XXVIII

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El zumbido en su cabeza era insoportable y el ruido a su alrededor lo empeoraba. Había llantos desesperados, pero lo suficientemente bajos para que los guardias postrados afuera no los escucharan. Incluso medio desmayada, Bea podía estar lo suficientemente alerta como para notarlo. Las voces que susurraban palabras de consuelo a los niños eran lo que más le inspiraba a Bea el seguir consciente, luchando contra esa negrura que persistía en la parte mas alejada de su mente. Se forzó a despertar por completo, ignorando las ansias de dormir como no lo hacía desde hace mucho tiempo.

Era doloroso, casi agonizante, y su cuerpo intentaba impedir que se moviera más de lo debido, pero lo ignoró todo. La vida y la cordura de inocentes dependían solamente de ella. Sabía que, si iban a buscar a alguna mujer o niño a aquel cuarto y ella estaba inconsciente, no podría impedir que se los llevaran. No importaba lo que le pasara a ella, siempre intentaría que la atención de esos hombres se centrara solamente en ella.

Ella era fuerte. Ella podía superar cualquier abuso.

O eso pensaba.

Sus ojos se abrieron y una vez mas la dolorosa vista de hombres, mujeres y niños viviendo un doloroso tormento la saludó. Quiso cerrar sus ojos y ver que nada de esto pasaba en el mundo cuando los volviera abrir. Pero los deseos como esos eran difíciles de cumplir. Todos quieren un mundo sin violencia, cualquiera puede desearlo, pero las personas deciden lo que hacen con su vida, y si uno elige ser malo y hacer sufrir a los inocentes, lo único que se puede hacer en esos casos es intentar salvar a los merecedores de tal regalo y encarcelar a las parias de la sociedad. Y es el trabajo de los mas fuertes, no tanto físicamente, sino mentalmente. Un héroe toma decisiones que saben que le perjudicaran, pero aun así lo hace para salvar a muchos más. Esa es la verdadera fortaleza. Ignorar la naturaleza del humano y su autopreservación, y lanzarse a las llamas sabiendo que con su muerte podrían vivir muchas personas. Eso es el coraje, la verdadera fuerza. Y Bea siempre estaría dispuesta a hacerlo por los demás.

Quiso moverse y sus extremidades se quejaron. Los hijos de puta le habían dado duro, pero los cobardes tuvieron tener el apoyo de los demás para sentirse fuertes e invencibles. Probablemente Bea hubiera podido con dos de ellos juntos, ¿pero con los otros dos que llegaron después? Nadie tenia tanta fuerza en la vida real, solo en las películas.

Así que era inevitable que fuera noqueada. A ellos no les importaba de que sexo era ella, probablemente trataban igual a las mujeres y a los hombres. Tan solo esperaba que a los niños no les hicieran lo mismo, a Bea le preocupaba el severo daño que le dejarían una vez fueran rescatados.

Porque iban a serlo. Iban a ser rescatados, tarde o temprano su equipo entraría y salvaría a todos.

Había escuchado los gritos y el llanto de todas las personas a las que estaban torturando, y era algo que la mantendría teniendo pesadillas el resto de su vida. Niñas gritando de dolor cuando las arrastraba fuera de esa habitación, otras que eran violadas sin vergüenza en aquel pasillo lleno de gente mala. Niños incluso rogando por sus madres, hombres pidiendo conseguir dinero para ellos si los dejaba ir. Bea pudo enterarse de esa manera de que la mayoría de las personas que eran vendidas, pasaban primero indudablemente por las manos de los guardias. Y ella podía oírlo. Una y otra vez, cada día, cada hora, cada segundo. Ya habían empezado a hacerlo con algunos de los reclusos en aquella habitación, que nunca volvieron, y aun así los había escuchado sufrir.

Su corazón se retorció al recordarlo.

El llanto de una mujer hizo que su cabeza girara en su dirección, pero no pudo prestarle atención a ella porque el cabello rubio de la mujer a su lado la capturó por completo. Sus tímpanos resonaron y todo a su alrededor quedó en silencio, como si algo en ella lo estuviera tapando todo. Ese cabello, ese hermoso cabello rubio la hacia recordar a Dee. A veces intentaba no pensar en ella porque le daban ganar de levantarse, pelear contra todos y salir corriendo para juntarse con ella y besarla como Dios manda. Pero su parte racional sabia que no podía hacerlo o aquellas personas nunca serían rescatadas. Entonces, para que el dolor disminuyera, intentó bloquear la mayoría de las veces la imagen de su mujer de la cabeza. Y casi siempre lo logró, pero ahora... era imposible hacerlo.

Protégeme {Tate Group Rescue #1} TERMINADAWhere stories live. Discover now