Louis Sadat.
Luego de dos semanas, finalmente hoy llegará el director del museo al Valle de los Reyes. El motivo, Monett y su compañero.
Fue extraño ver a Monett tirada en la escalera del sepulcro, aún más al ver como la puerta se cerraba automáticamente frente a mi. Pasaron algunos minutos y la puerta se volvió a abrir mostrando un lóbrego fondo.
«Tomé una lámpara de gas y mi bolso para poder adentrarme a la tumba KV53 por primera vez; sabía que no estaba bien, no me corresponde recorrer esta tumba pero lo sucedido me dejó boquiabierto. Bajé las escaleras con mucha confianza, ya que el diseño de las tumbas eran parecidas, así que me las sé al revés y al derecho. No había ninguna novedad, y su calidad era normal y eso que he visto peores. Primero, el salón principal cubierto de jeroglíficos y sus dos pilares en el centro; habían alrededor de cuatro velas encendidas alumbrando cada esquina, me acerqué y llevaban un buen rato prendidas. Continué mi recorrido, si seguía derecho me encontraría con el mortuorio y si voy a la derecha me encontraré con la zona de las riquezas y la tumba del faraón... la segunda opción suena muy tentador.
Tras todo el trayecto del sector de las riquezas, no encontré absolutamente nada, ni objetos de valor, ni joyería, ni ropa -una desgracia para mi-, ni jarrones que era lo más común. Continué el camino y al llegar a la zona de la tumba, estaba completamente tapado con una gran pared de rocas, una encima de otra, sin dejar ni un solo hueco para poder observar. Me devolví por el mismo camino, frustrado por no encontrar algo de valor. Volví al salón y me encaminé hacia el mortuorio con una pequeña esperanza de encontrar algo, y también a Monett que no la he visto por aquí.
Una mesa de piedra se encontraba en el centro de la sala, los jeroglíficos contaba la historia del proceso a la otra vida, pero más allá de eso, no había nada más. Estaba frustrado, no encontré nada en esta tumba, nada con vida y nada de riquezas.
-Estúpidos saqueadores -expresé enrabiado- No encontrar algo afecta mi carrera.
Recorrí cada rincón de este último lugar, y fue ahí donde encontré algo de valor. Cuatro vasos canopes destrozados en su totalidad, pero aún mantenía su calidad e increíble trabajo de estos egipcios.
-Ahora estamos hablando mi lenguaje -reí.
Tomé cada uno y los guardé en mi bolso. Ya era hora de irse.
Coloqué el bolso con los vasos sobre la mesa de madera que teníamos bajo la pequeña carpa. Me senté y siento como todo el cansancio se posicionaba en mis cortas piernas. Pasé un pañuelo por mi frente al percibir una gota en ella. Tomé un vaso con agua y lo tomé al seco, me serví otra vez y nuevamente quedó vacío.
Sentí un asqueroso olor a traspiración y supuse que era mi compañero, era una de las cosas más horribles, la mayoría de las veces me dolía la cabeza por el simple echo de sentir ese apestoso ser. Coloqué el pañuelo en mi nariz al ver que cada segundo se intensificaba más.
-Señor Louis -dijo el apestoso.
-¿Qué quieres ahora, Kosei? -pregunté de mala gana. Odiaba trabajar con él.
-¿Tuvo suerte? ¿Los encontró? -preguntó con cierto respeto.
Siempre me hago respetar sobre todo a los que son inferiores a mi, o recién están comenzando, este era uno de ellos, Kosei. Según su nombre es «León», pero de león no tiene nada. Asustadizo, inseguro de si mismo, y siempre se manda más de una embarrada. Lo bueno, es que es acataba las ordenes y cumplía con lo que uno pide, es obediente pero apestoso, eso si que no se lo aguanto.
-¿Ves algo nuevo, aparte de esas cuatro baratijas?
-No señor.
-¿Entonces muchacho? Ve, llama al director del museo. Dile que es urgente».
En la entrada de la tumba había una cinta de color amarillo, fuerte y llamativa con letras grandes y negras con un pequeño y sencillo mensaje que dice «CUIDADO». Al ver eso, un escalofrío recorrió mi cuerpo junto con un asqueroso gusto a nostalgia. ¿Yo, sintiendo nostalgia? Debo admitir que igual tengo una parte sensible, algo que nadie ha logrado observar, menos Monett ya que siempre me ha tratado con desagrado y nunca se dedicó a conocerme. Solo es ella y su mundo.
Vino a mi cabeza el primer día la conocí, ella era mi nueva alumna en practica, ese era mi momento para lucir mis conocimientos y demostrarle que yo era el que mandaba, pero todo fue lo contrario. Sus conocimientos sobre el antiguo Egipto eran superiores a los míos, sabía sobre interpretación de jeroglíficos -la envidia abundaba en mi cuerpo-, era superior a mí en todos los ámbitos, era perfecta. A medida que pasaba el tiempo con ella -le enseñaba cosas que lamentablemente ya sabía-, comenzó a surgir un pequeño sentimiento hacia ella. De vez en cuando le mandaba un pequeño presente de manera anónima, pero observaba que siempre lo ignoraba y se dedicaba a observar las baratijas egipcias. Siempre había sido así, ignorado completamente por una chica que para mi era la perfección. Llegó un día en que comenzaba lo que sería nuestra verdadera aventura y por primera vez ella se adentraría a una tumba egipcia, y todas las esperanzas que tenía para lucirme frente a ella, se fueron a la mierda.
«Estábamos en la tumba KV24. Ella se encontraba traduciendo los jeroglíficos, mis hombres estaban recogiendo objetos de valor para el museo, y yo estaba junto a ella. A punto de irnos, pasamos por otro sector que también se conectaba con la salida, teníamos que elegir un camino, uno guiaba a la vida y el otro a la muerte.
-Monett, ese no es el camino -le dije mientras tomaba su delicado brazo.
-Louis, estoy cien porciento segura que el camino que tu quieres no es.
-¿Y cómo la sabes? Eres mi ayudante y tienes que hacer lo que yo te ordene. Incluso, los jeroglíficos están dañados y tu misma dijiste que fueron difíciles de interpretar.
-Algo me dice que ese no es el camino -insistió-. Nos llevarás a la muerte Louis, créeme.
-No -rebatí. No me gusta que me lleven la contra-. Vámonos -finalicé mientras la llevaba por su brazo, pero ella se liberó con brusquedad.
-¡No! -gritó- ¡Ese camino no es, entiende!
-¿Y cómo mierda confirmo que tu información es verdadera, ah? -dije cruzándome de brazos- ¿Qué es ese algo que te dice que mi camino es el incorrecto?
-¿No las escuchas?
-¿Qué cosa?
-Las voces, ellas nos están guiando. Tú nos estás guiando a una muerte segura.
-¿Voces? No hay voces Monett, eso está en tu mente.
-Entonces ve tú y tus pollos por el camino que tu crees que es correcto, yo seguiré el mío».
Esa vez fue difícil de creer, ella fue la primera en salir, no lo cuestionaba. Nosotros tuvimos que frenar un momento al ver que las paredes escaseaban a cada pasos que nosotros dábamos, de ahí tuvimos que irnos por el camino que ella nos había dicho. Al verla afuera, tranquila sentada en nuestra carpa, supe que no era normal. Me sentí humillado, ella una vez más tenía razón. Ahora la nostalgia desapareció y la rabia se hizo presente. Humillado por una mujer, alguien inferior a mí, yo era su guía, su profesor y ella me ganó en todo.
Su compañero, ese muchacho ¿Cómo se llamaba? No recuerdo haberle preguntado su nombre, pero sabía que era británico. Se veía una persona tranquila, y noté que también sintió una atracción hacia mi Monett -sí, a pesar de todo aún la considero mi chica sin que ella lo sepa-, sus ojos brillaron cuando ella apareció mientras nosotros lo interrogábamos. Recién comenzando y cayó en la locura de ella.
Una mano gruesa y morena se posicionó en mi hombro junto con las palabras «¿Todo bien?». Negué con la cabeza sin quitar mi vista en la entrada de la tumba con esa pequeña esperanza de que ellos dos volvieran aparecer.
-Le dije que tenía que verla un psiquiatra.
-Le avisaré a sus padres -dijo el Dr. Mohamed.
-No -reaccioné-. Visitaremos de nuevo la tumba.
-Ya la haz visitado más de diez veces, Louis -objetó-. Ya es momento de comentárselo a las familias. Los padres de este muchacho deben saber que sucede con su hijo -decía en tono serio.
-Yo le comenté. -Contesté molesto-. Monett no estaba en condiciones para adentrarse en esta aventura, no es normal que escuche voces.
-Yo no creo que ella tenga esquizofrenia, Louis. Es una de nuestras mejores arqueólogas.
-¿Y en qué lugar quedo yo?
-Te recuerdo que si no hubiese sido por ella, tu estarías muerto.
Guardé silencio.
-Revisaremos nuevamente la tumba.
-Tienes una semana -ordenó-. Si no los encuentran, avisaremos a los padres y tu quedas a cargo de esta tumba.
-Si señor.
-¿Qué es esto? -dijo tomando los trozos de los vasos canopes.
-Vasos canopes, estaban dentro de la tumba, es lo único que había.
-Me los llevaré, después lo analizaremos.
El director se marchó y quedé plantado en la carpa.