Guerra Fría

By MayGraciela

46.1K 1.8K 1.6K

Alec Lightwood ejerce como nuevo Cónsul en una de las eras mas difíciles para los Cazadores de Sombras y los... More

Pequeño Niño Arquero
Hadas Mentirosas
Amigo
Veneno
Engaños y Esperanza
Un beso
Despedida
Fronteras Rotas
Un Juramento No Hecho
Luchando Para Llegar a Ti
Pesadilla
Contraataque
Borrando Cicatrices
Epílogo

El paso del tiempo

2.3K 107 58
By MayGraciela

Lo siento, papá. No quiso ver tu carta.

Quisiera decirte que no debes preocuparte por él, pero sé que eso sería inútil, solo puedo consolarte un poco diciendo que hasta ahora no ha hecho nada estúpido, ya sabes, cómo ponerse a cocinar o buscar alguna nueva profesión, sí que es un punto a favor, tampoco puedo decir que está bien, él en verdad está pasando un muy mal rato, intenta ocultarlo, aun cree que puede ocultar algo así de mí. Supongo que te pasa igual. Solo intenta no pensar mucho en esto, creo que con el tiempo se cansara de estar sin ti y quizás te dé la oportunidad de hablar, se lo pido todos los días, no me escucha, tampoco escucha a Tía Catarina, ella vino a visitarnos ayer, le tomo de la chaqueta y literalmente le ordeno que fuera a hablar contigo, sus argumentos eran que ella no soportaría cien años su mal humor, supuse que era un eufemismo, pero creo que no, claro que no.

No tengo mucho de qué escribirte, solo ha pasado una semana, aunque te extraño inmensamente, espero poder ir a verte pronto, Catarina podría cuidar de él un par de horas, espero y no lo mate o algo así. Las cosas aquí están... mal, es decir, terribles, apenas y habla conmigo e incluso Presidente esta decaído, parece muerto un par de veces, lo muevo con el pie para cerciorarme de no tener un gato zombi, eso sería absurdamente inoportuno. En fin, la casa se siente diferente sin ti, sin movimiento y sin luz, se siente como si el tiempo se hubiera detenido, aunque ahora más que nunca, sé que el tiempo sigue pasando, por desgracia así es.

¡Qué horror! No dije nada que pudiera animarte, perdóname, solo espero que todo esto termine pronto. Te extraño mucho, los extraño a ambos, a pesar de que estoy con papá, créeme, para nada es el mismo.

Te amo, papá. Solo tengo eso por ahora. TE AMO.

Max

Alec bajo la carta de su hijo, pensar en que solo había pasado una semana era desolador por completo, para él se había sentido una eternidad, no era como si sintiera mucho, no se lo permitía realmente, estaba pasando por una especie de aturdimiento, como si para poder soportarlo hubiera metido su corazón en hielo para congelarlo y no sentir como este moría lentamente, se sentía vacío, saber de su hijo le dio una luz de esperanza para terminar el día, muchas veces al estar solo en esa oficina se preguntaba acerca del sentido de estar ahí, de estar así, de ser el Cónsul, sin Magnus, las cosas carecían de sentido y valor, ahora todo lo que había pensado, las cosas que quería cambiar se habían convertido en humo, en sueños estúpidos de alguien que intentaba arreglar el mundo por las personas que amaba, pero si había traicionado a la persona que más amaba ¿Qué posibilidades tenia de intentar ofrecer algo mejor a quienes confiaban en él? Los deseos y anhelos de hacer lo mejor por los demás se había esfumado, todo eso se había ido, se había ido con Magnus Bane.

Alec mantenía una mano en su rostro mientras pensaba y seguía lamentándose por su situación, su oficina era el mejor lugar para ocultarse, el trabajo la mejor manera de mantenerse cuerdo, su puerta solo se abría a casos en extremo urgentes y eso le ayudaba. Se quedó inmóvil por mucho tiempo con su rostro cubierto y escuchando como el reloj le torturaba con su tic tac interminable. Cada segundo desperdiciado, sin Magnus, sin sentido.

Alguien llamo a la puerta.

- ¿Si? – Pregunto Alec con voz de hierro.

- Hubo otro ataque, señor, los rebeldes atacaron el reino Seelie en las afueras de sus tierras. - Los problemas se habían intensificado, Alec sentía que nadie podía no culparlo, el Cazador paso sus manos por su cabello con fuerza, tomo aire y se enderezo en su silla.

- Pasa. - Ordeno al informante.

Era hora de seguir fingiendo que podía seguir con su vida.

* * * * *

Para Jace era sencillo enfrentar a su hijo William en una batalla de espadas, Will poseía la espada que alguna vez fue de Stephen Herondale, había aves en el mango, símbolo de la familia. Will entrenaba arduamente desde que había comenzado a caminar, lo amaba, le gustaba ser fuerte, proteger a su hermana, lo que era su móvil en todo. Jace le había dicho que sería tan fuerte como él, que lo era cada vez más después de cada entrenamiento.

Jace se movía concentrado hacia su hijo con una mano en la espalda, el reto al pequeño era hacer que su padre usara también su mano izquierda para defenderse.

- Tu defensa – Dijo Jace instruyendo a su hijo. – Mirada al frente, no pierdas de vista a tu oponente.

Will intento seguir el ritmo de su padre, lo hizo bien hasta que su cuerpo de niño de diez años no se lo permitió. El agotamiento llego a él, tropezó y cayó. La espada Herondale cayo lejos de su mano.

Will se quejó de su falla, un Cazador de Sombras nunca debe soltar su arma.

Jace tomo la espada y le dio la mano a su hijo para que dejara el suelo. – Muy bien. – Le dijo sonriendo. – Lo has hecho excelente.

Will no entendió esto. – Pero no pude ganarte, no pude.

Jace le dio la espada y se acuclillo para limpiar la ropa con polvo de su hijo. – No necesitas ganarme. – Le dijo Jace con voz suave. - Solo superarte a ti mismo en cada entrenamiento. Y siempre lo haces, siempre lo has hecho.

Eso Will lo entendió de inmediato y sonrió satisfecho. - ¿Revancha?

Jace miro con orgullo a su hijo. – Ve y descasa, es turno de tu primo.

Nathan estaba observando atentamente desde un tronco, ellos se encontraban en las profundidades del bosque, en un prado suficientemente grande para que ellos pudieran entrenar. - ¿Qué dices? – Le pregunto Jace desde el centro del terreno y ofreciéndole una espada. - ¿Quieres intentar?

Nathan se levantó y camino hacia él, Will le encontró a mitad de camino, el niño levanto su mano y Nathan la choco con él. – No se lo dejes fácil. – Le dijo. – Se terminó el jugo esta mañana ¿recuerdas?

Nathan rio, en un instante su semblante cambio a uno de extrema concentración. Se colocó frente a Jace y se preparó.

- La misma regla. – Dijo Jace poniendo su mano izquierda en su espalda. Quizás Nathan era mayor que Will, pero no tenía ningún entrenamiento a excepción del entrenamiento que había recibido durante su tiempo en casa de Los Herondale. – Respira profundo, enfócate.

Nathan lo hizo.

El enfrentamiento fue más feroz de lo que Will se hubiera imaginado, Su padre avanzaba dos pasos hacia Nathan, pero este le hacía retroceder uno, la espada ya parecía ser parte de su brazo, como si siempre hubiera estado con él.

Jace se esperaba la fuerza de Nathan, un joven de su edad con su entrenamiento, bastante predecible, lo que nunca se espero fue su velocidad, era ligero y tenaz, sus ojos verdes estaban enfocados en él y su concentración en una sola cosa, el combate fue inquieto, ambos se movían lo más que podían para deshacerse del acoso del otro, llegaron a la línea de árboles y Nathan uso uno para saltar en una vuelta por encima de la cabeza de Jace, ahora estaba a su espalda y Jace no sabía si giraría a tiempo, con toda su energía lo logro y por un momento olvido que luchaba con alguien inexperto y además, un joven de dieciséis, Jace uso toda su fuerza para bloquear el ataque de Nathan y con ambas manos respondió. Hubo un feroz choque de espada contra espada. Nathan voló por el impacto deteniéndose cuando chocó contra un árbol. Fueron solo unos segundos antes de que Jace se percatara de lo que había hecho.

- ¡Por el Ángel! – Exclamo el hombre. – Nathan ¿Estas bien? – Jace soltó su espada para ayudar a Nathan a levantarse. – Lo lamento ¿Te has lastimado?

El rostro de Jace no reflejaba más que angustia por lo que acababa de ocurrir, para sorpresa del guerrero, Nathan estaba sonriendo. – Dos manos. – Dijo poniéndose en pie con el rostro sucio y claramente adolorido. – Usaste ambas manos.

Jace se tranquilizó y sonrió. – Así es. Me has ganado.

Nathan dio unas palmadas a la espalda de Jace. – No importa ganarte, solo superarme a mí mismo, así que... - Nathan movió su puño, pobre y adolorido, en señal de victoria.

- ¡Punto para el equipo Fairchild! – Grito Will parado sobre el tronco.

Jace no podía estar más orgullosos y complacido.

Decidieron tomar un descanso antes de volver a casa. Jace y su hijo compartían el tronco para sentarse, Nathan estaba frente a ellos sentado en el pasto, siempre preferiría el pasto, sus piernas estaban dobladas frente a él, había colocado su espada sobre sus piernas como si esta también necesitara descansar.

- Lo que hiciste fue impresionante. – Dijo Jace tomando un sorbo a su botella de agua. – Es increíble lo que has mejorado en estas dos semanas.

- Eres muy buen maestro.

- Soy buen combatiente, es todo. – Jace le miro con más atención, Nathan bajaba sus manos a la tierra, pasándolas con cuidado sobre ella como si estuviera saludándole. – Note como mirabas los arbustos ¿Por qué?

Nathan no podía creer en tan excelentes dotes de observación del Cazador, esperaba algún día ser así. – Si, es una costumbre, creo.

- ¿Costumbre?

- Buscar ayuda. – Dijo Nathan y sus ojos se hicieron inesperadamente de un verde mucho más brillante, como si de ellos surgiera luz, las ramas que estaban por debajo del tronco en donde ambos Cazadores estaban sentados comenzaron a moverse. Se movieron hasta apresar ambas piernas de Jace, El Cazador no podía creer en lo que miraba.

- Oh ¡Wow! – Expreso Jace.

- Genial ¿No? – Dijo Will, claramente había mirado esto en otras ocasiones y para nada estaba sorprendido.

Las enredaderas soltaron los tobillos de Jace y volvieron a su lugar. – Si hubieras hecho eso, seguramente me hubieras vencido con mayor facilidad.

- Eso creo. - Dijo Nathan pasando su mano por el filo de su espada. – Pero no es lo que un Cazador de Sombras haría ¿cierto?

- No, por supuesto que no. – Dijo Jace intrigado y maravillado al mismo tiempo. – Pero es lo que tú harías.

Nathan le miro sorprendido ¿Eso significaba que usar técnicas no Nefilims estaba permitido?

Jace respondió con una mueca. - No serias el primer Cazador de Sombras con poderes especiales.

- Creí que no debería, supuse que debía suprimir ese tipo de cosas.

- Nathan. - Dijo Jace tranquilo. – Suprimir tus habilidades significaría suprimir quien eres, nunca querría que hicieras eso.

- Entonces...

- El Ángel te dio esas habilidades para que las usaras, sería un desperdicio no hacerlo. – Jace le guiño un ojo. - Pobres demonios, lo que les espera contigo en su contra.

– Se lo merecen. – Dijo el pequeño Will despreocupadamente.

Jace se levantó sintiéndose un poco más tranquilo. Will era más poderoso. Nathan era más poderoso, había una satisfacción en esos hechos. – Hora de volver a casa.

* * * * *

Will y Nathan fueron directo al tercer piso de la casa, a la habitación que ahora ocupaba Nathan.

- Espera a que Max sepa lo que hiciste hoy, le dará mucho gusto. – Will siempre estaba contento, era muy difícil hacer que el pequeño dejara a un lado su excelente estado de ánimo.

Nathan no dijo nada, dejo que su primo iniciara con la carta del día de hoy. – Hace dos semanas que se fue ¿Cómo te ha ido? Es decir ¿Cómo estas realmente?

Nathan le tomo un tiempo responder a eso. – Estoy bien. - Dijo. - No deja de escribir, así que...

- Wow – Dijo William. – Estas peor de lo que pensé. Pero descuida, no se lo diré.

Nathan rio sinceramente y dio gracias al Ángel por Will.

Por Will y su familia, la que, a cada día sentía más como suya. Y no podía estar más agradecido por ello.

* * * * *

Los niños mayores del instituto tenían alrededor de 10 y 12 años de edad, el plan para ellos era que comenzaran asistir a la Academia cuando tuvieran la edad suficiente, para que terminado su entrenamiento pudieran vivir en un instituto o crear su propio hogar en el lugar que quisieran, siempre y cuando siguieran con su deber en contra de los demonios. Eran las oportunidades que el instituto les daba, la oportunidad de ser parte de La Clave, de estar protegidos sin importar su especie, todos en el mundo de las sombras tenían un enemigo en común. Los demonios tenían que ser despojados de este mundo, los Cazadores de Sombras necesitaban a los subterráneos, ahora más que nunca los Acuerdos parecían tener un verdadero valor. Estos habían sido los argumentos de Alec para que le fuera permitido crear el instituto en Idris.

Edrian se encontraba ahora con los niños de esta edad, había un arsenal sobre una mesa, según Edrian se tenía que aprender a distinguir entre los diferentes tipos de armas, las clases de este tipo eran limitadas, pero Edrian creía que si asistirían a la Academia debían por lo menos tener nociones del tipo de arma que podía ayudarte. Sus escusas no fueron muy sustentables, pero el director del Instituto le permitió impartir la asignatura debido al interés que se creó en los estudiantes.

Edrian miraba ocasionalmente al frente, al otro lado del jardín en donde Vanessa estaba con un grupo de niños de edades mucho menores, el libro que tenía en sus manos contaba la historia de la creación de los Nefilims, los niños pequeños aprendían por medio de cuentos esta historia. Los brujos habían facilitado una historia bastante consistente de la forma en que querían ser vistos con respecto a su creación y llegada al mundo, los lobos y los vampiros tenían a pesar de su secretismo historias muy interesantes por contar. Debido a la Guerra Fría la cual Alec intentaba eliminar, La historia de las hadas estaba sujeta a condiciones. Aurora estaba al lado de Vanessa escuchando con atención junto a otros seis niños. El Cabello negro y largo de la Cazadora llegaba al suelo y se movía con la brisa y sus movimientos gráciles de cabeza, una persiana hipnotizante. Vanessa miraba a cada pequeño rostro con atención, narrando la historia como una madre lo haría. Sin percatarse de la mirada fija de Edrian sobre ella.

Rajesh, un niño Cazador, movió el hombro de Edrian para que le prestara atención despertándolo de su aturdimiento.

- ¿Que preguntaste? – Pregunto Edrian parpadeando.

- No creo que una maza sea lo más indicado para un Cazador de Sombras. – Dijo el pequeño tocando la pesada arma sin poder levantarla de la mesa. - ¿Por qué alguien querría usar algo así?

- Hay demonios con suficiente tamaño y fuerza como para levantar un auto, definitivamente querrás algo como esto para poder enfrentarlo. – Explico Edrian.

- Sigue sin ser practico.

- La idea es que tengas la fuerza y habilidad de usarla como si fuera una espada, pero con las ventajas propias del arma. – Edrian levanto la maza haciendo que girara en el aire y la tomo de nuevo por el mango con una sola mano, el pequeño Cazador y sus compañeros quedaron impresionados, Edrian sonrió y movió el cabello del chico. – Ten paciencia. Practica y cualquiera de ustedes podrá hacerlo.

Rajesh decidió que tenía que empezar de inmediato, Edrian le dejo con su pequeño gran esfuerzo.

Tomas, el niño rubio, tomo una espada larga. – No hay mejor arma que la espada, atraviesas a los demonios de un golpe.

Joshua, de cabello castaño, no estaba de acuerdo, el pequeño tenía en sus manos un arco y le miraba con admiración. – El arco es mejor. – Dijo sin dar más argumentos.

Tomas no estaba en lo absoluto convencido. – La espada es más fuerte.

- El arco es veloz.

- Los Cazadores de Sombras siempre han elegido las espadas.

- No todos, El Cónsul es un arquero y es el mejor Cazador de Sombras de la historia. – Joshua miro a Edrian. - ¿Verdad que es el mejor Cazador de la historia? Es decir, por eso es el Cónsul.

Hubo una punzada en el pecho de Edrian. Había permanecido cerca del instituto, yendo a diario para mantenerse ocupado y no pensar en Alec, eso le había funcionado de maravilla hasta ahora. – Lo es. – Confirmo sin poder o querer decir más.

- Tu no conoces al Cónsul. – Protesto Tomas confrontando a Joshua.

- Claro que lo conozco, vino con su familia a la inauguración.

- Eso no es conocer a alguien. – Murmuro Tomas con indignación, lo que pareció que había despertado una nueva duda en Joshua.

El niño miro directamente a Edrian. - ¿Qué significa que el Cónsul este casado con un brujo?

Edrian no esperaba que la conversación tomara este rumbo, apenas estaba pensando en lo que sería correcto contestarle cuando Tomas se miró en lo absoluto indignado por la que, a su consideración, era una pregunta tonta de Joshua.

- Significa, Cabeza Hueca, que cualquiera de nosotros puede casarse con quien quiera, no importa que sea un chico o chica, lobo, vampiro, brujo o Cazador de Sombras. – Tomas miro a Edrian. - ¿No es así?

Edrian le sonrió. – Estas por completo en lo correcto.

Los niños siguieron tomando las armas, observándolas con detenimiento mientras Edrian les vigilaba y hablaba sobre las conveniencias de cada una. Vanessa se acercó a ellos.

- Hora del descanso. – Dijo y los niños protestaron, querían seguir con las armas, lo más emocionante que les había ocurrido desde su llegada.

- ¿Quieren jugar con nosotros? – Pregunto Rajesh. Y el resto de sus compañeros, incluido los pequeñitos de la clase de Vanessa, se unieron a la petición. Edrian y Vanessa parados por sobre las alturas de todos ellos compartieron una mirada. Eran amigos de infancia, cómplices en muchas travesuras nunca olvidadas, ambos sabían lo que harían y ambos sonrieron en complicidad.

- Claro. – Dijo Vanessa. – Vayan a esconderse e iremos a buscarlos.

Los niños saltaron y corrieron en todas direcciones, chocando entre ellos hasta encontrar su propio rumbo. Ambos Cazadores se quedaron parados unos momentos después de que los niños se habían dispersado. Se miraron nuevamente y rieron con malicia, ellos no fueron en busca de los niños, se dejaron caer al pasto para descansar tranquilamente. Sus cabezas quedaron juntas en dirección contraria, algo que no era nuevo para ellos, lo hacían todo el tiempo en el instituto de Alemania, donde habían crecido. – Iremos a buscarlos. – Dijo Vanessa intentando calmar su propia conciencia, diez o quince minutos, solo eso.

Edrian rio, no le preocupaba en lo absoluto los niños, el instituto de Idris era el lugar más seguro en el mundo, quizás solo comparado con el Laberinto Espiral, las protecciones habían sido colocadas por los brujos que ahí vivían. Ellos no habían solicitado algún cobro por ello, otro milagro de Alec Lightwood.

- Quizás veinte. – Dijo Edrian y Vanessa dejo libre una carcajada.

Edrian no pudo evitar mirarle, era muy hermosa, casi tan hermosa como Aurora. Edrian distraídamente subió su mano para acariciar su mejilla. - ¿Recuerdas como robamos el pastel que hizo la señora Cartright?

A Vanessa no le pareció raro en absoluto la caricia de Edrian, era algo que hacia siempre. – TU robaste el pastel, yo solo estaba en el momento y en el lugar equivocado.

- Aun así, no me delataste.

- El pastel estaba delicioso.

Seguían riendo cuando Edrian miro la runa de velocidad en la clavícula de Vanessa. Fue muy clara su reacción al ver la runa para ella.

- Debes tener paciencia. Mejoraras. - Le dijo Vanessa para confortarlo.

- Han pasado tres semanas, el veneno sigue en mí y... y no sé si volveré a ser el mismo.

- Eres el mismo. – Dijo Vanessa levantándose sobre sus codos un poco exaltada. – Las runas no te hacen quien eres.

- Son parte de mí.

- Y volverán, solo ten paciencia.

- Paciencia. – Edrian continuo ahora mirando a las hojas del árbol sobre ellos.

- Aun sin runas podrás ayudar al Cónsul y...

- Dudo que eso pase, es como si se hubiera olvidado de que existo.

- No lo creo. – Dijo Vanessa a pesar de que no le gustaba decirlo. – En verdad no creo que el Cónsul sea así, es solo que tiene demasiados problemas por ahora.

- Es lo que es. No ha querido hablar conmigo, ni verme siquiera.

- Solo...

- ¿Podemos hablar de otra cosa?

- Debemos hablar de esto, debes aclarar tus sentimientos y darte cuenta de que el Cónsul no... ¿A dónde vas?

Edrian se había levantado con toda su habilidad de Cazador de Sombras, estaba caminando hacia el edificio principal. – Iré a buscar a los niños, creo que ya paso tiempo suficiente.

- ¡Edrian! ¡Edrian espera, por favor! – Edrian no se detuvo o volteo a verla mientras seguía alejándose.

* * * * *

- Hare una fiesta. – Anuncio Magnus Bane bajando el libro de su rostro cruzando la mirada por la habitación hasta su hijo, Max estaba en el suelo frente al televisor, un control de videojuego en sus manos y su gato dormido entre sus piernas cruzadas.

- ¿Disculpa? – Pregunto Max pausando su partida. - ¿Has dicho fiesta? Es decir ¿Ahora?

- ¿Por qué no? Hemos vuelto a Brooklyn, todos en los alrededores deben saber que volvimos. ¿Qué mejor forma?

- Todos saben que volvimos. – Anuncio Max con voz firme. - No somos la familia más discreta que digamos, y, además, todos saben sobre tu depresión, eres parte del chisme actual más jugoso del mundo de las sombras. No engañas a nadie.

- No intento engañar a nadie, niño listo. Solo quiero que se enteren que estamos en funcionamiento.

- ¿Funcionamiento?

- Los brujos somos dueños de una lucrativa empresa, ha llegado el tiempo de que inaugures la tuya ¿No lo crees?

- Seré tu conejillo de indias.

- ¿Sabes? Hubo un tiempo en el que eras absolutamente adorable, ensuciabas mis camisas, pero era un precio muy bajo por pagar por tenerte, ahora... - Magnus movió su mano desdeñosamente hacia su hijo. - Estas lleno de todo ese ingenio de adolescente.

- Ingenio adolescente. – Repitió Max. - Así llamaría al hecho de querer hacer una fiesta cuando todo esta tan mal en nuestras vidas.

- Sabia que me entenderías. – Magnus se levantó del sillón e inicio a caminar hacia el estudio. – Comenzare con los preparativos.

Max se levantó lentamente intentando no incomodar a su gato dormido y camino detrás de su padre. - ¿Por qué haces esto? Debes ir a hablar con papá, no hacer fiestas.

- Max, ya hablamos de esto.

- Y seguiremos haciéndolo hasta que entiendas.

Magnus sirvió licor en un vaso de vidrio, estaba calmado e inquietantemente sombrío. - ¿Qué se supone que es lo que debo entender?

- Que papá lo lamenta y que no pueden vivir el uno sin el otro, no es correcto.

- ¿Crees que lo que hizo lo es? – Magnus se miraba más curioso que molesto.

- No ¿Pero acaso no puedes creer en sus disculpas? ¿Cómo puedes amarlo tanto y no poder perdonarlo?

- Esto no se trata de perdonarlo o no.

- Cometió un error – Max bajo la cabeza, lo que diría a continuación le costaba trabajo mencionarlo. – Incluso, mi padre puede cometer errores ¿cierto?

Magnus se miró comprensivo. Y entendió que Max nunca se había imaginado ver a su padre cometiendo este tipo de errores. Quizás no podía asimilar lo difícil que sería para él aceptar algo así. – Hijo, tu padre es humano y como humano puede equivocarse, no debes juzgarlo por un error que nada tiene que ver contigo.

Max miro a Magnus. – Dices eso, pero no lo perdonas. No lo entiendo.

- Tiene derecho a equivocarse, como también tiene derecho a elegir.

- ¿Elegir? – El rostro de Max pareció reflejar dolor, como si alguien le hubiera golpeado. – No tiene nada que elegir ¿Acaso tú piensas que...? Tu no piensas que...

- ¿Debo pensar que soy el gran, único y eterno amor de tu padre? ¿Qué nunca en el paso de las décadas podría pensar o enamorarse de alguien más?

A Max no le tomo un segundo contestar. – SI.

- Debes... Debemos, aprender a aceptar que eso no ocurrirá, que no ocurrió. Por mucho que lo detestemos, en el corazón no se manda. – Magnus tallo su rostro intentando despojar su mente de esos pensamientos. – Aun si tu padre notara que es a mí a quien ama...

- Papá...

- Dudo que algo cambie, no suelo dar terceras oportunidades.

- No estamos hablando de cualquier persona, es mi padre y...

- Seguirá siendo tu padre el resto de tu existencia, y yo también, solo que no seremos más tus padres juntos.

- ¡¿Y eso es todo?! ¡¿Dices que puedes vivir sin él?!

- Puedo y lo hare.

– Han pasado más de 3 semanas, incluso tu forma de moverte ha cambiado ¿Realmente esperas que crea que eres capaz de soportarlo?

- Seria decepcionante pensar que no me crees capaz.

- No quiero que demuestres nada, quiero que seas feliz, sé que sin mi padre... - Max suspiro. - Si sigues así, te morirás por dentro.

– Te tengo a ti, y es todo lo que necesito.

- No. No lo es.

Max salió de la habitación, escapando de la negativa de su padre. No podía seguir escuchándolo, no quería creer que su padre había aceptado continuar su existencia separado de su otro padre.

Magnus se quedó en el estudio pensando en las palabras de su hijo. Te morirás por dentro. En si eso pudiera ser posible, o si la forma literal de la frase era posible. Morir por dentro o solo morir. A Magnus no le pareció en lo absoluto el peor de los escenarios.

* * * * *

- Lo lamento. – Dijo Alec mientras Jace trazaba con cuidado una Iratze en su antebrazo. – No debí distraerme de esa manera.

Jace separo la estela de la piel de su parabatai. – No deberías ir a estas misiones, eres Cónsul ¿Qué tienes en contra del trabajo de escritorio?

- Necesito mantener la mente ocupada.

En las últimas semanas desde que Magnus y Max se habían ido, Jace había estado preocupado por su hermano, porque se mantuviera ocupado, porque no estuviera mucho tiempo solo con sus propios pensamientos, incluso por que comiera. Parecía que nada de lo que hiciera sirviera de algo, Alec lucia demacrado, cansado y perturbado en muchas maneras. La forma en la que se había comportado en la última misión lo demostraba, su mente parecía perdida.

- Es suficiente. – Dijo Jace. – Debes parar de comportarte así.

Alec se reclino en el sillón donde estaba. – Te lo juro, no lo hago a propósito. – Lo dijo con calma y con voz suave.

- Eso lo sé, pero tampoco estás haciendo nada para mejorar.

- Se me han ocurrido infinidad de cosas, palabras, las repito en mi mente una y otra vez, pero, es Magnus, lo conozco, no va a perdonarme.

Jace se colocó junto a su hermano, hombro con hombro y cruzo los brazos en su pecho. – Tal vez el brujo no te amé tanto como pensamos.

- No se trata de eso, el confió en mí y lo traicione. Ahora me toca pagar.

- Lo has aceptado.

- No tengo muchas opciones.

- Tienes todas cuantas quieras ver frente a ti.

Alec observo con más detenimiento a su parabatai. – No sé qué quieres decir.

- Que Magnus no es el último hombre sobre la tierra. Clary me matara si sabe que te dije esto, pero no puedo soportar verte así, si Magnus no quiere perdonarte, no podemos obligarlo, por lo menos no con métodos que apruebes. El punto es, que como ya lo dije, quizás besaste a Edrian por una razón ¿Ya pensaste en eso?

- Evito pensar en Edrian, lo que hice fue demasiado injusto para él.

- Le salvaste la vida. Créeme, no lo considera injusto. - Jace paso su brazo por los hombros de Alec. – Quizás debas de pensar en Edrian. Debes de explorar la posibilidad de que pueda ayudarte.

- Solo quiero que las cosas sean como antes. Quiero recuperar a mi familia.

- Tu familia es Max.

- Jace. – Dijo Alec impresionado, sin poder creer en sus palabras.

- Escucha, aprecio a Magnus, incluso más de lo que me gusta admitir, pero eres mi parabatai, y si buscare la paz y felicidad de alguien será la tuya, sin importar lo mezquino que parezca, solo me importas tú y mi sobrino. No me quedare sentado mirando cómo te consumes por dentro. Eso no va a pasar. Así que deja de lamentarte, despierta y actúa. Mira las opciones frente a ti. Ha pasado más de un mes, tal vez es tiempo de que hagas las cosas que debas hacer para comenzar a mejorar.

- Tienes razón. – Dijo Alec sin perder su tranquilidad. – Eso hare.

* * * * *

Había una residencia asignada al Cónsul en Alicante, esta se encontraba cerca de la casa del Inquisidor, ese lugar nunca había sido utilizado ya que Alec y Magnus vivían en las afueras de Alicante en la casa que antes había sido de Ragnor Fell, a Alec le había encantado la idea, ser el Cónsul era una tarea agobiante, al llegar a casa era como dejar todos los problemas atrás, ahora que se habían separado, Alec tomo la casa que le correspondía. Enorme, lujosa y vacía.

- Invitare a tu tía Isabelle la próxima vez, no soy la mejor compañía por ahora. – Alec y Max estaban solos sentados comiendo en el enorme comedor, y hacia unos minutos, en completo silencio.

Max dejo de jugar con su comida para mirar a su padre y sonreír. – Me gusta estar contigo, aun en silencio eres agradable. – Miro a su alrededor. – Pero no me gusta esta casa.

- A mí tampoco. Pero nos acostumbraremos, puedes elegir una habitación y decorarla como quieras, además, a tus abuelos les encantara tenerte tan cerca.

Max miro a su padre sin poder creer en lo que escuchaba. - ¿Te has rendido? Es decir ¿Crees que no volveremos a casa, los tres?

- No, Max, pero creo que quizás eso tome tiempo.

- Ya hablas como él, pensando y diciéndome que todo estará bien, que el que estén separados no tiene que ver conmigo o que me acostumbrare.

- Hijo, lo lamento, pero...

- Debo aceptarlo ¿cierto? Cuanta basura.

- Max, basta. Sé que no es fácil para ti, no lo es para ninguno de los tres, pero ningún bien te hará esa actitud. Siempre has alardeado por madures, es el momento de demostrarlo, hijo.

Max guardo silencio y regreso a su comida de mala manera, odiaba la forma irrefutable en la que su padre le hablaba. – Es solo que... ya no puedo soportarlo. Papá actúa como si nada pasara, haciendo reuniones y fiestas. Que ridículo.

- Sé que entiendes que es lo que hace, y por qué lo hace, lo conoces tan bien como yo.

Max resoplo.

Alec se molestó. – Estas enfadado, pero si te molestarás con alguien, ese tendría que ser yo. Y estoy dispuesto a escuchar todos los reclamos que quieras hacer, esto es mi culpa y de nadie más. Tu padre no merece que ahora le retires tu apoyo.

- Tú hablas por él y él habla por ti. Creo que prefiero que se griten a que ambos sean condescendientes, es menos patético.

Alec fue comprensivo, en otras ocasiones le hubiera hecho ver su error y que hablar de esa manera no podía más que complicar todo. Pero lo menos que podía hacer ahora era dejar que se desahogara.

Alec igual que Max volvió a comer. – Patético es tener una cita y volver a casa a las nueve de la noche.

Max se quedó un momento asimilando ese último comentario, sintiendo como la furia se iba lentamente.

Miro a su padre, Alec igual. - ¿Quién te dijo eso? – Dijo Max intentando ocultar una sonrisa.

- ¿En verdad creíste que tendrías tu primera cita sin que Lily te siguiera?

Hubo revelación en el rostro de Max - ¡Lo sabía!

Alec le sonrió. Max intento justificarse. – Pasaron muchas cosas – Dijo con dignidad. - Por eso volvimos temprano, aun así, pasamos un buen rato.

- Me alegra escuchar eso. – Alec movió su mano para tomar la de su hijo y la presiono firmemente.

Max se sintió en un instante mucho mejor, como si su padre le diera la esperanza que no podía adquirir solo.

El brujo respiro profundo. – La próxima vez. – Dijo. – Traeré algunos posters y libros. Creo que podre acostumbrarme al espacio extra.

Alec no soltó la mano de su hijo. – Sera temporal. Lo prometo.

Después de la comida caminaron a casa del inquisidor que también era la residencia de la familia Lovelace.

Les recibieron desde las escalinatas.

Isabelle levanto sus brazos hacia Max. – Una semana sin verte ¿en verdad crees que toleraremos eso?

- Lo lamento. – Dijo dejando que su tía lo presionara fuertemente. – Las clases de tía Catarina se salieron de control.

- Es una maestra muy dedicada. – Dijo Simon con burla.

Entraron todos a la sala de estar, para sorpresa de Max, Will y Nathan estaban ahí. Ellos sabían que Max vendría a visitar a su padre hoy y como todas las semanas, no podían perder la oportunidad de verlo.

Se saludaron cordialmente, Max dio un pequeño beso a los labios de Nathan, pero Will se dio cuenta de que fue incómodo para ambos.

- ¿Estás listo para iniciar el periodo de clases en la Academia? – Pregunto Alec a Simon. Quien tenía, no solo en la mesa de la sala, sino también en cada uno de los sillones, documentos de diferentes índoles, todos relacionados con su nuevo puesto de Decano.

Simon levanto sus manos para mostrar los papeles que estaban dispersos en todos lados. - ¿Te parece que estoy listo?

Alec coloco una mano sobre el hombro del pobre hombre estresado. – Lo harás bien. – Le dijo sin mucha ayuda.

Isabelle sonrió. Ella miro a Nathan.

- ¿Qué me dices de ti? Jace nos contó sobre tu progreso, si vas a la Academia podrás tener una excelente formación.

- Claro. – Dijo Nathan y miro a Max. - Estamos listos ¿Cierto?

El rostro de Max cambio. Era terrible, pero tenía que sacar a Nathan de su error. – Nathan, - Le dijo decaído. – Vivo en Brooklyn ahora, no puedo ir a La Academia.

- Pero tu... habías mencionado...

- Ese era el plan. – Admitió Max. - Pero ahora... Lo siento debí decírtelo antes y...

- No. - Se apresuró a decir Nathan. - Es verdad. Vives en Brooklyn ahora.

- Chicos, esto no es para que se pongan tristes. – Isabelle intento rescatar la situación. – Max seguirá viniendo siempre, como cada semana ¿De acuerdo? Ahora vayan a pasear, tienen que aprovechar el tiempo juntos.

Los tres jóvenes salieron por la puerta trasera de la casa, caminando por la horilla del canal estrecho que cruzaba por todo Alicante. Nathan había estado en la ciudad suficiente tiempo como para conocer los caminos comunes, por donde ir si necesitaba ir al Gard o volver a casa. No importaba cuanto tiempo pasaba en la ciudad, las torres demonio eran siempre impresionantes de mirar. Los tres siguieron caminando sin rumbo, pasando un puente y otro. Will se detuvo en una ladera de piedras.

- No debes preocuparte. – Dijo sin ningún sentido. – Iré a la Academia en un par de años. Estudiaremos juntos, quizás un año.

Nathan sonrió obligadamente.

- Siento no haber aclarado que no iré a La Academia, lo habíamos planeado y...

- Todo está bien, no tienes que disculparte. Estaré bien, iré y hare lo que tengo que hacer para ser un Cazador de Sombras.

- Ya eres un Cazador de Sombras.

- Apenas.

- ¿Van a decirme que pasa con ustedes dos? Pareciera que no quisieran verse. – Will comenzó arrojar piedras a la corriente del canal.

- De mi parte, eso no es verdad. – Dijo Max.

- ¿Por qué yo no querría verte? – Protesto Nathan.

- Dímelo tú. Obviamente estas molesto, pero es injusto porque lo que pasa con mis padres no es mi culpa. No voy a dejar a mi padre... no por... - Max se detuvo a media oración cuidando no herir a Nathan.

- ¿No por mí? ¿Es lo que ibas a decir?

- No. Es solo que...

- No tienes por qué detenerte, todos lo sabemos, sería estúpido que lo hicieras, debes preocuparte por tus padres. – La voz de Nathan se había ablandado inesperadamente, como si sus propias palabras le hubieran hecho entender. – Ahora que aun los tienes.

- ¿Los tengo? – Repitió Max. – Ninguno de los dos se comporta como ellos mismos, es un verdadero infierno. – Max se sentó a lado de Will – Ha pasado mes y medio ya y... cada día es peor al anterior, soy inmortal, el tiempo no debería importarme tanto ¿cierto?

Ni Will ni Nathan supieron que responder a eso. Nathan se sentó a lado de Max, y este coloco su cabeza sobre su hombro. – Perdóname. – Le dijo cerca de su oído. – Por abandonarte de esta forma.

- No lo digas. – Dijo Nathan con sus ojos fijos en los de Max. – Perdóname tu, por no poder hacer nada para ayudarte.

Max lanzo sus brazos alrededor de Nathan. – Me ayudas estando aquí. Gracias por estar aquí.

- No quiero quitar importancia a eso. – Dijo Will sin mucho interés. – Pero tampoco es como si tuviera algún otro lugar a donde ir.

- Si. – Le dijo Nathan. – Gracias por recordármelo.

Max no había soltado a Nathan. - ¿Eso es verdad? – Dijo el brujo. - ¿No hay nadie en el reino hada a quien quisieras ver de nuevo?

Nathan miro al agua que corría tranquila frente a ellos. – Hay personas, amigos de... de Vladimir y míos. - Max noto lo mucho que se le dificultaba decir el nombre de su tutor. Se sintió mal por no haberse dado cuenta antes. - Pero ninguno de ellos ira en contra de mi madre. Y no quisiera que lo hicieran, es mejor así.

- Nathan.

- Esta bien. – Dijo mientras colocaba tiernamente cabello azul detrás del oído de Max. Ahora todo parecía ir mejor, no tenía razones para estar molesto con Max, era una pérdida de tiempo si solo podía estar con él un par de días a la semana. – Tu lo dijiste, ha pasado un mes y medio, nadie me extraña en el reino Seelie.

* * * * *

- ¿Por qué me aburres con estos informes inútiles? – La Reina Seelie coloco de nueva cuenta el documento que Gwyllion le había entregado para darle a conocer los recientes acontecimientos de las batallas entre los rebeldes y su guardia. – Eres mi general. Espero que te hagas cargo de todo esto sin que me molestes.

Gwyllion tomo los documentos con una furia silenciosa, mientras la Reina se acomodaba sobre su silla.

- Sabes muy bien que solo quiero noticias del príncipe. Dime ¿Se ha sometido a la vida de un Cazador de demonios?

- Ha recibido entrenamiento.

- ¿Es cercano al Cónsul?

- Es cercano al hijo del Cónsul.

- Eso es mucho más ventajoso.

Gwyllion tenía una postura firme, era claro que a su Reina no le importaba, ni las muertes, ni el sometimiento de su pueblo a las frías leyes de los Nefilim. La Reina pensaba en su venganza y solo en ello.

- Podemos traer de regreso al príncipe cuando usted lo disponga.

- No. – Dijo la mujer con sonrisa maliciosa. – No es el momento preciso aún.

– Ha pasado dos meses en tiempo terrenal desde que el príncipe se fue de palacio. Se fortalece y...

– Tranquilo. – Dijo la Reina delicadamente. – El príncipe no debe preocuparnos por ahora. – La mujer tomo entre sus manos un espejo y en él apareció la imagen de un hombre de semblante decaído, sus ojos azules estaban tistes y su cabello negro revuelto. La mirada en la Reina se agudizo de manera perturbadora. - El tiempo ahora es nuestro mejor aliado, y su peor enemigo, entre más tiempo transcurra, su fuerza y voluntad menguan, lo necesitamos así, necesitamos que el niño arquero sea débil. Y para eso, necesitamos debilitar su corazón.

Gwyllion observo como su reina sonreía victoriosa al reflejo en su espejo.

* * * * *

Los últimos informes de batallas eran brutales a sus ojos, las luchas entre las hadas eran cada vez más intensos, los rebeldes seguían enfrentándose a la guardia del reino Seelie, demasiadas bajas, demasiadas perdidas, sin poder interferir y sin poder frenarles. Los rebeldes no se encontraban más cerca de derrocar a la reina de lo que estaban al ser abatidos en su totalidad. Literalmente el reino hada estaba destruyéndose por sí solo. Alec no quería pensar en lo que esto podría significar para el mundo de las sombras, la perdida de la magia de los guardianes a todas esas dimensiones. Le era difícil aceptar el hecho de que tenía que renunciar a ese reino, no lo haría, no tan fácilmente.

Alec bajo los documentos, tallo su rostro con fuerza y abrió uno de los gabinetes de su escritorio. Esperaba encontrar su estela para poder enviar un mensaje a Jace. Se quedó mirando el interior por un poco más de tiempo, entre las cosas dispersas y sin orden se encontraba un brazalete, Alec lo tomo lentamente, el brillo le recordó a su dueño, a Magnus, un artículo que había sido dejado ahí sin mucho interés, una señal de la forma en la que Magnus envolvía su mundo, natural, cotidiano y espectacular.

Siguió mirando el brazalete mientras la conversación que había tenido con Jace volvía a él Deja de lamentarte, despierta y actúa. Actuar no era tan simple cuando no sabías que hacer.

Mira las opciones frente a ti. Seguir sufriendo y luchando por el perdón de Magnus, el cual no se había siquiera acercado. Como si realmente no le importara. Pensó en Edrian, en como había hecho lo posible por evitarlo durante todo este tiempo y en lo injusto que eso era para él. él quien solo había cometido el error de fijarse en la persona equivoca. Y se preguntó si realmente era error su elección. Había tomado una decisión hacía tiempo, había elegido a Magnus para siempre, él había creído que sería para siempre.

Alec arrojo el brazalete de nuevo al interior y cerro el gabinete con fuerza, sin poder soportar verlo un segundo más.

Es tiempo de que hagas las cosas que debas hacer para comenzar a mejorar. Alec tomo un bolígrafo y su estela para comenzar a hacer precisamente eso.

* * * * *

- ¿Estás seguro de esto? – Vanessa mantenía sujeta la muñeca de Edrian con una mano y con la otra su estela. – Quizás debamos esperar un poco más.

- Nessie, han pasado más de dos meses, si no puedes marcarme ahora, quizás nunca más podre. No quiero esperar más. Hazlo.

Vanessa se resignó y con temor hizo brillar la punta de su estela, la coloco sobre la piel de Edrian y trazo la runa de calor en él. Estaba concentrada y con pánico, no miro a Edrian hasta que termino de trazar. Cuando levanto su rostro pudo ver a su amigo sin una sombra de dolor sobre su semblante. - ¿Funciono? – Pregunto Vanessa con ojos muy abierto.

Edrian le sonrió, en un segundo comenzó a sentir como el calor de la runa le envolvía cubriéndolo del frio de la noche. – Funciono. – Confirmo el Cazador – ¡Funciono, Nessie!

Vanessa se movió hacia los brazos ya abiertos de Edrian, le presiono con toda la fuerza que le fue posible, todo había terminado, ahora Edrian era el mismo de antes, para ella no hubiera habido ninguna diferencia, pero para Edrian hubiera sido desolador, pensar en sí mismo sin poder ser un Cazador de Sombras en su totalidad, era desgarrador, ahora estaba en sus brazos y nunca se sintió tan feliz.

- Yo... - Dijo Edrian buscando el rostro de la chica. – Gracias, por estar conmigo, por...

Edrian no logro terminar la frase que mencionaba de manera torpe. Un mensaje de fuego apareció cerca de ambos.

- Es del cónsul. – Dijo Edrian en una mezcla de asombro y terror.

- ¿Cómo lo sabes? – Pregunto Vanessa tomando el papel.

- El sello, la letra.

Vanessa no sintió alegría al saber que Edrian era incluso capaz de reconocer la letra del Cónsul. La Cazadora comenzó a leer, pero solo leyó la primera línea. Doblo el papel y lo extendió a Edrian, claramente no quería seguir leyendo. – Esto suena demasiado personal como para que alguien más lo lea. – Dijo de mala manera.

Edrian tomo el papel aun incrédulo y lo extendió para leer el contenido.

No podría nunca expresar lo arrepentido que estoy por lo ocurrido entre nosotros, no me refiero al acto explícito en donde todo pareció venirse abajo, en el que el único culpable soy yo, pero si en la forma en la que te he ignorado los últimos meses, a ti, quien eres quizás el menos responsable y merecedor de mi indiferencia, he recibido tanto de ti, nunca indiferencia, siempre dispuesto, siempre leal. Por favor perdóname, por favor, ven y dame la oportunidad de arreglar lo que he arruinado.

Alec Lightwood.

Vanessa no podía recordar la última vez que miro ilusión en Edrian, era hermoso y devastador al mismo tiempo.

- Quiere verme. – Informo Edrian débilmente, convenciéndose a sí mismo de que el suceso era real.

El pecho de Vanessa nunca se había sentido tan comprimido en su vida, nunca con tanta intensidad. Hizo uso de toda su fuerza y voluntad para sonreír. – Parece que tu suerte sigue cambiando. – Le dijo a Edrian mirando a sus ojos brillantes de esperanza regenerada. – No estoy segura de felicitarte o no.

- Quiere verme. – Repitió Edrian con seguridad. – Por ahora, es todo lo que necesito.

Continuara...

@MayGraciel

Continue Reading

You'll Also Like

26.2K 3.4K 29
🌹Por Fans y Para Fans🌹 Moon Bin rescatara a Dong Min de una fiesta en la que entro en celo , sin embargo al enterarse de que Dong Min finge ser un...
8.7K 691 48
Anya nunca pensó en arreglar los problemas que su pasado le dejó, no quería volver a relacionarse con ello, quería olvidarlo, ignorarlo, fingir que j...
2.2K 197 14
Xiao Zhan, un chico que no le importa el qué dirán, muy amable y comprensivo,tiene 2 hermanos y es hijo menor de una de las mujeres más millonarias d...
399K 36.5K 67
Freen, una CEO de renombre, se ve atrapada en una red de decisiones impuestas por su familia. Obligada a casarse con Rebecca, una joven que llegó a s...