Hermosa Pertinencia (Beautifu...

Bởi AGBriela

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El "primer" amor de Devon, empezó con una aventura, noches de pasión, entrega total y sin compromisos. No ter... Xem Thêm

00.
Adelanto.
Personajes.
Primera Parte: I
II
IV
V
Segunda Parte: VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
Tercera Parte : XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV
XXV
XXVI: Parte I
EXTRA: Lo que nunca te diré.
XXVI: Parte II.
XXVII
XVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII: Parte I
XXXII parte II
XXXIII
XXXIV
EXTRA
XXXV
XXXVI.
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
EXTRA.
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
Extra.
MARATÓN 2/?: XLVIII
XLIX
L
Epílogo.
Agradecimientos.
BEAUTIFUL IMPERFECTION YA ESTÁ DISPONIBLE.
Actualización 2022
LO LAMENTO ¡NECESITO SU ATENCIÓN!

III

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Bởi AGBriela

Capítulo 3.

Puerto Madero, Argentina. 30 de diciembre de 2013.

—No te vayas Devon —Ana se aferró fuertemente a mi camisa mientras soltaba unas lágrimas, yo no dejé de abrazarla y besé su frente varias veces—. Yo te extraño.

Me separé un poco de ella y limpié sus lágrimas, una por una. Le besé la punta de su nariz y le babeé su rostro, ella odiaba que le hiciera eso, pero por lo menos, le hice reír.

—Devon Rodrigo —me reprochó.

—Ana Victoria —le sonreí y ella me volvió abrazar.

Había vuelto unos días a Argentina para pasarla con mi familia, bueno, más estar con mi hermana que con otra cosa. Y hoy partía, justo el día de mi cumpleaños. Quería pasarla con mi familia, pero los reporteros ya me habían visto aquí y ni loco iba a soportar que hostigaran a mi familia, menos a mi hermana.

—Feliz cumpleaños hermanito —de su cartera sacó una caja—. Cuando sea el treinta y uno, ábrela.

—Está bien, cuídate. ¿Si? Y no dejes de hablar que tu voz es preciosa —reí un poco y ella golpeó mi gorra para obstaculizar la vista.

—Vuelve pronto boludo, y consigue a esa piba que te conquistó —yo rechisté pero ella rió. Muy pocas veces habla y sostiene una conversación, me gusta que esté superando su trauma. Pero cuando se cierra, me duele verla así. Más cuando es una bomba llena de alegría y chispas.

—Que te oiga Dios —reí. Y es cierto, la única que sabe cómo me siento al respecto de esa chica misteriosa, es mi hermana.

Ella me ha animado a buscarla, pero parece que la misma tierra se la ha tragado. No he dejado de pensar en ella, hasta casi creo que solo fue una imaginación mía. Será mi inconsciente queriéndome decir algo pero intento ignorarlo.

—Ya la encontrarás, yo sé que si. Tengo al hermano más guapo del mundo —me guiño un ojo y sonreí.

Mi hermana era perfecta, tenía un cabello caoba rizado, tal como el mío, con pecas desde su rostro hasta su cuello. Era bajita, un cuerpo corpulento, y tenía unos labios gruesos rosados. Era tan blanca como la nieve y usaba vestidos siempre floreados. Era inocente, tímida e irradiaba sonrisas por donde fuera.

—Y yo a la hermana más guapa del mundo —el avión anunció mi vuelo y besé su mejilla. A lo lejos estaba mi mamá con Ignacio, me acerqué a ellos y me despedí.

Mi mamá me abrazó fuertemente y me prometió que la llamaría, con Ignacio fue un simple apretón de manos. Nunca lo he odiado, tampoco lo juzgo por sus decisiones, pero nunca podrá ser el padre que él quiso ser para mí, simplemente no.

Subí al avión después de cinco minutos y partí a mi siguiente destino.

Dentro del avión, la curiosidad me ganó. Abrí la caja que mi hermana me había dado y encontré una cadena con un balón de fútbol. Sin pensarlo me lo puse y sonreí. Hacía juego con la otra cadena que jamás me quitaba, que era de mi padre, esa cadena me ha acompañado en cada caída, en cada logro y cada vez que tengo miedo. esa cadena era un recordatorio de que podía lograrlo todo.

Tenía la dicha de aún tener a la mujer más maravillosa a mi lado, mi hermana menor.

Los Ángeles, Estados Unidos. 31 de diciembre de 2013.

Había llegado a las nueve a Los Ángeles, el vuelo había sido directo y agotador. Pero al llegar a mi destino, lo que menos iba hacer era descansar. Sebastian y Daniel habían organizado una fiesta sorpresa para mí, por mi cumpleaños y se dieron el lujo de que fuera en un yate.

—Feliz cumpleaños gordo — me abrazó Gabriela y Blake efusivas. Ahora entiendo, las mujeres fueron el cerebro de esta operación. Yo les devolví el abrazo y les besé sus mejillas, oí a mis mejores amigos refunfuñar pero me aparté de sus respectivas esposas. Amaba ver a mis amigos esclavizados por esas mujeres,pero supongo que ha de ser una buena condena para pagar. Se miran felices, yo quiero algo como ello.

Si quieres algo así, primero debes permitirte sentir algo.

—Tranquilos leones, siempre seré suyo —abrí mis brazos y mis mejores amigos se abalanzaron sobre mí. Yo reí—, internamente, me adoran y quieren dejar a sus respectivas novias para estar conmigo. Pero tranquilos, hay Devon para todos.

Todos empezaron a reír y acapararon mi atención. Felicitaciones, regalos, música y amigos, era para empezar un buen cumpleaños. Dentro de mí, quisiera que mi hermana estuviera a mi lado, pero la quería proteger del mundo en el que vivo. Ella es inocente, esté mundo se la comería viva como lo han hecho conmigo y no es lo que quiero, yo quiero que viva tranquilamente, ha tenido suficiente del pasado.

Todos venían acercándose a mí, para robarme un poco de mi tiempo. Menos una cabellera rubia, con un bikini negro, al lado del bar. Las voces pasaron a segundo plano y mi vista se enfocó en un solo objetivo.

Mi mente se fue desconectando poco a poco de todos y me abrí pasó a la multitud. Quería ver su rostro, otra vez. Sólo esperaba que fuera ella.

La había estado buscando, pero era como si ella se hubiera desaparecido del mapa. Ni su nombre supe.

Su espalda estaba llena de lunares, su pelo caía por sus hombros, ahora estaba corto y brillaba con la luz del sol. Tenía a varios hombres alrededor y penetrantes miradas sobre ella. Sentí un nudo en mi garganta. Eran... ¿Celos? Imposible, Sólo una vez habíamos hablado. Y me dejó con la boca abierta y buscándola cuarenta minutos en internet.

Y no mentiré. No fue amor a primera vista, tampoco deje de estar con mujeres por ella. Simplemente... siempre estaba en mis pensamientos, la recordaba y quería probar sus labios, quería tocar su cuerpo, quería conocerla, deseaba poder sentirla, piel contra piel.

Esperé a que estuviera sola, para poder ir a hablarle.

¿Y qué le podía decir? No, no, las palabras son un asco, mejor una sonrisa. Eso enamora a cualquiera. Puede funcionar, después de todo, quiero un buen regalo de cumpleaños.

Me acerqué lentamente, hasta ubicar mis manos alrededor de su cintura. Acerqué mi boca a su oído y dejé un beso en el lóbulo de su oreja para susurrar un: —Por fin te encuentro.

* * *

—¿Ahora me dirás por qué huiste ese día de mi? —ella me miró con una sonrisa y ubicó el pelo detrás de su oreja. Ambos estábamos en el borde del yate, habíamos nadado un poco y tal vez, besado, solo tal vez.

Y por fin supe su nombre.

Isabella, Isabella Aldana.

Hasta su nombre era hermoso.

¿Había algo horrible en ella? Ah, no le gusta el gluten y eso que yo soy un perfecto chef de panes, sándwiches y paninis. Podría prepararle un devon a la chimichurri sin gluten. No sé dónde putas venden pan sin gluten pero lo haría solo por ella.

Era un ángel de Victoria Secret, o hasta hace un año. Y vaya que sabía ocultarse de las cámaras.

—Como tú, no me gustan los compromisos... y huyes cuando sientes que algo está por amenazar —yo también quería huir ese día, pero algo me hacía permanecer en ese lugar, con esa hermosa rubia.

—Yo también quería huir... pero tú lo hiciste primero —ella sonrió y se recostó en mi hombro.

—Eres una tentación muy grande para cualquier mujer Devon, nadie te puede tener, y eso te hace más deseable —ella se levantó de su lugar y se puso a horcajadas de mí. Tragué en seco, la tenía encima de mí, con un bikini mojado, su escote en mis ojos y su mirada descarada en mi cuerpo. Mi respiración se entrecorta mientras ella acariciaba mi brazo. Como he dicho, soy fan del cuerpo femenino, pero especialmente del suyo. Ella meció sus cadenas y cerré mis ojos con fuerza. Estaba por perder mi autocontrol con ella. Y no niego que no me la he imaginado en esta posición... y en muchas otras más. La quiero ahora debajo de mí y gimiendo mi nombre.

Al estar en la parte de atrás del yate, nadie nos miraba; pero no significaba que no nos podían descubrir. Delicioso y excitante.

—¿Y si vamos a un lugar más privado? —coloqué mi mano en su espalda baja y la acaricié lentamente por encima de su bikini. Ella sonrió abiertamente al saber que estaba hipnotizado por ella.

Después de varias horas y horas, me di cuenta que la chica que desde hace un año se había colado por mis pensamientos, era increíble. Era sexy, apasionada, hermosa y divertida. Se reía de mis chistes y ella tenía un humor bastante negro. Tenía una sonrisa encantadora y contaba de buenas experiencias. Era fácil de hablar, como si nos conociéramos de años. Había buena química, un fuego que ardía con más fuerza.

Teníamos muchas cosas en común. A ambos nos gustaba el azul marino, nos gustaba ver programas de abogados, nuestra película favorita era Forrest Gump y nos gusta el queso. Eran cosas insignificantes, pero apenas la estoy conociendo.

Pareceré idiota, pero creo que parezco un chico de quince años perdiendo su virginidad.

—Es tu fiesta de cumpleaños, no quiero robarme al que es el centro de atención.

Pero ¡Maldita sea! Ella era mi centro de atención. Sonreía y me perdía, todo lo que decía, lo escuchaba atentamente, y si pedía algo, como todo caballero, lo hacía. Era una tentación, a veces quería enterrarla en el baño y perderme en ella.

Me hacía dudar de mi control. Y creo que ella también está a punto de perderlo. Su mirada estaba siempre atenta a mí, tocaba mi brazo y coqueteaba descaradamente. Y vaya que tenía poder sobre mi cuerpo, como ahora. Quiero llevármela de aquí, ahora.

—Créeme, no me extrañaran —traté de hacerme el modesto y ella reprimió una risa—. Vale, si me extrañaran pero luego yo me arrepentiré si no te secuestro a ti —la cargué rápidamente y sostuve su cuerpo por su trasero, cosa que ella no perdió el tiempo para besarme. Supe en ese instante que ambos queríamos lo mismo, y no pasaba desde ese día, para conseguirlo.

Vaya, eso me encantaba.

Me la llevé "discretamente" hacía uno de los cuartos del yate, porque no dejábamos de tocarnos y menos de besarnos. Cerré la puerta con llave y la dejé en el sofá. Ella no perdió el tiempo y enredó sus piernas sobre mi cadera para no dejarme escapar, tampoco es que quisiera. Cogí el borde de su bikini y lo iba bajando por sus piernas largas, las acariciaba lentamente mientras la besaba. Mis manos fueron a su punto más débil, para cubrir sus necesidades.

Mierda, olía delicioso. Y era deliciosa, porque no me contuve en besarle cada parte de su anatomía. Ella soltó un gemido. Quería conocer en qué puntos la haría delirar, la haría sentir, la haría perderse en sus pensamientos que en lo único que podría imaginar es el hermoso orgasmo que le quería provocar.

—Creo que tienen razón —paré de besarla para mirarla a los ojos, la cargué entre mis brazos y la recosté en la cama. Sonreí al verla, su pelo caía por todos lados, ella tenía su mirada sobre mis ojos, y sus manos acariciaban mi cuerpo. Quería poseerla ya, y esta vez, no irme como siempre lo hacía. Por una extraña razón, no me quería ir.

—¿En qué?

—Que eres peligroso—y volvió a unir sus labios con los míos, fue cuestión de tiempo para que quedáramos desnudos. Besaba su cuello, bajaba mis besos hasta sus pechos y abdomen. Donde era adornado por varios lunares. Ella gemía y acariciaba mi pelo, mientras mis labios exploraban su feminidad, sus uñas se clavaban en la parte de atrás de mi nuca mientras movía su cadera buscando más contacto con mi boca. Movimientos tan sensuales que hacían que perdiera mi autocontrol. Quería perderme por sus curvas, y ya.

Me separé un poco para poder observarla, demonios. ¿Por qué de todas las mujeres, justo ella? Traté de alejarme siempre de todas, tomarlas y alejarme. Pero joder, estaba dispuesto a más. Y llevo un día con ella. Ella me suplicaba para que siguiera, estaba ansiosa, su respiración entrecortada y tenía su cuerpo aún mojado.

Estaba loco. Malditamente loco.

No sé si era ella completamente, pero me enloquecen, me hacían el Devon apasionado, el Devon que estaba dispuesto a bajar las malditas estrellas.

No perdí el tiempo y la hice mía, una y otra vez. Las horas no parecían suficientes, no me podía saciar de sus besos. Eran como una explosión en mi boca, donde mis labios ansiaban no separarse ni un segundo de su boca. Tampoco el día.

* * *

Isabella estaba acostada encima de mí, yo le abrazaba por su pequeña cintura y miraba los lunares que tenía regados por sus hombros, los besaba lentamente y trataba de contarlos, pero ella no se quedaba quieta.

—Anda, que no me dejas contarlos —yo me recosté mejor en la cabecera de la cama y la puse encima de mí. Mis dedos se paseaban por su cuerpo desnudo y contaba lentamente cada lunar...

—Es que me haces cosquillas —rió.

—Treinta y dos... —toque su obligó —, treinta y tres... —llegué hasta la parte baja de su abdomen, mi dedo acariciaba esa zona. Lentamente, sin apuros me miró con una sonrisa coqueta, mientras su mano guiaba a la mía. —Tu cuerpo es como un cielo... —sonreí y uní su frente con la mía—. Eres hermosa —le besé sus labios y bajé a su cuello, ella me dio más acceso y se río. Sabía su punto débil, como ella sabía perfectamente el mío. Soltó un gemido cuando encontré su punto más débil, el que la hacía cerrar los ojos y morderse el labio.

Habíamos conectado, y eso me asustaba. Conocía mi lado vulnerable como el de ella.

Isabella tenía tantas cosas que la hacían única y atrapante, cada minuto con ella, no quería soltarla. Y eso era un gran problema. Que no era solo una atracción física o química en la cama, había algo más. Había algo más porque mi brazo se aferraba a ella y no quería que esta noche acabara. No bastaba su nombre en mis labios, quería más.

Y ambos lo sabíamos.

No podía dejarla ir, pero tampoco quedarme y dejar que se me escape de las manos.

Vaya dilema.

—Seamos realistas Devon, se las dices a todas.

—Sí, todas las mujeres son hermosas, pero nunca digo mentiras —le digo honesto a los ojos—. Además... no te he dicho ninguna mentira hoy, si quiero llegar a contar todos los lunares de tu cuerpo...

—Tú no eres de los que te quedas y yo tampoco.

—Porque no hay nada que me haga quedarme. O porque esta vez quiero dejar mis barreras y dejarme sentir.

Isabella se quedó viéndome por unos segundos.

—¿Qué es lo que quieres Devon? Porque no quieres una relación y yo tampoco.

Oí música a fondo y sonreí.

—Por hoy, darte los orgasmos que mereces, hacerte mía y probarte, y besarte, luego vestirte, bajar a bailar contigo, muy pegados; después volverte a desnudar y empezar el año contigo.


N/A 2022: ¿Aquí seguimos odiando a Isabella si o no?

Este capítulo va dedicado a
@eliana24sencion

3...2...1...

Las lovea, Bry💜

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