Miro el techo por varios minutos, alcanzando a distinguir cada detalle como si la luz estuviera encendida.
Era fácil para él hacerlo después de haber mirado aquel techo tantas veces, perdiéndose varios minutos antes de ir a dormir.
Su mente había estado sana alguna vez... ahora, confiar en su juicio le parecía una idea por completo estúpida.
"Un tipo estúpido con estúpidas ideas, nada podría salir mal" pensó el hombre con sarcasmo.
La pantalla de su teléfono iluminaba ligeramente a su alrededor, apenas un leve destello que le avisa que estaba aún lado de él.
Estaba a punto de comprobar una teoría que había formado, solo esperando a encontrar la conexión, una que sería difícil de encontrar a menos que la buscaras específicamente.
Un pequeño control descansaba sobre su pecho, con sus dedos jugando con él y mientras se cuestionaba si le podría llegar a ser de utilidad. Sabía que no, solo lo había robado para que Holmes no tuviera modo de contactar a nadie.
Lo había tomado para dejarlo incomunicado, para dejarlo solo. Aparte de para algunas travesuras, ese control era bastante innecesario ahora.
Pensó paso a paso lo que tenía que hacer, ya que cada vez que las palabras salían de su boca, con motivo de sus planes, su mente siempre encontraba un punto a perfeccionar.
No podía evitarlo, era bastante organizado, excesivamente metódico, con su mente empezando a trabajar involuntariamente apenas algo despertaba su interés... o su ira.
Se había encontrado con personas bastante desagradables en toda su vida. Estaba aquel borracho que había matado a su familia apenas estas se enteraron de sus negocios sucios.
Comprendía al hombre de cierta manera. Una adicción difícil de controlar, problemas de dinero, poca paciencia, una pequeña familia en la quiebra y una madre que a pesar que lo amaba estaba dispuesta a denunciarlo ante las autoridades al ver lo que hacía.
Si él se hubiera visto en esa situación probablemente también habría hecho lo mismo. Lástima que le hubiera tocado a Edward Harrilson en lugar de a él.
Sentía un odio indescriptible por las personas que cometían esa clase de crímenes. Los odiaba por le quitaban mérito al arte que aquello significaba, cometiendo errores que cualquier policía podía apreciar, incluso aunque fuera un incompetente.
Le había cortado la mano al hombre como reprimenda, luego matándolo y cubriendo sus huellas y las propias de aquel departamento de clase baja.
De alguna manera eso le satisfacía.
Y lo que le había ocurrido a ese hombre para volverse un adicto al alcohol y luego morir no era complicado.
Hizo un trato con Moriarty, prometió un pago, falto a su palabra y pago las consecuencias. No tenía por qué esperarlo, después de todo, Moriarty mantenía a algunos de sus agentes cerca de las personas con las que hacía los tratos, solo por si se les ocurría hacerse los listos con él.
No tenía problemas con ayudarle de vez en cuando, tomando partido en situaciones en las que nunca había estado, buscando experiencia y crecimiento, pero siempre pagando, ya fueran favores, dinero o devolviendo prestamos de información, identidad, objetos o inmobiliarias. No le gustaba tener deudas con nadie.
Le agradaba el sujeto, lástima que Jim se había obsesionado tanto con el Sherlock de su tiempo que estaba dispuesto a dar su vida con tal de verlo caer.
"Ninguna presa vale tanto" pensó, para luego preguntarse si él estaba dispuesto a llegar a eso con tal de ver caer a los gemelos de diferentes tiempos muertos "no, aun quiero vivir, ellos no son el premio mayor, aun no"
Su celular vibró de pronto, con la pantalla del mismo aumentando de golpe su luminosidad; cegándolo momentáneamente. Se giró de lado, tomando el aparato con su mano derecha, sonriendo apenas pudo enfocar.
Había logrado encontrarlo, una señal de teléfono poco sofisticada, apenas con algunas funciones básicas, apto para engañar a la inteligencia cibernética en caso que quisieran encontrarte, dejándolos sin rastro.
Ahora ya tenía la pareja de celulares, cuya función era bastante obvia. No fue difícil interrumpir sus comunicaciones, aprovechándose de la falta de programa que pudiera detener su hackeo, o al menos, de dar aviso a sus propietarios.
En dado caso que el celular A quisiera comunicarse con el celular B, la llamada seria inmediatamente rechazada por este último, sin siquiera llegar a sonar.
Y en caso de que fuera al revés habría un redireccionamiento hacia su teléfono.
-si la información que ese hombre me dio es correcta... tal vez me sienta amable y decida matarlo para que no pase más tiempo en la prisión la balsa-dijo en voz alta, sentándose en la cama mientras comenzaba a escribir.
El hombre que le había dado la información deseaba la muerte fervientemente. Sin familia y con su objetivo cumplido, realmente no había más razones para que siguiera vivo.
* * *
Se había levantado a paso lento en dirección a su taller, algo pequeño por el momento, pues ese era con el que había acondicionado el complejo cuando creyó que no viviría ahí jamás.
Al entrar, lo primero que Tony vio fue su armadura, desarmada casi por completo, dejando solo la parte que cubría el pecho. No le fue agradable ver aquella abertura que cruzaba sobre el reactor.
La imagen de la pelea le hizo cerrar los ojos, con un dolor presionándole el pecho. Recordaba perfectamente su reflejo en los ojos del rubio.
Podía ver su propio miedo a través de su azul, cuando el casco le había sido arrancado, cuando había visto aquel símbolo levantarse sobre su cabeza y caer con gran fuerza contra él.
Temió morir.
Abrió los ojos, dándose cuenta de que estos se habían humedecido ante el recuerdo.
Camino de forma lenta y titubeante, sin estar muy seguro de que iba a hacer. Tomo el escudo entre sus manos, sintiendo de nueva cuenta el peso de sus penas.
Tenía la sensación de que se aproximaba un ataque de ansiedad, esperando porque en cualquier momento las paredes comenzaran a cerrarse sobre él.
Pero no ocurría, no pasaba absolutamente nada. No pasaba de ser una advertencia.
Se mantuvo serio, creyendo que podría controlarse. Podía obligarse a no sentir.
Sin embargo, sus manos temblaron apenas levanto el escudo a la altura de sus ojos.
-yo... yo de verdad...-comenzó a decir en un débil balbuceo, con su expresión dura desaparecer, dejándose caer al suelo, abrazando el escudo contra el-¡de verdad te odio!-exclamó, permitiéndose llorar en aquella ocasión.
Tenía que sacarlo, ahora que por fin terminaba de comprender lo que había ocurrido, agradecido de tener ese momento a solas, después de haberse mostrado fuerte ante de Rhody para no preocuparlo.
Pepper no estaba para consolarlo, ya no. Aunque sabía que una llamada sobre eso y ella estaría ahí rápidamente no quería quitarle el tiempo.
Después de todo, había sido su culpa enamorarse de Steve, debió haber matado aquellos sentimientos apenas aparecieron, no dejándose engañar por falsas ilusiones.
-Nunca más-se prometió, habiendo sido apenas un susurro de sus labios. Lanzo con fuerza el escudo contra su armadura destrozada, terminando de hacerla pedazos.
Volvió sobre sus pasos, como si nada hubiera pasado, sin interesarle si alguien había escuchado aquel ruido (lo más probable era que no) y volvió a su cama, esta vez dispuesto a dormir.
Su taller ya no parecía ser aquella zona de escape que siempre había buscado. Ahora era su prisión.
* * *
Pudo notar sorpresa en Holmes por su hora de llegada, siendo bastante más tarde de lo que acostumbraba.
Parecían haber intercambiado papeles, ahora era Holmes quien buscaba respuestas y el quien se mantenía indiferente.
-¿Qué es lo que quiere preguntar Watson?-dijo el detective, como siempre, pareciendo leer sus pensamientos.
-¿cómo sabes que quiero preguntarte algo?-quiso saber el doctor, pero se tuvo que conformar con una media sonrisa y un levantamiento de hombros por parte de su compañero.
Era lo que siempre hacía cuando consideraba que era un método sencillo de descifrar.
-no es nada importante ¿por qué tendrías que responderme?-le dijo, también fingiendo que no tenía importancia.
Holmes medito bien sus palabras, pues de ser posible, habría preferido mantener oculto aquello solo un poco más. Al menos hasta que recibiera un nuevo telegrama de Mary de confirmación.
-pues si no tiene importancia...-
-¿que acaso no tienes vergüenza?-exclamo Watson con molestia al ver que realmente el detective iba a dejar pasar el tema.
-usted dijo que no tenía importancia-
-¿desde cuándo escuchas algo de lo que digo?-le dijo el doctor-solo sabes hacer las cosas solo y sin tomarme en cuenta...-
-me parece que eso sería debatible...-
-¿por qué enviaste ese telegrama?-
-bueno, debía avisar a Lestrade...-
-estas mintiendo ¡deja de mentirme! Ya lo sé todo-
-¿podría ser más específico?-dijo el detective fingiendo amnesia, intentando hacer tiempo, descubrir el modo de desviar la conversación.
-enviaste un telegrama a Mary, diciéndole que debía ir con sus padres, que estaban en peligro ¿porque están en peligro?-
-Mmm... Es una larga historia...-
-tenemos toda la noche-contesto Watson de inmediato, obligando a Holmes a tomar asiento, queriendo saber de qué iba eso-comienzas a agotar mi paciencia, así que habla pronto-
-Sanders nos envió al otro lado del mundo, donde matarnos no era su objetivo real, sino distraernos, no sé qué trame así que supuse que Mary tal vez podría estar en peligro-
-¿tal vez?-cuestiono Watson de nuevo.
-yo no lo sé todo-
-Holmes-lo llamo el doctor al escucharlo-si era una distracción no fue para matarlos, le gusta el teatro, lo que quiere es asustarnos, si quisiera hacerles daño lo habría hecho con nosotros ahí...-
-no Watson, sus reglas fueron muy claras, yo debía abandonarlo para que su familia y usted pudieran sobrevivir...-
-¿de que estas hablando?-pregunto Watson confundido-dijiste que en las cartas que te envió a ti no venía ningún dato de interés, que no eran más que pistas para guiarte hasta mí y llevarnos a China-
-por lo que se... yo debía rendirme en su búsqueda, dejarlo que se las arreglará en volver solo de donde sea que lo llevaran, pero no pude... envié instrucciones a Lestrade, a Mary, a la señora Hudson, al faltar a las reglas del juego usted sería el primero por el que vendría... así que lo de tomar empleo en un barco fue plan mío... los hombres que nos persiguieron... yo les había pagado, usted se negaría a venir conmigo sabiendo que su familia peligraba, y aun a pesar de que era su vida la que querían habría ido...-
-mejor deja hablar-lo interrumpió Watson, entendiendo por fin todo-pudimos volver antes a Londres, siempre pudimos... Holmes ¿¡te das cuenta a cuantas personas has puesto en peligro!? ¡Yo podía cuidarme solo! ¡Ellos son dos niños apenas!-
-no podía dejarlo a su suerte...-
-y pensar que llegue a creerte cuando me dijiste sobre los viajes programados de Sanders, diferentes tiempos a una misma fecha ¡debí ver que solo era un invento! Solo una excusa para llegar hasta China y retrasar nuestra vuelta-se sentía herido por que le ocultara semejante cosa, además de bastante preocupado.
Sus dos hijos, sus pequeños bebés ¡en peligro!
-cálmese-le pidió Holmes al ver el pánico que comenzaba a sufrir el doctor, tratando de detener los pasos que daba por toda la habitación, pero cuando logro detenerlo, Watson lo tomo de las muñecas, realmente fuera de sí.
-¡Hay que volver ya! ¡AHORA!-