SIEMPRE TUYA ©

By lauravaleno

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Engreído, prepotente y frío, pero sobre todo un empresario millonario sexy que arrasa con todo a su paso, eso... More

SINOPSIS.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo especial.
Capítulo especial ll parte.
¡Noticias!
¡SEGUNDA TEMPORADA!
Agradecimientos.

Capítulo 1.

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By lauravaleno

Mire a Jessica frente a mí tecleando en su ordenador bastante nerviosa, todos hemos estado así desde que recibimos la noticia, ayer de que nuestro jefe se jubilaría, claro que a todos nos tomó por sorpresa y no estábamos de acuerdo que lo hiciera, no solo por el aprecio que le teníamos sino también porque dejará a su hijo mayor a cargo y su reputación en la empresa no era la mejor desde que entré a trabajar para Greggory Harrison.

Mi jornada laboral había terminado al fin, solo mire el reloj en mi muñeca y las manecillas de este marcaban las 6:00 de la tarde, tome mis cosas que estaban sobre mi escritorio y baje hasta el estacionamiento en busca de mi auto, mis pies estaban adoloridos y mi cabeza pronto estallaría del dolor que tenía por el estrés, mi día había sido algo ajetreado y estresante por ello estaba con un poco de mal humor.

Conduje hasta mi casa y al llegar subí por el elevador, entré al pasillo dejando mi bolso junto a mi chaqueta en el recibidor, mi mejor amiga Aliah se asomó frente a mí con una amplia sonrisa en su rostro.

—Por fin llegas Kaylee, ¿qué tal estuvo tu día? —cuestionó curiosa desde el sofá leyendo una revista mientras tomaba una taza de café que estaba en sus piernas.

—Un desastre —me quejé quitándome los tacones; —mi jefe se va de la empresa y dejará a su hijo a cargo, será todo esto un caos —respondí sentándome en el sofá a su lado para masajear mis pies adoloridos.

—¿Sabes qué significa eso Kaylee? —cuestionó con una leve sonrisa.

— No sé, supongo que será un cascarrabias —espete curiosa mirando sus facciones.

—El gran adonis de Alexander Harrison será tu nuevo jefe —chillo ella sonriendo.

—¡Oh, cállate! —chillé tirando un cojín hacia su cabeza; —¿acaso lo conoces? —cuestioné con un poco de curiosidad frunciendo el ceño desconcertada.

—Por supuesto, Alexander es el mejor amigo de mi novio Paul —asintió ella girando los ojos; —es un completo adonis, lo único malo de él es que tiene una novia bastante engreída y una completa loca —dijo la rubia sería mientras ponía la taza sobre la isla de la cocina.

—Aliah, sabes que no me interesa saber sobre la vida de los demás y mucho menos si es de la familia de mi jefe —espete cansada levantándome del sofá, caminé en dirección a la cocina para servirme una taza de café para mí.

—Vamos Kaylee, ese hombre es un adonis y sé que te encantará trabajar con él —suspiró elevando sus ojos al techo, sabía que le molestaba mi actitud relajada.

—Basta, no me interesa saber nada más de Alexander Harrison —respondí llevando un sorbo de café a mi boca.

—Qué amargada eres —bufo lanzándome una mirada de pocos amigos; —el café está igual de amargo a ti —bromeo entre risas.

Después de tener una breve charla con Aliah sobre nuestro día, deposité un beso en su mejilla y caminé hasta mi habitación, estaba bastante agotada y realmente quería dormir mil años solo por el hecho de que estábamos en una temporada ajetreada para la empresa.

Me coloqué mi pijama y me acosté en la cama, me estire un poco mientras pensaba en cómo será la empresa cuando llegue el famoso Alexander Harrison, mientras mi mente divagaba en todo eso me fui quedando dormida profundamente, mañana sería otro día.

El día comenzó con la alarma de mi celular despertándome, decidí no levantarme de la cama, no quería ir a trabajar, pero Aliah como siempre de oportuna se tiró encima de mí y comenzó a saltar como niña pequeña mientras reía a mi lado.

—Vamos despierta Kaylee —chilló saltando en la cama; —no seas perezosa que tienes que ir al trabajo para conocer a Alexander —dijo saltando con más fuerza.

—No quiero ir a trabajar y no volveré a esa empresa jamás —gruñí tapándome más, no quería ir a trabajar, ya que no iba a ser lo mismo de antes.

—No seas exagerada Kaylee Williams, sabes que está difícil conseguir empleo y no te hagas la tonta, que bien sabes que no será nada malo conocer a Alexander Harrison —dijo ella cruzando sus manos en su pecho.

Chiné los ojos y odiaba que ella me hiciera eso, le saque la lengua porque sabía que tenía mucha razón, me levanté de la cama con mi rostro adormilado y sabía que, si no iba, Aliah estaría todo el día detrás de mí para que fuera, es muy insistente cuando se lo propone y siempre logra lo que quiere.

—Está bien —chille derrotada, frotando mis ojos; —iré, pero no molestes más, por favor —espete con pereza y bufé mentalmente, entre al baño para ducharme.

Retire la pijama de mi cuerpo, me dispuse a ducharme rápidamente, ya que me había cogido la tarde, me maquille rápido y cepille mi cabello dejándolo en ondas pronunciadas. Al estar lista busque dentro de mi closet que ponerme, opté por un pantalón negro ajustado junto a una blusa color marfil con un moño atrás, me coloque unos tacones a juego y me mire en el espejo, me veía realmente bien.

—Aquí vamos —me alenté echando un poco de labial y retocando mi maquillaje.

Tomé mis cosas y salí a la cocina, Aliah se encontraba preparando el desayuno como siempre, lo hacía todos los días entre semana, los fines de semana yo lo preparaba o salíamos a comer a la cafetería Dinna's la cual es de Dinna, una tía de la rubia.

—Desayuna rápido o llegarás muy tarde —chillo Aliah pasándome un plato con fruta picada, huevos revueltos y zumo de naranja mientras me sonreía amablemente.

—Adoro que me prepares el desayuno, eres un sol —sonreí levemente llevando un sorbo de jugo a mi boca.

Desayuné rápidamente, me despedí de ella con un sonoro beso en la mejilla y salí corriendo hasta llegar al dichoso estacionamiento, mire el reloj en el auto y eran casi las 8:00 A.M., por suerte no vivía muy lejos de la empresa, conduje hasta el edificio y estacioné en el primer piso del estacionamiento, subí por el elevador el cual cada día era transcurrido por todos los empleados de la empresa como de costumbre.

Marqué el piso 30 en el cual trabajaba, la caja metálica se abrió y mi vista se fijó en todos los empleados los cuales iban y venían por todos los pasillos del piso, estaban muy ajetreados y caminé hacia mi escritorio, me senté confundida mientras miraba a todos atenta, Jessica me silbó y me sonrió amablemente, nos conocíamos desde que entramos casi al mismo tiempo a Industrias Harrison.

—Kay, el nuevo jefe quiere verte, me pidió que fueras a su oficina para que lo pongas al tanto de su agenda y de sus demás asuntos —espeto Jessica acomodando su cabello incómoda.

—Gracias Jess, iré a verlo —asentí tomando una bocanada aire mientras dejaba mis cosas en el escritorio.

Tome la agenda y la pluma de apuntes que estaban sobre el escritorio, estaba muy nerviosa por conocer al adonis que mi mejor amiga no había parado de mencionar anoche, caminé hacia la puerta y toque suavemente con mis nudillos.

Mis manos comenzaron a sudar y mi respiración estaba entrecortada, espere unos segundos y volví a tocar, pero para mi sorpresa no hubo respuesta nuevamente, volví a tocar nuevamente, pero fue en vano, tomé el picaporte y lo giré para abrir la puerta, entré sin pedir permiso y mi vista cayó sobre una silueta frente a mí.

Un hombre muy joven estaba mirando el ventanal donde había una hermosa vista a la ciudad de Boston, se encontraba dando espalda, llevaba puesto un elegante traje color azul oscuro, su espalda era un poco ancha, su cabello marrón ondulado lo hacía lucir bastante joven y varonil, un reloj de marca descansaba en su muñeca mientras la otra estaba en su bolsillo, era bastante alto y su colonia inundo mis fosas nasales con un aroma muy dominante haciendo que cerrara mis ojos olvidándome de todos los nervios que tenía.

—¿No sabe que debe tocar antes de entrar, señorita? —preguntó una voz gruesa haciendo que saliera de mi pequeño trance.

—Yo, lo siento —dije nerviosa abriendo mis ojos apenada; —lo lamento mucho Sr. Harrison, no volverá a pasar —respondí suspirando mientras acomodaba un mechón de mi cabello detrás de la oreja y lo miraba atenta.

Su voz era muy varonil, demasiado diría yo para su edad, era bastante gruesa y ronca, tenía que admitir que su voz era bastante intimidante.

—Esperó que sea muy eficiente en su trabajo porque de otra manera me tendré que tomar las medidas necesarias para despedirla sin contemplaciones Srta. Williams, así esté protegida y muy recomendada por mi padre —dijo él aún de espaldas, cosa que me molesto.

Mi quijada casi cae al suelo, apreté mi mandíbula y lo mire ofendida, todo lo que decían de él era verdad, pero que ni piense que me voy a dejar tratar como se le dé la gana, su padre, al contrario de él, era muy amable y excelente jefe.

Mi trabajo siempre lo he hecho con puntualidad y eficiencia, no por algo llevaba tres años trabajando para esta empresa y nunca se han quejado de mi trabajo, suspire recobrando mi compostura bastante seria.

—Puede estar muy seguro de que no recibirá quejas de mi trabajo, llevo varios años en esta compañía trabajando para su padre —sonreí orgullosa de mi trabajo; —de lo contrario él me hubiera sacado de la empresa hace mucho tiempo, ¿no cree usted, Sr. Harrison? —cuestioné elevando una ceja, cosa que le molesto.

—Siendo así puede retirarse Srta. Williams, pero antes de que haga otra cosa, agende todas mis reuniones para mañana y tráigame un café a mi escritorio —dijo mirando aún por el gran ventanal sin poder verle el rostro.

—Como usted ordene jefe —asentí un poco molesta mientras le sacaba la lengua.

Salí de la oficina y mis tacones resonaban en el pasillo, deje la libreta sobre mi escritorio y caminé hacia la cafetería mientras mi mente estaba hecha un lío, no sería fácil trabajar con Alexander Harrison y lo tenía bastante claro, también cuestionaba qué café preferiría mi flamante jefe.

—¿Busca algún café para el jefe en especial? —pregunta la chica que atendía el lugar con una leve sonrisa amable, haciéndome salir de mis pensamientos.

—¿Sabes de cuál le gusta? —pregunté arrugando mi frente.

—Sí, café con doble crema y leche —dijo ella señalando el café.

Asentí y pedí el dichoso café mientras agradecía, lo acomode en una pequeña charola y me encamine a entregarlo, no quería escuchar otro reclamo, así que toque dos veces con fuerza antes de escuchar su voz gruesa.

—Adelante —espetó él con voz, sería del otro lado.

—Sr. Harrison, aquí tiene su café —dije un poco tímida, no me atrevía a subir la mirada por nervios, pero sabía que debía hacerlo.

Me obligué a mí misma a hacerlo para conocer al gran Alexander Harrison, respiré un par de veces para tomar un poco de calma, aún no entendía por qué sentía nervios de conocer a aquel hombre, pero debía hacerlo y por fin me atreví a mirarlo, en un principio él estaba con sus manos debajo de su mentón y su mirada se encontró con la mía, mi boca casi cae al suelo, era todo un Dios griego tal como lo había dicho Aliah sin exagerar, sus ojos azules parecían dos zafiros, sin mencionar su nariz bien perfilada y sus labios bastante gruesos, sus pestañas largas y su cabello ondulado bien arreglado, este hombre había salido de un cuento de hadas.

—Kaylee, cálmate chica —me riñe mentalmente.

Me ponía más nerviosa verlo, me acerqué con mis pies hechos una gelatina y le pasé el café dejándolo sobre el escritorio, él solo mira el café y me miró molesto; respiró un par de veces y habló con un tono molesto.

—Srta. Williams —torció su quijada, muy molesto; —¿acaso no sabe que soy alérgico a la lactosa? —cuestiono bastante enojado mientras se levantaba.

Quedé atónita, apenas solo pude quedarme estática en mi lugar, respiré pesadamente mientras mis manos temblaban, mordí mi labio incómoda y me acerqué a tomar la charola nuevamente, los nervios invadieron todo mi cuerpo.

—Lo lamento, señor, no sabía que es alérgico a la lactosa —dije en un hilo, pero para mi mala suerte mi voz salió temblorosa.

—Retírese, hágame el favor —respondió mirándome con molestia.

—Pero señor —dije en un hilo, pero él me interrumpió bruscamente.

—¡Que se retire! —exclamo con un tono más duro, cosa que me asusto.

Su reacción me hizo pegar un respingo y tomé la charola, volví a la cafetería hecha una furia total, realmente estaba bastante molesta por la actitud del idiota de mi jefe, Alice Cupplan se encontraba con una sonrisa maliciosa mientras miraba sus uñas, ella había sido la culpable de que Alexander me gritara.

—Querida Kaylee —pronunció mi nombre con asco; —veo que ya tuviste tu primer problema con el jefe, ¿qué tal el café con leche?, ¿está en el hospital? —cuestionó ella sonriendo mientras me miraba con malicia.

—Eso es lo que quisieras querida, pero déjame decirte que no vas a lograr quedarte con mi puesto ni en mil años, así que siéntate a esperar —vocifere enojada.

—No te tengo miedo estúpida, sabes que me caes mal, eres una mosquita muerta, el jefe siempre te prefirió porque apuesto que eras su amante —respondió ella enojada.

—Lamento haberme quedado con el puesto que tanto deseabas Alice, ya que no tengo la necesidad de ir mostrando mi cuerpo al contrario de ti, que ni por estar entre las piernas del jefe de recursos humanos subiste de cargo, qué lamentable —chasquee mi lengua victoriosa.

Cuando entré a la oficina, ella ya tenía un tiempo acá y quería ser la secretaria presidencial, pero el Sr. Harrison no la vio apta para el puesto, por eso no se lo dio, a los pocos meses llegué a la empresa y quedé en el puesto tras unas semanas de prueba, desde ese día ella siempre ha buscado la manera de hacerme la vida imposible.

Decidí salir de la cafetería, caminé hasta la oficina como alma que llevaba el diablo, me senté en mi escritorio y coloqué mis manos bastante frustrada sobre mi rostro, Jessica me miró desconcertada sin saber qué estaba pasando.

—Kaylee ¿qué sucede? —preguntó confundida.

—Alice me jugó una mala pasada con Alexander, hizo que le llevara un café de leche cuando es alérgico a la lactosa —espete poniendo las manos en mi rostro por la frustración.

Ahora tenía mucha irá recorriendo mi cuerpo, solo quería desaparecer, no sabía qué hacer con lo que estaba pasando en la empresa, debía aguantar el humor de Alexander y ahora soportar a Alice como cereza del pastel.

—Sabes que esa arpía siempre ha buscado la manera de hacerte quedar mal delante de los demás, después de haberte quedado con el puesto que ella siempre quiso —espeto Jessica bufando mientras miraba una carpeta.

—Estoy que me lleva el diablo, quiero matarla —respondí frustrada y suspire molesta.

—Cálmate, ella hará lo que sea por quedarse con el puesto, dicen que quiere metérsele por los ojos al nuevo jefe, pero él tiene novia, así que ni modo —dijo ella soltando una leve sonrisa.

—Primero se suicida antes de aguantarse el humor de Alexander —respondí con una sonrisa divertida y arrugué mi nariz.

Ambas estallamos en risas, pues sabíamos muy bien que el nuevo jefe tenía un humor de los mil demonios y nada lo haría cambiar, pero dentro de mí tenía una sensación amarga porque sabía que no iba a ser fácil trabajar para Alexander Harrison.

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