Ciudad de niebla© |TERMINADA|...

By Sarah_Mey

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HISTORIA COMPLETA. Primera parte de la saga ciudades. #1 en amar desde el 19/01/2019 hasta el 18/12/2019 #1... More

Saga Ciudades. Parte 1
Preámbulo
Capitulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capitulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capitulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Aviso
Capítulo 38
Capítulo 39
Capitulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Ejem
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capitulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo final
Nota de la autora
NOTA DE AUTORA 2
MIS REDES SOCIALES/ CONTACTO

Capítulo 56

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By Sarah_Mey



 En el baño, Verónica comenzó a llorar. Se enjuagó la boca y se cepilló los dientes, pero su estómago amenazaba con volver a vomitar otra vez. El amor no debería de ser tan complicado. Mierda. Prostitutas. David y prostitutas. Prostitución. Putas. Esas palabras no paraban de repetirse en su cabeza. Aléjate de mi mundo lo máximo que puedas. Palabras y mas palabras que lograban marearla incluso más aún que ese chico por el que tanto se sentía atraída.

Recordó a aquella anciana de ojos celestes que la siguió camino de su instituto, esos ojos imposibles, casi inhumanos, diciéndole que corriese tan lejos como pudiese, y de pronto todas sus palabras tuvieron sentido. Se mareó de nuevo y se dejó caer contra la puerta, deslizándose hasta el suelo y haciéndose un ovillo en él. 

Aún llevaba puesto su chaquetón y su uniforme, y el hecho de que ambos estuviesen empapados tan solo la hizo sentirse aún peor. Aún con más frío, ese frío de su piel que se mezclaba con el de su alma.

Cogiendo algo de fuerza, abrió el grifo de agua caliente y se desnudó. No le importaba donde quiera que estuviese David, aunque deseaba que siguiese en su habitación, esperándola para hablar con ella. No le importaba porque necesitaba tiempo para pensar, y lo seguía necesitando cuando comenzó a aclararse el cabello después de enjabonárselo. Melocotón, su champú favorito a pesar de que fuese para niños. Se secó y se puso su albornoz en color blanco, el mismo que no había encontrado la última vez que se duchó con David esperándola en su cuarto porque estaba en la lavadora. Cogió la ropa mojada y se la llevó a su cuarto, aunque el camino lo hizo mas lento de lo que era en realidad, haciendo tiempo, queriendo volver a ver a ese chico y necesitando pensar por otro lado, en soledad. No podía echar la ropa al lavado sin que su madre supiese que había salido de su habitación al ver la ropa mojada, aunque a estas alturas, tal vez su adorable vecina, la señora Mirandez, ya hubiese hablado con su madre.

Entró en su habitación y no se encontró a nadie. David no estaba en ningún lado, y sin poder evitarlo, ella rompió a llorar. Cerró la puerta y se tapó la boca con la mano, para evitar que ningún sonido saliese de sus labios.

Se había ido otra vez, se había esfumado de nuevo, y por primera vez desde que lo vio, ahora no sabía si quería que volviese. Las tuercas habían cambiado. Maldita sea, todo había cambiado. Todo. Con una simple frase. Se abrazó a sí misma, e intentó tomar fuerzas para buscar algo que ponerse de su armario, temblando, de frío y de miedo, de rabia, de turbación, anonadada e intentando controlar las náuseas que volvían a ella. Su padre salía en poco tiempo del hospital, tenía unos quince minutos antes de que su madre entrase en su habitación chillándole que cómo era posible que aún no estuviese lista para ir a recoger a su padre.

-Lo siento papá.-fue lo único que salió de sus labios, un mero susurro que lo ahogó todo.

Unos golpes secos en el cristal la hicieron darse la vuelta, aún con el albornoz puesto. Fuera, bajo la lluvia y en el balcón, estaba la causa de su problema y de todos sus suspiros. Verónica contuvo el aliento, era como un jodido ángel. Maldición. Era como si un Dios hubiese bajado a la Tierra materializado en alguien con un físico irresistiblemente atractivo. Aún así, su rostro estaba serio, y era como si disputase una tormenta en su interior mucho mayor que la que se cernía sobre ellos esa tarde.

La chica se acercó lentamente, algo cautelosa y seria cuando abrió la puerta corredera del balcón.

-He tenido que salir. Tu madre entró y no me vio de milagro.

Hasta al chico le resultaron extrañas esas palabras. Era como si estuviese dejando de ser el mismo. Nunca había bajado la guardia con nadie, salvo con Verónica. Ella simplemente asintió y se hizo a un lado para dejarle espacio, indicándole que entrase. Parecía apesadumbrado, como si realmente le hubiese dolido lo que acababa de pasar. Sin embargo, a ella le pesaba ser fría con él, pero era incapaz de ser de ninguna otra forma en ese momento.

-Puedo explicarlo.

Y entonces ella no supo si quería oír su explicación. No quería que las cosas empeorasen aún mas. Sólo necesitaba pensar y sopesar todo aquello.

-Mi madre me vendrá a buscar en unos quince minutos. Eso es todo lo que puedo darte.

David tragó con fuerza y le dirigió una mirada serena, como si poco a poco fuese calmándose.

-Tu madre entró en tu habitación hace nada, y dijo que se iba. Al no verte aquí creo que se fue.

Verónica no podía creerse aquello. Su madre se había ido sin esperarla. Aún faltaban quince minutos para el momento en el que le dijo que saldrían de casa. Salió corriendo de su habitación y llamó a su madre por toda la casa.

Era cierto. Estaban solos. Y algo en su interior tembló al darse cuenta. No sabía por qué, pero no quería escuchar la explicación del chico. Era como si una muralla se hubiese establecido alrededor de su corazón, como una coraza para que no le hiciesen daño, pero, era David, si es que de verdad se llamaba así. Ahora ponía en duda todo cuanto había pasado entre ambos, y eso, le hacía arder hasta las entrañas. Intentando no llorar, volvió a su habitación, y allí estaba él, de nuevo con aquella mirada serena de ojos grises. Esa tormenta que hacía arder todo cuanto tocase.

-¿Qué mas me has ocultado?

Su voz seguía siendo fría, pero había un hilo de pena que amenazaba con romperse.

David le mantuvo la mirada, y la chica lo vio coger aire, como si volviese a sopesar el contarle la verdad o el seguir manteniéndola en una burbuja donde no sabía nada de él.

-También te he mentido.

Lo sabía, pensó ella, y recibió aquellas palabras aguantando el nudo en la garganta y cerrando los puños.

-No estás enamorado de mi. Ha sido todo mentira, ¿es eso?

Y dirigió la vista al suelo mientras se mordía los labios, aguantando las ganas de echarse a llorar mientras su mundo se hacía pedazos. Lo sintió acercarse y tratar de abrazarla, pero ella se alejó, no podía mas con aquello.

-No me toques, y respóndeme.-su voz volvió a sonar fuerte.

-No ha sido mentira. Solo te he mentido en una cosa para no preocuparte, pero lo que siento por ti es real. Se que soy un capullo, se que he hecho mal muchas cosas con muchas personas, pero cuando se trata de ti... tu me haces ser distinto, me haces ser mejor y me haces pensar Verónica, y ahora que te conozco no aguantaría el estar sin ti. Te juro que lo que siento por ti es real. Que diablos, es lo mas real que he sentido en mi vida.

Ella se tocó el flequillo, nerviosa y sin entender que pasaba, aunque una parte de ella se sintió sumamente reconfortada al escuchar aquellas palabras.

-¿En qué me has mentido entonces?

David se quedó en silencio unos segundos, y ella se empezó a impacientar mientras se mordía las uñas. El chico se acercó a ella y le sujetó las manos.

-Prométeme que vas a oír toda la historia, antes de decirme que no nos volveremos a ver.

Ella contuvo el aliento y se dejó llevar por el hasta la cama, donde le indicó que se sentase con un mero gesto.

-Antes quiero que tengas claras dos cosas. Una, eres la única persona que sabes mi nombre y mi apellido. Y dos, eres la única persona por la que siento desde hace mucho tiempo.

Ella se mantuvo callada y asintió con la cabeza, sintiendo como el hechizo del chico hacía efecto en ella y como todo su cuerpo sucumbía a su atracción. Como si él fuese magia en su mas puro y salvaje estado.

Una parte de ella luchaba por no escucharlo, porque era mas fácil despedirse ahora de lo que lo sería en un futuro, como si a cada segundo que pasaba con él una parte de su corazón fuese perteneciéndole más y más, sin ninguna otra opción.

David comenzó a hablar, serio y sereno, como si se agarrase con todo su ser a esa última oportunidad que la chica le estaba dando antes de decirle adiós. Verónica paró su lucha interna cuando escuchó su voz.

-Yo tenía seis años cuando sucedió. Era un crío que vivía con sus padres en La Toscana, en Italia. Recuerdo que tenía más familia, y recuerdo algunos nombres, y puede que algunas caras, pero eso no tiene importancia. Tenía un hermano, Martin, y hasta un perro al que llamamos Luce, significa luz en italiano.

Verónica escuchaba absorta todo lo que el chico le decía, empapándose de cada palabra, como si fuese un tesoro. Tenía un hermano y un perro. Sabía que le había mencionado a su hermano hacía un tiempo, la primera vez que le invitó a cenar cuando la rescató de ese guardia en el centro comercial. Aquella noche en la que él chico trató de alejarse de ella, y ella no se lo permitió.

-Teníamos una casa hermosa, con un jardín y una piscina en la que mi madre nadaba cada día. Mi padre trabajaba hasta tarde, pero siempre llegaba a tiempo para darnos las buenas noches, y nuestra madre se aseguraba de que así fuese. Recuerdo aquello con alegría y nostalgia, y también lo recuerdo pensando en que eso es lo que tú tienes, y lo que yo no tengo derecho a romper, pero se que si sigo contigo voy a hacerlo.

Ella tembló, y entendió que bajo ningún concepto iba a permitir que aquello fuese una despedida. Quiso hablar, pero él le puso un dedo en el labio, y jugó un poco con él, como si su mera presencia lograse reconfortarlo un poco. Verónica sabía que abrirse era algo muy difícil para David, así que se mantuvo callada y expectante por que siguiese hablando. Algo en ella supo que el chico sólo estaba cogiendo fuerzas para seguir abriéndose, así que espero lo mas paciente que pudo.

-No se el motivo, pero nos mudamos a España, ya sabes...-le dijo mirándola y haciendo que todo lo demás dejase de existir.- A Galicia.

Se encogió de hombros, y miró hacia otro lado, hacia la pared, o tal vez hasta la infinidad de un recuerdo. Ahora venía aquello que jamás le había contado a nadie, aquello que era más que su mayor secreto, que era su historia, por la que se definía y que estaba a punto de contar a una chica que conocía desde hacía algo más de una semana, y que era capaz de llevarlo a cualquier lugar con su mirada. Por primera vez en su vida, iba a hablar de como llegó al barro donde estaba metido.

Muchas gracias por leer y sobre todo por vuestra paciencia. Un abrazo. Actualizaré pronto. Besos!!!

Instagram: itssarahmey

Feliz semana a todos.

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