SIEMPRE TUYA ©

By lauravaleno

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Engreído, prepotente y frío, pero sobre todo un empresario millonario sexy que arrasa con todo a su paso, eso... More

SINOPSIS.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo especial.
Capítulo especial ll parte.
¡Noticias!
¡SEGUNDA TEMPORADA!
Agradecimientos.

Capítulo 19.

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By lauravaleno

Camine por las escaleras, pero no vi a nadie, todo estaba en completo silencio, caminé hacia el pasillo mientras mi pecho latía con fuerza, no sabía muy bien con que me iba a encontrar en alguna de las habitaciones del corredor, camine por el pasillo cautelosamente y escuche un ruido, provenía de una de las habitaciones de huéspedes, un par de voces se escuchaban dentro bastante agitadas por lo que coloque mi oído en la puerta.

—Alexander —espeto una voz femenina entre gemidos.

—No debemos hacer esto, donde Kaylee se entere, me manda al demonio —respondió él, igual de agitado.

Maldición ¿Alexander había traído a Alessa hasta aquí?, sentí como irá comenzó a recorrer mi cuerpo, el idiota de Alexander me las iba a pagar muy caro, no le saldría nada barato haber traído esa tipa hasta la casa y cogérsela en mis narices, él había incumplido nuestro trato así que no había marcha atrás, todo se había acabado.

—Esta me la pagas Alexander Harrison, maldito, imbécil —grité golpeando la puerta.

Escuche como el pronuncio mi nombre desde el otro lado de la puerta, corrí hasta mi habitación y me encerré en ella poniendo el pestillo, tenía algo muy claro y era que no iba a permitir que Alexander trajera a su amante hasta la casa y mucho menos creyera que podía hacer lo que se le diera la gana como si fuera un hombre soltero.

Unas lágrimas bajaron por mis mejillas por la impotencia que tenía, pero yo misma sabía que desde que acepte casarme con él, esto iba a pasar, me quede dormida sin importarme un comino Alexander y su amante dentro de la casa.

Me levanté con la luz del sol atravesando las cortinas de la habitación, me estiré un poco, miré mi celular y tenía más de 15 llamadas perdidas de Alexander, 5 mensajes de voz y 3 mensajes de texto sin contar los mensajes de WhatsApp, fruncí el ceño confundida, ya que no entendía la insistencia de ese idiota al llamarme o enviarme mensajes.

Miré el reloj, las manecillas marcaban las 10:00 A.M., demonios había dormido demasiado, me levanté de la cama y tendí esta, entré al baño y decidí ducharme rápidamente, al terminar cepillé mi cabello, mis dientes y me maquillé ligeramente, me coloqué un vestido azul noche ajustado junto a unos tacones blancos, tomé el bolso y guardé mis cosas, salí de la habitación y bajé hasta la primera planta, Isabelle se encontraba bailando al ritmo de la música, reí sonoramente, cosa que hizo que ella saltara de los nervios y sonriera al verme, me acerqué a ella y la abrace.

—Mi niña, me asustaste mucho —espeto ella colocando una mano en su pecho aliviada.

—Bailas muy bien, deberías enseñarme —la miré sonriendo amablemente.

—Gracias —negó ella apenada, cosa que me pareció muy dulce.

—¿Y Alexander nana? —cuestioné con un suspiro mientras tomaba una taza de café.

—Se fue hace rato para la empresa, lo vi muy molesto porque cerraste la puerta con llave y no pudo entrar a cambiarse para ir a la oficina, le tocó esperar a que yo le lavara el traje de ayer para llevarse ese al trabajo —dijo ella con una mueca.

Yo solo reí sonoramente imaginando a Alexander tocando la puerta como un idiota, lamento decir que tengo un sueño bastante pesado, por eso no abrí la puerta y eso me meterá en grandes problemas, pero en verdad me valía un cacahuate lo que pensara o hiciera el idiota ese.

—Sé que él estaba con la tarántula de Alessa, mi niña —confeso ella sacándome de mis pensamientos.

—¿Escuchaste todo anoche? —cuestioné tomando uno poco de café.

—Sí, mi niña —respondió ella riendo.

—Que se vaya a coger con esa tarántula en otro lado donde no los veamos, tiene que respetar la casa y nos tiene que respetar a ti y a mí, ya que vivimos en la misma casa que él, además soy su esposa y créeme nana que esto le saldrá muy caro —espeté mirándola decidida.

Isabelle me miro un poco sorprendida, pero me brindo una sonrisa, me gustaba saber que al menos ella si me entendía en todo lo que estaba pasando y era una gran mujer.

—¿Quieres desayunar, mi niña? —cuestionó ella sonriendo.

Sonreí porque es tierno que me llame mi niña, nunca había tenido una nana, me acerqué a ella y la abrace con fuerza, aunque todo se había acabado con Alexander, le había tomado cariño a Isabelle.

—Sí, por favor —espeté sonriendo, Isabelle y yo nos llevábamos muy bien desde que llegué a la casa, pero también no pasaba a la tarántula de Alessa.

—Desayuna, mi niña —comento ella sonriendo mientras me pasaba el plato.

Había servido un plato con cereal con leche, fruta picada y zumo de naranja con zanahoria, el desayuno fue muy entretenido, hablamos de todo, Isabelle había entrado a trabajar para los Harrison cuando Alexander apenas tenía 1 año de edad, después de que Alexander nació, ayudó a criar a Mia y Dereck, me mostró fotos de Alexander cuando era bebé.

Fue tierno ver al idiota por una vez sonriendo, aunque estaba sin dientes y calvo, al terminar lave los platos, cosa que a Isabelle no le agradó, pero terminó agradeciendo, me despedí de ella con un beso en la mejilla y salí hacia la entrada, olvidaba que mi maldito auto estaba en casa de Aliah, ya que ella lo necesitaba mientras estaba de viaje por lo que decidió sacarlo del taller para usarlo.

—Buenos días, Sra. Harrison, ¿necesita que la lleve a algún lado? —cuestiono el chofer que los Harrison habían mandado para mí.

—Sí, Charles, llévame a la empresa, por favor —respondí amable, mientras en el camino pensaba en la pelea que iba a tener con Alexander.

Abrió la puerta trasera y me subí, estaba hecha un manejo de nervios, sabía que Alexander estaba enfadado por haberlo dejado por fuera, pero se lo merecía por imbécil y no iba a permitir que él me tomara del pelo como se le diera la gana, al llegar al edificio agradecí y me bajé del auto.

—¿Quiere que pase por usted, Sra. Harrison? —cuestiono Charles mirándome.

—Yo te llamo en un rato si te necesito, gracias —respondí con un asentimiento.

Él asintió y se marchó, entré a la empresa y caminé hacia el elevador a paso firme, marqué el piso 30 y al llegar todos como de costumbre estaban de aquí, allá y viceversa, respiré con nervios y tomé paso fuerte hasta llegar donde Jessica.

—Hasta que por fin llegas Kay, tu esposo está bastante enfadado, está que no se soporta ni así mismo —comento Jessica muy preocupada.

—¿Está muy enojado? —cuestioné mordiendo mi labio por los nervios.

—Sí, dijo que si venías a la empresa, que pasaras a su oficina, que necesitaba hablar contigo de algo serio —asintió mirándome preocupada.

Asentí y caminé hasta la puerta de la oficina de Alexander, tomé aire, estaba muy nerviosa y tomé el valor para tocar y escuché un adelante de su parte, entré y al verme sus ojos se posaron sobre mí.

—¿Qué demonios sucede contigo, Kaylee?, ¿acaso piensas que puedes hacer lo que se te da la gana? —cuestiono el enojado mientras se levantaba de su escritorio y caminaba hacia mí, tomó mis brazos con un poco de fuerza y lo mire con odio.

—Primero que todo, no tienes ningún derecho de hablarme como se te dé la gana, soy tu esposa y por ende también es mi casa desde el momento que me case contigo maldito idiota, tengo el derecho de hacer lo que quiera en ella, segundo te lo tienes bien merecido por llevar a tu amante a la casa y revolcarte con ella en mis narices —escupí enojada mientras le sacaba el dedo corazón.

—Kaylee, no te metas con Alessa, ya estoy cansado de que estés insultándola cuando se te da la gana —escupió el enojado.

—¿Y que si me quiero meter con tu pequeña víbora?, ¿qué me vas a hacer?, ¿pegarme? —cuestioné desafiante mientras me acercaba a él; —escúchame muy bien, no voy a dejar que hagas lo que se te dé la gana, incumpliste tu parte del trato, te puedes ir al mismo demonio Alexander Harrison —escupí con toda la ira que salía de mí.


—Cállate, Kaylee, es mejor que te calles antes de que haga algo que me arrepienta —grito él, aún más cabreado que antes, cosa que me enojo más.

—No me pienso callar, Alexander, estoy cansada de ti y de toda esta mierda que traes, estoy harta de que me veas la cara de estúpida mientras te revuelcas con ella en la casa, no pienso soportar eso —grité aún más enojada.

—¿Acaso no ves que no tienes derecho a reclamarme nada?, yo solo me casé contigo por la herencia de mi padre, nuestro matrimonio es una farsa, Kaylee —respondió él con la vena haciéndose presente en su frente.

—Me importa un bledo que sea una farsa, es tu deber respetar este matrimonio, aunque sea en mi presencia, no tengo por qué soportar que estés cogiendo con ella en nuestra casa, mucho menos cuando estaba en la cláusula —chille molesta mientras lo golpeaba en su pecho.

—Eso mismo, debiste haber pensado antes de aceptar casarte conmigo, lo que ha pasado entre nosotros no es nada, lo sabes muy bien —me miro serio.

—¿Me estás diciendo que lo que pasó en la luna de miel no significo nada para ti? —cuestioné dolida mientras entendía lo que él había dicho.

—No significo nada porque yo estoy enamorado de otra mujer, por favor, sabes que lo que pasó en la luna de miel fue solo sexo, Kaylee pensé que lo tenías, claro —su tono se volvió un poco oscuro y mezquino.

—Eres un jodido idiota —grité tirándole unas carpetas que tenía sobre el escritorio, le cayó en su rostro golpeando su mejilla.

—Te puedes ir al mismo infierno, esto no se va a quedar así y los Harrison se van a enterar de todo lo que has hecho — espeté amenazándolo.

Sentí asco por ese hombre, la ira, el dolor y las ganas de golpear al maldito de Alexander me invadieron en el cuerpo, no quería llorar y mostrarme débil, menos frente a él y demostrarle que me dolió lo que dijo, como pude saqué fuerzas para no derrumbarme frente a él, por suerte lo logre rápidamente.


—Es mejor que te vayas, debo trabajar —me miro serio, su tono era tosco y frío.

—Cállate, Alexander, eres el ser más despreciable y ruin que conozco —dije plantando una bofetada en su mejilla; —esta me la vas a pagar muy caro, imbécil y créeme, no voy a tener compasión por ti ni por ella, quiero el divorcio y todo esto se va a la mierda, vas a perder toda la herencia de los Harrison de una vez por todas —grite con rabia mientras tiraba todo lo que había sobre la mesa.

Él solo quedó estático sin pronunciar una palabra, salí de la oficina y todos quedaron viéndome sorprendidos por mis gritos, Jessica me miró sorprendida, pero no me importo, así que salí de la empresa con las pocas fuerzas que tuve, para mi mala suerte estaba lloviendo y me empapé toda al salir, solo tomé un taxi hacia la casa de Aliah, quería verla y desahogarme con ella, todo era un maldito infierno, quería morirme, me sentí la mujer más estúpida del mundo.

Me sentí humillada, usada, dolida y sabía muy bien que yo misma me lo había buscado al casarme con ese idiota, al entregarme a él y lo peor, al enamorarme de él cuando sabía en realidad que él estaba enamorado de otra mujer.

—¿Se encuentra bien, señorita? —pregunta el chofer, viéndome atento por el espejo retrovisor.

—No, siento que quiero morirme —respondí secando mi rostro.

—Si sufre por amor déjeme darle un consejo, usted aún está muy joven y cuando el amor es verdadero tiene todo tipo de obstáculos, problemas y todo, pero se supera si hay amor de por medio —dijo él con una sonrisa cálida.

Asentí sin ganas, no me servían de nada las palabras del conductor, agradecí y una vez llegué me bajé del auto, estaba muy dolida y no quería volver a la mansión de Alexander.

Toqué la puerta de mi antigua casa, Aliah poco después me abrió, me tiré en sus brazos y no paré de llorar, esto era lo más humillante que había tenido que pasar en mi vida, ella se angustió al verme así, me abrazó fuertemente y lo único que quería era llorar y no volver a ver al maldito de Alexander en toda mi vida.

—¿Qué sucedió, pequeña? —cuestionó ella viéndome sollozando.

—Alexander Harrison es un maldito idiota —grité entré sollozos; —solo fui una diversión para él mientras estábamos en la luna de miel —añadí en ahogos.

—Maldito bastardo de mierda, él no te merece Kay —dijo ella abrazándome aún más fuerte.

—Quiero divorciarme de él, anoche llevó a Alessa a la casa y no le basto con eso, sino que también tuvo intimidad con ella —confesé entré ahogos.

—Esto fue culpa mía, lo siento Kaylee, no debí haberte dicho que te entregaras a él, soy la peor amiga del mundo —espeto Aliah sintiéndose culpable.

—No es tu culpa, yo fui la tonta que cometió el error de sentir cosas por él y de entregarme como una estúpida —respondí llorando.

Aliah no tenía la culpa, yo era quien había decido entregarme a ese idiota, después de estar más calmada le conté todo a Aliah, desde la noche anterior en la casa cuando él llevó a la víbora hasta cuando salí de la empresa.

—Es un imbécil, ¿qué estaba pensando al llevar a esa tipa a la casa?, Dios, Kay, eres su esposa, por un trato, pero lo eres y mereces respeto, gracias a ti no se va a quedar sin la empresa o sin dinero —dijo la rubia cabreada mientras caminaba de allí para acá en toda la sala.

—Corrección Aliah, se va a quedar sin nada porque me voy a divorciar de él y no me tentaré el corazón en ningún momento, así como él no lo hizo conmigo —espete melancólica.

—Lo sé, Kay, pero él no tiene derecho a hacerte esto —gritó molesta.

—Solo quiero irme de Boston, olvidarme de todo esto y mandar a Alexander al carajo, igual tú tienes pensado irte a vivir a Londres después de tu boda —comenté mirándola atenta.

—Sí, Paul quiere que nos mudemos a Londres, ya tiene un trabajo en proyecto con su familia —respondió Aliah emocionada.

—Me ire de Boston, no quiero quedarme aquí —asentí segura.

Paul y Aliah se casarán en 6 meses, su boda será en Santa Bárbara, en una de sus mejores playas, por lo que será una ceremonia exclusiva, por lo que me ha contado ella en estos días.

Respiré hondamente y estaba más calmada, mi celular no paraba de sonar y quien estaba llamando era Alexander, pero él era con quien menos quería hablar en estos momentos, decidí apagarlo y dormir un rato para despejar mi mente, así que me recosté y me quede dormida en el sofa.

Sentí unos brazos, moverme, me desperté con un leve susto, miré a Aliah suspirando, ella solo se sentó a mi lado para poder hablar mejor.

—Kay, tienes que irte ahora mismo a la mansión Harrison —comentó ella mirándome con un poco de miedo en sus ojos.

—¿Por qué?, ¿qué sucede? —cuestione un poco asustada.

—Alexander está como loco buscándote, Paul me acaba de llamar y me dijo que era mejor que fueras para donde tus suegros antes de que Alexander hiciera una locura —comentó mi mejor amiga preocupada.

—Está bien, hablaremos después —asentí levantándome de la cama.

Me puse mis zapatos y tomé mi bolso, me despedí de Aliah para marcharme, por suerte mi auto estaba allí, así que manejé hasta la mansión Harrison con los nervios invadiendo mi cuerpo, en mi mente solo pasaba muchas cosas, no entendía aún qué sucedía con el idiota de Alexander, solo pensaba en qué demonios quería él ahora.

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