Ciudad de niebla© |TERMINADA|...

By Sarah_Mey

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HISTORIA COMPLETA. Primera parte de la saga ciudades. #1 en amar desde el 19/01/2019 hasta el 18/12/2019 #1... More

Saga Ciudades. Parte 1
Preámbulo
Capitulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capitulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capitulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Aviso
Capítulo 38
Capítulo 39
Capitulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Ejem
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capitulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo final
Nota de la autora
NOTA DE AUTORA 2
MIS REDES SOCIALES/ CONTACTO

Capítulo 52

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By Sarah_Mey



 David le dedicó una media sonrisa aviesa, y Verónica supo que iba a hacer algo que no iba a gustarle. El chico comenzó a correr y la cogió en peso, con sus piernas cayendo sobre sus perfectos abdominales.

-¿Pero qué haces?

Él rio, y su risa logró hacerla disfrutar del momento. Muchas quisieran estar en su lugar.

-Me has dicho que estoy tardando. Hoy voy a llevarte a otro sitio, ojos azules. Tenemos poco tiempo.

Ella rió mientras le pedía que la soltase, pero él no lo hizo, siguió con ella y agarró sus muslos, y esas piernas que le volvían loco. Tuvo que reprimirse por no parar y hacerla suya de una vez por todas en mitad de aquella calle.

Verónica comprobaba algo avergonzada como los transeúntes se giraban para mirarla, pero una parte de ella amaba ese tipo de comportamiento en David. Él, por su parte, se mantenía con una sonrisa seductora y los ojos un poco entreabiertos, como si estuviese concentrado en buscar un lugar para que la chica comiese y pasase de todo cuanto le rodeaba menos de esa suave piel que agarraba con fuerza. Divertido, notó como la chica dejó de esforzarse para que la bajase, y se limitó a dejarse llevar. Había una sana locura en aquel momento que ambos disfrutaban.

Llegaron a un restaurante, y fue entonces cuando David dejó a Verónica en el suelo, quien cuando iba a reñirle se encontró con sus labios. entregándose a ellos como se entregan las olas a la arena.

-Este es el bar mas cercano que he encontrado.-le sonrió, cogiéndole la mano y entrando con ella en el bar. -¿Qué te apetece comer?

Ir por la vida cogidos de la mano era algo mucho mas fuerte de lo que ella jamás habría sido capaz de imaginar la primera vez que lo vio.

El restaurante era algo rústico, con mesas de madera y muebles en color marrón. Había manteles en color blanco y servilleteros en todas ellas, pero David no iba a ninguna de ellas, iba a la barra a hablar directamente con la única persona en aquel local. De fondo sonaba la radio y un presentador hablaba sobre los deportes. De nuevo Ronaldo era motivo de habla, había hecho ganar a su equipo un partido importante.

-Lo que sea, estará bien. Cualquier cosa es mejor que las lentejas.-apuntó, divertida.

Había tan sólo un camarero, como si todos los demás se hubiesen ido al haber pasado la hora del almuerzo.

-Deme el menú.-dijo David, con seguridad e imponente.

El camarero era un hombre de mediana edad, con el pelo blanco y los ojos pequeños y marrones. Su nariz era redonda y era algo corpulento. Tenía una prominente barriga que se dejaba ver a través de su camisa blanca. Verónica intuyó que tenía toda la pinta de que era el propietario de ese lugar. Su aspecto era el de una persona enfadada con el mundo.

-Tan sólo tenemos bocadillos a esta hora. La hora del almuerzo ya ha pasado.

David frunció los labios y apretó los puños. Luego, aparentemente en calma, se dirigió a Verónica.

-¿Te apetece una tortilla de patatas?

Ella asintió, aunque le resultó extraña esa pregunta teniendo en cuenta lo que acababa de decir el hombre.

-Lo siento, los bocadillos son de embutido a estas horas.-apuntó muy serio el camarero, como si no le gustase la presencia de aquellos chicos en aquel lugar.

-Está bien.-dijo él, en aparente calma, para luego saltar la barra y acercarse al camarero que se encontraba en el otro lado. -Vamos a la cocina.

Verónica abrió los labios, sorprendida y molesta por el comportamiento de David. En cambio, el chico sólo pensaba en que si aquel hombre hubiese sabido quien era la persona con la que estaba hablando, habría obedecido sin ni tan siquiera pensárselo dos veces. Y mucho mas lo habría hecho si supiese que su forma de mirar a Verónica había logrado cabrearlo.

-Ya os he dicho que la cocina está cerrada. Iros de aquí.-espetó de mala gana, ahora algo nervioso por la cercanía del chico.

Verónica se levantó, dispuesta a irse, y tal vez por eso, no pudo evitar soltar un grito ahogado cuando vio como David le pegaba un puñetazo al camarero y lo dejaba inconsciente en el suelo.

-¡¿Pero qué haces?!

Él la miró, serio de pronto.

-No voy a dejar que nadie te hable así.-dijo tan sólo, encogiéndose de hombros.- Quédate aquí y avísame si se despierta o si entra alguien.

David toqueteó la radio que había en la parte trasera de la mesa y paró la voz del periodista deportivo, cambiándola por una emisora de música en la que sonaba la canción Things.

-¡No puedes ir pegando a todo el mundo que te diga algo que no quieres oír!

Él se giró y el brillo en sus ojos junto a sus altas cejas hicieron que ella se quedase embelesada mirándolo.

-¿Estás segura de que no puedo?

La chica estaba aturdida, como si no supiese como reaccionar. Vio a David entrar en la cocina, y tras unos veinte minutos que se le hicieron eternos, el chico salió de allí con una tortilla enorme y con una lata de coca-cola. El enfado dejó lugar a la sorpresa y el entusiasmo. Aquel chico le había cocinado, especialmente para ella.

-¿La has hecho tú?-se sorprendió ella.

-Sí, pero no puedo asegurarte que sea comestible. No he cocinado en mi vida.-le confesó, mirándola con aquellos ojos que le hacían perder el control.

-¿Y como has podido hacerlo entonces?

Él volvió a sonreír, como si no hubiese dejado inconsciente a un hombre hacia unos minutos.

-Youtube.-respondió, sonriente y con ojos iluminados.

Ella se sintió extraña. Era la primera vez que alguien que no fuesen sus padres o la madre y la abuela de Eva cocinaban para ella. Exceptuando todos los cocineros de los restaurantes que había visitado con sus padres. 

David la observaba de una forma en la que nunca lo había hecho, como si estuviese nervioso y necesitase escuchar que estaba buena.

Verónica saboreó ese momento, sabiendo que el chico estaba nervioso. Le miró divertida y disfrutó cortando lentamente un pedazo. Haciendo movimientos lentos y viendo como David se enervaba aún mas con cada uno de ellos. Poco les importaba a ambos en ese momento que hubiese un hombre inconsciente en el suelo. La antigua Verónica se habría horrorizado ante la idea de no ayudar a una persona que había perdido el conocimiento, pero a la nueva Verónica, esa que se estaba dejando entrever a través de las llamas, tan sólo le importaba David y sumirse aún más dentro de él. Conocerlo era su asignatura pendiente en aquel momento, y algo le decía que ella también era la suya.

-¿Así que nunca le has cocinado a ninguna de tus otras novias?

Verónica disfrutó el hacer tiempo, saboreando el llevar las riendas en aquel momento, y viendo como la seguridad que el chico le había mostrado siempre se había resquebrajado un poco.

-Nunca he tenido novia.

Ella aprovechó para seguir sacando información.

-¿Y ellas lo sabían?

Él rió suavemente, y le agarró una mano, con fuerza, recuperando su faceta de chico duro.

-Algunas sí. Otras no.

Verónica tragó saliva mientras pinchaba con el tenedor el trozo que había cortado antes.

-¿Han sido muchas?

Volvió a hacer tiempo abriendo la lata de Coca-Cola. Sabía que David tenía su mirada fija en ella, y aquello la ponía tremendamente nerviosa aunque tratase de disimularlo.

-Puede. Depende de lo que se entienda por muchas.

-Probablemente no tengamos el mismo concepto.-dijo, dándole un sorbo.

David quería matarla. ¿Por qué demonios no probaba ya la dichosa tortilla? Le habría sido mas fácil robar una. Él jamás hacía nada por nadie. No al menos que quisiera sacar provecho, pero con ella...ella era su excepción.

-¿Te imaginabas cocinando para alguna de ellas?

No, pensó. Claro que no. Esas cosas no la hacían chicos como él. Al menos no antes de Verónica. No antes de que algo en su interior comenzase a cambiar sin control. Como todo lo que ella causaba en él.

-Ese no es mi estilo.-contestó, serio, sabiendo que ella le estaba sacando información, y aún así, siguiéndole el juego.

Por fin, para satisfacción de David, se metió el trozo de tortilla en la boca, y si no fuese porque sabía que tenía hambre se lo habría arrebatado de sus labios. Esos labios eran solo suyos. Ni tan siquiera le pertenecían a ella. Se llevaría horas y horas mirándolos.

-¿Por qué a mi sí?

Y entonces las tuercas cambiaron, ahora era él quien iba a dominar la situación.

-Soy un romántico con mente sucia cuando se trata de ti, Verónica Bairina.

Ella tragó la tortilla con dificultad, estaba deliciosa, pero fue como si todo su ser respondiese ante aquella frase. De pronto, se lo imagino dentro, de la misma forma en la que lo estuvieron sus dedos hacía un rato. En su interior, y tembló al imaginarse cómo apartaba el plato y se lo hacía encima de aquella barra. Todo su ser tembló, pero aquello era lo que necesitaba y en lo que no podía parar de pensar. Lo vio levantarse y colocarse detrás de ella. Ella estaba sentada en un taburete, y sintió su marcado abdomen en su espalda, haciéndole de soporte mientras sus manos la abrazaban.

Tenía mil ganas de responder a sus caricias. Todo su ser quería fundirse con él.

-¿Te gusta?-le preguntó, refiriéndose a la tortilla.

Sus manos comenzaron a masajear su espalda. Joder, él era todo lo que una chica querría en un hombre.

-Está buenísima.-le dijo mirándole y probando otro trozo.

Él le besó la frente, y ella supo que era el momento de decirle lo que llevaba en su cabeza desde hacía días. Ese peso que le había hecho estar asustada. Ahora, por primera vez, no quería hablar con David, quería hacerlo con Cobra. Y con todos los líos en los que estuviese metido. Sabía que David no era una persona normal, sabía que probablemente estaría metido en temas que a ella le aterrarían, pero si alguien pretendía hacer daño a su padre, él era el indicado para ayudarla.


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