Nota de la autora: este capítulo va dedicado para @danycses, la misma chica que ha hecho el dibujo que les he dejado en multimedia. ¡Muchas gracias, me ha encantado! <3 morí de emoción cuando lo vi. Te ha quedado precioso. Y bueno... Eso... Las dejo con el capítulo. Chan.
***
No podía sentir culpa, no existía un sentimiento como aquel en mi interior. Muy por el contrario, estaba dichosa y completamente aliviada de poder expulsar la comida de mi estómago. La sensación de estar aunque fuese un poco más liviana era incomparable. Tan solo me hubiera gustado que hubiese podido durar más tiempo, que no se desvaneciera tan rápidamente.
Sabía bien que la había jodido con Niall, que había roto mi promesa, pero no podía evitarlo. Estaba tan decidida a seguir bajando de peso, que ya no permitiría que sus caprichos me lo impidieran. Si él me amaba, tendría que aceptarme tal y como era, no intentar de cambiarme. Iba a llegar a los treinta y cinco kilos sin importar nada más que eso, sin importar si lo hacía con él o sin él. Ya no estaba disponible para seguir sus estúpidos juegos.
Y lo amaba, con toda mi alma, por lo cual me dolía de sobremanera tener que tomar una decisión de ese calibre. Sin embargo, el hecho de amarlo no conseguiría hacerme más delgada.
Una vez que todo había terminado, me lavé los dientes y salí en búsqueda de Niall para darle sus respectivas explicaciones, descubriendo así que él ya se había marchado del departamento. Un rastro de decepción apareció en mi pecho, mas me obligué a no sentirme culpable. No iba a ceder, no otra vez.
Acto seguido, regresé a mi habitación para cambiarme de ropa y prepararme para el gimnasio. Estaba totalmente mentalizada para quemar cada caloría consumida. Y eso fue exactamente lo que hice. Ejercité cada uno de mis músculos, me ejercité hasta que mi cuerpo me dolía, sin importarme siquiera las súplicas de este.
En mi mente solamente había una única idea: necesitaba perder peso, necesitaba hacerlo ya.
(...)
Una vez que regresé al departamento, partí a darme directamente una ducha. Estaba agotada, cansada, y aunque odiara admitirlo, quería hablar con Niall. Mas no lo hice, ni siquiera me atreví a escribirle un miserable mensaje de texto o a mandarle señales de vida por whatsapp. Muy por el contrario, apagué el aparato y cerré los ojos una vez que tuve la cabeza recostada sobre la almohada, buscando que el sueño apaciguara mis preocupaciones y me permitiera recuperar mis energías.
Doce horas después, mis ojos se abrían con lentitud en medio del frío de mi habitación. ¿Era mi habitación o era mi cuerpo? La verdad no estaba muy segura.
Y opuestamente a lo que había estado esperando, no me sentía con más energías ni mucho menos. Me sentía incluso más destruida que la noche anterior.
Me levanté en medio de unos terribles mareos, dispuesta a iniciar mi día como cualquier otro. No obstante, antes de darme cuenta, todo se había vuelto negro y mi cuerpo caía contra el piso, sin Bradley o Niall que pudiesen librarme del impacto del golpe, sin ninguno de los dos que pudiese salvarme.
*** Punto de vista de Niall ***
Cinco llamadas perdidas de Harry, y aún no había sido capaz de contarle mi fracaso con Alyssa. Estaba desesperado, ya no sabía que diablos hacer, y empezaba a considerar que buscar ayuda con sus padres quizás podría ser una buena alternativa. Ellos siempre fueron muy preocupados por Aly, aunque finalmente ella se les hubiese terminado escapando de las manos.
Esa mañana volvía al departamento de mi rubia, con intenciones de conversar las cosas con ella, y sugerirle que quizás ya era hora de buscar un especialista en el tema. Sí, sabía que rechazaría por completo mi sugerencia, pero quizás entendería que el que no pudiese contener la comida en el estómago no era normal, y que eso no era más que su cuerpo indicándole que su dieta estaba pasándole la cuenta.
Chocolates y rosas, un clásico cliché que esperaba que le gustara. Llamé al timbre repetidas veces sin obtener respuesta, para terminar buscando la copia de las llaves que me había conseguido, y así entrar.
-¿Aly? -la llamé-, ¿Aly, estás en casa? -y si no lo estaba, ¿A dónde podría haber ido?
Empecé a recorrer el sitio, inspeccionándolo, preocupado. Algo no andaba bien. No estaba en el living, mucho menos en la cocina, tampoco en el baño de visitas, ni en el comedor. Tenía que estar en su habitación, tal vez aún seguía durmiendo.
-¿Aly? -repetí, insistente, para luego encontrármela tirada en el piso, inconsciente.
Con un nudo en la garganta, dejé caer las rosas y los chocolates para apresuradamente arrodillarme frente a mi novia, desesperado.
-Aly... Aly, despierta -tenía que ser solo un desmayo. Suavemente, traté de moverla para ver si eso funcionaba. Joder, mis manos temblaban, y mis movimientos eran absolutamente torpes-. Oh, vamos, Alyssa... -una idea cruzó por mi cabeza, una horrible idea.
No. No podía estar muerta. No podía estarlo.
-Joder, Aly... -mascullé.
De inmediato, me encargué de verificar si respiraba, y lo hacía, con gran dificultad, pero lo hacía, así mismo, su pulso era débil. Agradecí a los cielos que afortunadamente estaba viva.
Aún así, mis ojos se llenaron de lágrimas. Ella aún no despertaba, y quizás cuánto rato llevaba de esa forma.
"Esta mierda ha llegado demasiado lejos."
Y sin contenerme más, cogí mi teléfono llamando a emergencias, pidiendo una ambulancia lo antes posible.
(...)
Veinte minutos habían pasado desde que estaban chequeando a Alyssa, y ya no me quedaban más uñas que morderme. El mánager me había llamado para informarme que un equipo de periodistas estaba esperándome afuera para preguntarme qué mierda estaba sucediendo, que quedaba en mí decidir si les daría en el gusto o no. Por supuesto que los muy hijos de puta no eran capaz siquiera de respetar los límites de la privacidad.
Harry me había llamado hacía unos cinco minutos, ofreciéndome coger el primer avión y venir a acompañarme. A pesar de lo fantástico que habría sido contar con algo de compañía, rechacé la oferta. Aquello era algo que me tocaba enfrentar a mí solo. Así mismo, Tomlinson, Zayn y Liam también se habían manifestado, todos muy preocupados. De seguro que mis padres y Greg llamarían en unas horas, cuando los medios se encargaran de expandir la noticia.
Y en eso, por fin fue que vi al doctor Schultz caminando hacia mí, al fin con noticias.
-¿Está bien? -pregunté, poniéndome de pie.
-Lo siento, Niall, pero esta chica necesita ser internada cuanto antes -anunció, el hombre de cabellos canosos y gafas de gran grosor-. Tiene una anorexia de tipo compulsiva purgativa extremadamente avanzada. Ya ni siquiera ella es capaz de controlar lo que come o lo que no come.
-¿I-internarla? -repetí, con la voz jodidamente temblorosa-. No. Yo puedo ayudarla, doctor. Tan solo debo esforzarme más.
Él soltó un suspiro y negó con la cabeza.
-Apostaría a que ya lo intentaste varias veces, ¿O me equivoco? -bajé la vista, había adivinado-. Chico, he visto tantas veces esta historia, y así también he visto a tanta gente que no quiere abrir los ojos frente a esta realidad... Ella no puede darse cuenta, pero tú sí, ¿Verdad?
Comprendía sus palabras. Era difícil sacarse esa venda y darse cuenta de que la persona que amas, se odia, se detesta tanto al punto de torturarse con dietas de la muerte.
Asentí.
-Cuéntame, ¿Sabes cuánto es que está pesando Alyssa?
-Cuarenta kilos -contesté, suplicando en mi interior que por favor la cifra no hubiese descendido.
-Como te dije, su anorexia está aproximándose a un límite muy peligroso, si dejas pasar unas semanas más, será algo irremediable -advirtió.
Me llevé las manos a la cabeza, al rostro y al cabello, sin molestarme en ocultar mis lágrimas frente al doctor Schultz. Estaba asustado, tenía tanto miedo de perderla.
-¿Qué es lo que tengo que hacer? -quise saber, evidentemente desesperado.
-Conozco un centro de rehabilitación muy bueno, con excelente cuidado... Nada más necesitamos la autorización de uno de sus padres para enviarla ahí y todo estará solucionado -explicó.
¿Y cómo mierda se suponía que fuese yo el que les entregara la noticia a sus padres?, ¿Cómo les explicaba toda la mierda que estaba sucediendo? Aunque claro, probablemente ellos ya debían tener una idea de en lo que andaba metida a Aly.
-Yo... Llamaré a su madre de inmediato -concluí, tras unos segundos de reflexión-. ¿En cuánto rato despertará? Necesitamos retenerla durante un rato, si despierta querrá marcharse lo antes posible.
-Descuida, le aplicamos unos sedantes mientras se regulariza su presión -dijo, dándome por primera vez una noticia que conseguía aliviarme en algo-. Tú solo preocúpate de contactar a sus padres lo antes posible.
-Muchas gracias, doctor.
(...)
Agradecí eternamente la dulzura y comprensión de la señora Evans en cuanto le conté todo lo que estaba sucediendo. La mujer se encargó de conseguir un boleto para el siguiente vuelo que se dirigiera hacia Nueva York, para ser ella misma quien diera la autorización para que Aly fuese internada.
Se nos venía una gran guerra encima contra Alyssa. Estaba totalmente seguro de que todo su amor por mí se transformaría en el más puro odio, pero ya era tiempo de hacerla entender.
Había intentado hacerlo por las buenas. Ahora tocaba por las malas.