Jacob
—¡En algún momento nos vamos a cansar! —dije al alejarme de los bíters, luego de terminar los 100 metros de persecución más largos de mi vida.
—¡Los ferals no, así que debemos seguir! —Contestó Jace.
los infectados tambaleantes caminaban hacia nosotros, pero no nos alcanzarían a ese ritmo, ya íbamos muy adelantados.
En el ambiente, predominaba un olor a quemado, y muchos de los edificios tenían marcas negras, algunos estaban casi en ruinas.
—Los bombardeos —pensé.
Ya me estaba cansando de los infectados, ya quería parar, descansar, pero sus gritos aterraban a todos, obligándolos a correr para no morir, solo que estaba hartó de correr y esconderme, ahora quería atacar.
—¡Ya no voy a correr más! —Grité al detenerme.
Tomé mi espada esperando a los infectados, y el más cercano ya era mío. Rugió, antes de que una bala le reventara el cráneo por detrás. Usé la hoja cómo espejo, observando a Dorian corriendo hacia acá, con su rifle en las manos.
—Sabía que igual estaban cansados —pensé.
Otro infectado se acercó, le rocé el pechó con la punta de la espada, rompiendo su camisa y rasgando la carne; una mujer que escurría sangre de la boca me iba a llegar por la izquierda, pero un machete se le incrustó a media cara... Era de Jace.
Decapité al infectado, escuchando su cuerpo y cabeza cayendo a diferentes lados, con el único deseo de acabar con el resto de ellos de una vez.
Érika, y Harley corrieron juntas, también estaban hartas; Jace recogió su machete, uniéndoseles en la carrera, al igual que mi hermano, y yo.
—Ya no más —susurré.
Los corredores gritaban sin cesar, sus bocas se llenaban del líquido negro, y la sangre de viejas víctimas; Charr desde el lugar donde estaba, disparó un par de veces su arma sin silenciador, derribando a tres de los infectados. Harley le dio golpes contundentes en la cabeza a uno de ellos, para rematarlo con la uña de la barreta clavada en la sien.
Érika grito de furia antes de cortarle el cuello a un infectado, para después patearlo en el pecho en su quejumbroso desangramiento. En el suelo le remató clavándole la punta en la nuca para que saliera por la boca.
—¡Cuidado! —Gritó al lanzar un cuchillo a la cabeza de infectado.
El cuchillo se le incrustó en el cuello; Érika lo tomó del cuello, y con fuerza lo incrusto en la frente del infectado, cortándole el rostro a un tercero que se le acercó por la derecha.
Otro infectado hizo que pusiera mi atención en él, iba por mí, pero la esperaba bien preparado. Dorian le asestó un golpe con su mazo en el pecho que hizo que sangre brotara de su boca al caer de espaldas, quedando clavado en el esternón roto de muerto. Lo retiró, y dio un giro como si se preparara para lanzar una bala o un disco olímpico; lo dejó volar directamente a otro feral, que tenía a Jace contra el muro de contención.
—Gracias —contestó al rematar al feral.
Vi como mi hermano, terminaba con el feral moribundo frente a él, con un pisotón que reventó el cráneo del infectado.
Me distraje tanto, que no escuché el grito del corredor que veía directo a mí. Me golpeó, y arrinconó contra el muro que estaba desmoronándose a mis espaldas; el rostro de la mujer infectada estaba des hecho, y uno de sus ojos estaba reventado, derramando fluidos tal y como su boca chorreante de sangre. Sujetaba su cuello con toda mi fuerza, mientras sus manos golpeaban mi espalda o mis costados.
Intenté hacer fuerza para apartarla de mí, pero el muro cedió un poco más, podía sentir las varillas de metal rosando con mi espalda, estaban ásperas y afiladas.
—¡Eso no! —Charr se acercó a ayudarme, y luego Dorian.
—Vamos, quítate —dijo mi hermano.
Ambos forcejeaban con la infectada, y la arrojaron a la parte débil del muro, dejándola caer hasta que su cuerpo impactó contra el concreto, entré sus gritos espeluznantes; el golpe seco de su cuerpo resonó por un segundo, al igual que el de nuestros jadeos de cansancio.
Con un movimiento de la hoja de mi espada le quité toda la sangre de infectado, y el líquido negro. Todos en fundamos nuestras armas, pero yo era el único que se daba cuenta de lo que había pasado aquí, la adrenalina me inundaba la sangre, mientras me limpiaba la que tenía en el rostro. Una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro y mis ojos estaban abiertos por toda la emoción.
—Niño dime que no te mordieron —comentó Charr al ver mi rostro tan extraño—. Ya había visto esa cara antes, a mi amigo lo mordieron, y en lugar de llorar empezó a reírse como loco.
Carcajeé un poco recostándome en el suelo, respirando con alegría. Mis hermanos, y amigos se preocuparon de que no les diera respuesta alguna, pero ellos no debían temer.
—¡Ha, ha...! —Contesté—. No estoy infectado... —Me senté y crucé de piernas—... Dorian, dense cuenta de lo que hicimos. ¿No lo notan enserio?
—Acabamos con un grupo de ferals —contestó Jace sin más que agregar.
—¡Exacto! —Me puse en pie de un salto—. Por fin logramos superar nuestro miedo a enfrentarnos a los infectados... Funcionó —observé sus reacciones.
—Realmente funcionó, Colby y su grupo lograron ayudarnos a deshacernos del temor —Érika sonrió con un brillo en los ojos.
—Entonces el miedo si se fue, eh —dijo Dorian al poner su rifle en su espalda.
—No solo eso. Ahora podremos acabar con cualquier infectado sin tener miedo nunca más —agregó Harley al caminar al centro.
En medio de un ambiente de temor y muerte estábamos celebrando a medias, algo que, para nosotros, un montón de jóvenes que hace casi año y medio se encontraban preocupándose por la escuela, sus vidas sociales, películas, tener novia, o... Cualquier cosa estúpida y sin sentido.
Todos teníamos una enorme sonrisa en el rostro denotando nuestra emoción por nuestro avancé. Harley, y Jace me dieron un abrazo por la espalda, ella para besar mi mejilla en agradecimiento por haberla ayudado, Jace por otra parte robó uno de mis chocolates, pensando que no me daría cuenta de ello en el abrazo, pero al sentir su mano entrado en mi mochila, lo tomé del brazo y se lo retorcí atrás de la espalda quitándole el chocolate en aquel movimiento.
—No los toques, son míos —dije al retorcer más su brazo.
—¡De acuerdo! ¡Solo suelta mi brazo!
Lo empujé quitándole una de sus bolsas de frituras en el proceso, dándoselas a Harley para que las escondiera.
—Lamento interrumpir su momento de felicidad —dijo Charr acercándose—, pero debemos seguir, una horda de infectados nos venía siguiendo. ¿Recuerdan?
—Cierto... —Dijo Érika cambiando el gesto de su rostro—. Hay que seguir.
—Entonces... —Dorian fue interrumpido por la estática que se escuchaba en su radio.
La tomó del soporte de su cinturón intentando responder al llamado, pues apenas y era entendible lo que se decía por la maldita interferencia.
—Hola, ¡Colby! ¿Son ustedes? —Preguntó aporreando la radio, cambiando de estación, pero nada funcionaba.
—Deben... Regresar... —decía la voz de Carlo por la radio, mientras unos gritos se escucharon por un segundo.
Harley le quitó la radio a Dorian de las manos en un intento desesperado de conseguir señal de radio, y poder entender el resto de la conversación, pero la señal se había cortado por completo. Saqué mi teléfono de mi bolsillo enciendo dolo solo con poner mi huella en el identificador, la pantalla holográfica de este se iluminó, pero no había rastro alguno de señal, o internet.
—No hay manera de comunicarnos —dije.
—Esta zona al ser bombardeada perdió toda la comunicación —comentó Charr—. Las antenas, y receptores terminaron inservibles. Ningún mensaje sale de esta zona; nosotros siempre usábamos pistolas de bengalas para comunicarnos. Rojo para un refugio, verde para una zona nueva, y azul para indicar posibles suministros.
En la parte trasera de su pantalón tenía una pistola de bengalas, y un par de cartuchos de los colores que nos mencionaba. Solo le quedaban uno de cada color.
—Sigamos —dijo Harley al comenzar a caminar.
—Hay una división a unos trescientos metros, llegaremos pronto —dijo Charr señalando el camino.
U'7