo y las instrucciones anotadas en un papel en la mesa. ̶ el doctor ajustó sus gafas en el puente de su nariz, y suspiró. ̶ Despiértenme si algo sucede.

̶ Lo haremos, muchas gracias. ̶ respondió Caden, sus brazos cruzados en su amplio pecho. El doctor desapareció, cerrando la puerta y dejándolos a todos solos con el cuerpo en descanso de Bea. Douglas vio como ella dormía pacíficamente sobre las mantas manchadas de sangre. Era asqueroso pero necesario. Duncan frotó sus ojos y bostezó. Habían estado tres horas y media de las casi seis que tenían de vuelo hasta Alaska intentando que Bea estuviera estable hasta poder llevarla a un hospital de verdad. Todos estaban exhaustos, adormecidos, con los músculos tensos y rígidos por la preocupación y el estrés. Aun así, hacía falta hablar. Todos notaban que Caden tenía algo de información que quería compartir

̶ Pude conseguir algo de información básica sobre Dee, lo cual se me hizo un poco complicado teniendo en cuenta de que no fue tomada como una persona desaparecida.

̶ ¿Qué averiguaste? ̶ Bruce hizo a un lado el asiento cercano a la cama y se sentó, concentrado en el rostro de Caden. Por otro lado, Douglas tomó el lugar vacío en la cama junto a Bea.

̶ Creo que deberíamos esperar a que Bea estuviera consciente para tener esta charla. Nos mataría si le ocultamos información. ̶ dijo él, su voz seria teniendo un deje de angustia profunda por su amiga.

̶ No le esconderemos nada. Ni bien abra los ojos, se lo diremos. Pero cuanto antes sepamos todos a que nos enfrentemos, podremos avanzar en buscar más pistas. Mientras todos se recuperan, Dee, Nathan y Bea, nosotros seguiremos investigando. ̶ Caden miró hacia abajo e hizo una mueca antes de continuar. ̶ Su nombre es Dee Johnson. Veinticinco años. Soltera. ̶ comenzó, leyendo las hojas que tomó de la mesa cercana. ̶ No hay registro de nada ilegal que haya hecho. Ni siquiera una multa.

̶ No pudo no haber hecho algo para que fuera secuestrada y violada. ̶ Habló Duncan, frustrado. ̶ Me refiero a que... tal vez su familia consiguió algunos enemigos, o ella se juntaba con la gente equivocada. Tal vez eso fue el motivo por el cual lo hicieron.

̶ De ser así, fue bastante limpio el ataque. No recibió ningún reporte de desaparición. Ella prácticamente era un fantasma para los demás. Nadie fue a la policía para decir que estaba perdida.

̶ ¿Y su familia? ¿Cómo no pensaron que algo malo sucedía cuando no tuvieron llamadas o visitas? Porque en serio dudo que Dee haya estado menos de uno o dos años cautiva. ̶ Bruce tronó sus nudillos con exasperación.

̶ No tiene familia. Murieron en el hospital luego de estado en medio de un intento de robo a un supermercado. ̶ Frustrado, Caden dejó las hojas con la información de Dee que había leído una y otra vez sobre la mesa. La mujer estaba limpia. Su vida era tan normal como cualquier otra antes del secuestro. Todas las victimas ̶ al menos las que TGR habían rescatado ̶ tenían alguna mínima relación con los atacantes. Las personas que contrataban al equipo la mayoría de las veces sospechaban de quien podría haber sido el que había secuestrado a su familiar. Pero en este caso... nada encajaba. Hasta ahora lo único que se podía pensar era que ellos la habían elegido al azar. Pero Caden no estaba muy seguro. Estaban teniendo muy poca información, sobre todo, por lo que no se dejó guiar por la primera impresión que le dieron esos pocos datos.

̶ ¿Entonces, en el trabajo tampoco dijeron nada? ̶ Douglas cepilló lentamente su cabello hacia atrás. Pocos mechones, largos hasta sus hombros, cayeron sobre su rostro. ̶ ¿Siquiera tenía trabajo?

̶ Trabajaba en una heladería llamada Sweet Ice Cream. Por ahora es lo único que logré conseguir. Nadie del trabajo llamó a la policía para preguntar dónde estaba ella, y eso es algo que me da mala espina. Ni bien logremos acomodarnos en la casa, excavaremos más sobre este lugar.

̶ ¿Qué hay de amigos o profesores? ¿Nadie, absolutamente nadie, avisó sobre su desaparición? ̶ Douglas parecía anonadado y furioso a la vez.

̶ Nadie, Douglas. Por eso hay que viajar a Georgia. La cede en donde ella trabajó está allí. Tenemos que hablar con todos aquellos que recuerden a Dee. La dirección de su pequeño apartamento está anotada aquí, por lo que podremos comenzar con sus vecinos. ̶ Caden detuvo la charla cuando un pequeño quejido salió de Bea antes de que ésta volviera a quedarse dormida. ̶ Pero primero esperaremos a que Bea se recupere. Tal vez uno o dos de nosotros tenga que ir a Georgia a buscar más información sigilosamente mientras ella reposa. No quiero darles a esos malditos una ventaja. Quiero saber a que demonios nos enfrentamos exactamente cuanto antes. No quiero a otro del equipo lastimado. ¿Están de acuerdo?

̶ Por supuesto. ̶ Bruce asintió, y todos los demás siguieron su ejemplo.

̶ Entonces vayamos a descansar. Tenemos dos horas antes de aterrizar. Una camioneta nos estará esperando en el aeropuerto. Buenas noches.

(***)

Por un momento pensó que estaba soñando. Que el ensordecedor sonido de las balas era parte de una horrorosa pesadilla. Pero cuando abrió los ojos, el recuerdo de la batalla combatida la noche anterior hizo que descartara la idea del mal sueño y estuviera segura de que todo fue real. Cada instante en el que se mantenía despierta con los ojos abiertos de par en par, intentando descifrar el lugar exacto en el que ella estaba, hacía que su dolor de cabeza empeorara. Sin embargo, para su cuerpo era todo lo contrario. Estaba dormido, sumido en un bella neblina que la apartaba del dolor de todo su sistema. Deseaba mantener las cosas así porque intuía que una vez recobrara todos sus sentidos, el dolor arrasaría con su cordura, y aquello era algo que no quería. Quería estar bien, sentirse apta para proteger a Dee de cualquier ataque imprevisto y sorpresivo, y no dejarle toda la labor de la investigación a su equipo además de la seguridad del lugar a donde estaban yendo.

Cerró sus ojos por un momento e imaginó la silueta desnuda de Dee en su casa a la que estaban yendo en ese momento. En la imagen mental Dee estaba de frente al gran ventanal que daba a la parte trasera, los rayos del sol acariciando su anatomía con delicadeza y la blancura de la nieve regando el exterior haciendo resaltar sus curvas con un leve brillo. Bea disfrutó aquel momento, absorbió la frescura y la paz que emitía aquella escena y pensó que quizá algún día de estos pudiera finalmente verla de esa manera, feliz, saciada, despreocupada y con los terrores del pasado totalmente alejados de ella.

Sin embargo, un ruido la distrajo, y sus ojos repentinamente se abrieron en señal de alerta. El esbelto cuerpo de Dee acurrucado en un incómodo sillón hizo que su corazón doliera y la furia comenzara a nublar su mente. Nadie debería haberla dejado dormir allí, incómodamente como si no valiera nada. Sus heridas aún no habían sanado, y aún seguía con los yesos cubriendo su pierna y brazo. ¿En que demonios pensaban sus malditos amigos cuando le permitieron acurrucarse en ese maldito y diminuto sillón?

Ni bien recobrara el control de su dormido cuerpo, haría que sus amigos pagaran un gran precio por su estúpido descuido.

Un gruñido salió inconscientemente de su garganta, y mientras mantenía la mirada pegada en Dee notó como ella se movía al escucharla. Se despertó del sueño, sus ojos se abrieron y aquellas lagunas azuladas, tan cautivadoras y frágiles, fueran atraídas instantáneamente hacia Bea, sin notar aún la molestia bullendo del cuerpo de ella.

̶ ¿Cómo te encuentras? ̶ inquirió, acomodándose y cambiando de postura en el sillón. Su voz dulce, melodiosa y ronca a la vez eran totalmente embriagadoras para Bea. La escuchó atentamente, y mantuvo sus ojos en cada movimiento de su boca, esperando que volviera a decirle algo, cualquier cosa, que la hiciera volver más loca de deseo por devorarla. Pero no hizo nada de eso, al contrario, refregó con cansancio y pesadez sus ojos.

̶ ¿Cuántas horas llevas dormida en ese diminuto sillón, Dee? Estás herida, tienes que dormir en una maldita cama, con la pierna en alto. ̶ gruñó, frunciendo el ceño.

̶ Tan solo estuve algo así como media hora aquí. Me había quedado dormida en la parte delantera, pero ni bien me desperté y vi que tu equipo ya no estaba aquí contigo, vine para hacerte compañía. Tenía planeado simplemente mirarte, pero al parecer me quede dormida. ̶ sonaba avergonzada, y una parte de Bea se deleitó ante el rubor que apareció en las mejillas de Dee.

̶ ¿Mirarme?

La chica asintió tímidamente, mordiendo nerviosamente sus labios.

̶ ¿Por qué mirarme? No estoy en el mejor estado que digamos. Preferiría ser observada en un momento donde estuviera sana, y desnuda. Las dos estando desnudas. ̶ miró hacia arriba y suspiró pesadamente antes de volver a mirar hacia Dee de nuevo ̶ En una cama. Si, definitivamente las dos sobre una cama totalmente desnudas.

Dee rio en voz baja.

̶ Uhm, eres... muy bella. Es imposible no mirarte. Me... me refiero a que no es imposible mirarte, pero es difícil a veces... a veces apartar la vista por eh, hay algo en ti que... que es atrayente... ̶ tartamudeó, pestañeando con incomodidad y vergüenza ̶ Yo... cerraré mi boca.

Sus mejillas se volvieron de un tono más oscuro, el rubor haciéndola ver más adorable de lo que ya era. Le gustó ese toque inocente, ese nerviosismo, esa forma de tartamudear sin saber exactamente que decir para no soltar algo mal. Le divirtió también. ¿Cómo no hacerlo si ella era algo digno de ver cuando se ponía de esa manera?

Bea sonrió, y si no fuera por la distancia que las separaba y su incapacidad para moverse, estaría ahora mismo besándola con delicadeza. Estaría saboreando sus dulces labios y calmando esa ola de palabrerío que podría seguir saliendo de su hermosa boca.

̶ ¿Estás diciendo que soy linda? ̶ decidió divertirse un poquito con ella, viéndola avergonzarse un poquitito más.

Dee asintió, mirándola por debajo de sus pestañas con una mirada tierna e inocente.

̶ Podría decirte que eres la mujer más hermosa que nunca vi, Dee, pero sería mentirte. Porque no hay palabra en este mundo que pueda realmente describir, a tan magnitud, cuan preciosa, bella, hermosa, eres para mí. Y aquellos adjetivos, se quedan cortos a tu lado. Eres más que eso, mucho más. Tan solo hay que verte como yo te veo para entender esa palabra en específico.

Bea la vio pestañear, dudosa pero conmovida por las palabras que dijo y que eran totalmente ciertas. No había nada que pudiera describir a Dee, y es sorprendente en cuan poco tiempo lo descubrió. Su corazón dice esas cosas bonitas porque lo siente en lo más profundo. Tan solo esperaba poder decírselo con tanta frecuencia como pudiera.

Aun sonriendo con alegría, Dee se levantó y rápidamente se tambaleó hasta caer en la cama, justo en el lugar junto a Bea. Se acurrucó como pudo en la cómoda cama y se pegó a mas no poder contra su cuerpo caliente e inerte. Bea pudo sentir un cosquilleo donde Dee posó su mano sobre su pecho, en el lugar exacto donde se encontraba su corazón. Bea aspiró una repentina bocanada de aire, absorbiéndolo todo de ella. Sus ojos azulados repararon cada rasgo, cada facción del rostro de Bea hasta posarse en sus labios. Entonces se inclinó y posó suavemente los suyos sobre los de Bea por un pequeño segundo antes de apartarse unos milímetros.

̶ Adoro cuando dices esas cosas. Haces que me sienta tan especial como nadie nunca me hizo sentir.

̶ No deseo que solo sientas, quiero que sepas, asimiles, y tengas presente en cada momento que eres, fuiste, y vas a ser alguien especial. Es imposible que no lo seas. ̶ Bea susurró ̶ Mi corazón y mi ser lo saben con certeza, ahora solo falta que tú lo sepas. Pero si no lo logras, puedo saberlo por ambas. Hay suficiente para las dos.

El pecho de Dee se hinchó con un sentimiento inexplicable que brilló en sus ojos para que Bea pudiera percibirlo levemente, y al instante Bea supo que con cada palabra que decía, más alejaba los demonios del pasado de Dee. Ella estaba ayudándola a recobrar esa visión de si misma que había perdido. Estaba haciéndole ver lo especial, lo preciosa, lo importante que era su vida para ella. Que a pesar de todo lo malo, nada en ella se había perdido o destruido.

̶ Desearía poder grabar tu voz diciendo esas cosas y poder llevar la grabación conmigo a todos lados. ̶ dijo Dee, suspirando con diversión. ̶ Aunque es bastante gracioso y contradictorio algunas veces el repentino cambio que tienes. Me refiero a que conmigo, en solitario, eres... blanda, relajada, tierna y cariñosa, muy dulce, y cuando te encuentras con tus compañeros... pareciera que elevas un bloque enorme, un muro que te rodea para no mostrar ningún sentimiento. No es que me estuviera quejando de nada, solo es curiosidad.

̶ Blanda, ¿eh? ̶ carcajeó levemente, y aun con una sonrisa en su boca, decidió contestar. ̶ En el trabajo es crucial ser reservado, estar siempre en control con las emociones porque si no algo puede echarse a perder. Nada puede nublar nuestro juicio y racionalidad porque si no echaríamos a perder las misiones. Solo me has visto tratar a mis amigos como mis compañeros de trabajo, y es algo totalmente distinto a cuando nos reunimos para tomar unas cervezas en un bar.

̶ Cierto, desde que estoy contigo solo pudieron verse para hablar de la situación y lo que harían para averiguar más cosas, ¿no? Eso explica también la seriedad de todos y el modo profesional y duro con el que hablan y actúan. ̶ no sonaba del todo contenta ̶ Me gustaría verlos relajados. ¿Se tomar unas vacaciones de vez en cuando? No creo que fuera sano mantenerse pegado al trabajo sin ningún tipo de descanso.

El cuerpo de Bea lentamente comenzó a cobrar vida a medida que pasaron los minutos. Sus dedos cosquillearon y sus manos finalmente sintieron la suavidad de la sabana debajo de su cuerpo. Ella escuchó a Dee con atención, pero al mismo tiempo tuvo que rezar interiormente para no sentir tanto dolor como esperaba sentir. Dudaba que todo su cuerpo despertara de repente, peor sabía que dentro de muy poco sería consciente de todos sus dolores y malestares.

Se aclaró la garganta.

̶ Tenemos vacaciones, por supuesto, pero no solemos tomarlas seguido. En realidad, casi nunca. A todos se nos hace difícil relajarnos por completo durante más de cuatro días. Los recuerdos, nuestro pasado y todos nuestros demonios se apoderan de nosotros en cada oportunidad libre del estrés que viene con el trabajo. Pero fuera de las horas laborales, los sueños aparecen, las pesadillas se hacen presentes y los terrores vuelven a aparecer. Ninguno de nosotros tuvo una vida feliz, Dee. El trabajo a veces es la mejor opción para dejar los demonios enterrados porque es una distracción.

̶ Entiendo, gracias por explicar.

̶ Está bien, pero que no te sorprenda si alguno despierta de una pesadilla gritando y gruñendo y luego sale furioso de la casa azotando la puerta.

Ella solo asintió en respuesta, un poco triste por cada miembro de su equipo. No era justo lo que les pasaba, pero Dee lo entendía porque vivió de primera mano el terror y las pesadillas incluso en esos momentos la asechaban. Si no hubiera sido por Nathan y todo el apoyo que le daba, ella hubiera muerto de locura. Tenía tanto por lo que agradecer a aquel chico que, ahora que estaban libres los dos, sentía que podía compensárselo, aunque sea con un pequeño regalo o algo. Tal vez una cena para todos. Dee se sentía feliz de que él hubiera podido escapar, aunque la pequeña pizca de culpabilidad se mantenía estancada en su corazón. En ningún momento le habló a Bea de Nathan ni tampoco de que necesitaba ser rescatado. Simplemente pensó en ella misma como egoísta.

Un ladrido a lo lejos hizo que ella y Bea giraran sus cabezas para ver hacia la puerta entreabierta del cuarto, y allí apareció Bruce con el perro más sano en sus brazos. Se encontraba moviendo su cola con gran alegría y tenía la lengua salida hacia un costado de su boca.

̶ Este hombretón se puso como loco cuando empezó a escuchar sus voces. Si no fuera por sus heridas y su incapacidad de correr, él hubiera volado hacia aquí para verlas.

Dejó al can sobre la cama y éste rápidamente se buscó un lugar entremedio de Bea y Dee, moviendo enérgicamente su cola. Se encontraba desesperado por ser acariciado y con su hocico posándose una y otra vez en los brazos de las mujeres, insistía en que lo tocaran. Así que lo hicieron. Dee lentamente acaricio su pelaje, con una enorme sonrisa pegada en sus labios.

̶ Creo que deberías ponerle nombre ̶ dijo Bruce, cruzando sus brazos despreocupadamente y luego se apoyó contra la puerta abierta. Bea lo miró por un segundo, y luego se giró hacia Dee asintiendo con la cabeza.

̶ Sí, creo lo mismo. ¿Qué nombres deseas ponerles?

̶ No lo sé ̶ Dee bajó la mirada hacia el feliz animal retorciéndose a su lado que insistía en más caricias. Ella volvió a acariciar su pelaje. ̶ Jamás tuve un perro. ̶ se alegró por poder recordar eso.

̶ Bueno, si hubieras tenido uno de niña ¿Qué nombre le hubieras puesto? ̶ Bea volvió a hablar, con su voz baja y tranquila.

̶ Yo le hubiera puesto Aniquilador. ̶ se entrometió distraídamente Bruce ̶ De pequeño me gustaba imaginarme a mí mismo con una bazuca y con un perro que me ayudara a combatir el mal. Los dos aniquilaríamos a los oponentes. Quizá, si lo entrenamos bien, puede ser un rastreador de nuestro equipo.

̶ De ninguna manera. ̶ Dee lo miró horrorizada. ̶ No quiero que vayan a ninguna misión o algo parecido. Quiero que vivan una vida feliz que todo perro debe tener. Correr en el patio, jugar con pelotas y tener a gente que los mime. Nada de rastrear a drogadictos o explosivos. Y, de todas formas, este perro no tiene ni un pelo de maldad. Míralo.

Todos bajaron la vista hacia el perro y casi estallaron en carcajadas cuando vieron que sus ojos estaban abiertos a mas no poder y ligeramente desviados mientras su lengua volaba fuera de su boca.

̶ Cierto, ese perro no sirve para el combate. Es un perro faldero en gran tamaño. Excepto cuando empiece a morder los cojines. ̶ Bruce rodo los ojos. ̶ De todas formas, no vine solo por eso. Dentro de una hora aterrizaremos.

̶ Gracias por avisar, Bruce. Tal vez convenza a Dee de seguir durmiendo.

̶ Bien, descansen.

Él cerró la puerta detrás de sí, dejándolas solas. Dee se sentía incomoda en la posición en la que se encontraba y más con el perro apoyado en ella. Así que lo corrió un poco más al centro de la cama y ella se acomodó de una forma en donde ninguna parte de su cuerpo se quejara.

̶ Debes dormir también. - dijo, mirando a Bea. ̶ Aun te encuentras mal. Sigues pálida. Has perdido mucha sangre. No tienes idea de la preocupación con la que yo estaba. Demonios, la próxima vez que no lleves algo que impida que te maten, no participaras de ningún enfrentamiento.

La molestia estaba presente en su voz, pero no estaba reprochándola o echándole la culpa por ser tonta y querer combatir. Solo estaba preocupada y no quería que sucediera lo mismo. ¿Y si la siente vez no sobrevivía? O qué sucedería si la bala penetrara en su corazón o pulmones. No quería correr el riesgo. Se estaba volviendo alguien muy especial para ella en tan poco tiempo y no sabía si podría seguir con su vida si Bea muriese.

Quedaría destrozada, cuerpo y alma estarían destruidos. Ella jamás volvería realmente a vivir. Respirar sería como inhalar arena una y otra vez.

̶ Dormiremos las dos ̶ respondió Bea, y luego miró al perro ̶ ... los tres ̶ se corrigió rápidamente con una sonrisa. ̶ Necesitamos recuperarnos rápido, Dee. Algo dentro de mí me dice que nada acabó con la muerte de esos hombres. Somos vulnerables en este momento, y de esa manera también lo son mi equipo porque tendrán que cuidar de nosotras.

̶ Sé que hay más allá afuera. Es una organización realmente grande que trafica con tantas mujeres que... me da rabia. Porque algunas de ellas han quedado embarazadas y tenido a sus hijos en ese ambiente. ̶ cerró sus ojos, la expresión triste apareciendo en su hermoso rostro. ̶ Si supiera su ubicación se los diría, pero siempre me tuvieron con una venda sobre mis ojos cuando me sacaban de allí. No pude saber nada.

Bea se sentía de la misma manera, inservible como nunca. Impotente. Quería salvar a aquellas mujeres y hombres que estaban siendo vendidos y utilizados como si no fueran realmente humanos que merecen la libertar y vivir su propia vida como quisieran. Ella y su equipo habían salvado muchas vidas en circunstancias parecidas, pero esto era algo mas personal. Dee estaba involucrada y dudaba mucho que no la quisieran de nuevo con ellos, no solo porque era de su "propiedad", según el hombre que la habia sacado de la cede y llevado a otro lugar para no ser vendida, sino porque tal vez Dee tenía información que no querían compartir. Lo cual dudaba mucho. Dee no sabía mucho, pero ellos no correrían el riesgo de mantenerla viva recorriendo las calles y dando información sobre ellos.

Bea sabía que seguiría la persecución, tan solo esperaba con todo su corazón tener tiempo para recuperarse y prepararse para más batallas. No se rendirían hasta que aquella organización quedara destruida. Su sangre deseaba venganza. Todo su cuerpo lo quería. Y por Dee haría hasta lo imposible sin dudarlo un segundo.

̶ Los encontraremos, Dee. Solo confía en mí, en todos nosotros. Porque eso es lo que hacemos, es nuestro trabajo, y somos realmente buenos en esto.

̶ Confío en todos ustedes, y estoy extremadamente agradecida por todo lo que hicieron por mí. Por Nathan y por mí. ̶ Dee le sonrió cálidamente, la preocupación desapareciendo de apoco de su mirada.

En respuesta, Bea se inclinó un poquito, e ignorando la punzada de dolor en su costado, besó a Dee suavemente.

̶ Mmm... me lo agradecerás de otra manera más tarde. Pero ahora solo dormiremos. Nos esperan días estresantes de búsqueda y nueva información.

Dee estuvo de acuerdo, y terminando de acurrucarse junto al can y Bea, se quedó dormida, su ultimo pensamiento relacionado con los posibles nombres de los perros.


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